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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
La Nena ansiosa
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Después de aquella primera vez, Mafer no dejaba de pensar ni un solo minuto en Carlos, a pesar de tener la edad de su padre y ella tan sólo 17 años, la había hecho delirar en la cama y de descubrir la maravillosa sensación de un orgasmo.

Mafer quiso experimentar esas sensaciones con su enamorado, pero él no conseguía siquiera que ella lubricara, lo que conllevaba a una penetración dolorosa aunque su pene era más delgado que el de Carlos. Ésta situación no pudo sostenerse más y Mafer decidió terminar con su enamorado a pesar de los reclamos, ruegos y hasta llanto de éste, sin embargo Mafer estaba decidida, se convertiría en la pequeña amante del amigo de su padre.

Una tarde de setiembre, sus padres tuvieron que viajar urgente por un tema familiar y ella aprovechó la ocasión para excusarse con unos exámenes y así lograr quedarse sola en casa.

A las 7 de la noche, mientras Carlos se dirigía a su casa sonó su celular, era el número de la casa de su amigo, pero al contestar colgaron la llamada; esto intrigó a Carlos, que cambió de rumbo y se dirigió a casa de su amigo.

Mafer lo recibió en la puerta con un short que dejaba contemplar sus largas y finas piernas y una blusa ancha, su cabello suelto a un lado y con una amplia sonrisa coqueta lo invitó a pasar.

—Hola, al tiempo que regresas por acá.

—Ten cuidado, te pueden escuchar. Creo que tu papá quiere hablar conmigo.

—Pasa y espera mientras lo llamo ¿Algo de tomar?

—No, gracias. Solo lo esperaré en la sala.

Carlos se sentó en un mueble de la sala nervioso por la actitud de Mafer, habían quedado en disimular mientras no estaban a solas y pensaba que tal vez su amigo se había dado cuenta. A los pocos minutos apareció Mafer, recién bañada y vestida con una bata rosa transparente que dejaba notar sus pequeños y rosados pezones, pues no tenía brasiere, y un calzón blanco pequeño que dejaba escapar uno que otro incipiente vello púbico, su mirada tenía algo de inocencia, deseo y malicia.

—¿Qué haces, estás loca? Nos pueden encontrar así y.

—Shhhhh, no te preocupes mi amor, mi familia viajó en la tarde y no volverán en unos días. Yo te llamé para darte ésta sorpresa.

—¡Pero los vecinos pudieron verme entrar! Si tu padre se entera nos metemos en graves problemas ¡Aún eres menor de edad!

—Tranquilo mi amor, ya estamos aquí y quiero aprovechar estos minutos contigo.

—Mafer esto no es buena idea, mejor me voy.

Cuando intentó pararse Mafer se abalanzó sobre él y lo besó de una manera desenfrenada que sorprendió a Carlos, que del asombro pasó a corresponder ese beso mientras la excitación se notaba poco a poco bajo su pantalón, le acariciaba las nalgas y la espalda mientras ella se refregaba en su pelvis buscando sentir aquel bulto que crecía y crecía sin control. Carlos había cedido.

Mientras él seguía aumentando la intensidad de sus besos y caricias, ella empezó a bajar abriendo la camisa y lamiéndole el pecho y el ombligo mientras le sobaba la verga que ya estaba dura por encima del pantalón; Carlos se desabrochó el pantalón y se bajó con todo y calzoncillo, dejando en libertad aquella gruesa y venuda verga que soltaba sus primeras gotitas de presemen, las suaves manos de Mafer se veían más finas aún sosteniendo aquel grueso falo, la mano derecha de Carlos tomó la nuca de Mafer, mientras la izquierda guiaba su verga en dirección de los dulces labios de Mafer quien entendió el mensaje y los abrió lo más que pudo; la cabeza rojiza apenas logró entrar en esa pequeña boca y una parte del tronco también. Carlos se sentía en el cielo admirando aquella escena, su gorda verga entre los brillosos y juveniles labios de Mafer, ella no era tan experta en eso, pero le gustaba y quería aprender y complacer a Carlos.

Él se terminó de desnudar y ella apagó las luces de la sala y luego se desnudó de pie delante de él, Carlos se puso de pie y la acostó boca arriba en uno de los sillones, le abrió las piernas y procedió a lamer aquella conchita mojada ante los suaves gemidos de ella, al notar la gran cantidad de jugos en la vagina comenzó a meter un dedo mientras su lengua pasó al clítoris, metió dos dedos en la vagina y los movía de arriba a abajo suavemente al ritmo que lamia el clítoris. Mafer cambió los suaves gemidos por gritos intensos de placer, arqueaba su cuerpo aferrándose con fuerza al sillón sintiendo contracciones fuertes y ganas de orinar.

—¡Detente! Tengo que orinar.

—Orina en mi boca, no tengas miedo.

Dudosa Mafer quiso soltarse pero Carlos no la soltó y terminó por derramar gran cantidad de liquido sobre el pecho de Carlos, aquella expulsión de líquido dejó intensos dolores musculares en piernas y caderas a Mafer que no podía moverse, lo que la asustó un poco, era algo nuevo y no sabía cómo reaccionar.

—No te asustes, lo que sientes es normal

—¿Qué me pasó?

— Acabas de experimentar tu primera eyaculación.

—¿Qué eyaculación? Pero eso sólo lo hacen los hombres.

—No niña, las mujeres también pueden llegar a ese nivel de excitación y lo acabas de experimentar. Tienes suerte, muchas mujeres nunca en su vida llegan a sentir esto, ahora descansa un poco mientras te recuperas.

Mafer sentía las piernas acalambradas y sus caderas adoloridas pero estaba feliz, cansada pero feliz de experimentar todo aquello.

Carlos se vistió y le dio un dulce beso en la boca a Mafer.

—Me tengo que ir, mañana experimentaras algo más, ahora descansa mi niña.

Mafer quiso detenerlo pero no podía ponerse de pie, así que lo dejó ir, quedando desnuda, mojada, agotada y muy satisfecha en la sala. Mañana le espera otra nueva experiencia con Carlos, quien podría ser su padre pero no lo es, en cambio ella es su nena.

Víctor

 

 

La Nena

La Nena es la historia de la apasionada relación entre una jovencísima Mafer y Carlos, el amigo cincuentón de su padre. Para Mafer será toda una iniciación al mundo del sexo y para Carlos una tormenta a sensaciones.

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