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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Lucía, una señora de buen ver
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Hola, no sabría como presentarme así que decido hacerlo de la forma más fácil. Soy una veterana seguidora y también colaboradora de La Página de Bedri. La descubrí hace años y he colaborado mandando recetas, fotos y a la sugerencia del propio Bedri me he animado a escribir un relato que pueda publicarse entre los “prohibidos”. Realmente no se si podrá llegar a tanto porque tampoco se que contar. Bedri me dijo que podía decir como soy o como me gustaría ser. También me dijo que podría contar algo que me hubiera pasado o que me gustaría que pasase. La verdad es que sin saber muy bien como me he puesto a escribir y he optado por hacer de todo un poco esperando que os guste a todos.

Soy una mujer normal y casada pero no voy a contar nada más. Mi edad me encuadraría dentro de las “maduritas” y según algunas de mis amistades de las de “buen ver”. He tenido la suerte de una constitución física que me ha permitido mantener un buen tipo y he practicado deporte de forma regular toda mi vida. Primero el baloncesto en el colegio de monjas y la universidad y el senderismo y la natación siempre. Estos deportes me han ayudado a mantener una silueta atractiva y no lo digo solo yo. Además, acudo regularmente al gimnasio. Soy, para que os hagáis una idea, una señora bien en bastantes aspectos.

Llevo el pelo largo, por debajo de los hombros ya que tengo la suerte de poder moldearlo a mi gusto sin mayor problema. Mi piel es clara y mis ojos marrones. Las tetas son normales, más bien pequeñas y gracias al ejercicio y a las cremas se mantienen casi en si sitio. Me gusta como se me ponen los pezones cuando me excito, se arrugan, se endurecen y apuntan hacia delante como los pitones de un toro. También cuando hace frío y tienen tanta fuerza que se notan incluso a través del relleno del sujetador.

Mi vientre está moldeado por el ejercicio, no se marcan los músculos pero no hay michelines ni piel flácida ni estrías.

Las caderas son algo anchas y el culo entrado en carnes. Ya no es aquel culito de mi juventud pero se moverlo para hacerlo realmente atractivo. Flojeo en piernas pero los muslos aún los mantengo en buen estado, sin apenas descolgamiento.

La parte del cuerpo que menos me gusta son mis píes pese a que tengo un ciber amigo que insiste en una cita para chapármelos. Son huesudos y demasiado grandes, especialmente los dedos. Tengo también otros ciber amigos que me piden citas para chuparme otras cosas, no creo necesario especificar cuales. No acostumbro a conceder ese tipo de citas, no solo porque no me gusta llegar a tantas interioridades con gente a la que no conozco si no porque además muchos de ellos son de lugares alejados, incluso miles de kilómetros. Nadie se da la paliza de un par de días en avión solo para echar un polvo con una desconocida a la que conoce por una presunta fotografía en Internet. Tendría que ser un gran polvo y no me atrevo a garantizar tanto.

Sin embargo si he concedido una petición a uno de esos ciber amigos, me depilé el coño. Una noche me hizo un alegato a favor de tal medida y a la mañana siguiente mientras me duchaba, tras admirarme en el espejo del baño me decidí. Unos días más tarde me hice una foto del coño sin depilar, realmente me hice varias porque es difícil hacerse fotos una misma de ese sitio y que salgan bien o al menos como yo quería. Luego llamé a una amiga que tiene un instituto de belleza, le expliqué lo que quería y le pedí consejo acerca del mejor método. Mi amiga no hizo preguntas, me recomendó la cera y me citó al día siguiente para encargarse ella personalmente. La experiencia me resultó un poco extraña, tumbada en la camilla, desnuda de cintura para abajo, con las piernas bien abiertas y mi amiga extendiéndome cera caliente por los alrededores del coño, me encontraba un poco incómoda. La depilación duró tiempo porque me la hizo con delicadeza y al mismo tiempo me iba explicando que estaba haciendo y como lo tendría que hacer yo en adelante. Quitar los pelitos de los labios de la vulva resultó algo doloroso pero lo que más me impactó fue cuando mi amiga me extendió la crema hidratante que se suele aplicar tras la depilación la cera. Ella estaba más turbada que yo sobre todo cuando dejé escapar una especie de suspiro, ella interpretó que de placer y era cierto, pero no placer sexual, era de gusto porque la crema estaba fresquita y mi amiga tiene las manos suaves y extiende la crema con delicadeza.

Cuando llegué a casa repetí la sesión fotográfica y esperé a la noche siguiente para que mi marido hiciera los honores como es debido a la nueva estética de mi coño. Desde entonces lo llevo así y la verdad que con bastante éxito. Gusta bastante entre quienes lo conocen. No es que sean muchos pero creo que son significativos. Le gusta a mi marido, a mi profesor de tenis, a mi entrenador del gimnasio, a un par de antiguos amigos y a un ciber amigo un poco especial. También les gustó a algunas de mis amigas , tanto es así que varias de ellas me han imitado y también tienen peladito el coño.

Aquel ciber amigo que me defendió la conveniencia de la depilación una noche en el Messenger fue el segundo en conocer el nuevo estado de mi entrepierna. Cuando volvimos a chatear y volvió a salir el tema le fui mandando fotos de la primera sesión. No me las había hecho todas desnuda, me había puesto una braguita blanca y me la había ido quitando hasta quedar sin nada y toda abierta. Abierta y peluda, muy abierta y muy peluda y algo húmeda. Me había excitado al hacerme las fotos. Mi ciberinterlocutor además de ralentizar las respuestas insistió en la depilación. Se hacía tarde y quedamos para una semana más tarde.

El día convenido nos volvimos a conectar y le envié las fotografías que me hice ya depilada, eran como las de la vez anterior, con la braguita blanca e igual de abierta pero más húmeda porque me había tocado un poco al hacérmelas y estaba muy excitada. También estaba muy excitada mientras chateaba.

Mi amigo me pidió verme por la webcam pero nunca la pongo con personas que no conozco personalmente y se lo dije. Estuvo un rato sin escribir nada y me propuso algo. Un día, el que yo eligiera y donde yo decidiera, nos encontraríamos para conocernos. Y eso sucedió. Un día que mi marido estaba de viaje quedé con mi amigo al que llamaré Víctor. Le fui a recoger al aeropuerto y le llevé hasta su hotel. Allí me propuso subir a su habitación. No es necesario decir que lo estaba esperando, que estaba tan excitada que mis pezones empujaban con tanta fuerza el sujetador que se notaban incluso por encima del suéter que vestía.

Al entrar en la habitación entré en el baño, me desnudé rápidamente, me lavé el coño, me puse una braguita limpia, la misma de las fotos y salí. Víctor dio un respingo cuando me vio, dejó lo que estaba haciendo y me abrazó con fuerza besándome con pasión y moviendo su lengua dentro de mi boca con ansia.

Cuando sus manos llegaron a las bragas le empuje con delicadeza para hacerle separarse y le pedí que se desnudara y se metiera en la cama lo que hizo rápidamente lanzando su ropa en todas las direcciones. Me subí a los píes de la cama y con voz artificiosa le pedí que prestara atención. Lentamente fui bajando la braguita y subiéndola con movimientos rápidos hasta quitármela del todo. la lancé lejos y avancé hasta quedar encima de su cara para lentamente ir doblando las rodillas hasta que mi coño acabó tocando su cara. Lanzó sus manos a mi cadera y un mar de saliva me inundó el coño, noté como nariz, lengua y dedos entraba y salía entre los labios de mi sexo. Calambres de placer comenzaron a recorrer mi cuerpo, desde la punta de los dedos hasta las mejillas que notaba cada vez más acaloradas. Notaba aguijonadas de increíble gusto que salían de mi coño expandiéndose por todo el cuerpo. Mis pezones estaban a punto de estallar y empecé a acariciarme las tetas con una mano, necesitaba la otra para sujetarme al cabecero de la cama. Sentí que me derretía, como a la humedad de la boca de Víctor se unía la humedad de mi vagina. Me estaba corriendo, era una corrida espectacular, rápida, abundante, placentera. Me dejé llevar y cuando me di cuenta estaba ensartada en la verga de Víctor y moviendo el culo como su fuera el mismísimo Richard Gere quien me estuviera follando. Víctor y yo nos corrimos al tiempo, hacía tiempo que no gritaba tanto al follar. Hacía mucho que no disfrutaba tanto con un polvo. Aquella mañana dejé de tener coño para tener una fuente, entre los jugos de mi corrida y el semen que Víctor me había dejado dentro, un volumen importante de fluidos se escurría entre los labios de mi vulva y continuaban por la polla ya en retroceso para deslizarse entre las nalgas de Víctor y empapar las sábanas.

Acabé agotada y me dejé caer a un lado de Víctor y lo observe mientras se dormía, también agotado. Es un chico joven, no llega a la treintena, moreno, no muy alto, bien formado, manos fuertes, polla fuerte, sabe follar, me lo ha demostrado. Se ha dado una buena paliza de avión desde el otro lado del océano para verme el coño afeitado aunque los dos sabíamos, y vosotros también, que era para echar un polvo. Se había portado bien y no sería uno solo, al menos en esta ocasión.

Nos dormimos los dos y cuando me quise ir el se despertó y me pidió otro polvo, le dije que si, que me colocase como el quisiera. Me puso a cuatro patas se sujetó a mis tetas, sus dedos tropezaron con mis pezones e hizo un comentario acerca de su dureza, los dos nos reímos. Con un movimiento firme me la metió por el coño ya húmedo. Me decía cosas llamándome por el Nick, yo le pedí que usara mi nombre de pila, mi nombre real. Víctor hizo lo mismo. Follamos como energúmenos, moví el culo como una loca. Me corrí como nunca. Víctor tardó algo más y esperé por él. Me gustó esperar, me excitó muchísimo sentir como se volvía a correr dentro de mí. Como disfrutaba follándome.

Entré en el baño para lavarme y me quedé un rato mirando los chorros que corrían desde el coño por mis muslos, casi hasta las rodillas. Víctor entro y me comenzó a magrear las tetas mientras acordábamos que al día siguiente le recogería para llevarle de vuelta al avión.

Al día siguiente subí directamente a su habitación, me desnudé o más bien me quité la gabardina, solo me había puesto eso de lo excitada que estaba. Víctor me miró y me dijo que esta vez fuera yo quien propusiera la postura, me puse en el medio de la cama, boca arriba, con las piernas bien abiertas y los brazos doblados por encima de la cabeza. Víctor me comió desde la boca al coño, nos besamos con ternura. Chupó los pezones hasta que me dolieron de lo duros que se me pusieron. Me mordisqueó la barriga. Lamió el coño hasta que el clítoris quiso escaparse de puro placer. Sentí casi un desmayo de puro gusto cuando lo apresó entre sus dientes y me dejé llevar por un lujurioso placer mientras lo chupeteaba suavemente con sus labios. Notaba como mi corrida se mezclaba con su saliva y deseaba que el tiempo no pasara nunca, que aquel avión no saliera. Víctor buscó mi boca al tiempo que me volvía a ensartar y comenzaba lentamente a moverse, metiendo y sacando su polla de mi coño, con suavidad, con ternura, como si tampoco quisiera acabar. Poco apoco comencé a sentir una cascada de orgasmos, primero cortos, rápidos, breves, casi fugaces. Cada vez más largos, más intensos, más continuos hasta que no hubo pausas y se fundieron todos en uno solo, inmensamente placentero. Un orgasmo con mayúsculas, de esos de las películas, de los que siempre soñé, de los que siempre perseguí y que por fin encontré en la habitación de un hotel de parejas con un chico bastante más joven que yo y que vive a miles de kilómetros de mí.

Los orgasmos se fueron yendo poco apoco, como llegaron, y me quedé mirándolo. Me moví apara colocarme, me abrí más para que me la metiera mejor, me besó y tuvo su orgasmo que por los gemidos y los movimientos también fue muy intenso.

Nos quedamos tumbados sobre la cama unos minutos. Víctor se ducho, yo me aseé un poco y me puse la gabardina. Nos dimos un abrazo y nos besamos frenéticamente antes de salir de la habitación.

Durante el trayecto hicimos algunos planes. Al llegar al aeropuerto, el avión de Víctor salía con retraso, teníamos media hora más. Nos metimos en los servicios públicos, lo teníamos fácil, solo tuve que quitarme la gabardina. Víctor bajó el pantalón y follamos de píe, de una forma salvaje, casi animal, como si fuera la última vez. Os puedo decir que solo sería la última de ese día. Mi orgasmo llegó muy rápido, estaba sobrexcitada, tanto que tuve que ahogar mis gemidos para que no nos delataran ante los demás usuarios del aseo. Víctor seguía en erección sin correrse así que me agaché y empecé a besarle y chuparle aquel hermoso pene que tanto gusto me daba. Tenía también sabor a mí y me gustó. Cuando se corrió dejé caer su semen sobre mis tetas aunque luego supe que le hubiera gustado que me lo dejara en la boca. Pero eso lo sé ahora. Se que le gusta mucho correrse dentro de mí y eso me resulta morbosamente excitante.

Se nos hacía tarde y Víctor salió rápidamente del servicio. Yo esperé unos minutos más que aproveché en limpiarme.

Regresé a casa, me duché, me hice una foto desnuda y se la mandé a Víctor por e-mail. Esta vez la foto era de cuerpo entero aunque sin cara. Luego nos vimos en más ocasiones por la webcam y al natural. Él vino más veces y yo fui en una ocasión que coincidió un viaje de mi marido al que acompañe hasta allí pero que aproveché para follar con mi buen amigo Víctor.

De otras cosas y otros hombres, de mi entrenador del gimnasio, de los chicos de la piscina o de mis viejos amigos puede que os hable otro día. No se si hacerlo, todo depende si os gusta lo que os he contado.

Lucía S. B.

 

 

Lucía

Lucia es, como bien dice ella misma, una señora de buen ver, culta y atractiva sabe lo que quiere y como conseguirlo. El sexo es uno de los aspectos de la vida que no le es ajeno ni tampoco le resulta indiferente. Tiene amigos con los que goza en la intimidad.

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