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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi primera vez
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Esto fue en un verano en dos mil quince yo tenía dieciséis añitos. En mi casa solo estábamos mi hermano,  la novia de él y yo.

Mi hermano mayor cumplía años así que para la noche vendrían todos sus amigotes para festejar juntos. Su novia para no sentirse sola invitó a una amiga, su mejor amiga, se llamaba Agustina.

La amiga llegó temprano, pues no era de la misma ciudad y pasó la tarde en casa. Mi hermano se iba a hacer unas compras cuando yo llegaba del colegio. Justo ellos le explicaron a ella que yo era el menor de la casa y que ellos ya regresaban. Ella les dijo que no se preocuparan, que ella se encargaba de cuidar la casa y de cuidarme a mí y logré escuchar una sonrisita traviesa. Yo solo escuché eso desde mi cuarto, así que un poco nervioso porque ella estaba en la sala mirando televisión sola. Me fui a tomar un baño, tenía mucha intriga de saber quién era la chica que me estaba cuidando, yo no necesitaba cuidado, seguro que lo había dicho con alguna intención.

Terminé mi baño y me fui sin remera a llevar la ropa a lavadero cuando me crucé a la chica.

—Hola.

—Hola.

Nos saludamos y me acerqué para besarle en la mejilla. Luego me retiré como a continuar lo que estaba haciendo.

Luego que ya no tenía más nada para hacer decidí ir a relajarme a la sala y tener algún tipo de charla con ella. Yo estaba muy nervioso mientras me presentaba, pues ella vestía un short muy ajustado que resaltaba un culo bastante grande, unas piernas bien gruesas, una cadera buen moldeada, rubia con labios carnosos y naturales. Piel clara y de más o menos un metro sesenta de altura.

No lograba concentrarme y ella lo notaba. Decidí cambiar, de un momento a otro sentí un cambio en mi, estaba más suelto, y ocultaba con perfección el chico estudioso y recto que nunca hacía nada malo, en ese momento mi mama llamaba al teléfono preguntando si estaba todo bien y si necesitaba dinero, la cual respondí presumiendo frente a ella que si estaba todo bien y que ya tenía suficiente dinero. Pues no recuerdo de donde pero yo estaba bien económicamente. Ella sonrió y se burló de como le hablaba a mi mamita. Quise presumir más ya que ella no creo que se fijase en un chiquito de mamá como yo y fui a comprar bebida anticipando lo que tomaría en esa noche en la fiesta.

Le traje un bombón siendo todo caballero y Agustina sonrió y empezamos hablar de la vida mientras trago tras trago, sentía que la estaba seduciendo y no lo podía creer como una chica de su edad cedía y sonreía. Pero se le notaba que era bastante ligera y ya tenía mucha experiencia por lo que me estaba contando. Era una chica un poco rebelde aunque no parecía.

Luego de un rato llegó mi hermano con su novia, sorprendidos de lo que yo había hecho, pues yo solía demostrar mucha timidez y soledad siempre y ahora me encontraba hablando íntimamente con su amiga Agustina. Luego se pusieron a preparar la fiesta en cuando llegaron los amigos de mi hermano. Cenamos todos juntos y bebimos. Entre eso empezaron hablar y la novia de mi hermano se enojó muchísimo por un comentario y se fue con su amiga a mi cuarto a mirar la televisión, ya que mi cuarto y la sala eran las únicas que la tenían. Yo me aparté de la charla también y llevé algunas bebidas conmigo para mi cuarto cuando las encuentro bebiendo y riendo animadamente. Me uní a su charla y seguí bebiendo.  A mí de joven ya me gustaba mucho beber y no tenía mucho efecto por más que bebiera. Eso me dejaba en ventaja. La novia de mi hermano se empezó a sentir mal. Todos los amigos de mi hermano se fueron y mi hermano y su novia se acostaron. Yo luego de haber despedido a todos y beber un rato a solas me metí en mi cuarto y allí seguía ella, Agustina, sentada en mi cama mirando televisión. Me senté y continuamos la charla que habíamos dejado antes y decidimos seguir bebiendo. La miré fijamente a los ojos sonriendo y ella también y me preguntó porqué que la miraba tanto. No le dije nada y se acercó, me agarró del cuello y me comió la boca. Yo solo había dado besos pero no como esos, me metió la lengua suavemente por toda la boca buscando mi lengua, se podía ver lo atrevida que podía ser solo con esos movimientos de lengua , pero eso fue lo de menos en aquella noche. Su lengua se movía junto con mi tímida lengua que poco a poco fue soltándose dejando lugar a un momento muy placentero. Ya era momento de dar el siguiente paso, mis manos estaban rodeando su cuerpo sin que yo supiera.

Ella ponía la delantera y sumergió su mano en mi boxer y empezó a tocarme. Lo disimulé bastante y actué como si fuera natural para mí. Fue tan fuerte el momento que me deje empujar a la cama por ella que se abalanzó sobre mí. Su pelo formaba un perfecto límite entre la habitación y nuestras caras haciendo una barrera para no dejar de besarnos. Ella me pidió que me pusiera cómodo, se enderezó, me bajó un poco el boxer y me empezó a masturbar con sus dos manos. Yo estaba en la gloria, el solo verla como hacia aquello con tanto entusiasmo ya era gratificante. Arrodillada sobre mí, seguía haciendo aquello con sus dos manitas, yo solo disfrutaba y sonreía. Me preguntó si tenía protección. Mi hermano me había anticipado, como si supiera lo acontecido, y aconsejó que la protección se encontrarían en el tercer cajón de mi mueble. Y así fue, había muchos. Ella sonrío al verme como sacaba esos condones y me colocó uno. Mi polla estaba que reventaba entonces se abalanzó de nuevo en busca de mis besos y me susurró si quería que la cogiera. ¡Si, que la cogiera! Estaba sorprendido de haber llegado tan lejos y sin esfuerzo, no lo merecía, le confirme que si y ella se acomodó un poco más arriba, se sacó su apretadísimo short vaquero. Quedó en tanga blanca, se puso de espaldas hacia mi dejándome ver todas sus piernas como se arrodillaba nuevamente sobre mí, ¡Dios! aquella vista era sorprendente

Se hizo a un lado su tanga y comenzó a frotar mi pene por sus labios carnosos, jamás olvidare esa sensación a punto de penetrarla. Cuando en un momento siento como mi pene se sumergía y se me erizó toda la piel y noté que a ella también, todas sus piernas y cintura se habían erizado. Luego de subir y bajar cuidadosamente y cuidarme de cualquier imprevisto, me miró por encima de su hombro y me preguntó con su mirada como diciendo preparado para un poco de adrenalina, y empezó a moverse como toda una experta. Ya no sabía si portarme amable ya que no la conocía demasiado y decidí poner mis manos en su cadera para acompañar aquel vaivén. Repito, seguía en la gloría, percibiendo todo tipo de aromas y sintiendo su cálido interior con mi dilatadita polla. Sentí que debía hacer algo por ella así que la sujete fuerte y la levante bruscamente y la tiré sobre la cama como pude y con su ayuda y me acosté sobre ella. Con una mano acomodé mi polla para nuevamente seguir en el proceso y otra mano apoyada en la cama a un lado de su rostro. Seguí penetrando y ella esta vez gimió suavemente, sentía su respiración muy fatigosa y no me aguanté a clavarle un beso. Suavemente dejé de penetrarla y empecé a descender con besos y mordidas hasta llegar a su vientre. Ella dijo con voz muy suave —No lo puedo creer que lo vas hacer, sos un atrevido, comémela suavecito.

Solo sonreí y seguí mi proceso hasta apoyar mi nariz justo en frente a su tanga la cual retiré con ayuda de ella. Tenía una concha depiladita, ligeramente empecé a dar lenguetazos y a hundir mi lengua en su húmeda cavidad. No sabía si hacia bien haciendo eso pero lo estaba haciendo. Luego de un par de gemidos me dijo que dejara de hacerlo porque era frágil y se estaba por venir. Tomó mi pene y me sacó el condón estaba muy húmeda mi polla lo que le facilito continuar como al principio y frotar mi pene con sus manos. Tan ligero fue que me hizo venirme, ella sonrió y me clavó un beso,

Estaba muy cansado pero decidí ir a lavarme luego que salí, ella entró al baño también estaba poniéndome mi remera y mi boxer cuando ella salió, se sentó a mi lado y me pregunto si podía dormir conmigo,—Desde luego —le conteste.

Se acostó y yo apague la luz, la televisión y me acosté justo detrás. Acomodó su espalda en mi abdomen, me sujeté de las tetas y dormimos bajo las mismas sabanas. Al otro día me levanté antes que mi hermano y quedamos como si no hubiera pasado nada en esa noche.

Llegada la tarde mi hermano fue a visitar a un abuelo, a eso de las tres, y quedamos solos de nuevo. Yo estaba sesteando por la resaca de la noche, cuando escuché que se retiraban y que la puerta de mi habitación se abría, miré para ver quién era y era ella, Agustina. Sonriendo me pregunto si me había gustado lo de anoche y le dije que me fascinó. Me preguntó que si quería seguir lo que no pude terminar —Lo de comerte la... —le pregunte si terminar, ella dijo que si con una voz muy picarona. Entonces se bajó el short. No llevaba nada, se tiró entregada en la cama con sus piernas muy abiertas lo que simplemente me arrodillé y empecé a darle besos casi chupones en su concha. No me gustaba mucho hacer eso pero veía que ella disfrutaba mucho. Me dijo que no parara, ya se movía demasiado cuando noté un gusto diferente a la saliva que abundaba y gimió muy fuerte, yo me lo acabé todo y seguí pero esta vez al ritmo de sus manos que se encontraban en mi cabeza. Un ritmo más suave y lento, ella me dijo, —Sos un degenerado, seguí chiquito, seguí que te como todo—

Apretó sus piernas fuertemente en mi rostro, yo no sabía qué hacer. Forcé para que me liberara y lo hizo, me preguntó si quería cogerla de nuevo, le dije que sí y así fue, luego de hacerlo por segunda vez ella me preguntó si podía fumar un cigarrillo en mi cuarto, le dije que no era problema. Me preguntó si me había enamorado de ella y le contesté que no y ella sonrió y me dijo que para la edad que tenía lo hacía muy bien.

Y en eso llega mi hermano y nos pilla a los dos pero no hacíamos nada malo solo mirábamos televisión y nos tomó un poco el pelo. Ella se aprontó para irse ya que no es de aquí y yo la acompañé, se despidió con un beso de lengua muy profundo y me dijo que nos volveríamos a ver. Solo sonreí y hasta ahora no he sabido nada de ella, luego de unos dos años, hasta hace unos poco días que la vi. en la calle de su ciudad, iba con una compañera, me miró, sonrió y siguió su camino. Siempre que puedo paso por esa calle esperando verla y largarnos a platicar.

Anónimo.

Otro relato ...




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