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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
A donde fue a parar 2
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No sentí culpa ninguna por lo hecho con mi amante lésbica; mi marido seguía siendo querido y respetado a mi manera pero tan convencional en la cama como siempre. Recordaba un tema donde decía “le toco el hombro y ella resignada como de costumbre”.

No podía ni quería sacarme esa mujer de mi cabeza y el trabajo en el spa ya había terminado. Por momentos tomaba como un descaro la propuesta de acostarme con su hijo y por otros me llenaba de orgullo que me ofreciera lo que debía de ser lo más preciado para ella; y en mi interior rondaba la idea que sería hembra de madre e hijo.

¿A dónde fueron a para aquellas promesas intensas de fidelidad y de vida de ama de casa? Una mujer en mi camino y en algún punto la vida enseña que hay mucho por descubrir o que las palabras de mamá eran ciertas “con lo poco vivido” ¿Seria a eso a que se refería? Salí a caminar y busqué miradas de deseada ya que me sentía un tanto impúdica pero bien y orgullosa.

Después de unos días la llamé y nos encontramos en una confitería. Estaba más linda que nunca y me fastidió como la miraban tanto hombres como mujeres. Le conté de mi decisión de estar con su hijo y empezó a explicarme según su características como abordarlo; me acarició las manos como pidiéndome el límite de que lo haría solo una vez y volvería con ella; me gustó que en un punto tuviera miedo de perderme.

El “nene” al margen de un sobrepeso tenía toda la fritura de las comidas rápidas en la cara; fui con la excusa de encontrar a la mama y comencé el juego que no fue tan difícil como si un poco pesado por su tono de sabérselas todas. Llegamos al momento álgido y le pregunté sonriendo si era tan hombre en serio, se abalanzó y lo paré firme con un suave

—Si nó no pasa nada.

Me besó manso y con intensidad mientras acariciaba mi cuerpo y noté su ausencia de sexo por la forma que me transmitía su pasión; cerraba los ojos y le seguía el juego. Desnudos en su cama pajeé su buena verga y le pedí que me montara. Entró en mí siendo la primer pija fuera de la de mi marido que recibía. Me moví todo en función de su placer y el jadeo susurrando mi nombre.

—Si papi así me estas cogiendo, sos bien machito.

En pocos minutos y con su lengua en mi boca acabó tratando de meterse más adentro.

Fui al baño a sacarme su olor a grasa derretida y cuando volví estaba oliendo mi tanga, que rico suspiraba y se pajeaba. Sonreí un tanto pedante y él me tomó de la mano derribándome de vuelta en la cama, me pidió la cola y dije no; aceptó la ley pero me montó de vuelta y otra vez en unos minutos, fruto esta vez de la paja previa eyaculó dándome las gracias. Sin bien fue hibrido para mi pese a que era su primer mujer él estaba fascinado y más humilde en el trato.

Cuando me junté con su madre unos días después tuve que contarle con lujos de detalles todo; tamaño, olor, respiros, lenguas, manos, poses, pedidos sexuales; hasta parecía que en su intriga había algo de perversión extrema. Mientras le contaba me acariciaba las piernas en su parte interior repitiéndome que era una puta coge criaturas, que porque no le chupé la pija y le di el culo y cada tanto me besaba diciéndome que pensara una buena excusa para pasar una noche afuera para re divertirnos con una excelente paga. No me costó convencer a mi esposo y esa noche nos amamos con la sorpresa de que ponderó como me movía.

—Perdón, no quise molestarte —Dije

—Para nada, me encantó, pareces mas suelta —Contestó.

Y cuando pensé que trataríamos el tema a fondo se fue al baño.

Muchas veces hasta tuve la sospecha de si no se sacaría las ganas de hacer cosas con otra, ya que yo muchas veces actuaba como puta en celo y pese a que no lograba reacción en él; en el fondo no lo creía capaz.

Llegó el día de la cita y sin preguntar nada, ella empezó a contarme de que se trataba, íbamos a una casa de fin de semana ya conocida por mi amante a pasarla bien con excelente paga (cosa que no me importaba mayormente pese a que las extras habían venido bien y las disfrute a full, a mí más me importaba abrirme al sexo y de esta forma me resultó discreta y como poseída) y todos los que estaban allí eran desconocidos para mí. Había tres tipos de unos setenta años, casa amplia, piscina y todos los lujos a soñar. Ella empezó saludándolos con un pico a cada uno y yo seguí su itinerario, llegamos al más alto y gordo que era el dueño de casa quedando solos ya que los otros se fueron a la parrilla; me observó de arriba abajo y la miró a ella quien aseveró.

—Creo que la querías más jovencita pero tiene dos cosas, estilo y prestancia que saltan a la vista y esta sin usar en un par de cosas.

El me miró y me pasó algo que no debía suceder pero por suerte así fue; me puse colorada y ahí su mirada cambió a la de un lobo libidinoso y acariciando mi brazo sentenció.

—Esta noche sos solo para mi, ¡Ay! del que te quiera tocar.

Sentí compasión por mi misma pero no pude evitar el orgullo de ser el bocado preferido del capo.

ADRO

 

 

A donde fue a parar

Estos relatos de Adro narran las aventuras sexuales de una joven mujer casada, masajista de profesión y su relación una hermosa mujer madura, su hijo y unos amigos de avanzada edad.

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