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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Desafío atípico
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Cuando la relación se fue afirmando mi novio me llevó a presentarme su familia. Todo fue casi normal, como la mía para con él, hasta que después de un tiempo en un asado general de la suya conocí a su tío Genaro; es el típico mejor posicionado económicamente y por lo pronto criticado a voces y envidiado en silencio. Es regordete y sonriente hasta por costumbre, ríe de cualquier cosa por su oficio de comerciante y tiene, aunque no quiera, un toque de soberbia por presencia, de poseo valores y su costumbre de mandar. O sea cruza servicio con autoridad. Ha quedado soltero por sus infidelidades de secretarias lindas y alguna que otra empleada por ende, según mi novio, un jactancioso de sus conquistas y canchero del famoso “me las cojo a todas”.

En un par de oportunidades lo pesqué mirándome de forma “completa” inquietándome en algún punto como también considerando que solo le causaba curiosidad por ser la promesa de futura integrante de su familia.

Delante de mi novio me ponderó y hablamos de cosas banales informándonos uno del otro y hasta de lugares donde mi familia tenía raíces y de lo lindo que eran y como le gustaba viajar a recorrerlos y etc. Por momentos sentí que su mirada era tan arrogante como atrevida y percatándose el de ello se disculpó con una excusa para retirarse.

Tengo 20 años pelo negro largo, cuerpo grande, carnes blancas y firmes tanto por lo joven como el gym y debo reconocerlo, me gusta histerisquear con los hombres solo para ver como terminan casi en un ruego de salida su condición masculina.

No lo pude evitar y tratando de caer simpática pese a su retirada me acerqué como al descuido buscando retomar la charla. Hablamos de temas variados y descubrimos que a ambos nos gustaba la pesca y le pregunté si alguna vez podríamos ir en su yate río adentro. Sonrió  y prolongando la vocal dijo:

 —Noooo ese es un lugar para quien solo me interesa.

Y se alejó  ante mi rabia. Volví a la carga para aclarar algo y contestó que no lo tomara a mal pero que no había desdén en sus palabras si no tan solo un chiste y punto y que lo perdonara pero tenía que hablar con otra persona.

Cuando volvimos a casa con mi novio yo iba llena de furia; me dejo en la mía y disimulando el fastidio entre a casa, luego de cenar algo muy frugal con mis padres me fui a mi cuarto y terminé solo entre durmiendo de rabia.

En mi trabajo no podía sacármelo de la cabeza y al cabo de unos tres días decidí llamarlo.

—¡Qué linda sorpresa! ¿A qué debo esta amabilidad?. Dijo

— Es solo para preguntarte si te fastidié en algo por la forma en que me trataste el otro día, de ser así te pido disculpas

— Para nada niña ¿Cómo se te ocurre no se qué te lleva a pensar eso? De modo que el que pide disculpas soy yo.

— Me pareció que te molestaba mi charla solo por eso.

— Oh vamos mejor hablamos con una cena ¿Si? Aclaramos todo y contentos ¿Vale? Decile a mi sobrino donde nos encontramos, yo invito.

— El no sabe nada de esto y no quiero que lo sepa espero no equivocarme contigo. Respondí malhumorada.

Tras  un breve  silencio respondió.

— De acuerdo, decidí vos donde te paso a buscar y hablamos ¿Por qué no? Va  a ser divertido.

— Déjame verlo. Conteste y colgué con aire triunfante.

Nos encontramos una noche, me puse el vestido negro, ajustado y corto con medias negras, subí al coche y me hablo de un lugar muy discreto. Cenamos muy bien ambientados, sonriendo pero sin una palabra de mas, a la vuelta me senté insinuante esperando el momento del lance para el desplante pero recibí  otro cachetazo; solo me pregunto donde quería que me dejara, hice silencio mirándolo esperando volviera sobre sus palabras, él solo bostezó y repitió la pregunta. Nos despedimos y bajé con toda la calentura desde todos los lados que se puedan imaginar. Días enteros pensando en él y como generar otra situación, no había forma y tal vez debía entender que a aquel canchero sobrador que se las coge a todas yo no le gustaba; si bien no era una frustración me costaba aceptar esa situación a mí que me piropeaba casi todo el mundo y de todas las edades; por tal caso decidí concentrarme en mi novio y punto.

Un fin de semana me dijo de almorzar con su familia y el pecho se me hinchó, esperé ansiosa para mis adentros el día y al llegar el mismo, a la hora de comer debíamos empezar sin Genaro, dado que mucho antes anunció que no vendría y dejó disculpas para todos prometiendo venir la próxima. Considere que él no tenia las mismas expectativas que yo y estaría con alguna de sus empleadas muchas de ellas casadas pero ansiosas de dormir con él.

Un día de esos raros se largó a llover de repente y el agua me agarró atravesando una plaza, el vestido elastizado se me fue pegando al cuerpo y al correr se me subía obligándome a sostenerlo. Al cruzar la calle se paró un auto y Genaro gritó mi nombre desde adentro. Subí más contenta de verlo, de que fuera mi salvación ante la empapada. Al poner un pie adentro descuidé mi falda y me debe haber visto todo y poco me importó ya que deseaba tener algo con él. Me llevó hasta cerca de casa y dado el clima la conversación fue muy amena quedando en vernos para ir en yate ese fin de semana.

— ¿A mi sobrino le avisas vos?

Quedé en silencio y con una sonrisa forzada le dije que si.

Zarpamos en su no gran pero si buen yate y recorrimos con unos aperitivos la hermosa vista. Me puse en bikini tratando que mi cola quedara a su vista y por momentos me sentaba en forma sexi; ni una mirada insinuante de su parte.

A mitad de tarde cuando ya todo empieza a dar pautas de retornos le pedí si podía confiarle algo.

— Claro que si-contesto.

— Tu sobrino no sabe de esta salida, es mentira que no pudo venir.

Me miró intensamente pero con una sonrisa sobradora preguntó.

— ¿Y por qué?

— ¿En serio no lo sabés? Repregunté.

— No, decilo.

— No importa. Dije disgustada.

— Cobarde. Aseguró agrediendo.

—¿Es necesario? Me defendí.

— No se, yo cuando quiero y creo en algo me la juego. Dijo.

— ¿Estás acostumbrado a denigrar no? Se te nota que sos patrón.

— La próxima vez no me establezcas nada a menos que estés segura de lo que quieres. Retrucó

Lo mire fijamente decidida.

— Quiero hacer el amor con vos.

— A mi me gustaría cogerte pero no hacer el amor. Respondió desfachatadamente.

— ¡Vámonos ya! A casa- dije ahogada en rabia.

Arrancó el yate y entramos a un delta, amarró el yate y se dirigió a mí.

— ¿Qué haces? Vamos a casa no quiero hacer nada. Le recriminé.

— Ahora si me gustas, histérica y dulce.

Me abrazó y cuando fui a rechazarlo metió su lengua en mi boca. Tenía fuerza de gimnasia y me retorcí en sus brazos para zafar pero no pude y al cabo de unos segundos cedí tomándolo del mentón y masajeé su lengua con la mía mientras sentía como me desnudaba haciéndose tocar la pija y profundizaba sus besos con sus manos en mi culo.

Me sentó para que le mamara la verga mientras acariciaba mi rostro, cada tanto me la sacaba para besarme,  y al rato de refregarla por toda mi cara me paró, me dio vuelta, se ensalivó los dedos, me mojó el ano, abrió mis nalgas y entró. La pija de mi novio es más grande y dura pero Genaro me cogía como haciéndome un favor, cada tanto paraba la sacaba y volvía  a poner hasta que acabó.

Desató el yate y nos pusimos en marcha, lo mire furiosa y con sorna contestó.

— Te cogí ¿Era lo que querías no?

Cuando nos fuimos a despedir me dijo que nos veíamos en dos semanas, que la iba a pasar bien con una experiencia nueva que seguro jamás yo había tenido. No conteste y llegué a casa desesperada por bañarme. Al viernes de esa semana llamó para decirme donde nos encontraríamos el sábado; le dije que no iría por carecer de interés en la misma y el solo repitió lugar y hora.

Entramos a un edificio sin hablar demasiado y esperaba el momento de mandarlo a la mierda diciéndole que me aburría y cogía muy mal; en el ascensor me tocó las tetas y le retiré la mano. Él siguió con sus manoseos y yo a rechazarlo, sabía que eso lo excitaba. Cuando bajamos del ascensor y caminamos por el pasillo me metió las manos bien entre mis piernas.

— Basta pelotudo.-Susurré.

Solo quería entrar por curiosidad e irme, para mi tremenda sorpresa nos abrió la puerta un travesti de aquello/as, morocha alta, desnuda, buenas tetas y pija con piernas firmes y torneadas. Entramos y al cerrar la puerta mire su hermoso culo, ella me miró de arriba abajo sentenciando

— Que linda puta me trajiste amor, así me gustan morrudas.

Genaro la empezó a besar en la boca y entre el asco sentí triunfo. Él se las coge a todas se besaba con un hombre, momento ideal para irme riéndome. El me tomó de la cintura y las tres lenguas se unieron haciendo desistir mi intento de risa y fuga. Resumo, se chuparon las pijas me las pusieron en la boca y refregaron por la cara, se cogieron uno al otro y me hicieron doble penetración por primera vez en mi vida, acabaron al unísono. Quedé extenuada.

Genaro fue a bañarse y el/lla me cogió de vuelta mientras susurraba.

— Me gustas y este hijo de puta no repite nunca, ya te culeó y ahora te deja pero si querés ya sabes mi casa, después te doy el teléfono.

Jadeó y eyaculó en mi boca. Genaro no me volvió a coger pese a que yo cada tanto se lo pedía, en cuanto al trava fui un par de veces pero sin Genaro no era lo mismo. Hoy casada, con Genaro como, tío sueño con el momento que me lleve a la cama de nuevo, es egoísta y ordinario pero me he propuesto derrotarlo aunque sea una vez y eso no creo que a él le importe ya que sabe que mi capricho me hizo esclava de su verga.

ADRO

Otro relato ...




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