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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
La mujer de la limpieza
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Voy a contar lo que pasó hace ya un tiempo:

Un viernes de verano, estando yo de vacaciones y mi mujer trabajando, la mujer que hacía la limpieza de la casa entró del jardín a la cocina saltando y sus pechos se movieron al ritmo del salto con una gracia que me hicieron poner los ojos como platos.

―Uauu!!, que, que, que hermosura, por Dios!!

Ella, cogida por sorpresa, reaccionó poniéndose roja como un tomate y casi rompiendo a llorar.

―Oye, oye, perdona, no quise ofenderte y menos faltarte al respeto, sólo que me ha parecido muy excitante el movimiento, pero, repito, lo siento, perdóname, por favor.

Exclamé, acercándome a ella tratando de consolarla, le puse las manos en los hombros y la miré a los ojos, ella entonces me dijo secándose las lágrimas:

―No pasa nada, es que hace tanto tiempo que no veo miradas así, tan de deseo, que el corazón se me ha acelerado y me he emocionado, mi marido ni me toca y ya no recuerdo ni el último día que hicimos sexo.

Estas palabras me pusieron a cien y vi las puertas abiertas a algo que probaría ahora mismo.

―No me puedo creer que ni te toca, yo tendría que estar atado de manos teniendo estos…“― y le miré descarado los pechos,-  “tan cerca y no acariciarlos.

La mujer, entonces, y con una mirada traviesa y permisiva, me cogió las manos que aún tenía en sus hombros y me las puso en sus pechos.

―Aquí los tienes y te aseguro que son las únicas manos, aparte de las mías, que en muchísimo tiempo no tocan…lo que tocan, o sea que, aprovecha y disfrutemos los dos de estos momentos, que realmente lo estoy necesitando, son demasiados días…ya.

Que me dices, pensé, poniendo manos a la obra, en este caso, manos a los sublimes cántaros que se me ofrecían tan ricamente, eran grandes, pero el sujetador los mantenía encerrados y firmes, los acaricié en todo su volumen pero llegó el momento en que ya era hora de avanzar un poco mas en todo aquello.

―Porque no te abres la bata y así…

No pude acabar, se sacó la bata, la blusa y quedo con el sujetador al aire.

―Madre mía, que esplendidez, y a eso no hace caso tu marido?

―Deja a mi marido en paz y bien lejos, delante de ti tienes una faena que hacer y me estaba gustando mucho lo que hacías hasta ahora, sigue, que vamos bien.

Se dio la vuelta para que le desabrochase la pieza y se giró tan pronto notó que ya estaba hecho, sujetándosela para que yo se lo quitase y verme la cara que haría.

Eran dos rotundos pechos, un poco caídos pero por el volumen que tenían, con unos pezones largos y salidos, unas aureolas normales pero casi negras, me lancé a chuparlos y lamerlos, ella suspiraba, casi gemía, ahora uno, ahora el otro, no dejaba descansar la lengua, con todo eso no me di cuenta de que me cogía una mano y me la ponía en su entrepierna y acercándose una silla, puso una pierna encima para abrirse bien,  noté enseguida una calentura y humedad en ella, y allí estaba yo, chupando unos pezones gustosos y acariciando un caliente sexo que se derretía en mis dedos.

Empezó a gemir pidiendo que no parara, que siguiera con lo que le estaba haciendo abajo sin dejar de chuparle el pezón izquierdo, que siguiera escarbando en su clítoris, ahora ya bien inflamado, noté también que los labios los tenía hinchados, toda ella temblaba, vamos, estaba disfrutando de lo lindo y yo con una rigidez bestial en mis bajos.

Ahora ya no gemía, me susurraba, concentrada con lo que le hacia en los bajos:

―Por favor, no pares, sigue así, asíííí, no dejes de mover esos dedos, estoy llegando, llegaaando, lo que me estas haciendo, Dios mío, sigue, esos dedos, no pares, no me deeeejes ahora, sigueeee, ahoraaa, ahoraaa, ahoraaaaaaaaaaaa.

Se movió como un flan de gelatina, las piernas le temblaban, la boca también, respiraba fuerte, muy fuerte y el gemido fue brutal pero contenido, la mano me quedó mojada porque aquello era un río de flujos, en mi vida había visto nada igual.

Una vez se serenó, me abrazó y me llenó de besos.

―Gracias, gracias, hacía siglos que no llegaba a tamaño orgasmo, cuanto tiempo, Dios mío, cuanto tiempo, porque no estabas allí cuando lo necesitaba tanto?.

―Porque ahora no existiría este momento― respondí.

―Tienes razón, ahora es el momento, disfrutémoslo y oye, ahora te toca a ti disfrutar, correrte, llegar adonde he llegado yo.

Decía esto palpando mi entrepierna abultada.

―Esto lo arreglo en un momento, siéntate en la mesa, pero antes déjame quitarte esto que te aprieta tanto, debes tener algo oprimido aquí que no debe estarlo.

Me tiró el pantalón del chandal para abajo y miró el bulto que aún había en los calzoncillos.

―Esto promete por lo que veo, porque si no, haré una dura realidad de lo que escondes aquí para mi disfrute.

Empezó a bajarme los cortos poco a poco, relamiéndose en su lentitud hasta que apareció aquello que deseaba, una polla normal, un poco gorda pero normal a fin de cuentas.

―Anda, la tienes como me gusta, gordita con una buena punta, me gusta horrores, veras lo que voy hacer con ella ahora que la tengo a mano, o a boca, venga, no perdamos tiempo y siéntate en la mesa.

Me senté notando el frío del mármol en mi culo desnudo pero lo de delante mío era para verlo y oírlo.

―Ahora no me toques para nada, concéntrate en lo que haré y disfruta de cada segundo, no te preocupes de nada, déjalo todo en mis manos, bueno, en mi boca.

Eso mismo me dijo y eso mismo fue: cogiéndome las manos por detrás de mi, como si me atara para no moverlas, pero a su vez, ella tenía que buscar con la boca la polla que parecía mas juguetona y rebelde que nunca y empezó la mamada más ferviente, lenta, mas disfrutada por ambos, mas caliente, mas todo, empezó comiéndose el glande a lametones para pasar al tronco hasta bien abajo y casi hasta arriba con una lentitud calculada, a veces se le escapaba de la boca y tenía que buscarla de nuevo porque yo movía el músculo y seguía bajando y subiendo y abría la boca para tomar aire, ya no era la polla que había desnudado antes, ahora era mas larga, dura y ancha que nunca había visto en mi entrepierna, lo que hace una mamada bien hecha…

Ella notó que estaba llegando y se dedicó a la punta solamente, recordé que dijo que no me preocupara de nada, que lo dejara todo en su boca, pues eso, no tan solo en su boca sino que se tragó hasta la última gota porque siguió lamiendo y chupando un buen rato hasta dejarla como tiene que dejarse, satisfecha.

―Bueno, vida mía, te he dejado servido pero esto no ha acabado, yo estoy ardiendo aún y tu tienes boca y lengua, verdad? Tienes que usarlas otra vez pero ya sabes donde y como hagas correrme como antes o mas, te regalaré un agujero mío que no ha catado carne pero si cera, está para estrenar con carne.

―Hace un tiempo probé con velas pero creo que se merece algo que no se derrita y mas grueso, pero lo dejaremos hasta ver como te portas con la lengua, de acuerdo, macho mío?.

Esta vez fuimos a los sofás por eso de poder abrirse bien, ya por el camino se levantó la falda y se quitó las bragas y le pude ver el culo, menudo culo, rectifico, grandioso culazo que me puso acelerado pensando en el futuro regalo prometido, tenía que hacer que tocara el cielo con las manos con mi lengua y lo que me propongo siempre lo consigo y este culazo lo tenía que romper yo, vaya que sí, retirando la mesita del salón quedó un buen espacio para maniobrar, se sentó y se quitó la falda, abriéndose de piernas, enseñando un coño afeitado pero con una mata de pelo recortado en forma de triangulo muy por debajo del ombligo hasta llegar casi al lugar donde ahora yo dedicaría un buen rato.

―Veo que te cuidas esto”.

―Es de siempre, lo arreglo así porque sabía que lo de ahora llegaría sin avisar, las pajas que me hecho arreglándolo y pensando en momentos así son incontables, pero ya estas tardando en actuar, estoy  caliente, muy caliente y necesito correrme otra vez para calmar lo que has encendido.

Y cogiéndome la cabeza me la acercó a su hinchado pastel con la cereza redonda y rosada en su justo punto para ser chupado, mordido, ensalivado y llevado al colmo del placer exigido por ella, yo con el firme propósito de ganarme el premio de su culo y ella, temblando de ganas de notar mi trabajo con la lengua.

Me acordé de Raimundo Amador y su “ay que gustito pá mis orejas” pero las mías no le tocaban los muslos de tan abierta que estaba.

―Empieza ya, por favor, me estoy derritiendo y quiero que pruebes mi sabor.

Primero lo soplé un poco no fuera a quemarme, y lamí con suavidad la cereza, ella dió un respingo gritando:

―La primera en la frente, sigue así, y ve subiendo el ritmo y aprieta mas cuando te aviseee.

Coño, pensé, ha sido una lamida y ya está a punto de correrse, tengo el culo ganado.

El ritmo siguió y la suavidad dejó de serlo, mezclaba lamidas con chupetones y aspiraciones, mordidas con metidas de dedos, ahora uno, ahora dos y hasta tres le metía, la cereza ya no era rosada, era roja y mas salida que al principio, parecía un pene de crío sin abertura, ella no paraba de gemir pero no decía nada, solo gemía, hasta que dejé de meterle dedos para dedicarme a lamer y comerle los labios, pasarle la lengua por todo el chocho y ahora si que el asunto empezó a funcionar.

―Eeeso, fuera dedos, que para eso hay la polla, lengua… lengua… y aprieta un poco mas… dale vueltas a la lengua, así… así mas, maaas, la lengua… derecha, izquierda, la punta, la punta, así, así… no pares, por favor, no paaaares… así, asíííí, aprieta mas… mas, maaaas… por encima… apretando, así, asííí, juuuusto encima… dale, dale, dale fuerte… ahora, ahora, sigue, así, así, asíííí, aaaaaaaaaaaasssssiiiiiiiiiiii.

Fue tremendo, agitaba los brazos como un espantapájaros en día de viento, los muslos le temblaban como una poseída, tan fuerte fue el orgasmo que creía que le pasara algo como un fallo cardíaco, el coño lo tenía hinchado como si se lo hubieran inflado, el clítoris era un fresón a tope de color, el respirar era frenético, le faltaba aire para llenar los pulmones y la boca le temblaba no pudiéndola cerrar, pero la mirada era de placer al máximo y agradecida, muy agradecida.

Cuando se recuperó me pidió un vaso de agua porque la garganta se le quedó seca, me dijo, de tanto aire que necesitó para poder respirar.

Bueno, ahora a por el culo, pensé.

Me equivoqué: se miró el reloj y gritó:

―Dios mío, con tanto meneo no he limpiado la cocina ni he fregado, lo siento, jefe, queda pendiente el resto pero te aseguro que volveremos a degustarnos, con lo bien que he quedado estoy servida justo para una semana, no creas que olvidaré la promesa hecha, este culo― y se dio un cachete en el ―Será tuyo el viernes próximo, lo juro―.

Me quedé compuesto y sin culo y con una erección de burro, se vistió, me vestí y la ayudé con la cocina lo que pude y mira por donde, faltaban aún diez minutos para cumplir su horario y va y me estampa un beso de lengua interminable, sobándome todo, sobretodo los bajos, que ya estaban calmados pero que se fueron calentando con tanto magreo.

―Esto empieza a gustarme, esta engordando y como tengo algo de tiempo gracias a tu ayuda, me parece que me voy a ir con tu gusto en mi garganta.

Dicho y hecho: tirando del pantalón y cortos para abajo, se arrodilló y poniéndosela en la boca me empezó a lamer la punta y haciendo que se pusiera como un palo, cogiéndome el culo por detrás con las manos para que no me moviera, su cabeza iba delante y atrás con un ritmo tranquilo pero sin descanso, su lengua me envolvía el glande como si fuera un caramelo, como se torcía aquella lengua, notaba que subía y bajaba por el tronco hasta llegar a la raíz y no se atragantaba, todo eso sin sacarla de la boca ni una sola vez, la saliva le caía por las comisuras de los labios, casi disfrutaba mas que yo la muy guarra, ya no pude aguantar mas viéndola así y mi leche salió a ráfagas directas a su campanilla, se quedó quieta esperando que yo acabara y entonces comenzó a limpiarme a lametones y chupadas que hacían darme mas placer aún.

Al final se levantó y me subió los calzoncillos y pantalón poniéndolos bien con cariño de madre y me dijo:

―El viernes vuelvo aquí, durante esta semana guárdate la leche para mi culo y boca, esto no se ha acabado, cuídate hasta entonces, jefe.

Y se despidió acariciando mi bulto…

Y pensé: estamos empatados a dos, el viernes desempate y voy a ganar en tu culo.

El sábado pasó y el domingo también, llegó el lunes y yo pensando que qué larga se me haría la semana hasta el viernes cuando habría meneo del bueno, el culo prometido.

El martes sentí, medio dormido, como se levantaba mi mujer para ir al trabajo, al cabo de un rato la puerta se cerraba y todo volvía a estar en silencio, me giré en la cama para ponerme cachondo pensando otra vez en lo vivido el viernes pasado, no había cogido el hilo del asunto cuando oí que se abría la puerta de casa y que mi mujer volvía a entrar en la habitación.

―Ya te has dejado algo…―dije.

No me contestó, pero noté que se sentaba en la cama y que una mano buscaba por debajo de la sábana, palpaba a ciegas pero pronto encontró mi polla en su estado más mísero.

―Esta pollita no es la del viernes.

Era la voz esperada, mi guarrilla del culo, quise dar un salto pero ella me contuvo pegado a la cama, se metió debajo la sábana y empezó a comérmela hasta que se puso bestia, dejó de chuparla y se levantó triunfante.

―Esta sí es mi polla, mi deseada polla.

―Bueno, aquí estoy, sorpresaaa, ahora te cuento, no podía esperar al viernes, la calentura me ha matado estos días, me he metido de todo pero no es lo mismo, las corridas son un cielo contigo y con vibradores no hay color ni calor, a eso vengo, a correrme como una ninfómana que es en lo que me has convertido. He esperado que tu mujer estuviera lejos con el coche para entrar y darte la sorpresa, me he levantado temprano, duchado, me he puesto unas buenas lavativas para limpiar bien lo que dejamos pendiente, me he metido velas y salían limpias, no se si el viernes la hubieras sacado limpias o no pero hoy saldrá reluciente, bueno, con lo que haremos ahora, hasta entrará brillante, ya veras lo que tengo pensado.

Esta parrafada suya me aseguró que ella, todos estos días había estado pensando en lo acontecido el otro día y que realmente estaba deseando ser enculada por mí, con todo y con eso, mi polla ya estaba morcillona pero no había problema con eso, ya se encargaría ella de solucionarlo.

Me hizo afeitar y duchar porque no iba a ser menos que ella, puso empeño en que me afeitara lo de abajo, pero la convencí de que no lo haría porque sería llamar la atención de mi mujer y no quería sembrar dudas ni malos rollos con ella.

Una vez limpito y perfumado, me llevó a la cocina, buscó la aceitera y la puso en la mesa, se quitó la falda y las bragas, ¡Dios, como estaba¡ y también los sujetadores sin quitarse la blusa, aún no se como lo hizo por lo rápido que fue, me dijo que era para poderme sujetar bien.

―Toma ya, como riendas―dije y se reía excitada.

―Eso, eso mismo.

Todos esos preparativos motivaron que yo perdiera temple y se lo señalé, no tardó nada en arrodillarse y tragársela entera hasta que recuperé mi autoestima viril.

Entonces supe el porque de la aceitera, la cogió y me la cogió, me echó un buen chorro de aceite encima y empezó a masajearla quedando reluciente como había contado en la parrafada de antes.

―Escucha bien, como ya te he contado mil veces, sólo me han entrado velas y eran mas delgadas que tu polla, el aceite ya sabes para que es, cuando la enfoques tiras otro chorrito y vas apretando suave, pero muy suave para que se deslice sin hacerme daño, ya te iré diciendo cuando apretar y cuando parar y cuando estés a tope, culo con huevos, me lo indicas y empezaremos a disfrutar de la enculada, vale?.

Me hizo unas lamidas directas al frenillo para comprobar y resaltar mi dureza, cogió dos reposa pies del salón y se subió de rodillas a ellos, una pierna en cada uno, volvió a bajar y separó uno un poco mas, se volvió a subir y quedó con todo el culo abierto delante mío, que espectáculo, señores, tener un culo espatarrado delante tuyo, con el coño hinchado y el clítoris salido como lo estaba yo, el agujero moreno a la altura de tu polla esperando la estocada, no esperé mas, apunté, apretada suave y chorro aceitoso, aquello entró y entró sin un quejido, solo decía.

―Así, así, me duele pero suave, un poquito mas de aceite, así, esto lo has hecho mas veces?, aprieta mas, así, así, te queda poco? me estas llenando, cabrón, falta mucho? mas aceite, no pares, eh? lo estas haciendo bien, maricón, falta mucho? no vayas rápido, eh? suave, poco a poco, así, así, oh, Dios mío, me estas llenandoooo, la noto ardiendoooo, o soy yoooo? debe quedar poco.

―Te quedan unos tres dedos, quieres que acabe a tope? pues toma.

Y de golpe apreté hasta que mis huevos chocaron con su chocho, y solo dijo:

―Por fiiiin, ahora deja que se adapte, Dios, que caliente es, la noto en toda su largura dentro del culo, que caliente, vale… ahora, cógete de mis tetas y empieza a moverte pa’lante y atrás como ya sabes, primero un poco de polla y ya te diré el trozo que deseo que saques y metas, cada vez será mas largo el cacho que sacaras y entrarás. empieza, cariño, ya¡¡¡.

Era un pistón entrando y saliendo, ella, cogida a los cantos de la mesa para frenar las acometidas y recibir así las  estocadas bien profundas, babeaba de gusto, era nuestra primera enculada y la estábamos viviendo a tope.

―No se te ocurra terminar antes que yoooo, me esta llegando pero es distintooo, no se lo que me pasa, es como si me fuera a cagar patas abajoooo, pero no es eso, eeees otra cosaaa.

Le temblaba la voz y toda ella era un flan, hasta los reposa pies se movían, dejé de cogerme a sus pechos y la sujeté por la cintura, de esta manera dejaron de moverse y aceleré el vaivén y me puse derecho apretando mas cuando llegaba al fondo, “chap, chap, chap”, sonaban nuestros cuerpos cuando chocaban.

―Muy bieeeen, sigue a este ritmo, no pares por lo que mas quieraaaaas, me voooooy, meeeee… aaaaaaaaah¡¡¡.

Y se fue, pero seguí dándole caña para correrme yo con toda mi salsa, ella lloraba de gusto y le caían las babas y hasta los mocos, su cara era un poema.

Mi corrida fue sublime, a cada lechazo le clavaba la polla a tope y se retorcía de gusto gritando obscenidades.

―Cabron, hijoputa, mecagoentodo, que me estas haciendo que me matas de gusto, no pares hasta secarte, luego te la limpio con la bocaaaa….. pero no pareeeeees.

Se volvió a correr porque empezó a temblar otra vez y repetía:

―Aaaaaaaah¡ ¡ya, yaaaaa¡¡¡ Dios, Dioooos, eres divinoooo, otra vez me vooooooy,  meeeeeeedioooos,  Diooooos, pero que me haceeeees?????.

Se la saqué de golpe y aulló como una zorra, el agujero relucía brillante por el aceite y la fricción del metesaca a que estuvo sometido, ya no era el estrecho agujero del principio, ahora estaba dilatado y ensanchado al grueso de mi calibre, por él iba resbalando hacia el coño un hilo grumoso de color blanco, era mi corrida que salía a tomar el aire, cogió una toallita que tenía preparada y cerca, se la metió en el agujero para dejar de gotear, bajó con cierta dificultad de los reposa pies y se sentó en uno resoplando y limpiándose la boca y nariz con otra servilleta, era la cara de una persona que había gozado al máximo, así lo expreso la sonrisa de oreja a oreja que me dedicó sin aún poder hablar.

Tal como estaba sentada empezó a limpiármela tragándosela hasta el fondo y curvando la lengua para dejarla acabar en el glande donde está el disfrute, esto me hacía estremecer de gusto, al estar tan sensible después de la corrida me hacía recular para evitar lo que me parecía hasta dolor.

―A partir de ahora se han acabado las velas, o será tu polla o el buen consolador que tengo para mi almeja, me has hecho gozar por primera vez de una auténtica enculada, una rotura de culo en toda regla, gracias, mil veces gracias.

Y siguió chupándola como si tal cosa.

Cuando vio que estaba limpia de semen y aceite y aún se mantenía dura, a regañadientes me dijo que me vistiera, cosa que ella también hizo y besándome con lengua, - es bestial lo que hace con ella- se despidió porque tenía que ir a otra casa a limpiar, pero recordándome que el viernes llegaría pronto y vendría con sorpresas, ¿? pero que antes la tendría que ayudar para acabar pronto la limpieza y dedicarnos a follar.

Que ahora que estaba servida quería probar otras cosas… buenas, así mismito me lo dijo.

―Pues que llegue pronto el viernes― dije yo.

Y se fue dejándome con preguntas sin respuestas.

Pero el miércoles nos llamaron del pueblo de mi mujer diciéndonos que su madre había muerto de repente y que, claro, fuéramos para allá.

Con los preparativos de la marcha y lo súbito de lo sucedido, no tuvimos en cuenta avisar a nadie, excepto a nuestro hijo, que vivía en Málaga, nos levantamos temprano y partimos para la cercanía de Soria,  de donde es mi mujer, hasta aquí todo fue normal dentro de lo que puede uno encontrarse en un funeral que no se esperaba nadie.

Todo se acaba y me encontré regresando a casa un domingo por la tarde con sus correspondientes atascos de coches en las carreteras.

Fue entonces cuando me acordé de la otra mujer, la que me chupa hasta los huesos, o lo digo con “v”?, es igual, me lo chupa todo, solo de pensarlo se me puso morcillona.

Como debía haber pasado el viernes sin saber el porqué de mi ausencia de casa?

No supe nada de ella hasta el otro viernes cuando llegó a casa para limpiar, yo ya estaba solo y nervioso preguntándome cual sería su reacción después de no encontrarme en casa el otro día.

Entró, cerró la puerta y empezó a mirar por todos lados, sin verme, yo estaba sentado en el sofá y debía quedar deslumbrada por el sol que entraba por la terraza, la cosa fue que no me vio y entonces comenzó a llorar.

―Dios mío, ya estamos llorando otra vez? que pasa, mujer?

Se quedó quieta como si hubiera visto un fantasma, tiró el bolso que llevaba y se lanzó a mis brazos llorando aún mas.

―Cabrón, cabronazo, hijoputa, que días me has hecho pasar, desgraciado, el otro día lo pasé fatal creyendo que no querías verme y por eso no estabas aquí, ayer me llamó tu mujer y me explicó lo de su madre y la salida urgente a Soria, que, vamos, todo sigue igual, no?? Quiero decir que no te pasa nada, que sigues con ganas de mi?? Lloré mucho el viernes, mucho, pero hoy vas a limpiar todas mis lágrimas, venga, ayúdame, porque quiero empezar pronto contigo. traigo una cosa y unas ideas que nos harán disfrutar, ya veras, ya…

Limpiamos, bueno, limpió lo más bien y rápido que supo, yo, a mi aire, al fin y al cabo, soy el que pago, pero terminamos que le quedaban como un par de horas para poder hacer “aquellas cosas que nos harían disfrutar.

Y empezó la juerga, me cogió de la mano y me llevó a la cama, me pidió que estuviera quieto pues yo no paraba de meterle mano y quería calentar el ambiente, se fue desnudando poco a poco con un movimiento realmente sensual, sin aquella música que se usa en la películas  pero efectivo puesto que mi cosa empezó a despertar.

―Quieto, eso lo haré también yo.

Yo ya empezaba a quitarme la ropa y me paró en seco.

―Bueno, bueno, a sus órdenes, mi sargenta.

Le dije, a ella solo le faltaba por quitarse el sujetador y las bragas y estaba buena de verdad, no estaba gorda pero la carne la tenía bien puesta y no se le veían huesos, aquellos pechos eran soberbios y por primera vez la vería completamente desnuda, para sacarse los sujetadores hizo como el primer día, se dio la vuelta y se los desabrochó para cogérselos sin que se cayeran pero se los fue bajando poco a poco hasta que salieron los largos pezones al descubierto y con el sostén dando vueltas alrededor del cuello, muy sexy, y le tocó el turno a las bragas, volvió a darse la vuelta y se agachó para resaltar todo el culazo que tenía, se cogió la cinturilla y también, poco a poco se las fue bajando hasta que toda la raja del culo quedó al aire, Dios, que culazo…me dije, acabó de sacárselas y se giró lentamente enseñando un coño afeitado sin la mata de pelo de los días anteriores, vamos, como un bebé, buf, como me puso, la polla ya me pedía guerra.

Vino hacia mi con aires de mujer fatal y me acarició el bulto.

―Ves como hemos calentado el ambiente? ahora toca calentarme a mi, a ver que tienes aquí que abulta tanto?

Y tirando del chandal para abajo descubrió lo que había allí prisionero, no me había puesto calzoncillos para ir de práctico, y al tirar para abajo, mi polla salió disparada como un resorte y casi le doy en la barbilla, cosa que a ella no le hubiera hecho ascos porque le faltó tiempo para metérsela en la boca.

Solo fue una mamadita corta.

―Esto para luego, para rematar la faena e irme con tu gusto para casa, ahora, lo que he pensado tanto hacer contigo todos estos días.

Y cogiendo el bolso que había tirado al suelo cuando me vio al llegar, me dijo:

―Mira que traigo.

Y va y me saca un vibrador mas gordo que mi polla, de color negro, largo como un día sin pan y poniéndolo en marcha me señala el movimiento del artilugio, se movía rotando con un girar suave pero que, cuando ella tocaba un botoncito, el ritmo crecía y crecía y giraba mas rápido y además la  vibración también se acentuaba.

―Dios mío, que cosas hacen hoy día, no…será para mi, verdad?

―Tranquilo, amor, esto ya me ha entrado a mi y solo es para mi, ahora que si quieres probar…

Y se partía de risa al verme la cara.

―Quiero probar una cosa que tiene que ser la ostia del gozar, pienso que si el día que me rompiste el culo disfruté tanto y que con el negro, que me lo meto hasta el fondo y el cuerpo me lo agradece con corridas buenísimas, creo que con las dos bien metidas, esto tiene que ser …bueno, no encuentro ahora palabras para expresarme, luego, cuando lo hayamos disfrutado ya te diré algo.

―De momento, estamos perdiendo un tiempo precioso y tenemos que calentarnos otra vez, con lo bien que íbamos, ven.

Y se sentó en la cama asiéndome por la polla que ya se había puesto un poco mustia, se la tragó y empezó a chuparla como solo ella sabe hacer y en unos segundos estaba esplendorosa, cogió un tubito que no sé de donde sacó y me la untó de arriba abajo con una buena capa que quedó como transparente,  se estiró y se ladeó ofreciéndome todo el culo para mi, se cogió las nalgas y las separó y el agujero negro quedó a mi entera disposición, entonces me dijo:  

―Niño, como el otro día, pero sin tantas contemplaciones, esto ya está ensanchado y limpito, me he cuidado que fuera así en casa, adelante y repito, sin miramientos, para dentro y hasta el fondo, daaaale ya¡¡¡¡.

A bodas me invitas, pensé, y encaré mi mango hacia el negro que parecía que hasta me sonreía, la crema que me puso antes obró maravillas, sin notar aquella resistencia de la primera vez pero encajándose bien fui penetrando hasta el fondo sin problema alguno, ella, cuando notó que estaba bien llena, se empezó a llenar mas, se clavó el negro de látex hasta la empuñadura y noté de pronto como una descarga eléctrica y que algo estaba vivo dentro de ese culazo.

―Que te parece? lo notas? sientes el consolador como vibra? le acabo de dar marcha lenta pero todo se andará, estoy en la gloria, llena hasta el estómago, empieza el metesaca suave que ya sabes y me acabaré subiendo por las paredes, así, con este ritmo, ahora me callaré y cuando notes que va subiendo la vibración tu también aceleras, el ritmo lo llevaré yo y voy a correrme como una zorraaaaa.

El negro me hacía sentir todo su poder vibratorio, la sensación era acojonante, como si a la vez te la chuparan con golpecitos en la punta cuando llegaba al fondo, esto me hacía temer una corrida demasiado rápida y opté por no meterla a tope, enseguida se quejó pidiendo mas marcha a mi émbolo, pero de repente se quedó quieta y diciéndome:

―A ver, algo va mal.

Me retiré y se sacó el negro del coño, se arrodilló en la cama y me urgió a que la penetrara otra vez.

―Esta postura es mas buena, métela ya, hasta que no puedas.

De esta manera empezamos otro metesaca y ahora era menos sensitivo en el glande y eso que el vibrador ya iba, otra vez, a tope, pero la postura era mas de dominio mío, la sujetaba bien  y mi polla iba y venía por su ano bien lubricada como anillo al dedo, ella manejaba al negro con una pericia aprendida de muchos momentos de gozo solitario y nos llegamos a compenetrar de maravilla,.

―Así me va, a tope, no pares que vamos bien, vamos bien, ooooh, Dios mío, lo que me viene, loquenopareeeessss, es, eeeees demasiaaaadooooo, ya, ya, yaaaaa, dalemaaaaas, maaaasss, ahí, ahí, aaaaaaaaah, aaaaaaah, me corroooo, me corroooo, tu también, cabrooooon, aaaaaaah.

Preocupado por los gritos y sus temblores no me corrí cuando ella lo pedía pero cogiéndola bien por la cintura y colocando un pie en la cama y el otro en el suelo, hundiéndola hasta el fondo en cada embestida, seguí machacando aquel culo hasta que el negro me dejó pista libre y ningún incordio me privó de sentir tooooda mi corrida vaciarse en él.

Quedé estupefacto cuando retiré mi polla babeante del agujero, en un segundo y sin dar tiempo a que saliera mi leche, se metió el consolador hasta la mano y dándole al botón, lo puso al máximo de giro y vibración, era para verla, los ojos le salían de las cuencas, la boca abierta cogiendo aire, se movió como una serpiente y se tragó mi polla hasta la campanilla, chupando semen, crema y todo lo que encontraba, como la chupaba, Dios, en mi vida me la han chupado así y mi cipote seguía erguido en todo su esplendor aún después de una corrida como la anterior, dejó de chupármela y me dijo.

―Ya es hora que la metas donde no la has puesto aún, y te digo que quiero correrme otra vez o sea que, dale al coño que te la he preparado bien.

Me estiré en la cama, ella encima, me guió la punta hasta su caliente horno y se la clavó lentamente en toda su largura, empezó a subir y bajar despacio y el ritmo fue creciendo a la par que sus jadeos y suspiros.

―No te muevas, déjame a mi, la siento bien metida … caliente…dura…déjame, ooooh, que buenooo, te follooo, sé que me correrééé…lo seee.

El vaivén de su cuerpo subiendo y bajando bien empalada se fue acelerando hasta que su cabeza quedó tapada por su melena y no le veía la cara, pero seguro que era todo un poema erótico, resoplaba como un gorrino en plena matanza, le caía la baba y resbalaba por sus buenas tetas hasta llegarle al ombligo.

―Siento que me vieeeneee…sube, subeee… es buenoooo…joder si es buenoooo…aaaaah…Dios, Dios, que bueno…como la sientoooo…esta duraaaa…te la…he puesto a topeeee…aaaaah…yaaaaa…yaaaaa.

La cabeza le iba de lado a lado, las tetas, como si estuviera corriendo, la faena que yo tenía para sobarlas, era una yegua desbocada, una ninfómana llegando al clímax.

―“Aaaaahoraaaaa…me…corrooooo…aaaah…aaaah…ya, ya, yaaaa…

Y, -creo que era una manía suya-, saltando de pronto aún temblando del orgasmo, separándose de mi y reculando hasta mis pies, cogió mi polla y tragándosela por la boca, como si temiera perder algo, empezó a chuparla con toda su maestría para que me corriera en su boca, como le llegaba a gustar mi leche, irse con mi gusto a casa, decía.

No tardé mucho, la verdad, en correrme, pero esta vez disfruté como un cosaco pues se relamió en ella durante bastante rato degustando hasta la última esencia mía, me dejó seco, en una palabra.

Nos vestimos puesto que ya era la hora de irse ella y con un beso de tornillo y un sobeo de bajos recíprocos se despidió con un:

―El viernes te volveré a dejar seco.

Pensé que ya sería el último viernes, puesto que se me terminaban las vacaciones justo la semana entrante, no le dije nada para no ponerla triste pero el folleteo se acababa.

Fueron pasando los días y el miércoles por la noche mi mujer me comenta que le ha llamado la chica diciéndole que no podría venir el viernes con una excusa cualquiera.

Mi mujer empezó a decir que tendríamos que limpiar la casa nosotros, que si esto, que si lo otro, en fin, que me quedaba sin folleteo del bueno, pensé yo.

En estas llega el jueves y llaman a la puerta y antes de llegar a ella, oigo que abren y se me aparece mi ninfómana, toda nerviosa y con prisas, cierra y allí mismo me estampa un beso con lengua y sobada de paquete que me deja perplejo y asustado

―Que pasa? a que viene esta visita y estos nervios?

―Escucha bien, sé por tu mujer que la semana que viene empiezas a trabajar y será el último viernes que podré disfrutar de ti, he pensado una cosa para hacerlo bien, sin prisas y a tope, a ver que te parece y si puedes hacerlo, te atreverías a venir a mi casa el viernes por la mañana temprano y limpito, tengo una sorpresa caliente para ti y como fin de fiesta, te doy de tiempo hasta esta tarde para contestarme, toma mi teléfono y me llamas, adiós, jefe.

Me da un papelito y me mete otro morreo largo y se va.

Aún no repuesto de la sorpresa y tratando de asimilar todo lo que me ha dicho, miro el papel y veo unos números escritos en él, me lo meto en el bolsillo y empiezo a planificar la salida sin que mi mujer no sospeche nada raro, pues tengo claro que voy a ir, ella no vive aquí, es de un barrio de las afueras, no me conocerá nadie y tengo ganas, unas ganas enormes de volver a follármela y que me coma la polla como solo ella sabe hacerlo y que coño de sorpresa tendrá preparada??…que miedo me da, mi cosita se ha puesto ya morcillona sólo de pensar en su boca en mi rabo.

Lo tengo, lo tengo, cuando llega le explico a mi mujer que me han llamado del trabajo para preparar el relevo de trabajos que hay empezados y que tendré que acabar yo para cumplir con los presupuestos dados, que para el mediodía ya estaré de vuelta para la comida y que si se alargara la cosa ya la llamaría. algo normal en mi trabajo de encargado de producción.

No hay ningún problema ni recelo por su parte pero me avisa que no me deje enredar para el sábado puesto que tendremos que asear un poco la casa para poder salir por la tarde de fin de semana.

Cuando quedo solo porque se ha ido al trabajo, cojo el teléfono y llamo a mi boca chupona para decirle que vaya preparando su cuerpo para el trajín que le espera y va y me suelta:

―Tu has visto en vivo alguna vez a una mujer follando con dos tíos a la vez? pues lo verás y serás uno de los dos, el otro es un amigo mío muy especial  que he convencido para el asunto, no hay problemas de celos ni cosas raras entre nosotros pero lo quiero mucho, lo conozco de toda la vida puesto que ya íbamos al colegio juntos y estos días ha venido de vacaciones, de solteros ya follábamos pero al casarme yo lo dejamos, no te preocupes por nada, ven tranquilo que disfrutaremos mucho. y en vez de mi casa, acércate a las nueve, al vestíbulo del hotel Poseidón, estaremos allí esperándote, no me falles, por favor, ya estoy deseando tu polla en mis agujeros.

Vuelvo a asustarme y creo que la cosa está yendo demasiado lejos, tendré que cortar esto porque dos esta bien pero tres es multitud y no se, no se, pero una mujer y dos tíos…puede resultar excitante pero que no me toque ni me roce porque me tiro a la yugular, la cabrona, como se correrá con dos pollas a la vez metidas hasta el fondo, ya se lo ha montado bien la guarrilla.

Todos estos pensamientos se mezclan en mi cerebro y me doy cuenta que llevo un empalme de tres pares, me excito sólo de pensar en su culo y coño llenos de carne dura y ya se me hace largo el tiempo para estar dentro de ella, la muy calentorra y aún quedan, a ver, quince horas, suerte que la noche pasa pronto y me levantaré temprano, ducha, afeitarme, vestirme guapo, coche y hotel, a ver como será ese tiparraco que ya se la follaba antes, bueno, mejor no pensar mas y dejar pasar el tiempo.

Después de cenar, preparé la ropa normal que llevo para el trabajo para no despertar sospechas y me tomé unas hierbas para el insomnio, la noche pasó y a las siete me despertó la alarma del reloj, me aseé, afeité y vestí, cogí el coche y para el Poseidón, aparqué en el garaje del hotel y subí por el ascensor al vestíbulo, faltaba un cuarto de hora para la hora fijada del encuentro, la cosa iba rodada.

Lo primero que vi al abrirse la puerta del ascensor me dejó con la boca abierta de admiración, allí delante, a escasos metros de mi, estaba ella, preciosa, sexy, elegante, con un vestido negro escotado, una buenísima porción de los pechos al descubierto, unos zapatos de aguja sin ser demasiado altos pero que le daban una figura espectacular, la melena suelta sin estridencias pero bien peinada, el vestido ajustado pero sin apreturas, en definitiva, me iba a follar a un bombón.

Ella se dio cuenta de mi admiración y dio una vuelta sobre si misma lentamente para que visualizara bien el mas mínimo detalle de su hermosura, realmente tenía un culo precioso, respingón y bien acompañado de una tanga porque no se le marcaban bragas, el vestido le llegaba a un palmo encima de las rodillas y le hacia deseable, buenas piernas, pensé, aún no me había fijado en ellas todo este tiempo.

Vino ligera hacia mi pero sin precipitación, me estampó dos besos en las mejillas y se colgó de mi brazo para conducirme al lado del chaval, digo esto porque lo vi mas joven que yo pero de la misma edad que ella si iban al colegio juntos.

El estaba en recepción arreglando, supongo, lo de la habitación que usaríamos para la orgía, pero me equivoqué, la habitación era la que ocupaba él estando de vacaciones y los papeles que leía eran para hacer tiempo mientras nos esperaba a los dos, todo esto me lo comentó ella cuando íbamos a su encuentro.

Nos presentó, él se llamaba Miguel y vivía en Lisboa por su trabajo de fisioterapéuta en un equipo de fútbol profesional, estaba de vacaciones y pensó en hacerle una visita a su amante de juventud para ver si mojaba otra vez, cosa que no dijo pero lo pienso yo, ¿Estaré celoso?.

Su habitación estaba en el ático  y con unas vistas espléndidas, el tío debía ganar pasta gansa porque la suite, lo digo como lo dijo él, la suite era de lujo, con una cama, Dios que cama, allí cabría todo su equipo de fútbol, una jacuzzi espectacular y, vamos, todo lo que quieras y mas.

Miguel había hecho traer una botella de champán  francés y tres copas, todo un detalle, nos dio una copa y abrió la botella con un sonoro taponazo que hizo saltar a la preciosa mujer que compartiríamos el y yo dentro de nada, llenó las copas y brindamos por nosotros y por el sexo libre, tal como dijo él, bebimos, brindamos y volvimos a beber hasta que la botella se secó.

El chaval puso música y al ritmo de ella, la divina se fue desnudando muy lentamente y rogándonos, un poco chispa por lo bebido, que nosotros no lo hiciéramos, que lo haría ella después, que le apetecía eso, pues si, llevaba tanga la criatura, bien metida en las nalgas y por delante, justo para la rajita, Dios, que mirada nos pegamos Miguel y yo.

Os la imagináis? un cuerpazo tensado por los zapatos de tacones, unas medias sujetas con unas puntillas casi a dos dedos de la entrepierna, con una tanga que le tapaba lo justo por delante y nada por detrás, porque ella iba dando vueltecitas para que la admiráramos, un sujetador con puntillas de media cazoleta, o sea, media teta fuera sin llegar a verse el pezón, se la veía maciza, deseable a mas no poder y encima bailando y desnudándose para nosotros.

Y luego le tocaría desnudarnos, ya estábamos empalmados, de reojo, miré el paquete de Miguel y el tío parecía bien armado, luego ya veríamos esta arma y como la utilizaría, ella se sacó con su saber hacer, el sostén de aquella manera que siempre hacía, pero hoy el sujetador iba con enganche delantero y al desabrocharlo, no tuvo tiempo de sujetárselo y se abrió dejando salir de golpe las tetazas que guardaba, estaba realmente bella y muy sexual, se giró de espalda y se deslizó la tanga para abajo lentamente dejando al descubierto aquel culazo que me tenía embrujado, se la quitó y se dio la vuelta cerrando bien las piernas para que viéramos, nada, ni rastro de pelusilla, como un bebé, eso si, al abrirse poco a poco, dejó al aire unos labios ya hinchados por el hervor que lleva dentro esta caliente mujer.

Con los zapatos y medias puestas se acercó a Miguel y le empezó a desabrochar el pantalón, primero el cinturón, luego el botón y siguió con la cremallera, tiró del pantalón para abajo y se encantó con el bulto que allí había.

―Sigues en forma, eh Miguel.

Tirando del corto para abajo y venciendo la resistencia del cipote miguelino, dejó libre un buen pollón, sin prepucio y sin pelos, como sus futbolistas, pensé, y acto seguido y agachándose empezó a comérsela, Dios, que envidia, la escena era de alto voltaje sexual, era como si me la estuviera comiendo a mi, los ojos de Miguel eran como un sapo, casi se le salían de la cara, era una maestra en este arte, la boca llena de carne, llegando a la raíz del nabo y volviendo para atrás hasta casi escapársela de la boca, garganta profunda, pensé, y sin un solo gesto de náusea, una delicia que se lo estaban haciendo a otro pero que yo sentía como si me lo hicieran a mi.

―Bueno, ya la tienes a punto de caramelo, ahora a por la del jefe, pero por lo que veo, también está a punto.

Decía esto mirando el bulto en mi pantalón, fui a protestar porque por un momento creí que no me la comería pero hizo lo mismo que antes con Miguel, me bajó la prenda, peleó con el calzoncillo y descubrió mi cacho carne enderezada a tope, se relamió los labios y empezó a chupar el seminal para que no se perdiera nada, estuvo reforzando el temple, cosa que le encanta para posteriores ejercicios y cuando notó un buen estado de forma se retiró exclamando:

―Señores, ahora me toca a mi ser embutida por abajo, escojan el agujero pero no se peleen que tiempo habrá para entrar en todos, solo quiero que hagan que me corra y no una sola vez, quiero correrme muuuuchas veces, o sea que espabilen y vayan por faena.

Y saltando encima de la cama, se posicionó de rodillas con las manos apoyadas en ella y nos miró con impaciencia mientras la mirábamos embelesados porque estaba impresionante de esta forma, con las medias y los zapatos, las tetas colgando como una cabra, el culo en pompa, vamos, para tirársela ya, y nosotros, tontos del culo, con un empalme atroz y mirándola.

―Venga yaaaa, que es para ahora, joder.

Nos gritó, saltamos como liebres hacia ella y él fue mas rápido, mientras me metía por entre sus brazos, ella ya me sujetaba la polla para no perder ni un segundo en ser penetrada, noté una calor y humedad y se me fue tragando hasta el fondo quedando quieta porque el otro ya apretaba por detrás y, tal vez, le hacía daño, porque le dijo:

―Suave, Miguel, suave, que esto no es el chocho, ponte esta crema que hay en la mesita y verás un milagro y que yo lo vea también, date prisa pero bien untada, venga, venga.

La impaciencia para ser penetrada por los dos agujeros le hacía temblar hasta la voz y como yo ya le estaba zumbando un metesaca lento pero efectivo en la zona del clítoris se debía imaginar como sería con las dos pollas a un buen ritmo en sus calientes agujeros, el disfrute total, eso lo deseaba, pero ya.

El chaval se untó la cosa y subió raudo a la cama, intuí que apretaba porque los ojos de ella se abrieron como naranjas y no solamente los ojos, se le abría también el ojo negro para dar cabida al pollon miguelino y supongo, quieras o no, tiene que doler por muy untado que esté.

―Tranquilo, rey mío, lento pero sin parar, no quieras ir con prisa que ese es delicado pero nos hará gozar a los dos, poco a poco y para el fondo, cuando llegues empieza la jodienda suavecito pero no pares, por Dios.

―Tu, jefe― y me estampa un beso de lengua que me llega casi a la campanilla ―¿Notas como entra?, sigue así, que ya voy camino de la gloria, tu no pares nunca ni aunque me corra, machácame hasta que te diga basta.

Miguel llegó al fondo y la cara de ella cambió a felicidad, estaba llena de carne, resoplaba y gemía de placer, llevábamos un ritmo perfecto, el metía, yo sacaba, notaba el roce de su polla con la mía y el placer era extraordinario, los tres sudábamos de gozo y ella en cada enculada y en cada encoñada lanzaba un gemido que se mezclaba con los nuestros.

De pronto gritó:

―Parar, parar, me duelen los brazos, sin despegaros de mi, seguidme para arriba, venga, a la de tres, uno, dos y tres.

Resulta que al estar apoyada con las manos en la cama y aguantando las embestidas de Miguel, las manos se le iban doblando y el dolor, al incrementarse, se había hecho insoportable y le quitaba el placer del folleteo, solución: cogerse de la cabecera de la cama, que era de barrotes y así quedaba bien sujeta y, ¡oh, maravilla! el espectáculo de sus tetas balaceándose cerca de mi cara, el poder cogerlas y mamar de ellas, jugar con los pezones mientras ella se deshacía en orgasmos seguidos, ahora el clitoidal, ahora el culero, si no tuvo cinco seguidos tuvo seis, pero como ya os he contado los gritos, palabrotas, babas y lloros que le pasa y dice cuando se corre lo dejo a vuestra imaginación, al final se derrumbó encima mío, llorando de gusto, Miguel también se había corrido y su leche se pegaba a mis huevos que aún no habían descargado y como ella estaba exhausta pero con hambre de proteína, se resbaló hasta llegar a mi nabo y no paró hasta que se llenó la boca de leche recién ordeñada, me lamió como una gata hasta el agujero del culo puesto que hasta allí había llegado la lechada del chaval, huevos, escroto, nada quedó por lamer y chupar.

Cansados y sudados del trajín, nos metimos en el jacuzzi burbujeante y estuvimos un buen rato comentando las distintas sensaciones de cada uno que habíamos tenido y lo que podríamos hacer después del baño, que si comer un poco, otras posturas, que si ahora me tocaba el culo a mi, etc.

―Yo ―esto lo decía ella ―ha habido un momento, cuando estaba muy cómoda cogida de la cabecera y gozando de vuestras pollas, en que he notado un vacío en mi boca y me seduce la idea de llenar esta vacío, no me entendéis? es fácil, me excita la idea de mamar una polla mientras tengo el culo y el coño llenos también, me gustaría y mucho”

Pensando en el vibrador negro del otro encuentro, le pregunté:

―¿También has traído el consolador negro del otro día?

Y ella, poniendo los ojos en blanco y fastidiada por mi poco entendimiento, me hunde la cabeza en el agua y al emerger, me susurra:

―Pareces tonto, jefe, estoy hablando de pollas, duras, largas, cortas, gruesas, finas, pero pollas, tres pollas, tres, para mis tres agujeros, tres, aptos para pollas, boca, chocho y culo, quiero sentirme mamona, enculada y encoñada, bien llena de polla por todas mis partes ardientes, y que cada minuto que pasa, mas calientes están.

Y al unísono los dos exclamamos:

―¿Y de donde sacamos un tío, ahora?.

Y ella, que ya lo tenía todo pensado, la muy calentorra nos dice pasándose la lengua por los labios, saboreando el futuro pensado por su cabecita libidinosa:

―Es muy fácil, tenemos hambre y sed, de champán hay en la nevera, pero comida no, tu, Miguel, la habitación es tuya, llama a recepción y que te suban un tentenpié para tres, sobretodo que lo suba un camarero, del resto, me encargo yo.

Salimos los tres del jacuzzi y nos secamos, Miguel llamó pidiendo comida y una polla, perdón, que lo trajera un camarero y esperando le dije a la ninfómana:

―Mira que si nos trae la comida un feo de cojones o un viejales.

Y ella, rápida en la contestación y desafiante, me lanza:

―Si es feo, me comeré su polla, no su cara y si es viejo, se la levantaré hasta el ombligo, ya verás.

Estábamos ansiosos por el careto que vendría con la comida, nosotros por cómo sería y ella por su polla, así de claro.

Nos adecentamos un poco porque íbamos desnudos, no era el caso asustar al camarero y quedarse ella sin su tercera polla.

De pronto llaman a la puerta y Miguel y yo saltamos como muelles para abrirla.

―Quietooos!! ―nos grita ―Es cosa mía, la que decidirá si o no, seré yo, si es guapo, entrará, si es feo o viejo, también― y se reía, la quemada.

Abre la puerta y aparece un carrito empujado por un crío que  debía tener  unos diecisiete, dieciocho años, no mas, muy alto por su edad supuesta, majete, nervioso porque el carrito lo dominaba a él.

―Con permiso ¿Dónde desean los señores que les sirva, en la terraza o aquí?

Ella, que había cerrado la puerta, le dijo:

―Ponlo donde quieras, precioso, la comida en una mesa cualquiera y tu― A briéndose la bata y dejándola caer en plan actriz y mostrando su cuerpazo al pobre mocoso ―Me vas a servir en la cama.

El crío se puso rojo como una sandia, pero no se movió tratando de escapar de su presunta violadora, en cambio, el delantal que llevaba se estaba moviendo solo por la zona central y claro, esto no pasó desapercibido por ella, que sentándose en la cama le dijo:

―Ven, amor mío, hoy estas de suerte, quiero hacerte muy feliz.

 Con paso decidido, aunque las manos le temblaban, se acercó a la cama y se quitó el delantal quedando a la vista un soberbio  bulto en la entrepierna, ella, le cogió de las manos y se las puso detrás y le dijo:

―No las quites de ahí, pase lo que pase.

Y el chaval se dejó hacer con los ojos clavados en las tetas de ella que mientras tanto estaba entretenida con el cinturón, para seguidamente, desabrochar el pantalón y tirar de la cremallera para abajo, tranquilamente le bajó la prenda y le palpó el bulto que ahora ya era considerable.

―Hasta yo estaré de suerte, aquí guardas una buena herramienta, eh, amor?, veamos este tesoro…

Antes de bajar el slip, separó las piernas dejando que el crío viera su coño en todo su esplendor, con esta visión y la boca abierta, el bulto creció aún mas, es lo que esperaba ella que metiendo la mano por la cinturilla, aferró el pollón del chaval y lo sacó del slip para dejarlo tieso pero pegado al ombligo aguantado por la prenda, no se la bajó y nos instó a acercarnos para ver la joya de polla del hombrecito.

―Fijaros, tres dedos por encima del ombligo ¿Dónde os llega a vosotros?

Instintivamente, pegamos nuestras pollas al cuerpo, pero al no estar en plena forma de dureza, lo dejamos correr y ella se reía.

―Esta, cuando la deje al punto, tiene que hacer un palmo o mas, uau!!, que suerte tengo, ¡¡¡Dios cómo me voy a correr!!!

No creo que la envidia nos golpeara, porque follar, follamos todos y encima con una caliente hembra que no decía basta nunca, eso si, nos dejaba secos.

Dicho y hecho, de un tirón le bajo el slip, agarró la tranca, suavemente la descapulló  y su lengua saboreó el glande, lo debió encontrar a su gusto y se lanzó a chupar como una experimentada mamona, el crío lanzaba unos suspiros que le salían del alma.

―No pare, señora, por favor, siga, siga, la madre que la… perdón, es queeee es la oooostiaaa.

Pero paró de comérsela y triunfante, exclamó:

―Mirar que maravilla!! Dios, Dios bendito, es gloria pura, y toda para mi.

Realmente el nabo del crío era grande, tal como estaba ahora, después de la mamada, tenía que llegar a los veinticinco, veintiséis de largo y de grosor, mas o menos, como la de Miguel, joder, casi me da el complejo de chiquitín.

―Como te llamas, amor,? dispones de tiempo para mi o tenemos que avisar abajo que tardaras un poco? porque pienso aprovecharme bien de esta gloria que te ha dado la madre naturaleza.

―Me llamo Máximo pero para los amigos, Max y no se preocupe del tiempo, que esto no me lo pierdo por nada del mundo, alguna excusa pensaré.

―Miguel, ocúpate de que a Max no le pase nada, ¿De acuerdo?

―Hablaré con quien tenga que hablar y tranquilo, que tengo amigos en este hotel y no te pasará nada― dijo Miguel.

―De acuerdo, brindemos por el sexo y vayamos por faena, que ya se me esta calentando todo viendo estas pollas a mi disposición.

Vaciamos otra botella de champán y comimos un poco y antes de saltar a la cama, Max se desnudó del todo y comprobamos que solo tenía la cara de crío, el resto del cuerpo era de un cachas trabajado, una buena espalda, el estómago musculoso y los brazos con unos bíceps desarrollados, sin nada de pelo en ningún sitio, vamos, un metrosexual de aquellos tiempos del dos mil.

―¿Qué edad tienes, Max?

―Me faltan cuatro meses para cumplir los veintiuno, ¿ Por qué?

―Por nada, pero la carita es de crío, pero el resto, se las trae”.

―Es que voy a un gimnasio y me cuido y en estas ocasiones, como ahora, que no suceden mucho, creo que responderé a lo que se me exija.

Caray con Max, estaba impresionando al cuerpazo ardiente que, con la boca abierta, se lo escuchaba embelesada, casi babeante.

―A ver, Max― Dijo ella ―Estoy pensando por donde me atacaras primero y creo, por el desarrollo que llevas de polla, seré valiente y, con suavidad y bien lubricada, me atrevería a dejarme encular por esta bendición que tienes, luego, cuando esté bien encajada y hasta el fondo, el turno del coño será para Miguel, quiero sentirme bien llena, tu, jefe, te dejaré seco con la boca, luego, haremos rotaciones previa recuperación, voy un momento al lavabo y vengo, no hagáis nada hasta que llegue.

Estuvo unos diez minutos y cuando regresó, nos dijo:

―Como hemos comido me temía que no estaba limpio, ahora lo tienes a punto para llenarlo.

Y dándose un cachete en el culo, se sentó en la cama y con el tarro de la crema deslizante al lado, cogió la polla de Max y empezó a chuparla otra vez.

―Quiero que Máximo esté al máximo.

Y se reía con la boca llena de Max, una vez el crío empezó a suspirar, lo soltó y con las manos llenas de crema masajeó el mástil que quedó reluciente de arriba abajo, luego con sus dedos aún untados de crema, los fue introduciendo en su culo, uno por uno y hasta llegó a ponerse tres bien juntos.

―Para hacer camino― Y se reía excitada ―Ahora separar la cama un poco de la pared para las piernas del jefe.

Dicho y hecho, ella se puso como antes, arrodillada en la cama con las manos aferradas a los barrotes y ordenó a Max que empezara.

―A ver, Max, enfoca, penetra sin aflojar pero con suavidad, no te precipites, sigue mis consejos, una cosa así no me ha enculado en mi vida y no deseo dolor, solo placer, quiero correrme a gusto y con ganas, cuando llegues a tope, me lo dices y te quedas quieto para que me adapte al mástil este, vamos, empieza.

Nosotros mirábamos aquel cilindro que Max con la mano deslizaba arriba y abajo a lo largo del canal para encontrar el ojo negro y centrarse en el, una vez encarado, apretó un poco para que el esfínter cediera y ¡¡oh!! maravilla, el capullo quedó engullido por él como si se lo hubiera tragado, un resoplido de ella nos indicó que la cosa empezaba, con aquella largura podría ser lento llegar a tope pero Max parecía un profesional, dos centímetros dentro, uno para tras pero sin pausa y decisión, ella se estaba poniendo roja pero solo exhalaba aire muy sonoramente.

―Sigue asiii, lo haces muy bieeeen, pero no pareees, te falta mucho?, me estas matandooo, me pone a fuego este vaivén que haceees, sigue, sigueee, la siento calienteee, me eeestá abriendooo las carneeees.

Ya había sobrepasado la mitad enterrada en el culo, pero aquello no parecía tener fin, que pedazo de polla, Dios.

Max paró con el vaivén y enculaba muy suave pero con firmeza, hasta que con una última embestida que hizo aullar a la enculada, llegó a la raíz del pollón, se quedó quieto y avisó.

―A tope, señora, ahora, lo que usted diga.

―Bravo, Max, estoy destrozada pero muy feliz y sobretodo llena, Miguel, te toca llenarme mas, ya sabes que hacer, métete ya, venga.

La impaciencia de sentirse embutida de pollas le hacía actuar como un sargento, todo eran órdenes tajantes y nosotros su tropa folladora, que espectáculo el Max clavado en aquel culazo y Miguel colocándose debajo y guiando la polla en dirección al coño hirviente.

―¿Has entrado ya?, estoy tan llena que no lo se ¡¡ahora!! poco a poco, niño, que hay otra ocupando mucho sitio y debes entrarme con cuidado, ve metiendo carne, ve metiendo, no pares, no parees, no pareeees, Dios, que gustazo.

―Como Max, a tope, preciosa mía, ¿QuÍ hacemos ahora?.

―Quietos, parados, ahora, tu, amor mío, súbete a la cama, ponte arrodillado delante mío con los pies fuera de la cama, así, así, muy bien, a ver, Miguel, cariño, cuando empiece a comérsela, pon la primera en tu polla, de acuerdo? Max, el vaivén de tu mortero tiene que ser total, o sea, sácala casi hasta que veas el capullo y la vuelves a hundir a tope suavemente pero sin miedo, el estuche ya está dado y no padezcas por nada, iré avisando del cambio de marchas, ya estoy mamanmmmm.

No tenía que mover la cabeza para mamármela, las embestidas de Max, largas de tiempo, debido a la longitud de su nabo, pero seguidas, hacían que su boca permaneciera a tope hundida en el mío y cuando Max tiraba para tras, se la llevaba consigo y casi se le escapaba de la boca.

―No dejesuaa!! que se salgauaa!!.

Al momento seguí sus órdenes y mi polla era la que se follaba a la boca, la sensación de mando y placer era bestial, sus ojos ya empezaban a soltar lágrimas y por la comisura de sus labios le resbalaba saliva.

Al cabo de un rato, abrió la boca, soltando babas y dijo, casi gritando:

―Mas de prisaaa, ir aumennnntando la cosaaaa, voy a llegarrrr.

Y volvió a enfundarse a mi hermano pequeño hasta la campanilla, yo, en la gloria, el ritmo se hizo intenso, los tres machos castigábamos sus agujeros, Max sudaba y sus ojos miraban al techo poniendo todo su ardor en las embestidas, al Miguel no lo veía, pero sus resoplidos iban en aumento, a ella le caían hasta los mocos y supongo que todo, lagrimas, babas y mocos iban a caer sobre Miguel pero los tres estábamos cabalgando a una hembra excepcional y valía la pena, vaya si lo valía.

Y lo que tenía que llegar, llegó, con un estrepitoso aullido de loba, tuve que retirar mi polla de su boca porque temía que me la mordiera, hice bien pues de esa manera, ella pudo explayarse en los múltiples orgasmos que tuvo.

El espectáculo desde mi posición era magnífico, la orgásmica había caído sobre Miguel, que también se había corrido, eso creo,  el cuerpo de ella se convulsionaba al ritmo de las potentes embestidas que aún le arremetía Max con todo su aparato enculado, lo sacaba y metía en toda su largura porque así se lo pedía ella.

―Maaas, Max, maaaaaas, no pareeeees, reviéeeentame, aguanta todo lo que puedaaas, pero no pares, por Dios no pares, por lo que mas quieraaaaas, aprieta fuerteeee, dame, dame por el culo, cabrón, hijoputa, dame, dame, aaaaah, lo que me vieneeee”.

Max la había alzado cogiéndola por la cintura y Miguel se había salido de debajo, yo, mantenía mi posición de espectador privilegiado, petrificado por la exhibición de poderío del chaval, la tenía asida por la cintura y sin sacarla del culo, la había arrastrado al borde de la cama y con un pié en el suelo y el otro en la cama, dejando los huevos colgando, le zumbaba una paliza al reventado culo, con un ritmo de biela que recordaba a las antiguas máquinas de tren de vapor viendo salir y entrar aquel pistón larguísimo, aún reluciente y espléndido, la musculatura del chaval se le destacaba en todo su cuerpo, brillante por el sudor y ella, resoplaba y gritaba, suerte que los gritos quedaban apagados al tener la cara pegada a las sábanas.

Los orgasmos se le sucedían uno tras otro y ya parecía una muñeca de trapo en las manos de Max, debido al vaivén que le imprimía al cuerpo de ella, era como si se follara a una muñeca hinchable, parecía no tener vida sino fuera por sus débiles quejidos de placer, aún recuerdo sus ruegos:

―Dame, dame, dame, no pares hasta que te corras, pero no te corras aún, aguanta, aguanta, hazlo por mí, fóllame, jódeme, mátame, destrózame el culo, tanto me da si no cago mas o no aguanto la mierda, pero no pares, por favor, no pares, mas, mas, me gusta sentirme enculada, me gusta que me den por el culo, aguanta, tu puedes, Max mío, tu puedes.

Parecía una letanía, de la manera casi ininteligible que lo decía, era como un susurro pero a Max le hacía un efecto especial, redoblaba el ritmo incansable y no me hubiera extrañado ver salir humo del culo, aquello tenía que estar ardiendo de tanto roce.

De pronto, Max, como si le saliera del fondo del estómago, empezó a emitir un sonido ronco que fue creciendo hasta que, envarándose y con una embestida hasta donde no llegaba puesto que clavó en la cama al cuerpo que enculaba, se corrió como una fuente abierta, las sacudidas de su cuerpo hicieron llegar la cama hasta la pared, ella pedía socorro a carcajadas de lo feliz que se sentía y también de lo liberada, pero aún tenía el cilindro de carne en su interior, cuando lo retiró pareció que descorchaban un tapón, - ¡¡¡Pam!!- Dios mío, el agujero del culo era un poema, un agujero enorme, igual que una madriguera de topo, en un momento empezó a salir como un arroyuelo de leche maximal que iba empapando las sábanas, le pusimos doblada una toalla del baño y quedó como con pañales, si hubiérais visto la cara de felicidad y descanso de la triple follada, Dios, que disfrute se corrió la guarrilla.

La acompañamos a la jacuzzi y nos metimos los cuatro para refrescarnos y recuperar fuerzas, ella aún estaba en una nube y casi no se enteró de que el chico se salía del agua y se vestía deprisa, la hora larga que estuvo con nosotros le debía hacer temer una bronca de su encargado, Miguel lo vió preocupado y le calmó diciéndole que tan pronto se fuera, el llamaría abajo, felicitando a la dirección por tener un servicio tan competente y servicial, que tranquilo, vamos, y diciendo esto, se levantó, se enrolló con una toalla y habló por teléfono delante del Max, ésta se lo agradeció y abrazó y cuando se despedía de nosotros dos, que aún estábamos en la jacuzzi, ella le dijo ya despejada y feliz:

―Max, me has hecho disfrutar mucho, volveré a este hotel y te buscaré, te lo juro por mi culo, ahora vacío pero servido.

Y nos despedimos con risas satisfechas, luego, ella me miró y arrimándose a mi, me buscó la polla por debajo el agua y al encontrarla miserable, me dijo:

―Esto hay que arreglarlo cuanto antes.

―¿No tienes bastante aún?― Le dijo Miguel

―Yo estoy servida por un tiempo, descansaré unos días y luego ya veremos, pero mi jefe sólo ha mirado el espectáculo, ahora el será el protagonista de la mamada mejor de mi vida, amor, siéntate al borde que vas a ver mi faena, quiero que disfrutes mucho, porque, supongo, que con tu horario de trabajo y mi faena, no nos veremos en mucho tiempo y voy a decirte algo, estoy empezando a cansarme de esta faena que hago, creo que voy a dejarla y no haré mas limpiezas de las casas, es muy duro esto de sacar mierda, suerte tuve de encontrarte a ti, que me has hecho tan feliz desde el primer día y desde la primera corrida, ésta tuya espero que no sea la última conmigo, pero de momento y teniéndote a mano, ahí voy, ya sabes que me gusta acabar yéndome con tu gusto en mi boca.

Y se tragó mi pollita

Verdaderamente se entretuvo a gusto conmigo, me chupó, me lamió, me succionó, no dejó rincón de carne y piel por lamer y chupar, huevo por huevo se los metió en la boca y lamió con un deleite jamás mostrado por ella, llegó a besarme y lamerme el ojete del culo, cuando me corrí en un orgasmo brutal, me metió dulcemente un dedo bien untado en el culo que hizo casi atragantarla de los chorros de leche que le solté, fue bestial mi corrida, me hizo gozar como nunca y siempre recordaré esta última mamada.

Nos despedimos con un largo beso de tornillo y regresé a casa, ella se quedó con Miguel en la habitación para recordar viejos polvos, el lunes empecé a trabajar y de ella solo supe que el viernes se despidió de mi mujer, que el problema, dijo mi mujer, sería encontrar una chica de faenas tan dispuesta como había sido la anterior.

Fue el verano más caliente vivido por mi, aún me masturbo pensando en ella..

Jaime

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