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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
La Nena
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Carlos tiene 42 años, una linda esposa y un niño de 12 años, la vida sexual con su esposa era algo desgastada con el paso de los años, y las pocas veces que tenían relaciones siempre quedaba insatisfecho, quería más y ella no.

En su trabajo solía hacer negocios por lo bajo con Daniel, un ex compañero y amigo, para lo cual por seguridad se veían fuera del horario laboral; en esas actividades quedaron en verse en la casa de Daniel. Al tocar el timbre salió a recibirlo una jovencita de 17 años, alta, delgada, enormes ojos color caramelo y una amplia sonrisa que descubría unos grandes dientes blanquísimos, su delicada voz infantil lo invitó a ingresar mientras esperaba a. su padre. Carlos quedó impresionado con la tierna belleza de la joven, aunque su delgado cuerpo aun era de niña, tenía la sensualidad a flor de piel.

Luego del negocio, Carlos salió pensativo, no podía sacar de su cabeza aquella linda criatura que acaba de conocer, sabía que era una locura, podía ser su hija. pero no lo era, era la Nena como la llamaba Daniel.

Después de aquel suceso, sus visitas se volvieron más continuas, de mensuales pasaron a quincenales y hasta semanales, todo por ver a Mafer, la dulce hija de su amigo, ya había entablado confianza con la muchacha, y más de una vez la había visto abrazada con un jovencito a la salida de su colegio.

Una noche llegó a casa de Daniel y no lo encontró, pero Mafer lo invitó a esperarlo en la sala, cosa que aceptó encantado, hablaron mucho y cuando la conversación llegó al punto donde quería Carlos, empezó el cortejo indirecto.

—Tu enamorado parece algo quedado, mereces algo más.

—Y usted no aparenta la edad de mi papá, parece más joven-

—No me llames "usted" al menos cuando estemos solos, y la juventud se mantiene con ejercicios de pareja.

—¿Ejercicios de pareja? Nunca había oído de esos ejercicios.

—Jajaja. acaso tu enamorado no te enseña nada?, Lástima que seas tan niña sino yo me ofrecería a enseñarte.

—¿Seguro?

La mirada de Carlos cambió totalmente y Mafer lo notó, ella estaba intrigada, a su corta edad ya había tenido sexo con su enamorado pero no le pareció tan lindo como imaginó, y eso de los ejercicios de pareja le había llamado la atención.

Después de esa conversación la confianza aumento entre ellos, miradas cómplices, frases en doble sentido y hasta juegos de manos. Mafer estaba encantada con la experiencia de Carlos, y él quería precisamente eso, encantarla.

El teléfono de Carlos sonó a media mañana, Mafer había salido temprano de su colegio y quería verlo; pidió permiso a su jefe por una emergencia y salió raudo a su encuentro, como era de día la llamó para pedirle verse a solas en privado y así evitar miradas indiscretas.,  ella aceptó.

La llevó a un cuarto privado que tenía alquilado y le invitó unas cervezas, conversaron un rato hasta que ella le propuso.

—Quiero que me enseñes lo que sabes.

— Estás segura? Una vez que empiece no podré detenerme.

—Hazme lo que desees, quiero descubrir nuevas experiencias, contigo

Carlos la abrazó y besó tiernamente mientras sus manos iban acariciándola suavemente, le quitó el uniforme con delicadeza y él se quedó en calzoncillos; ambos en ropa interior, él acarició sus pequeños senos por encima del brassiere mientras sus labios besaban despacio su cuello, sus manos desabrocharon el brassiere y sus labios lo retiraron. Carlos quería penetrarla, su excitación estaba al máximo pero sabía que tenía que complacerla primero a ella, tenía que dejar una buena impresión y un recuerdo imborrable. Continúo besando despacio aquellos tiernos senos hasta notar duros los pezones, su mano bajo lentamente hasta su calzón, jugando con sus dedos por encima y notando la humedad y el calor que emanaba de aquella vagina joven.

Siguió besando su pecho bajando hasta su ombligo, con ambas manos sacó el calzón, dejándola desnuda y excitada a su merced, besó sus pies y recorrió con su lengua sus piernas desde los tobillos hasta los muslos, los gemidos de la muchacha le indicaban que iba por buen camino, abrió sus piernas y se dispuso a lamer la tierna y húmeda vagina, pero Mafer se opuso apartándole la cabeza con ambas manos, Carlos le tomó las manos con suavidad y las sujetó con firmeza, y sin mayor oposición le besó el clítoris y lamió toda la vagina saboreando sus jugos mientras Mafer gritaba de placer, lamió desde el clítoris hasta el ano ocasionándole orgasmos múltiples a la jovencita. Una vez seguro de lo que había logrado, procedió a sacarse el calzoncillo liberando su verga dura y mojada, colocándola en la entrada de la vagina jugueteando con su clítoris y sus labios vaginales con movimientos circulares mientras mordisqueaba sus pezones y acariciaba sus nalgas, luego con una mano la tomó de la nuca y la besó con pasión desmedida, con la otra mano la tomó de la cadera y la penetró. La lubricación natural hizo fácil la introducción de la gruesa verga en la estrecha vagina. Mafer soltó un grito contenido y abrazó con fuerza a Carlos mientras empezaba con los movimientos ondulantes a generar otro orgasmo en Mafer, ésta vez el orgasmo fue más intenso y agotador que dejó a Mafer exhausta. Carlos había cumplido.

Luego de bañarse juntos se despidieron con un intenso beso, Carlos no eyaculó pero sintió mucho más placer que si lo hubiera hecho. Quedaron en volver a verse y Carlos sabía que después de esa mañana, Mafer iba a estar completamente a su disposición para lo que quiera. la Nena ya tenía un dueño.

Víctor

 

 

La Nena

La Nena es la historia de la apasionada relación entre una jovencísima Mafer y Carlos, el amigo cincuentón de su padre. Para Mafer será toda una iniciación al mundo del sexo y para Carlos una tormenta a sensaciones.

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