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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Fiesta en casa
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Cuando llegamos a casa, Simón me dijo que teníamos que hablar. Comenzó por preguntarme si me había gustado la noche

―Pues claro que si ― le respondí temiendo que él no lo hubiera pasado mal.

―¿Has tenido celos?  ―le pregunté

― Si, he tenido celos ―respondió haciendo una pausa para continuar hablando― pero me excitó mucho más ver cuanto excitada estabas tú.

Se sentó en un butacón y tomó aire antes de continuar― pero no pienses que soy gay, es la primera vez que toco una polla.

Rechacé esa consideración y se lo dije ―no eres gay Simón, sé que no lo eres porque te conozco.

Obviamente deseché decirle que yo había tenido relaciones sexuales con nuestra amiga Andrea pero que no por eso me consideraba lesbiana en forma alguna. Tampoco le dije que adoraba a  aquella putita.

― ¿A ti te ha gustado esta noche? ―le pregunté yo.

Le costó responder y lo hizo casi a regañadientes y aceptó que le había resultado excitante chupársela a Lucas pero que nunca había pensado que llegaría a participar en una escena de estas.

―He visto algunas películas de sexo de grupos y tríos, tanto de hombre-mujer-hombre como de mujer-hombre-mujer.

―¿Te gustan esas películas? ―le pregunté interesada.

―Si, me gustan, pero nunca pensé hacer eso.

―¿Entonces no te gustaría repetir, amor mío?

―Si quiero―respondió levantándose de forma inmediata y abrazándome con intensidad. Dormimos así de abrazados.

Al día siguiente, me encontré con Andrea y le conté todo lo que había hablado con Simón y le propuse repetir el encuentro al fin de semana siguiente.

―No puedo Maika, este fin de semana estaré con mi menstruación ―dijo desolada Andrea.

Ante aquel contratiempo acordamos dejarlo para más tarde. La cita la fijamos para tres semanas más tarde, quedaríamos para cenar en nuestra casa aprovechando que los niños estarían con sus abuelos. Durante las semanas previas, Simón y yo no tuvimos sexo, ni siquiera nos tocamos de lo ansioso que estábamos por una nueva noche de lujuria y placer. Es evidente que tampoco tuve sexo con Andrea ni con nadie más.

El día de la cita, cuando tocaron a la puerta Simón fue a abrir y se encontró con la primera sorpresa, además de Andrea y de Lucas también estaba Arturo. A mi marido Simón se le cayó el mundo encima porque entendió que la presencia de nuestro amigo Arturo impediría cualquier fiesta, especialmente la que más deseaba. Los dejó en el salón y fue a la cocina donde me comentó que no esperaba tan desagradable sorpresa. Le sonreí pícaramente y le dije―No te preocupes amorcito, no será nada que no se pueda arreglar.

Esa sorpresa le sorprendió y le desconcertó haciéndole quedarse pensativo pero no hizo ningún comentario al respecto.

Durante la cena metí mi mano entre sus muslos palpándole disimuladamente. Pese a no estar imaginando lo que podría suceder, notaba que su miembro estaba bastante duro. le di un beso en la mejilla pero no le dije nada más.

Tras acabar la cena nos sentamos en los sillones a tomar unas copas. La conversación se fue animando y pregunté si les parecía bien si ponía algo de música para bailar un poco. Aceptaron y puse un disco compacto de música romántica, especialmente lenta para bailar. Este disco lo había gravado para ponerlo en mi coche.

Mi marido Simón estaba medio perplejo sin saber qué hacer así que tendí la mano hacia Lucas y lo invité a bailar mientras Andrea hizo lo mismo con Arturo.

Lucas estaba bastante apretado contra mí y yo podía sentir su erección contra mi barriga, sus manos en mi espalda fueron bajando hasta que llegaron a mi culo. Mientras seguíamos bailando pude ver como las manos de Arturo palpaban el culo de Andrea y como, más osados, levantaba el vestido de mi amiga dejándole el culo al descubierto mientras ella se reía con la situación. Me detuve un momento sin soltar a Lucas para mirar a mi marido y le hice una señal para unírsenos. Apenas llegó hasta nosotros le pedí que me soltara la falda que dejé caer por las piernas hasta el suelo tan pronto como aflojó el cierre. Lucas me desabrochó la blusa dejándome solo con mi ripa interior. Luego Simón me soltó el broche del sujetador que Lucas quitó mientras lamía una de mis tetas dejando la otra para mi marido que se agarraba a ellas con fuerza.

Por el rabillo del ojo pude ver que Arturo y Andrea ya estaban en el sofá, con mi amiga con las piernas bien abiertas y Arturo lamiéndole el coño.

Por detrás de mí Simón me sujetaba por las tetas mientras Lucas se arrodillaba delante de mí para comerme la entrepierna, pero estando yo de píe no era fácil hacerlo. Notaba la polla de Simón apoyado en mi culo y como se movía para masajearlo. Entonces fueron ellos quienes se sentaron, también en el sofá, al lado de los otros dos. Lucas aprovechó para besar a su mujer mientras yo me colocaba de rodillas entre mi marido y el marido de mi amiga y los fui lamiendo chupando alternativamente.

Pasa un rato, Andrea se tumbó en el suelo, debajo de mí, con su boca en mi coño, y empezó a comérmelo. Arturo se colocó para hacerle lo mismo a mi amiga. yo les pedí a los otros dos que se juntaran para meterme sus dos pollas juntas en la boca. Por falta de práctica y experiencia no lo conseguí pese a los numerosos intentos que hice. Para ese momento,  Arturo ya estaba encima de Andrea follándola. Ella gemía de tal manera que era claro que lo estaba disfrutando intensamente. Me acerqué y comencé besarme con ansia con Arturo hasta que mi Simón se acostó en la alfombra y entonces yo me subí encima, me metí toda su polla y comencé a moverme encima de mi marido. Lucas se puso detrás de mí, escupió sobre sus dedos y soltó también un poco de saliva en el agujero de mi culo metiéndome dos dedos por aquel agujero.

―Que buena cosa me quiera hacer el marido de mi amiga ―pensé para mí.

Pero su intención era otra, apoyo una mano en mi espalda para controlar mis movimientos y comenzó a metérmela ¡por el mismo agujero por donde me la metía mi marido! Me dolía todo pero decidió aguantarme pese a que sentía como si me rasgara por dentro, quería ver si podía sentir placer de esa manera, nunca se sabe si se podrá volver a probarlo. Después de haber logrado entrar comenzó a moverse al mismo tiempo con Simón, entrando y saliendo de dentro de mí los dos al mismo tiempo y perfectamente coordinados. Fue buena idea lo de aguantarme porque después del dolor inicial vino el placer de sentirme llena de pollas.

Comencé a correrme con aquellos dos mástiles entrando y saliendo de mí y entre el placer pude oír al Andrea.

―Mira Arturo, mira a la putita, se está follando a los dos al tiempo. Escúchala como gime, parece una perra en celo.

No sé lo que los otros dos estaban haciendo porque estaba demasiado concentrada en lo que yo hacía. No se como pero Arturo apareció a mi lado y abrí la boca. Él no perdió el tiempo y me la metió en la boca. Yo tampoco perdí el tiempo y empecé a mamársela. No podía desaprovechar la oportunidad de tener a tres pollas para mi sola.

Noté una palmada en el culo, creo que de Andrea y me sentí feliz, por primera vez en toda mi vida tenía a tres hombres dentro de mi dándome placer. Pero aquello no duro mucho porque mi amiga tiró de su marido que la sacó de dentro de mi dejando solo a mi marido con la polla dentro de mi coño. Yo aproveché para levantarme de Simón que se fue también a por Andrea. Arturo aprovechó el espacio dejado por los otros dos y me la metió mientras los otros tres abandonaban el salón. Yo me quedé con Arturo satisfaciendo todos sus deseos y dejándole follarme como quisiera. Probamos primero el misionero, conmigo debajo y él encima. Luego me giró de lado y desde detrás me la volvió a meter. Después me levantó la pierna izquierda lo que le liberó las manos para palparme a gusto las tetas y frotarme el clítoris. Me corrí pronto.

Al rato me tumbé sobre la mesa del salón y Arturo me metió la polla en la boca, como estaba con la cabeza inclinada hacia abajo,  pudo penetrar bastante más de lo que hubiera sido normal dentro de mi garganta, consiguiendo incluso provocarme el vómito. Pero eso me gustó.

Necesitaba sentirlo de nuevo dentro de mi así que le indiqué que se sentara en el sofá y me senté de espaldas a él dejando que su polla entrara despacio dentro de mi vagina. Cuando llegué hasta abajo, con toda su polla dentro, comencé a cabalgarle mientras él me tocaba en el clítoris o me palpaba las tetas lo que me hacía gemir. Cuando él se empezó a correr dentro de mi alcancé un nuevo orgasmo y los dos gemimos al mismo tiempo.

Me incorporé, me di la vuelta, me arrodillé delante de Arturo y comencé a chuparle la polla nuevamente.

―¿Quieres que vaya a buscar a los demás?

―No, no hace falta, yo estoy muy bien así.

Y nos quedamos los dos solos, sentados desnudos en el sofá, viendo la televisión mientras nos besábamos, nos acariciábamos y jugábamos el uno con el otro.

Besos, Maika.

Historia de Maika

Maika es una hermosa madrileña morena de cincuenta y dos años que cuenta, en forma de relato, alguna de sus aventuras sexuales de dos décadas atrás cuando descubrió una parte de su sexualidad que desconocía de la que aún disfruta.

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