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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primera vez con Jake
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Soy Inocencia, si ya me has leído antes, ya habrás visto como soy físicamente. Una chiquita muy traviesa que le encanta el sexo. A lo que vamos…

Esta fue la primera vez, quitándole la virginidad a este chico, recién entrado a la universidad. Si como leen, dieciocho años y completamente virgen. Lo mejor de todo es que estaba divino. Yo tengo carita de más joven, suelo aparentar varios años menos.

Este muchacho lo encontré caminado por la tiendita donde vivía, por curiosidad le pregunte su edad.

—Dieciocho años —respondió.

Me sorprendí, parecía de varios añitos más.

Días siguientes lo vi observándome desde su casa, cada que pasaba caminando me saludaba, hasta que un día se atrevió a comenzar a ayudarme con mis cosas. Me fue agradando el muchacho. Que más, si estaba ricote.

Un sábado, me decidí a lavar mi auto en la marquesina, vestía una camisa blanca sin bra, un short muy cortito color camo (militar), y estaba descalza. El se acercó y me ofreció su ayuda. Cada que salpicaba el agua, se me mojaba la camisa, pero ni me fije que era lo que estaba pasando, (se iban notando mis pezones). Con razón no paraba de mirar.

Decidió marcar mi silueta, tomo la manguera, y me mojó toda en forma de juego. Comenzamos a correr alrededor del auto, así se escondió, y de un salto salió de la nada y me asustó, tropezando y cayendo encima de mí. Le sentí todo su cuerpo. Absolutamente todo, incluso su paquetón.

—No puedo evitar notar, y perdóname si le falto el respeto, pero tienes unas tetas hermosas.

—Gracias.

—Quiero… —suspira— deseo tanto chupártelas.

Me alza la camisa sin dudar y su rica lengua me lame los pezones hasta ponerlos bien paraditos.

—Que suaves tetas, y que olor dulce tienen.

Gimiendo, le paso las manos por su pantalón y se lo sentí, bien sólido. Comencé a masajearlo. Él sin más, me tumbó hacia la capó del auto, y me pegó ese pene entremedio de mis nalgas. Me besaba el cuello, y comenzó a abrirse su pantalón, me desabotono el mío, y ahora si sentía ese pedazo de carne caliente.

—No lo hagas muchachito, vamos, aquí no, nos pueden cachar.

Aguantando mi cabeza hacia al capó con una mano, se aguantó su miembro para dirigirlo hacia lo mas que quería, mi chochito caliente y mojadito. Y así me penetró, entero, completito cada pulgada. Yo me mordía los labios, no podía gritar, me escucharían. Y comenzó a meterlo y sacarlo, con un vaivén como si estuviera bailándome. Yo me moje instantáneamente.

—Se nota que lo querías, mira toda la babita que te escurre de ella, me tienes la verga toda embarrada.

—La verdad si, dame mas si.

Me tapó la boca y sometió unos nalgazos que me dejó las nalgas coloraditas. Sacó su pene, dándome con él en las pompas, para introducirme sus dedos muy ricos, sacarlos y metérselos a la boca.

—Esa chochita sabe muy rica, señorita.

Se arrodilló ante mi gran culo, y metió su cara en el, sentía su lengua recorriendo mi ano y mi jugosa vagina. Tan rico le parecía que el mismo gemía de placer. Ahora de espaldas al capó del auto, me ensartó la verga hasta lo más adentro.

—Ahhj te puedo sentir, chocando en lo profundo.

Me lo metía y metía, tan hondo que sentía sus bolas rebotando en mis nalgas.

—No me quiero venir sin probártela —dijo.

Me cogió con su lengua, estaba muy ansioso, su verga goteaba demasiado, pero más mojada estaba mi chocha.

—Dios, que rico te sabe, ven prueba.

Me besó con toda su boca embarrada de mis jugos aprovechando el momento para darse paso de nuevo ella.

Tengo que decirles, ese muchachito me cogía como todo un hombre con aquella verga bien parada. Todo mi cuerpo se erizaba, goteaba sudor. Aligerando el paso, ya sentía que era el momento de venirse.

—Me dejas acabar adentro, nunca lo he hecho —pidió.

—Anda, hazlo —gemí.

Duro como piedra, su pene comenzó a dar unas pequeñas convulsiones dentro de mí. Mi respiración se agitaba a la misma vez. Me venía con él. Lo agarré desesperadamente y lo besé, gimiendo en sus labios. Se corrió muchísimo, tanto que me embarró las nalgas. Y yo por otro lado me corrí a chorros, le mojé todo el abdomen.

—Que rico, jamás pensé que se sentiría así dijo jadeando todavía.

—Siempre hay una primera vez, muchacho

—Dime Jake.

—Vale Jake, espero que se repita.

Y así fue mi primera vez con Jake. Ese jovencito tan viril, que a cualquiera volvería loca.

Inocencia

 

 

 




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