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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Otra despedida de soltero
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Querido Bedri:

Tengo novedades que contarte, mi sobrino, mi otro sobrino también se casa. La noticia me la dio de forma un poco sorpresiva, con sexo de por medio, pero no como te imaginas. Acababa de regresar a casa del trabajo y recién duchada y vestida al efecto, me disponía a subir al sexto, ya sabes quién vive allí. Apenas abrí la puerta para irme me encontré de sopetón con mi sobrino, el que me pidió que le enseñara a follar.

—¿Te vas tía?

—Si, tengo algo que hacer —es evidente que no le podía contar lo que iba a hacer, es probable que quisiera venir.

—Bueno, es que…

—¿Todo bien?

—Si, si, es que también me caso.

—¿Cómo que también te casas, y no podías decírmelo de otra manera que me pillas saliendo? —dudé un momento y le dije—Pasa, anularé mi cita.

La verdad es que no sabría como anularla sin que mi sobrino acabara por saber que era solo una planta más arriba pero no fue necesario.

—No, no puedo, me gustaría mucho pero me espera mi novia en la calle.

Le di un achuchón y un besito en la frente—Mi sobrinito querido, me alegro mucho por ti pero tendrías que haberme avisado con tiempo. ¿Es que todos lo tenéis que anunciar tan de repente?

—¿Por la despedida?

—¡Pillín! Si, por la despedida y por el regalo ¿Qué quieres?

—A ti.

—Ya me tienes ¿Qué quieres de regalo?

—Me gustaría un fin de semana a solas contigo.

—¿Sólo eso?

—Que seas enteramente mía ese fin de semana.

—Solo tuya para lo que quieras —yo me imaginaba sexo, sexo, sexo y quizás algo de exhibicionismo y de sexo, también es que una probable película de sexo que lleva tiempo intentando hacerme. Confieso que me crecí, excitada como estaba por el previsto polvo con mi vecino.

Mi sobrino metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un sobre cerrado y cuidosamente doblado que me entregó— Ahí están las instrucciones necesarias.

Se fue y que quedé sentada un rato, analizando y digiriendo la noticia. Lo de la despedida estaba claro que me lo pediría, es muy probable que mi otro sobrino le hubiera contado la suya. Regalo se lo haría de todos modos, el clásico regalo de tía soltera.

Dejé el sobre encima del aparador y me fui con mi vecino aún afectada por la noticia pero extrañamente con unas enormes ganas de follar, muchas más de las que tenía antes de encontrarme a mi sobrino.

—Pensé que no vendrías —dijo mi adorable vecinito a abrirme la puerta e invitarme a pasar.

—¿Y por qué has pensado eso?

—Por el joven que te visitó.

—Era mi sobrino.

—No sé quien era ni que quería, pero lo más frecuente es cada vez que entra un hombre en tu casa, el patio interior se llena de gemidos.

—¿Tanto ruido hago?

—Y más, especialmente cuando dejas la ventana de tu cuarto abierta. Has tenido tardes gloriosas.

—Es para que las vecinas se fastidien.

—La del cuarto está sorda y se quita el audífono para estar en casa.

Los dos nos reímos con franqueza mientras me empujaba sobre la mesa del comedor y me levantaba la falda.

—Contigo soy silenciosa ¿O prefieres que sea más ruidosa?

—Quiero que subas a follar conmigo cada vez que quieras —dijo metiéndome con firmeza la polla en mi vagina ya muy lubricada.

No tardé en alcanzar mi primer orgasmo de la tarde. Luego llegaron otros pero seguía pensando en la boda de mi sobrino y me sentía un poco abandonada y mi adorable vecino lo notó y sin dejar follarme preguntó—¿Qué te preocupa vecinita?

—Se casa mi sobrino.

—¿Este también?

Esa respuesta me sorprendió— ¿Que sabes de eso?

—Que le hiciste la mejor despedida de soltero que le podías haber dado.

—¿Cómo te enteraste?

—Fue en tu casa, dejaste las ventanas abiertas y te vi desde mi ventana con tu vestido de novia, fue fácil atar cabos.

—¿Entonces sabes con quien me acuesto?

—Con casi todos, pero no te preocupes, ni el párroco sabe que eres tú.

Ya me había contado que confesaba con el cura del barrio todos los polvos que me echaba.

—¿Te parezco muy puta?

—Si eso te gusta te diré que me pareces la mejor puta del mundo.

—Eso me gusta —balbuceé entre los espasmos de otro orgasmo.

Cuando me recuperé le pregunté—¿Y a ti te gusta?

—Me gusta metértela, follarte y correrme dentro de ti aunque te puedas quedar preñada.

Fue una de las primeras alusiones a esa posibilidad que alguien me hacía. Sé que puede pasar pero no lo rehúyo. Aunque lo cierto es que, después de tanto tiempo, sin precauciones tantas veces, y no ha sucedido. No sé si llegará a suceder. Con todos los hombres con los que tengo relaciones sexuales sin preservativo, a pelo, son los que yo he aceptado para hacerlo así y si llega el caso, es mi decisión.

—¿Qué es lo que más te gusta de mi?

—Follar contigo vecinita.

—¿Y de follar conmigo que es lo que más te gusta?

No contestó porque se corrió resoplando. Lego me di la vuelta y en cuclillas le hice una buena limpieza de polla, eliminando todos los restos de semen y de mi propia corrida que pudiera haber. En esa posición noté el resbalar de su semen por mis muslos. Si mirar ni dejar de hacer lo que hacía, pasé un dedo por el chorretón y me lo llevé a la boca. El se dio cuenta y se explicó—Me he corrido a tu puerta para ver cómo te resbala por el muslo cuando te pongas de píe.

Acabé el aseo y me puse en pié y levantando la falda me giré espacio dando un vuelta completa.

—¿Así…?

—Así está perfecto —luego levantó la vista de mi entrepierna y mirándome muy fijamente dijo— ¿Y ahora que todos tus sobrinos se han casado vendrás a follar conmigo con más frecuencia?

—Eres mi adorable vecinito ¿Y tú vendrás una noche a mi cama?

—¿Te parece bien esta?

Bajamos juntos con todo el sigilo que pudimos porque él se empeñaba en levantarme la falda y en pellizcarme los pezones. Nada más cerrar mi puerta me deshice del vestido y me quedé desnuda frente a él que no tardó en dirigir sus manos a mis pezones. Instintivamente crucé mis brazos a la espalda. He tenido un buen maestro.

—Yo prepararé la cena —dijo mi adorable vecino.

—Yo avisaré a mi amante que esta noche estaré dispuesta para él.

MI vecino se quedó mirando sorprendido como me dirigía a una ventana, la abría y miraba hacia arriba, hacia su ventana.

La cena fue muy entretenida, mi vecinito cocina muy bien y es muy ameno y divertido. Nos reímos mucho los dos. Luego nos fuimos a la cama. Cuando me dispuse a cerrar la ventana me pidió que no lo hiciera y que abriera todas las del patio interior. Lo hice y al preguntarle el interés me respondió con una malévola sonrisa— Quiero que tus vecinas que tanto te odian no puedan dormir oyendo tus gemidos?

—También oirán los tuyos.

—¿Y crees que esas viejas chochas, o cualquier otro vecino, van siquiera sospecha que soy yo el causante de tanto ruido.

Nos reímos ruidosamente mientras se me ponía encima y me la metía muy despacio pero sin detenerse. Se movió muy despacio, como queriendo aprovechar cada empujón. Me corrí siete veces, mi adorable vecino las contó antes de corrérseme muy dentro. Luego nos dormimos abrazados desnudos sobre la cama. Avanzada la madrugada uno de los dos despertó y el otro por simpatía también. Está vez me colocó a cuatro manos y me folló por detrás, metiéndomela otra vez muy despacito, como si tuviera miedo de romper algo.

—¿Te gusta metérmela despacito? —le pregunté al iniciarse mi primer orgasmo del polvo.

—Me encanta la suavidad de tu vagina y sobre todo lo fresquita que está en noches como esta. Parce mentira que el interior de una hembra tan caliente esté tan agradablemente fresco.

Oírle decir eso y derretirme entre espasmos de orgasmos que nacían de mi vagina y se extendían por todo mi cuerpo provocándome convulsiones en el vientre, el pecho y los muslos y ocasionado un chorro continuo de gemidos. Cuando mi vecino se corrió me dejé caer hacia adelante quedando los dos boca abajo, el sobre mi y así nos volvimos a dormir. Esta vez mi vecino no contó mis orgasmos pero estoy segura que fueron más de los siete anteriores.

Previsoramente había puesto el despertador antes de la hora habitual, cuando sonó me abracé a mi vecino que respondió aunque parecía que no con mucho entusiasmo —Q, querida, ya llevamos tres polvos en menos de veinticuatro horas, no sé si podré con el cuarto.

—Seguro que podrás —dije mientras lentamente iba pasando suavemente mi lengua y dándole besitos hasta llegar a la polla que cierto es que presentaba un deplorable aspecto, tan mustia y marchita. Pero para mí, para Q, no hay imposibles. Es cierto que me tuve que emplear a fondo, pero unos besitos, unos lametones, unas cosquillitas con la punta de la lengua y una poderosa y convincente mamada consiguieron su objetivo, ponerle dura la polla a mi adorable vecino del sexto.

Más excitada que nunca me subí encima de él y ya muy sobrexcitada me dejaba ensartar por su polla para inmediatamente empezar mi recital de gemidos.

—Cuéntame los orgasmos, por favor —gimoteé.

Le cabalgué como pude y aunque otras veces no le gustaba mucho, esta vez pareció encantando, tanto que me aferró por la cadera tirando de mí hacía abajo, contra su polla cuando se me volvió a correr muy adentro.

—Estoy muy mayor para estos trajines.

—Pues todavía te queda trajinarme después del desayuno —dije con la mirada más pícara y guasona a la vez que pude.

—¿Cinco?

—Hasta seis.

—¿No los podemos dejar para la siesta de la tarde?

—Todas las siestas que quieras —dije dejándome llevar por el entusiasmo.

Mi adorable vecino preparó el desayuno mientras yo me iba al baño, desayunamos juntos comentando cosas de la noche anterior. Me dijo que entendía tanto escándalo que oía otras veces y que le había encantado haber estado en mi cama. Hicimos el propósito de repetirlo más veces.

—¡Ah! Y he podido comprobar que tienes un buen maestro que te educa como buena esclava.

—¿Tu entiendes?

—Un poco.

—Eres toda una caja de sorpresas vecinito.

—Tu si eres toda una sorpresa, descubro cosas nuevas cada vez que estoy contigo.

—¿Quieres educarme para ti?

—No es bueno tener dos maestros, ya tienes un dueño.

—Solo es mi dueño quien yo quiero que sea mi dueño.

—Entonces acepto.

—¿Me harás sufrir y me follarás despacito?

No contestó solo alargó las manos y me pellizco los pezones desnudos que respondieron.

Me empujó sobre la mesa de la cocina cayendo varias piezas del menaje al suelo y me la metió con una potencia inusitada para un hombre de su edad que no hacía muchos minutos se quejaba de no poder follarme más.

—¡Cinco! —grité triunfante antes de dejarme vencer por el primero de los orgasmos de una serie interminable a lo largo de casi tres cuartos de hora de sexo ininterrumpido ni para cambiarse de posición. Un siseo, como un rugido contenido, me indicó que mi vecino también había llegado al clímax.

Le noté relajar el cuerpo y como quedándose quieto, sin moverse en absoluto, la polla se le desinflaba y salía de entre los labios de mi coño. Regresé a la ducha y me vecino se dejó caer agotado en una silla, cuando regresé ya se había puesto la ropa y me esperaba.

Luego nos fuimos juntos. Me despidió a la puerta del elevador con un beso en los labios y un pellizco en los pezones pese al grueso sujetador que uso para ir al trabajo.

Estuve toda excitadísima la mañana, tanto que Luciana, con la que comí, lo notó y me preguntó si tenía algún nuevo ligue. Lo negué todo. Al regresar a casa, me encontré en el buzón del portal un sobre extraño, sin destinatario ni remitente. Asustada corrí a casa y lo abrí, respiré aliviada cuando reconocí la letra de mi encantador vecino del sexto que lamentaba comunicarme que esa tarde no podría haber siesta, que vendrían sus hijos. No era el temido anónimo amenazando con contar a todo el mundo mi ajetreada vida sexual, hasta ahora secreta salvo por estas cartas. Sin embargo, me preocupé por mi vecino.

Fue entonces cundo recordé el otros sobre, ese del que te hablé al empezar esta carta, el que me dio mi sobrino. Intrigada y nerviosa lo abrí con cuidado, contenía una nota cuidadosamente escrita a mano. En ella, parecía haber supuesto lo que pasaría, me comunicaba su próxima boda indicándome la fecha y lamentaba no haberlo hecho de una manera más convencional y que deseaba que lo entendiera. A continuación me daba una serie de instrucciones para la despedida de soltero que me pedía. Te las enumero.

La primera es que esos días tendría que ser solo suya. Algo que yo ya daba por sobreentendido, demás se lo había dicho cuando me lo propuso la tarde anterior, pero bueno, supongo que la nota ya la tenía escrita. Eso lo cumpliría gustosa, ya lo había sido con anterioridad, la salvedad es que ahora serían días y antes habían sido horas. También había sido cuya durante aquellos días en la playa aunque es cierto que me tuvo que compartir con su primo.

Lo segundo que me pedía era que no me depilase el pubis, vamos que lo quería en plan conejo de monte. Eso me confirmó que su primo le había contado su despedida. No tendría inconveniente aunque plantearía algún problema. Lo cumpliría, pero dada la lejanía de la fecha de la boda, finales del verano, es posible que tuviera que hacerme algún pequeño arreglo, recortar puntas y eso.

En tercer lugar me pedía que no tomara nunca el sol desnuda. Me explicaba que me quería con las tetas blancas y con un par de generosas marcas de bikini, me insinuó que también podría ser una sola marca de bañador. En cualquier caso, me insistió en lo de las tetas blancas y el culo blanco. No sería problema, especialmente teniendo el coño en plan salvaje. Algunos amigos, con los que iba a la playa se extrañarían; muchos porque últimamente solo me han visto en la playa desnuda. He de decidir si se trata de dos marcas, de bikini, o de solo una marca de bañador de una pieza, tengo algunos muy cucos. Si puedo iré, también todas las veces que sea posible, al solárium del instituto de belleza para aumentar más el moreno y que destaque muchísimo más el blanco, espero que inmaculado de mi piel.

La cuarta petición se me hace un poco cuesta arriba, me pide total abstinencia sexual hasta ese día. Me parece que eso no lo voy a poder cumplir. Tengo a mi adorable vecinito dispuesto para ser mi amo, a Alfonsito que vendrá a despedirse antes de ir a la facultad, a mis amigos Pilarín y Juanrra a los que visito cada vez que ella tiene el periodo, ya sabes para qué. A Alfonso, que viene a verme de vez en cuando, y a Ernesto que sigue instruyéndome para mi primo el raro que me dibuja; y por supuesto, las visitas a casa de mi tío a descansar, relajarme y follar con él. Luego siempre puede haber imprevistos como el que me espera para cenar. Eso no lo voy a cumplir pero no se lo diré.

De acuerdo con su nota, le llamé para aceptar. No le volveré a ver hasta el día acordado.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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