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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Compartida por mí amante
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Mi marido empezó a aceptar que pasara la noche en casa de mi amante. Una noche un amigo suyo vino a la ciudad, y yo pasé la noche disfrutando de ambos. Siempre digo que me gusta uno de cada vez, pero disfruté mucho con aquello.

Mi marido sabía que estaba en casa de mi amante y que por supuesto estábamos teniendo sexo, pero no sabía que Diego me estaba compartiendo con su amigo. Me sentí un poco culpable, pero no estaba segura de cómo reaccionaría y si no quería que fuera allí sola, nunca más.

De vez en cuando uno de sus amigos, o varios, aparecían y a veces me ofrecía a uno de ellos. Me sentía muy sensual acurrucándome con él en el sofá con sus amigos allí, y nos besábamos y nos acariciábamos, como hacen los amantes. Todos saben que estoy casada.

Todo empezó cuando él me hizo chuparle la polla delante de dos de sus amigos, durante un partido de fútbol un jueves por la noche. Cuando terminé, fui al baño a limpiarme y al salir, ambos estaban m mirándome y sonriendo y pude ver los bultos en los pantalones. Diego bromeó diciendo lo mucho que mi actividad los había excitado, y también insinuó que también se lo haría a ellos. Le respondí que soy su chica y que estaba segura de que sus esposas se ocuparían de ellos cuando llegasen a casa. El partido comenzó de nuevo y la conversación cesó, pero estaba más excitada de lo que pudiera admitir.

Cuando el partido terminó y se fueron, yo estaba en la cocina cuando Diego se acercó por detrás de mí. Estaba tan excitado que no podía soportarlo. Era insaciable y esa noche Diego, no me decepcionó.

La siguiente vez que fui a su casa, Diego y yo estábamos acurrucados en el sofá y sonó el timbre. Normalmente me escondo porque podría ser alguien a quien tendríamos que explicar quién era yo y que hacía allí, pero esta vez me dijo que fuera a abrir la puerta. Los dos estábamos vestidos y pude ver su mirada pícara en los ojos. Abrí la puerta y era Baltasar, un hombre más joven, guapo y musculoso de lo que le había dicho a Diego que pensaba que era. Diego lo invitó a sentarse y le llevé una cerveza fría. Nos reímos y charlamos un rato y luego Diego le preguntó si estaba ocupado o si quería pasar un rato con nosotros. Por supuesto que todo aquello estaba totalmente planeado, pero le seguí el juego.

Me acurruqué con Diego y Baltasar se sentó a mi lado. Mis manos acariciaban a Diego, como siempre, y pronto pude notar que se le ponía dura la polla, y Baltasar estaba mirando. Esa parte no era tan extraña para mí, porque siempre jugaba con Diego incluso cuando sus amigos estaban con nosotros. Todo el mundo sabía que estoy casada y para qué estaba ahí. Pude ver que a Baltasar también se le estaba poniendo dura la polla y de repente noté su mano en mi pierna y se me acercó hasta pude sentir el calor de su cuerpo. Miré a Diego que me sonrió― Es mejor que cuides de nuestro invitado, cariño ―dijo, y me volví hacia Baltasar que me. Es un trabajador de la construcción y noté sus manos ásperas en mis pechos. Y allí estaba yo, entre aquellos dos hombres, grandes y guapos, y mi cuerpo ardía en llamas. Mis manos corrían por todo su musculoso cuerpo y mientras le besaba en toda su hermosa cara.

Lo siguiente que pasó es que estábamos de pie y yo entre ellos. Baltasar desnudo delante de mí y Diego desnudo detrás de mí, y yo sólo con mis bragas entre ellos que estaban totalmente empapadas por mi excitación. Toda mi vacilación desapareció cuando noté los besos en mis labios, hombros, cuello, pechos, brazos. Y las manos en mis piernas, culo, espalda, estómago, hombros, cuello, en mi pelo, en mis pechos, acariciándome el pubis. Diego me jadeó al oído― ¡Chúpale la polla, nena! ―Baltasar me sujetó la cabeza entre sus manos y me besó en los labios. Le miré a los ojos y temblé mordiéndome el labio y luego me besó de nuevo, sonrió y me dijo―He querido esto desde que te conocí ―y me besó de nuevo. Yo le besé en cara, luego en el pecho, jugando con sus pezones y en el estómago.

Me puse de rodillas con su polla entre mis manos, acariciándola y besándola en la punta y mirándole a los ojos. La tiene más grande que Diego en largo y grueso así que abrí la boca cuanto pude para metérmela. Dejó escapar un gemido que me animó a tratar de meterme más. No pude tragar mucho así que la acaricié con las manos y chupé lo mejor que pude. Era una polla dura como una roca que latía, y enorme entre mis manos y dentro de mi boca. Seguí chupándosela y en medio de todo aquello oí― dormitorio ―y fuimos rápido hacia la cama de Diego mientras Baltasar me iba quitando las bragas.

Recuerdo que jadeaba mientras abría las piernas y veía su gruesa polla dura y goteando mí saliva. Luego se puso a pasar la cabeza de su polla arriba y abajo por mi raja. Luego, mientras me miraba a los ojos comenzó a empujar con la cabeza de la polla dentro de mí, un poco más profunda y podía notar que mi coño estaba más dilatado que nunca antes. Al tercer empujón, mi cuerpo se elevó tanto que terminé con la mitad de su enorme polla dentro de mí y seguí moviéndome adelante y atrás, una y otra vez. Me perdí entre oleadas de placer, pero nunca aparté la vista de su hermoso rostro y su cuerpo musculoso que me traía tanto placer. Al ritmo de nuestro acoplamiento, empezó a besarme y después de unos minutos volví a correrme de nuevo.

Oí a Diego reír y me volví para mirarlo por primera vez desde que Baltasar me la había metido., y me preguntó cómo me sentía y me dijo que me divirtiera. En ese momento me sentí un poco extraña, al estar casada, en casa de mi amante, y que me compartiera con su amigo.

Diego se acercó y empezó a besarme y a hacer su magia y antes de que me diera cuenta me estaba corriendo, otra vez. Entre los dos me hicieron correr cinco veces antes de que Baltasar me diera vuelta sobre el estómago y me tomara por detrás hasta. Sentí sus fuertes manos agarradas a mi pecho y su gran polla tambaleándose mientras venía una y otra vez y se desplomaba sobre mi espalda, jadeando con su polla aun latiendo dentro de mí. Una vez que nos recuperamos, noté cómo nuestros los jugos salían de mí mientras él sacaba su polla de mi vagina y se retiraba.

Miré a Diego, sonreí y me pasé la lengua por los labios. Se rio cuando me senté en la cama y empecé a chuparle la polla. Le di el mejor tratamiento de mi boca real mientras él me sujetaba por la cabeza y nos decía a Baltasar y a mí lo bien que se sentía. Mientras yo, estaba sentada al borde de la cama, chupando y lamiéndole la polla y sus pelotas, con la corrida de Baltasar saliendo de mi coño.

Me sentí sucia y horrible por un rato, luego Diego se corrió en mi boca y yo ya me sentí bien sabiendo que estaba complaciendo a mí amante. Tragué tanto como pude y seguí chupándosela mientras él eyaculaba más y más en el interior de mí, hasta tuve que sacármela y acariciársela mientras terminaba el trabajo con mis manos.

Aquellos dos perfectos caballeros me llevaron al baño, me dieron un baño de burbujas y me secaron. Llamé a mi marido y le di las buenas noches diciéndole que no iría a casa a dormir. Me dijo que me divirtiera y que me vería al día siguiente mañana. Diego cambió las sábanas de la cama y esos dos pasaron la siguiente media hora dándome el mejor masaje de mi vida.

Empezaron a jugar con mis pechos y a chuparme los pezones, y enseguida Baltasar se puso encima de mí con su gran y dura polla entre mis pechos, mirándome con su bonita sonrisa. Podía notar las manos de Diego en mis piernas, subiendo por ellas, y separándomelas. Me lamí los labios y dije― Necesito algo en mi boca ―No pasó mucho tiempo antes de que estuviera tumbada entre ellos, chupándosela a Baltasar por un rato, luego volviéndome hacia Diego y chupándosela. Después de un tiempo, Baltasar, se puso entre mis piernas y me comió el coño durante un buen rato antes de ponerse encima de mí y meterme su magnífica polla en el coño. Jodimos un rato y tuve otro orgasmo, pero ambos necesitaban levantarse temprano para ir a trabajar, así que dormimos el resto de la noche.

Desde ese día quede enganchada, Baltasar fue a casa de Diego cada dos semanas durante los siguientes seis meses, hasta que se mudó. Mi marido nunca supo que yo estaba follando con dos hombres al tiempo.

Montana

Otro relato ...




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