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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
No sé quien es
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El día comenzó con el habitual viaje en cercanías que como todas las mañanas iba lleno hasta los topes y viajaba de pie, agarrándome a las barra y manteniendo el equilibrio mientras leía el periódico del día. De repente comienzo a notar que mis pezones se excitan y traté de ignorarlos pensando que se trataría de deseos sexuales no satisfechos.

El tren dio una sacudida y lo que noté fue calor en el pecho. Bajé la mirada y vi a un hombre fornido, de poco más de metro y medio de altura pero de constitución musculosa, con su lengua contra mi camiseta lamiendo mis pezones muy levemente. Aparenté no darme cuenta por miedo a hacer una escena y también porque si me apartaba, se notaría que mi pezón derecho estaba completamente endurecido y enhiesto como nunca, podría levantarse casi dos centímetros, los tengo muy largos.

El desconocido tenía su ojo casi cerrado, solo lamiendo mi largo pezón, así  que me alejé y ajusté mi pecho para evitar que la sensación empeorara. Pensé en decírselo cuando bajase del tren pero pensé que sería hipócrita, ya que realmente fue agradable.

Me pasé el resto del día muy excitada y tuve que irme al baño para tocarme el coño y apretarme y chupar mis pezones.

De regreso a casa, me senté en el tren pero luego vi que al desconocido que se situaba junto a la puerta, así que usé la excusa de ceder mi asiento a una mujer mayor y me acerqué para fingir un tropezón y presionando sobre su cara colocar mi pecho con los pezones endurecidos contra sus labios.

Pareciera que lo esperaba porque dio un bocado rápido y mantuvo su labio cerca de mi pecho y lamió mis pezones. Utilicé la revista  para ocultar lo que me estaba haciendo. Apartó el escote de la camiseta y se metió mi grueso y largo pezón en su boca y lo lamió con tanta habilidad que mi coño empezó a palpitar sin que nadie lo tocara.

No nos dijimos nada porque no hacía falta y mi coño estaba realmente húmedo. El desconocido se detuvo varias veces en las paradas de las estaciones, mientras los pasajeros subían y bajaban. Eso alargó la chupada y comencé a desear que el desconocido me follara aunque no quería parecer que estaba desesperada.

Cuando el tren frenaba en mi estación, soltó mi pezón y cuidadosamente lo volvió a colocar en su sitio bajo la ropa. Me bajé del tren y lo miré decepcionada porque no se iba a bajar pero en el último momento, cuando las puertas comenzaban a cerrarse, de un brinco se apeó y comenzó  a seguirme a cierta distancia por las escaleras mecánicas. Cuando llegué a mi apartamento, comprobé rápidamente que mi novio no estaba allí y dejé la puerta abierta. Escuché que se cerraba la puerta principal y allí estaba el desconocido, me moví muy cerca de él, como en el tren, y él comenzó a lamerme y chuparme los pezones. Jugaba con mis pezones y con mi pecho con total delicadeza. Me acerqué apretándome a él y noté la dureza de su polla. Noté el bulto grueso y largo mientras le acariciaba por encima del pantalón.

Me empujó contra la pared, me bajó los pantalones y las bragas, se bajó los suyos y me metió la polla con fuerza. Pero su boca no abandonaba mis pezones que cubría con lametones y succiones.

Me jodió y se corrió en mi coño hasta cuatro veces, la primera contra la pared del pasillo. Luego nos fuimos a la cocina  y lo hicimos a lo perrito, después lo hicimos sobre el sofá y finalmente otra vez en el pasillo. Después de que se hubiera marchado me fui a la ducha y bajo el chorro de agua caliente y pensé lo imprudente había sido al follar con un completo desconocido y n mi propia casa.

Mi novio llegó a casa un rato después y me dijo que estaba cansado, pero que podríamos hacer el amor al acostarnos si yo lo deseaba. Yo pensé para mí misma que ya no lo  necesitaba, que estaba muy satisfecha.

Desde entonces nos vemos una vez a la semana pero no utilizamos nombres, solo me chupa los pezones y follamos desesperadamente duro.

Bailarina

Otro relato ...




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