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Casco Histórico de Oviedo
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Fue la capilla palatina de Alfonso II. Acoge el Tesoro Catedralicio en el que destaca la Cruz de los Ángeles, donación de Alfonso II y símbolo de Oviedo; la Cruz de la Victoria, donación de Alfonso III (S. X), símbolo de Asturias. La Caja de las Ágatas, donación de Fruela II (910) y por último, el Arca Santa que contiene las reliquias de la cristiandad, entre ellas el Santo Sudario, que actualmente se guarda en un soporte especial para su perfecta conservación. En la parte inferior de la edificación está la Cripta de Santa Leocadia

Este singular edificio se encuentra situado en la esquina Suroriental del brazo meridional del transepto de la catedral.

Atribuida su construcción a Alfonso II (791-842), consta de dos plantas; la inferior dedicada a Santa Leocadia con funciones de panteón episcopal; y la superior dedicada a San Miguel que respondería a una capilla episcopal en cuyo santuario se custodiarían las reliquias de San Salvador. Permanece como actual altar una de las joyas de nuestro románico; el Arca Santa, sustituto de la antigua arca que recogería las reliquias traídas por inmigrantes cristianos procedentes de Al-Andalus. En el siglo XI y con el auge de las peregrinaciones el culto a las reliquias y a San Salvador convertirían a la Cámara Santa en uno de los Santuarios más importantes de la Cristiandad. En el siglo XII se reformaría la Capilla de San Miguel; a sus muros se adosarían seis columnas dobles representando al Apostolado. Conjunto apostólico que se convertiría en una de las obras maestras del Románico español.

La construcción conocida como Cámara Santa de la catedral de Oviedo comprende dos santuarios superpuestos e incomunicados, con accesos independientes. Sólo disponemos de indicios indirectos para fecharla. No obstante, su cronología parece remitir al tiempo de Alfonso III (866-910), y en concreto al resultado del viaje del presbítero Dulcidio a Córdoba en el año 883 en calidad de embajador ante el emir Abdallah. Como señal de paz, el embajador habría sido autorizado a trasladar a Oviedo los restos de los cuerpos de los dos santos mártires cordobeses Eulogio y Leocricia, ejecutados bajo el emirato de Muhammad, dentro del episodio conocido como “los mártires voluntarios cordobeses”, cuyas reliquias habrían sido depositadas bajo el altar.

Constituye la planta inferior de la denominada Cámara Santa. Interiormente, la Cripta, de planta rectangular, se distribuye en dos espacios, nave y presbiterio. Se cubre mediante una bóveda de ladrillos. Su altura es de 2,30 metros aproximadamente, uniforme en nave y presbiterio. Está perforada por cuatro aspilleras.

Coetáneamente a la construcción de la cripta se añadió un cobertizo o pórtico a lo largo del frente Norte de la Cámara Santa. Hoy se conserva el arranque del muro de cierre del recinto. La superficie interior de este pórtico está cubierta por diez losas sepulcrales, paralelas, orientadas Oeste-Este. La falta de espacio para más enterramientos, su disposición al nivel del pavimento interior de la cripta, la cubierta con losas monolíticas y el carácter de tumbas excavadas de interior antropomorfo, garantizan su utilización en los siglos X y XI, cuando se generaliza este tipo de enterramientos.

Aun cuando forma parte del mismo proyecto constructivo que la cripta de Santa Leocadia, el piso superior, conocido como Capilla de San Miguel desde principios del siglo XII, es funcionalmente un santuario independiente del inferior. En octubre de 1934, en un intento de asalto a los puestos de observación y tiradores situados en la catedral, cripta y capilla sufrieron un terrible destrozo por voladura, que redujo a escombros más de la mitad de las fábricas. La reconstrucción fue magistralmente realizada por varios especialistas, entre los que es de justicia citar al arqueólogo Manuel Gómez Moreno, los arquitectos Alejandro Ferrant y Luis Menéndez-Pidal y el escultor Víctor Hevia Granda.

La capilla de San Miguel repite la disposición en dos sectores de la Cripta: presbiterio y nave. La nave estuvo cubierta inicialmente con madera, mientras el presbiterio dispuso de bóveda de cañón. Su construcción fue simultánea a la de la cripta, con la que forma un solo edificio.

En el último tercio del XII sufrió una modificación decisiva en la nave: la techumbre de madera fue desmontada, se rebajó 80 centímetros la altura originaria de los muros y se elevó una bóveda de cañón, con tres fajones profusamente decorados con motivos vegetales, sobre ricas impostas, que descansan sobre columnas sobre pedestales, en cuyos fustes se labró un apostolado, que constituye una de las cumbres de la escultura románica hispánica. El orden de la colocación es el siguiente:

Muro Norte: al Oeste, San Simón y San Judas; en el centro, Santiago y San Juan; al Este, San Andrés y San Mateo.

Muro Sur: al Oeste, Santo Tomás y San Bartolomé; en el centro, San Pedro y San Pablo; al Este, Santiago el Menor y San Felipe.