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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Nipona 3
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Entrando al cole me parecía sentir en mis nalgas el rebote de las bolas del abuelo, el sabor a su leche en mi boca y para completar, el enojo de una de mis hermanas, de apodo chona, por tener dinero para el recreo. Le expliqué que el abuelo me había lo dado por haberlo cuidado y decidí comprarle algo para sus antojos y enojos.

Esa noche, volví a casa y mamá me regañó por aceptarle el dinero. Le expliqué que me había negado y él había insistido.

A la noche mi hermana chona me preguntaba una y otra vez como era el viejo, por abuelo, y si tenía novia o algo así. En susurros me dijo que a los hombres mayores le gustan las jovencitas y que ella tenía un amante, de casi 60 años, con el cual estaba hacía mucho tiempo. Sonreí de forma cómplice y quedé asombrada por su confesión. La chona era muy boca sucia pero siempre pensé que solo era lo que llamaban puta de palabra.

Esquivando mi hermana, a veces pasaba por la casa de él, más que nada hambrienta de sexo el cual era satisfecho por mi "novio" quien se ponía cada vez más chanchito y solía sorprenderme con poses y lugares de la casa donde poseerme. Me hacía la cola en la cocina y me tocó una mamada arrodilladla mientras él veía fútbol sentado en un sofá.

Un día me dijo teníamos que hablar seriamente― Te necesito... ―empezó― Tengo un amigo que te ha visto y necesita conocerte, le gustas mucho y muere por estar con vos en una cena o almuerzo, le juré que vos irías ―Quedé como turbada, el mundo se empezaba a ensanchar aunque podía negarme. Le pregunté cómo era a lo cual contestó que era de su edad, pero mejor vestido y de excelente vida con muy buen trato, generoso y que no estaría mal que lo conociera.

Dudé muchísimo y una vez me decidí almorzar con mi admirador. Me pasó a buscar en un auto de esos soñados, cuando subí creo no pude simular el impacto negativo que me produjo, era gordo, de bigotes, pelado pero con un aura de autoridad que envolvía.

Fuimos a un excesivo lujoso restaurant y me costó leer el menú a lo cual mi acompañante me ayudó. Fue una comida deliciosa, no sabía que existían esos sabores y el postre era exquisito. A partir de ahí me empezó a no resultar tan desagradable mi invitador.

Cuando salimos íbamos a las risas y de retorno a la casa del abuelo fue un ambiente muy agradable dentro del auto. En un semáforo reparé en unos muñecos de un vendedor ambulante y me compró casi todos ellos. Estacionó a la vera de la avenida no recuerdo con qué excusa y cuando me miró supe que se lo debía... Me recosté esperando su llegada, cerré los ojos, abrí la boca y una lengua, rasposa, húmeda, pesada y babosa me invadió la boca. Fue un beso repleto de sexualidad con sus manos yendo por mi cuerpo sin límite alguno. Solo cuando dejé de sentir sus bigotes y lengua en mi boca abrí los ojos y como implorando dije―Estoy pronta ―Fui yo la que con mi voz a mi muy especial manera le pedí que me usara.

Cuando entramos a la habitación del hotel, quedé fascinada por la misma. La música, la tele, el jacuzzi y el acercamiento de ese hombre. Entonces me besó con mucha dulzura, suave, despacio pero intenso, casi como adorándome y sus manos se mostraron cálidas y lentas. Por momentos me sentí poseída y en otros idolatrada. Era curioso, pero ese hombre me trasmitía algo que no entendía en mí.

Me penetró sin pedirme que se la mamara y fue cuando posó sus labios sobre los míos para empezar a moverse con una lentitud que denotaba el placer que sentía al penetrarme. Sus empujones empezaron a ser más frenéticos y entendí que iba a eyacular, lo tomé del cuello para besarlo más profundamente murmurando― ¡Dale papi, dámela!

― Niponita...te amo ―Era la primera vez que me lo decían y lo sentí muy sincero lo cual me generó algo de miedo. De regreso dijo que quería verme de nuevo, que era una mujer impagable que lo había hecho sentir muy bien y revivir en su vida sexual.

Al llegar a la casa del abuelo no tuvimos problema en chupetearnos las lenguas de nuevo ya que el auto era muy polarizado― Chau mi amor. ―fue su despedida y entré a la casa pensando en esa vibración que había sentido mi cuerpo y que era tan similar a la voz de ese tipo feo pero muy galán.

Nipona

 

 

Mi Nipona

Esta es la historia de la relación que surge entre una joven, Nipona, y su medio abuelo, el viudo segundo marido de su abuela.

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