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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
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Estoy ante la puerta indicada, es una puerta de vidrio opaco pero hay luz adentro. Debo seguir sus instrucciones así que llevo puesto un vestido, bragas, sin sujetador, y un abrigo. Tengo que esperar hasta las veintidós horas, llamar a la puerta y esperar dos minutos antes de entrar.

Son las diez de la noche en punto y llamo con los nudillos. La luz se apaga, espero los dos minutos y entro. Está muy oscuro y no veo nada.

Oigo una voz suave decirme― cierra la puerta detrás de ti y enciende la luz con el interruptor que está a tu derecha.

Lo hago, miro en la dirección de donde viene la voz y la veo allí, sobre un sofá negro. Está completamente desnuda descansando sobre un codo con las piernas dobladas una contra la parte posterior del sofá, la otra sobre el asiento. Es bella, muy bella, con un hermoso cabello de color rojo, la piel de una luminosa blancura de gran belleza, ojos avellana que no dejan de mirarme y un espléndido vello rojo que la cubre entre las piernas.

Me quedo allí un momento intimidada y aturdida.

―¡Está bien! ―dijo ella mientras ríe ― no seas tímida y acércate. Quítate tú misma el abrigo.

Me quito el abrigo y me acerco buscando donde colocarme, veo delante del sofá un cojín colocado delante de ella.

―Si, ponte ahí y así tendrás mejor punto de vista ―vuelve a indicarme

De hecho tengo mi cara a unos escasos cincuenta centímetros de su hermoso coño cerrado por dos grandes labios marrones. Con dos dedos los aparta mostrándome su clítoris preguntándome si me gusta. Le contesto afirmativamente con un tímido y apocado susurro.

―Todo esto es tuyo para nuestra primera noche, mira todo lo que quieras, pero comer también puedes.

Me puse de rodillas y me acerqué poniendo la punta de mi lengua en su clítoris y lo lamí suavemente y también a los dedos que sujetaban sus labios.

Ella se deja deslizar suavemente hasta poner sus nalgas en el borde del sofá, poniendo sus pies al lado de sus nalgas y separando sus rodillas al máximo. Siento con mi barbilla que su coño se abre, me retiro un poco para verlo. Coge mi cabeza con ambas manos y la arrima a su coño pidiéndome que continúe y que también lama su ano. Obedezco y utilizo mí, boca, mis labios y mi lengua, y mi nariz para ir de arriba abajo con una mano en el interior de uno de esos muslos mientras que en el otro comencé acariciando la entrepierna sobre mis bragas ya mojadas.

En ese momento me dijo ―Espera, vete a mi habitación completamente desnuda y empieza a acariciarte, quiero verte hacerlo.

Me desnudo y subo, y al entrar en su dormitorio entresuelo, me doy cuenta de la impresionante colección de juguetes que tiene sobre una gran mesita de noche. Me acuesto y comienza a acariciarme girando dos dedos sobre mi clítoris deslizándolos en mi coño.

Ella llega hermosa apareciendo impresionante por la puerta que recorta al contraluz su espléndida figura su cabello muy largo que brilla en la luz detrás de ella. Trae una botella de vino blanco en una mano y dos copas en la otra.

―Continúa mi bella, que eso te hará disfrutar antes que yo ―me dice mientras que coloca los copas y la botella en la mesita de noche.

Yo continuo masturbándome mientras ella se mantiene de píe contemplándome.

―Ni me besaste cuando llegaste ―me reprocha.

Se agacha y me da pequeño beso en mi boca, luego me sujeta la cabeza con una mano y me besa en la boca comiéndome la lengua.

Sirve un poco de vino y me entrega una copa indicándome que beba rápido para continuar con lo que estaba.

―Continúa ―dice mientras se sienta entre mis piernas―tienes disfrutar por ti y por mí. Acelero mis movimientos mientras la miro, veo que ella tiene ojos solamente para mi coño.

―Más rápido, más fuerte ―me anima incansable.

Siento que me viene el orgasmo, siento que me viene muy rápido.

Me encanta tu coño mi hermosa.

Estos estímulos y caricias cada vez más rápidos e intensos rápidamente dan el resultado que ambas esperamos. Me gusta, y no sé cuál de las dos grita más fuerte. Entonces ella mientras me lame el coño me dice no te he probado aún.

Ella se desliza sobre mí y me miramira estoy toda mojada me dice y me abraza besándome impetuosamente.

Apenas recupero mi respiración se levanta repentinamente y sirve otras dos copas. Bebe la suya de un solo trago, me alarga la otra y hago lo mismo. Le devuelvo la copa vacía que deja sobre la mesita junto con la otra y se sube a la cama otra vez. Se coloca sobre sus rodillas apoyando la cara en la almohada, con culo levantado al aire, separando sus nalgas con ambas manos diciéndome ahora, déjame disfrutar.

Me coloco detrás de ella y comienzo con la punta de la lengua para acariciar el pequeño agujero. Veo que se está divirtiendo contrayendo su esfínter y aflojándolo mientras se ríe. A continuación, acompaño sus movimientos con mi índice, volviéndolo un poco cada vez que su pequeño agujero se relaja y tiro de él en cada contracción. Pongo mi pulgar en su clítoris y con la punta de mis dedos justo en frente de la punta del pulgar empiezo a hacer movimientos circulares presionando y soltando. Mientras, continúo con las caricias deslizo mi lengua en su ano un poco abierto y dejó allí un poco de mi saliva cada vez que paso la lengua. Con mi otra mano me acaricio entre los muslos al mismo ritmo que lo hago con ella.

Oigo sus suspiros de goce, siento que su placer se eleva como el mío y entonces acelero los movimientos de mis dos manos. Suena el chapoteo de nuestros dos coños empapados y como nuestros embriagadores aromas nos enloquecen. Siento que su vagina se contrae haciendo mis manipulaciones más difíciles. Entonces vuelvo a acelerar de nuevo.

―Ella disfrutará y yo también ―pienso para mí.

Las contracciones de su vagina me hacen cada vez más difícil mover los dedos dentro de ella. Noto como sus jugos fluyen a lo largo de mi mano y cómo los músculos de sus nalgas se endurecen.

Deslizo mi dedo anular en su culo al mismo tiempo que la hago disfrutar en su coño. La siento estremecerse y pronto la acompaño. Y allí estoy con mi cabeza echada hacia atrás y mis dedos todavía en su cuerpo mientras nuestros dos cuerpos todavía se estremecen con los últimos espasmos de nuestros órganos compartidos.

Nos tumbamos entrelazadas la una contra la otra. Nos abrazamos durante un largo tiempo hasta que me duermo entre sus brazos.

Anónima mujer

Otro relato ...




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