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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Jonás mi jefe y Carmen mi esposa
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Mi esposa Carmen y yo estamos recién casados y económicamente vamos algo justos. Tenemos muchos gastos y mi salario en la empresa resultaba escaso.

Mi mujercita Carmen es preciosa, rubia, pequeña, delgada, labios de fresa y tetas muy bien formadas y de un buen tamaño. Es muy inteligente y capaz, pero eso no se refleja en su salario como secretaria. La adoro. Yo soy alto y delgado, no me considero atractivo pero sí que no desmerezco a mi esposa. Un detalle es que nuestra vida sexual comienza a ser rutinaria pero no nos quejamos porque la vida que llevamos es buena.

Un día, mi jefe Jonás entró en mi despacho y dijo― Necesito que me aclares algunas cosas sobre un asunto.

―De acuerdo ―le respondí dejando lo que estaba haciendo.

― ¡Vaya! Esto es nuevo ―dijo, cogiendo con la mano y contemplando con detenimiento una foto enmarcada de mí y Carmen de vacaciones. Carmen lucía una figura envidiable y el bikini era bastante reducido y le había llamado la atención.

Jonás volvió al día siguiente, esta vez cerrando la puerta tras de sí. Volvió a coger la foto y dijo― He estado pensando que necesito un asistente personal y tu esposa tiene las capacidades que busco para aprovechar al máximo su trabajo.

Después continuó con las condiciones de trabajo de ambos y terminó con una amenaza velada. ―De lo contrario, tendría que dejarte ir.

Al final, el día no resultaba tan bueno después de todo.

Mi jefe dejó la fotografía sobre la mesa y concluyó― Mira a Carlos, habla con tu esposa y coméntaselo, y si estáis interesados en el empleo ven a verme mañana con algunas fotos suyas.

Se levantó de la silla y se fue con una simple aclaración― Fotos íntimas, ¿De acuerdo?

Cuando regresé a casa le comencé a contar a mi esposa lo que había propuesto mi jefe.

―Querida ―quise comenzar con mucha cautela―Jonás quiere ascenderme y doblarme el sueldo.

― ¡Oh!, eso es fantástico, bien hecho, Carlos, celebrémoslo.

―Hay más…

― ¿Cómo que hay más?

―Mi jefe que trabajes para él con un sueldo como el mío.

― ¿Haciendo qué porque no puedo ser tan buena escribiendo a máquina?

―Vio nuestra foto de las vacaciones en la playa.

― ¿Y que tiene esa foto?

―Te ves bien en ella.

―No tanto como para pagarme tanto como a ti.

―Me ha dicho que si estamos, estás interesada que le gustaría ver más fotos tuyas.

― ¿Más fotos mías, que fotos?

―Fotos íntimas me ha dicho ―respondí asustado.

― ¡Dios mío! ¿Quieres que me prostituya, verdad?

Discutimos la propuesta de mi jefe mientras tomábamos unas copas de vino. Le dimos vueltas y decidimos que ese dinero cambiaría nuestras vidas. Pero Jonás quería que mi esposa fuera un asistente muy personal. Finalmente, agotados de tanto hablar y un poco borracho le confesé a Carmen que el imaginarla con otro hombre con me excitaba.

― ¿Entonces, ese Jonás me seduce y me folla y no te importa?

―No quiero que lo pases mal, ni que estés molesta, nada en mundo lo pagaría. No es el dinero lo que me importa, pero ¿cómo te sentirías?

―Dame la mano ―dijo ella.

Lo hice y ella la dirigió debajo de su falda y la colocó en la parte delantera de sus bragas que estaban muy húmedas.

― ¿Eso responde a tu pregunta? Quiero ser usada para el sexo, porque soy una puta guarra.

Nos besamos profunda y largamente.

― ¿Me haces las fotos ahora?

Las fotos no eran buenas, un poco casuales. Una con uno de sus pechos saliéndose del sujetador. Otra por debajo de la falda a las tan mojadas de su jugo del amor que mostraban la forma de los labios de la vulva. Finalmente, una foto del cuello de la botella de vino entrando en ella. Después follamos. Al menos no habríamos tenido que preparar un CV.

Cuando Jonás vio la foto dijo que eran el mejor Curriculum Vitae y que se entrevistaría con Carmen al día siguiente en un hotel. Deberíamos encontrarnos en el bar. También dijo que debo tomar la mañana libre para ayudar a Carmen a prepararse.

Carmen nunca llevaba lápiz de labios rojo brillante pero lo puso para Jonás. Se puso su mejor ropa interior, un delicado sujetador de encaje de media copa y unas bragas finas y sedosas. Luego se vistió una vaporosa blusa blanca y una corta falda de cuero negro a juego con una chaqueta del mismo material. Completaban el atuendo unas medias negras y unos zapatos de tacón. Tenía un aspecto magnifico y sexy pero también como si fuera una puta.

Mientras nos dirigíamos al hotel, me dijo varias veces que estaba nerviosa y emocionada y que se sentía más viva que nunca. También me preguntó mil veces si tenía buen aspecto bien

Jonás estaba en el bar y se levantó para recibirnos. Dio un beso en la mejilla de Carmen y l e indicó a Carmen que se sentara a su lado. Me senté enfrente. Cumplimos las formalidades de las presentaciones y con las bebidas ordenadas, Jonás estableció las condiciones del empleo. Carmen básicamente haría todo lo que dijera cuando lo dijera y a mí no me importaría.

― ¿De acuerdo? ―insistió Jonás.

Y estuvimos de acuerdo

―Bueno, así que no hay problema ―la mano de Jonás se puso en la rodilla de Carmen y se movió de arriba abajo mientras continuaba hablando, a cada movimiento hacia arriba fue ligeramente más amplio. Carmen no se resistió.

―Te daré el dinero, te diré lo que debes usar cada día y si necesitas comprar ropa lo pides, puedo pedirte que te quites la ropa durante el día, como ahora, por ejemplo, podría sugerirte que vayas al baño de señora y te quites el sostén. Y por cierto, Carlos, tu esposa está empapada entre las piernas.

Sus movimientos hacia arriba por las piernas de Carmen habían alcanzado su propósito y observé como ella movía las piernas aparte para darle acceso y continuó frotándola.

―Usa siempre medias, Carmen.

Ella se inclinó hacia Jonás y lo besó en sus labios, su lápiz rojo dejó su marca. Luego se levantó y caminó despacio hacia el baño de señoras. Cuando regresó, con la misma cadencia de andares, llevaba abierta la chaqueta de cuero para mostrar las tetas moviéndose al andar bajo su blusa. Cualquiera que la viera podría darse cuenta de que iba sin sujetador.

Cuando Carmen llegó a nuestro lado, Jonás se puso de pie y ordenó― ¡vámonos arriba!

Otra pareja nos acompañaba en el elevador y mi jefe pasó su brazo alrededor de la cintura de mi mujer y dejando su chaqueta más abierta y totalmente e irremediablemente expuestas sus tetas. La pareja notó los pechos desnudos de Carmen y sus pezones rígidos a través de la gran sedosidad de su blusa. Eso mismo atrajo las miradas de otros huéspedes y del personal del hotel que nos encontramos en el pasillo.

― Pero me sentía tan viva y tan sensual ―me dijo Carmen más tarde― me encantaba ser tan vulnerable y lo deseaba tanto.

Dentro de la habitación, Jonás me indicó que desnudara a Carmen mientras él la contemplaba.

―Dime que me detenga y lo haré ―le dije a mi esposa mientras asomaba una de sus tetas.

―Carlos, acaba de desabrocharle la falda ―ordenó mi jefe.

Lo hice y cayó al suelo mientras Carmen y Jonás se besaban y sus lenguas peleaban. Luego deslizó los dedos debajo de sus bragas y dentro de ella, Carmen jadeó y gimió. Ese frotamiento y sus dedos dentro la llevaron al borde del clímax, pero Jonás era un experto―Si quieres más, quítate las bragas.

Ella obedeció mientras Jonás la miraba y me decía ―Esta es tu mujer tuya es una zorra, Carlos, apuesto a que nunca la viste tan mojada y oliendo tanto a hembra.

―Cristo, simplemente fóllame por favor ―rogó ella.

―Acuéstate sobre la cama y abre las piernas.

Ella lo hizo y Jonás fue quitándose lentamente la ropa mostrando su erección. Acercándose a ella continuó su frotando su pubis desnudo, frotándola con los dedos, besándola y chupando sus tetas.

Carmen tuvo un primer orgasmo que parecía antes de tiempo, gemía tan fuerte que llegué a pensar que podrían llamar quejándose del ruido. Mi jefe alivió su erección metiéndosela a mi esposa mientras ella exigía que la follase. Jonás se puso sobre ella y mi esposa le guió su polla dentro de sí misma. Carmen se volvió a correr con el primer golpe. Jonás la folló rápido y duro y descargó su semen en el interior de la vagina de mi mujer.

Después, Jonás me ordenó limpiar mi esposa― Acuéstate en el suelo, Carlos, y Carmen, agáchate sobre su boca.

Lo hicimos y tragué el semen que escapaba de ella dejándola bien limpia y con otro orgasmo.

― ¿He sido buena chica, Jonás?

―Si Carmen, has sido muy buena chica Carmen.

―¿Y tengo el empleo?

―Si Carmen, todo ha estado correcto, has sido muy buena chica Carmen y el empleo es tuyo. Empiezas mañana, tendrás que entretener a un cliente y negociarás tu el trato. Pero no te pongas ni esta ropa ni este lápiz de labios que serán para mí en exclusiva.

Cada vez que mi mujer se pone aquella ropa de cuero o se pinta los labios con ese color es que Jonás se la va a follar. Si se pone otra ropa sensual, es que va a entretener a un cliente. Cuando cierra la puerta del despacho del jefe es que va a estar desnuda tomando anotaciones o chupándole la polla. A veces se esmera y hace muy buen trabajo recibiendo gratificaciones en forma de joyas, ropa o dinero.

Desde entonces no he tenido relaciones sexuales con Carmen, pero ella me da sus bragas usadas para olerlas y masturbarme mientras me cuenta lo que ha hecho ese día, a veces me masturba ella. No es una maravilla pero tenemos mucho dinero en el banco y yo un perfil en una web de contactos y mucho tiempo disponible.

Carlos

Otro relato ...




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