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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Amigos de mi marido
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Siempre pensé que me gustaría que mi marido fuera un hombre liberal como esos de los que a veces oyes hablar y que disfrutara satisfaciendo sus fantasías y las mías. Como esta que os voy a contar.

Un sábado mi marido regresó casa del fútbol con dos amigos que no conocía, Jorge y Pablo. Después de las presentaciones les preparó unas bebidas mientras yo regresé a mis ocupaciones interrumpidas por la llegada de los tres hombres. Cuando las finalicé regresé al cuarto de estar donde los tres disfrutaban de una animada charla y de sendas copas de licor. Procurando no interrumpir me senté en el sofá al lado de mi marido, como acababa de llegar no participé de la conversación y solo escuché atentamente. Mi esposo puso la mano en mi rodilla y me acarició el muslo suavemente subiéndome un poco la falda.

―¿Sabes que Pablo estaba diciendo que le gustaría comerse un buen coño? ―dijo mi marido mirándome a los ojos y levantándome la barbilla con el dedo índice.

Estupefacta miré a mi marido completamente sorprendida y sin entender un carajo. Pablo se atragantó con la bebida y tosió convulsivamente. Jorge estaba rígido como si de repente se hubiera convertido en una estatua.

―Pues si Pablo, mi mujercita tiene un coño bien apetitoso, estoy seguro que te gustaría conocerlo.

Seguí mirando a mi marido con cara de no entender nada y preguntándome quien le daría un golpe tan fuerte en la cabeza. Los otros dos no dijeron nada, estaban tan sorprendidos como yo. Tampoco reaccionaron de ninguna forma.

En esto mi marido se levantó y me ordenó levantarme, le obedecí y se puesto detrás de mí y me levantó la falda. Comenzó a acariciarme los muslos y me mordisqueó el lóbulo de la oreja mientras me hablaba.

―Hazlo por mi querida ―me dijo en voz baja al oído.

Cada vez más sorprendida me dejé hacer mientras me quitaba la braga. Es curioso pero no sentí vergüenza. De hecho no sentí nada. Mi marido todavía detrás de mí pasó la mano entre los muslos acariciándome el coño.

―¿Os gusta? ―dijo dirigiéndose a sus dos sorprendidos amigos.

Los dos se mantenían silenciosos sujetando cómicamente las copas en las manos. Pero la mirada de ambos era demasiado explícita y trasparente.

Mi marido me hizo sentar en el sofá y me separó las rodillas exponiendo mi coño a las miradas de los otros dos. Entonces si sentí un poco de vergüenza pero me empezó a gustar como Jorge y Pablo me devoraban con la mirada. Me volvió a pasar la mano sobre el coño y sentí excitación.

―¿A que mi mujer tiene un coño apetitoso? ―repitió.

Las miradas de los otros fueron sinceras. Es cierto, mi marido no miente y sentí como me humedecía. Mi marido lo notó y satisfecho sigue acariciándome el coño y comenzó a introducirme un dedo. Me entran unas ganas locas de follar.

―Anda Pablo, vente a comer este coñito que a mi mujercita le encantan los cunnilingulis.

Es verdad, más que encantarme los adoro pero nunca me imaginé que mi sosísimo marido fuera a darlo de comer a otro hombre, o mujer.

Pero Pablo no se movió, permaneció inmóvil como una estatua.

―Venga Pablito, no hagas esperar a la señora que ya está todita mojada y te vas a perder el mejor de los licores.

Pablo dejó la copa sobre la mesa y se levantó dirigiéndose hacia mí con paso dubitativo, como si desconfiase de algo. Miró a su alrededor escrutándolo todo como si buscara una cámara escondida o algo así.

―¿Dónde has escondida la cámara? ―le dijo a mi marido.

―En ningún sitio Pablo ―respondió este.

―¿No es una trampa? ―preguntó Jorge.

―Noooooooooo ―rió mi marido― es una oferta a dos amigos

Pablo aún desconfiando llegó hasta mí y se arrodilló contemplando mi coño como si fuera una ilusión o escondiera algo.

―¿Solo eso Pablo? ―preguntó divertido mi marido.

Pablo se animó, metió la cara entre mis muslos y sentí su lengua húmeda y cálida en mi coño.

―¿Está bueno? ―preguntó mi marido mientras me acaricia las tetas.

―Muy bueno ―responde el otro

―¿Te gusta querida? ―me pregunta a mí.

Un gemido me atenazó la garganta y no pude responder, solo asentir con la cabeza. Me incliné hacia atrás para estar más cómoda y ofrecer mejor mi coño a la lengua de Pablo.

―Jorge, ven con nosotros, a mi mujercita le encanta chupar una buena polla.

Luego mi marido me besó en la boca y me dijo ―te va a gustar, tiene una polla que te va a llenar bien la boca.

Volvió a sorprenderme e intenté comprender aquellas palabras pero antes de que pudiera hacerlo ya tenía una polla enorme y tiesa al lado de mi cara.

―Venga querida, demuéstrale a nuestro amigo lo bien que chupas pollas.

Abrí la boca invitándole a que me la metiera y lo hizo poco a poco, como aun no atreviéndose.

Pablo seguía comiéndome el coño y yo jadeé y dejé escapar gemidos ahogados por la polla que tenía en la boca. Mientras mi marido comienzó a desabrocharme la camisa y me quitó el sujetador exponiendo mis tetas y jugueteando con ellas. Me pellizcó los pezones y me las masajeó con energía. Noté que me llegaba el orgasmo y como me corría en la boca de Pablo y como me lamía la corrida.

Apenas me había recuperado de los jadeos y mi marido ordenó a sus dos amigos cambiarse de sitio y es la boca de Jorge la que ahora se hundía entre mis muslos y la polla de Pablo la que chupaba.

No sentí pudor ni vergüenza, solo chupaba la polla de Pablo con locura. Volvía a notar que me venía en la boca de Jorge.

―Córrete en su boca ―dijo mi marido ―que aprenda lo rico que es.

Entre suspiros me corrí con la satisfacción de mi marido que me besaba en la cara.

―¡Fantástico querida!

Luego hizo acostar a Jorge en el sofá y me pidió que me pusiera encima de su amigo. Entendí que quería que cabalgase a su amigo y lo hice. Me metí la polla y comencé a cabalgar a ritmo rápido, como una loca. Mi coño ardía con aquella polla dentro. No me importaba que fuera un desconocido para mí y solo un amigo de mi marido, solo quería follar, solo pensaba en eso.

Levanté la cabeza y veo que Pablo y mi marido me miraban satisfechos. Mi marido entonces señaló mi culo a su amigo y le propuso que me la metiera por ahí. No sé muy bien cómo pasó pero se colocó detrás y me la metió. Al principio sentí dolor que pronto se trasformó en placer y euforia por tener muy bien ocupados mis dos agujeros por las pollas de dos amigos de mi marido.

Entre jadeos levanté la cabeza y vi a mi marido haciéndose una paja lleno de excitación por ver a su mujercita follada por dos de sus amigos.

Le miré fijamente e insinuante abrí ligeramente la boca separando ligeramente los labios que lamí con lascivia. Me me acercó y me la metió mientras me pedía ―hazme tu mejor mamada querida.

Entonces sí que la euforia se agrandó, tres hombres, tres pollas, una mujer, tres agujeros, una polla en cada agujero de la mujer ¡y la mujer era yo!. Una de mis fantasías cumplidas.

―Follarla bien ―dijo entrecortadamente a sus amigos― correos dentro y llenarla toda de leche.

Los dos me gozaron y se corrieron casi al tiempo y se quedaron quietos esperando a que mi marido acabara dentro de mi boca. Mi marido me dio una buena ración de su caliente leche.

―Anda querida, trágate toda mi leche.

Luego, sin vestirnos, acabamos las copas y reímos y charlamos hasta que se fueron.

Nada más cerrarse la puerta, mi marido me tomó por los hombros y me preguntó ―¿Te ha gustado?.

Respondí moviendo afirmativamente la cabeza de forma exagerada  y mordiéndome el labio inferior.

―¿Te gustó ser la puta de tu marido?

―Me encantó ―respondí abrazándole.

―¿Querrás más?

―Siiiiiiiiiiiii ―respondí abrazándole― pero sería bueno algo de variedad.

―¿Otros amigos?

―Y de otras maneras.

―¿También mujeres?

―¿Te gustaría ver a tu mujercita follando con mujeres?

Mi marido sonrió enigmático.

―¿En qué piensas? ―pregunté mientras me frotaba contra su cuerpo.

―Ya verás.

A.B.

Otro relato ...




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