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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Orilla de un lago
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Llegó el momento de hacer un alto en el camino. Llevábamos varias horas en la canoa y necesitábamos un lugar donde estirar las piernas y relajarnos antes de continuar nuestro viaje. Tenía un cesto lleno de pescado fresco para el almuerzo y sólo necesitábamos un lugar en la para hacerlo.

Hacía años que mi esposa Anna y yo hablábamos de hacer aquel recorrido y por fin habíamos encontrado el momento de hacerlo. Tras unas pocas horas en coche y un corto porteo estábamos en el agua. El primer lago lo cruzamos rápidamente y luego remontamos lentamente un arroyo, poco profundo y lleno de maleza, hasta el segundo lago. Pasamos el día navegando pescando, y acampamos en la orilla antes del anochecer.

Los campos de cultivo abiertos se habían convertido en el bosque. Marismas, pantanos y lagos se extendían entre la extensión cubierta de abetos, pinos y alerces. La abundancia de vida salvaje nos proporcionó muchos encuentros, incluyendo un alce, gansos, patos, búhos e incluso un oso solitario que nos observaba desde lo alto de la orilla rocosa del lago.

Salimos al amanecer para navegar por un lago largo y estrecho con una escarpada costa rocosa y aguas increíblemente claras. La ausencia de brisa facilitaba remar, pero el calor del sol empezaba a hacer mella y empezamos a buscar un lugar apropiado para parar.

Anna señaló una pequeña isla en medio del lago. La orilla era rocosa pero tenía zonas abiertas que parecían accesibles. Cuando nos acercamos, señaló un pequeño afloramiento rocoso― Hay un pequeño punto plano junto a esa roca ―dijo― Parece perfecto.

Nos acercamos y encontramos una buena orilla plana cubierta de hierba. La zona ofrecía espacio más que suficiente y algo de sombra. Rápidamente nos preparamos y cocinamos nuestra pesca, disfrutando del pescado fresco mientras admirábamos el cielo azul sobre nosotros.

― Eh, ¿os importa si nos unimos a vosotros? ―gritó una voz.

La llegada de otra canoa fue una sorpresa, dado lo apartado del lugar en el lago. Dos hombres nos saludaban y les hice señas para que se acercaran― Claro, aquí hay sitio de sobra.

Les ayudamos a desembarcar y nos presentamos― Soy Jean y esta es mi mujer, Anna.

― Yo soy Niko y este es Daniel ―anunció el alto rubio.

― Qué bonito es todo esto ―exclamó Daniel.

Explicaron que habían regresado tras una visita anterior. Estaban de vuelta y no habían visto a nadie en los últimos cinco días. Compartimos nuestras capturas y hablamos del viaje mientras nos relajábamos.

― Necesito un baño ―anunció Niko mientras se levanta y se quitaba la camiseta. Se quitó los pantalones y sonrió tímidamente mientras se quedaba en calzoncillos. Daniel hizo lo mismo.

Vi cómo los ojos de Anna exploraban los cuerpos esbeltos y musculosos de los jóvenes, de pie bajo el sol. Su expresión revelaba aprobación y esbozó una leve sonrisa cuando Daniel se despeinó el pelo castaño claro.

― Si quieres, también puedes quitarte los calzoncillos―le dije― No somos tímidos.

Los dos se miraron, sonrieron y se bajaron los calzoncillos. Anna miró los cuerpos desnudos mientras se lanzaban en el agua.

― Unámonos a ellos ―sugerí mientras me levantaba y me quitaba la ropa.

Anna me miró sorprendida― ¿Qué?

― ¡Vamos! ―insté― Vamos a divertirnos con nuestros nuevos amigos.

Me miró un momento con la boca abierta y luego miró a los dos hombres que estaban en el agua.

― Sé que quieres ―bromeé― Vamos, enséñales cómo es una esposa cachonda.

Sonrió y se levantó. Los dos hombres se quedaron mirando mientras ella se quitaba la camiseta por encima de la cabeza y dejaba al descubierto los pechos aún turgentes que se escondían debajo. Se desabrochó despacio los pantalones y los bajó por sus curvilíneas caderas, quitándose al mismo tiempo las bragas. Nos metimos juntos en el agua y nadamos unos minutos. Les hice un gesto para que se acercaran.

― ¿Alguno de vosotros ha estado antes con una mujer de cincuenta años? ―pregunté con una sonrisa.

Los dos me miraron sorprendidos y luego sonrieron mientras negaban con la cabeza.

― Yo no ―dijo Daniel.

― Ni yo ―añadió Niko― Nunca he estado con una mujer mayor.

― Bueno, hoy es tu oportunidad ―dije― Suponiendo que Anna esté dispuesta, claro.

― ¡Oh, sí! ―respondió ella con una gran sonrisa.

Salí a tierra, saqué una manta, la tendí en el suelo y miré para ver a Anna entre los dos hombres, en el agua. Debido a la claridad del agua, se podían distinguir las manos recorriendo su cuerpo, apretándole los pechos y acariciando sus muslos mientras se apretaban contra ella.

― ¡Vamos! ―dije mientras señalaba la manta― Ven a secarte.

Los dos hombres vieron cómo Anna salía del agua, se secaba con una toalla y se recogía el pelo rubio y largo en una coleta. Me besó y me acarició la polla cuando salieron del agua. Me acarició suavemente mientras se giraba para verlos acercarse, ambos con grandes erecciones y ojos hambrientos.

Se le echaron encima en un instante, sus manos la manoseaban mientras ella me soltaba y volvía su atención a los jóvenes. Se arrodilló, tomó las pollas y se las llevó a la boca de una en una. Observé cómo las grandes e hinchadas pollas y me maravillé de cómo podía meterse tanta polla hasta la garganta.

Se apartó y se tumbó, Daniel le puso la polla en la cara mientras Niko se situaba entre sus piernas. Me acaricié la polla mientras le follaban la boca y el coño. De repente, Niko gimió con y vi cómo descargaba una enorme cantidad de semen sobre su vientre y entre los pechosos que Daniel manoseaba.

Niko se apartó y vino conmigo para ver cómo Daniel se colocaba entre las piernas de Anna. Ella gimió y se agarró a su espalda mientras su enorme polla del joven la penetraba. De repente, él la sacó y entró en erupción, su corrida se mezcló con la de su compañero mientras gemía ruidosamente.

Daniel se apartó y me tocó a mí. La follé con fuerza y rapidez, con la polla hinchada a punto de estallar mientras ella gemía debajo de mí. La visión de su cuerpo cubierto de semen desató mi lujuria y mi polla explotó dentro de ella mientras gemía de placer. Nos tumbamos juntos un momento y compartimos un beso.

― ¿Quién está listo para más? Pregunté mientras miraba a Niko y Daniel― Sé que ella lo está.

― ¡Oh, sí! ―añadió Anna― Mucho más. Pero antes necesito un baño rápido.

Los tres miramos cómo se metía en el lago y nadaba unos minutos.

― ¿Compartes a tu mujer a menudo? ―preguntó Niko.

― Sí, jugamos con otras parejas de vez en cuando― respondí― Mantiene las cosas excitantes.

― ¿En serio? ―dijo Daniel en voz baja― Siempre pensé que sólo eran cuentos....

Me reí― No, sucede, quizá más de lo que crees.

― Es muy excitante ―dijo Daniel― Nunca lo había visto antes.

― Una vez vi a mis padres ―añadió Niko― Pero no fue así.

Nos reíamos cuando Anna regresó y se tumbó en la manta. Su cuerpo maduro y curvilíneo brillaba a la luz del sol.

― ¿Listos para seguir jugando? ―bromeó mientras se ponía de rodillas delante de nosotros.

Daniel se puso de rodillas mientras Anna gateaba hacia él. Se llevó la polla a la boca y empezó a chupársela lentamente. Le hice un gesto a Niko para que se pusiera detrás de ella. Él sonrió, se arrodilló y se puso detrás de ella. Sus manos agarraron sus caderas mientras introducía su grueso pene dentro de ella y empezaba a penetrarla lentamente. Vi cómo la llenaban una vez más de pollas en la boca y en el coño. Pronto cogieron el ritmo y Anna alcanzó el clímax mientras Niko la penetraba con fuerza. La polla de Daniel salió de su boca mientras ella gemía y bajaba la cabeza mientras el orgasmo la inundaba.

― Cambiemos ―sugirió Niko.

Los dos cambiaron de sitio y Daniel se colocó detrás de Anna, metió la polla dentro de ella y empezó a follarla mientras Anna lamía la polla grande e hinchada que tenía delante. Su lengua la recorrió el tronco y se arremolinó alrededor de la cabeza mientras Daniel la follaba. Con un gruñido, Niko se corrió y su semen salpicó la barbilla de mi esposa y entró en su boca abierta mientras se sacudía la polla con furia.

Daniel agarró a Anna por la coleta, tiró hacia atrás y empezó a penetrarla. Anna gruñó mientras la follaba con fuerza y finalmente chilló de placer mientras la enorme polla la penetraba. Daniel sacó la polla justo antes de correrse y le lanzó chorros de semen por el culo. Anna se desplomó sobre la manta mientras Daniel se acariciaba la polla que se ablandaba.

― Eres muy jodidamente sexy ―gimió Daniel― ¡Ojalá fueras mi mujer!

― Gracias ―rió Anna― Creo que algún día encontrarás a la chica adecuada.

Giré a Anna sobre su espalda y froté mi polla sobre su cara. Me corrí rápidamente en su preciosa cara mientras ella me sonreía.

Nos tumbamos todos en la manta y descansamos al calor del sol. Tras un breve descanso, me di otro baño y volví a la manta mientras Niko se follaba de nuevo a Anna. Daniel se masturbaba mientras los miraba, estallando sobre su vientre cuando Niko la sacó y chorreó semen sobre el pequeño parche de pelusa rubia que tenía debajo.

Niko gimió y se tumbó sobre la espalda. Anna fue al lago para darse un rápido chapuzón antes de acostarse a su lado. Me vestí, recogí nuestro equipo y me senté en una roca mientras los tres dormían sobre la manta. Luego se levantaron y se vistieron.

Anna los abrazó y los besó antes guardar la manta y de subir a la canoa.

― Gracias por este momento tan agradable ―dijo Niko con una sonrisa― Nunca lo olvidaré.

"Sí, gracias", añadió Daniel. "Ahora quiero encontrar una esposa como tú.

― Sólo quiero encontrar a una mujer mayor ―se rió Niko.

Nos despedimos mientras echábamos nuestra canoa al agua y nos alejamos.

― No me puedo creer que hayamos hecho eso ―dijo Anna.

― Les dije que ya lo habíamos hecho antes. Creo que eso lo hizo menos incómodo.

― ¡Qué! ―exclamó― Tú no...

― Lo hice― me reí― No quería que supieran que era nuestra primera vez.

― Espero que ahora te des cuenta de que no será la última vez ―bromeó.

― Bien ―respondí― Sabía que te gustaría. Ya hemos hablado de ello muchas veces.

― Bueno, supongo que ahora soy una "Esposa Cachonda" ―soltó una risita― ¿Estás seguro de querer eso?

― Sí ―respondí― Estoy seguro.

Remamos hacia el otro extremo del lago y continuamos nuestra aventura.

MJ

Otro relato ...




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