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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primer día en el gimnasio
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Después de acabar mis estudios me encontré sin trabajo. No había encontrado el itinerario adecuado para enfocar mi vida. La práctica de deporte a alto nivel me había ocupado demasiado tiempo y concentrado mis aspiraciones. Pero no se puede vivir del aire, ni del amor al arte así que hube de ponerme a buscar un trabajo que me permitiera vivir de él.

Afortunadamente encontré un buen trabajo muy cerca de donde vivo. El inconveniente, siempre hay un inconveniente, es que tendría que hacer un curso de adaptación y capacitación en una ciudad leja de la mía. Este hecho, además de suponer un traslado forzoso suponía la suspensión de mis entrenamientos cuando aún me quedaban varias semanas de preparación muy intensa.

Al llegar al primer día de mi primer día, fui recibido por una mujer llamada Violeta. Una de esas mujeres de edad indefinida aunque más que yo, vestida muy clásica, vestida de gris, con ropa que se veía usada. Supongo que de falda de traje sastre y medias ―digo supongo porque la mesa me impedía verlo. También supongo que sus zapatos no eran de tacón fino de aguja. Lo único salvable era el pelo de color castaño y unos bonitos, aunque inexpresivos ojos verdes.

Al finalizar las presentaciones y los trámites le pregunté a Verónica donde podría encontrar un lugar adecuado para continuar mi preparación deportiva. Especialmente me interesé por un lugar con piscina y centro de musculación.

―Conozco un lugar que te puede servir.

―¿Es bueno? ―insistí.

―Es un gimnasio que tiene una buena piscina ―y continuó― todas las noches después del trabajo voy a una clase de aerobic  y conozco al dueño, si quieres le digo a que te dedicas para ver si puede ayudarte y que puedas seguir entrenando durante el curso.

―Pues sí, te lo agradecerá mucho―respondí sinceramente agradecido.

El gimnasio estaba cerca y mi hotel de camino, así después de finalizar la jornada y acompañado por Verónica pasé por mi habitación a recoger la bolsa de deporte con la ropa para los entrenamientos. Durante el trayecto le expliqué a qué me dedicaba deportivamente y ella me escuchó con aparente interés.

Al llegar al gimnasio llamó al dueño y me lo presentó, después ella se fue a su clase y Fede me mostró las diversas salas del gimnasio que resultaba ser bastante completo y moderno. La piscina era lo suficientemente grande para mis necesidades pero no pude usarla en ese momento porque estaba siendo utilizada por mucha gente.

―Un poco antes casi nunca hay nadie ―me dijo Fede.

Al no poder nadar me fui a la sala de musculación donde trabajé intensamente hasta que Fede, que pasaba por allí, me recomendó una sesión en la sauna.

―Tienes suerte de haber conocido a Violeta, lo vas a pasar muy bien con ella.

Confieso que esa frase me sorprendió porque me parecía que no debíamos estar hablando de la misma persona. No podía tratarse de la misma persona con la que había estado esa mañana.

Entré en una de las cabinas, todas estaban vacías y me acomodé para relajarme tumbándome sobre la espalda. Fuera oía voces, creí reconocer la de Fede y puede que la de Violeta.

Inopinadamente la puerta se abrió y Violeta apareció.

―¿Te molesta que te acompañe? ―peguntó.

―En absoluto ―respondí saliendo de la modorra.

Entró y se sentó a mi lado cubierta solo por una toalla que llevaba colocada como si fuera un pareo. Pude contemplar entonces lo que me había pasado inadvertido en la mañana, un escote maravilloso y un culo capaz de despertar cualquier instinto.

Tan impresionado me quedé que me perturbaba la posibilidad de una erección que se notaría porque la única protección era la toalla y no sería eficaz modo de ocultamiento para mi polla levantada. Así que me impuse pensar en otra cosa y cerré los ojos, pero no pude apartar del pensamiento su cuerpo medio cubierto por la toalla y acabé imaginándomela desnuda. Todo fue inútil y mi polla se endureció y levantó sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.

Un estremecimiento me alcanzó cuando una mano subía lentamente por mi pierna hacía mi polla. Abro los ojos y miro a Violeta que tiene una mirada traviesa en sus ojos verdes.

―No sé en qué cosa estarás pensando pero me gustaría ser la causa de eso ―dijo señalando al montículo de la toalla bajo el que se encontraba mi endurecida polla.

―Si, tu eres la culpable de todo ―respondí.

―Fede me dijo que cerraría las cabinas de la sauna, espero que no te moleste.

―En absoluto ―le contesté.

Me levanté y comencé a quitarle la toalla. Lo que apareció debajo resultó ser de un cuerpo de ensueño. Un pecho amplio y firme, unas buenas tetas. El vientre liso y firme. Un culito respingón, duro y bien formado. Y lo mejor, el coño completamente rasurado. Ciertamente el cuerpo digno de un sueño.

Me atraía, irremisiblemente me atraía y la comencé a besar y no podía dejar de hacerlo. Ella tomo su sexo entre sus manos y comenzó a masturbase mientras yo porfiaba con mi mano entre las suyas buscando su clítoris y me di cuenta de la abundancia de su humedad.

Ella se inclinó buscándome la polla que tomó en su boca y comenzó a chupármela como nunca me habían hecho antes. Me chupaba divinamente bien. Podía verle el culo y alargué la mano para acariciarle las nalgas mientras seguía haciéndome aquella magistral mamada. Poco a poco fui acercando mi mano a su culo y mis dedos buscaron aquel oscuro agujero. Pronto lo alcancé y comencé a introducir lentamente un dedo ayudado por la lubricación que proporcionaba la elevada humedad ambiental. Un apagado gemido me confirmo que aquello le estaba proporcionado placer. Mientras tanto ella continuaba aplicándose en la mamada. Poco a poco y haciendo círculos con el dedo introduje otro y finalmente el tercero. Sus gemidos aumentaron y ya no eran tan sordos y mi erección se multiplico si eso es posible. Se levantó y me ofreció su culo.

―Tómeme por el culo.

Me coloqué y apoyé la cabeza de mi polla en el disco de su culo y empujé con determinación hasta las bolas. Empecé a moverme adelante y atrás y antes del minuto un orgasmo se apoderó de ella que gritó.

―Wuuuuuuuuuuuuuuuuoooooooooo, esta es la primera vez que disfruto por el culo.

―¿Te ha gustado? ―pregunté sorprendido por aquella afirmación.

―Llevo todo el día con ganas, desde que llegaste esta mañana.

―Siento que tú no hayas acabado ―me dijo―¿puedo hacer algo?

―Puedes seguir con esa maravillosa mamada que me estabas haciendo.

―¿Quieres que te la chupe?

―Siiiiiii ―respondí indisimuladamente ansioso.

―¿Y te correrás en mi boca?

―Siiiiiii, todo lo que quieras ―respondí acomodando la polla ante su boca.

Ella reanudó aquella chupada magistral tomando mi polla con su mano e introduciéndosela en la boca comenzando a chupármela con tanta pasión que no tardé en eyacular abundantemente recibiendo ella hasta la última gota en su boca. Creí notar un punto de placer en su expresión al recibir mi semen en su boca.

Nos vestimos y abandonamos en gimnasio tras despedirnos de Fede. Me invitó a su casa proponiéndome continuar lo empezado. Y así fue.

Anónimo

Otro relato ...




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