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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primera vez de Jaime M.
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Hola amigos, me llamaré Jaime. Soy un hombre de cincuenta años de edad y soy casado. Soy electricista empírico, nunca tuve un curso, todo lo aprendí con la experiencia y de mi tío que me enseñó todo lo relacionado a la profesión.

Llamaremos Orlando a mi tío que llega a mi vida cuando yo tenía dieciséis años y estaba recién salido de la secundaria. Yo era un adolescente tímido, retraído, curioso, y desubicado.

Orlando viene a vivir a casa de mi mama que tenía treinta años. Orlando es alto, de facciones fuertes, con mucho mundo electricista. Un problema con su papá lo hace radicarse en esta ciudad; y también un proyecto de trabajo. Rápidamente le comienza a ir bien, consigue un apartamento, se independiza y se va a vivir solo. Durante el tiempo que duró viviendo en casa de mi mama me entendí mucho con Orlando.

Orlando es un hombre muy recorrido, le gusta mucho el trago, las prostitutas, esa vida. A mí también me gustaba pero yo era joven sin probabilidades de estudio y decidí pedirle a Orlando que me ayudara a conseguir trabajo.

Orlando se queda, callado me mira y me dice― pero eres joven que le pongo hacer.

Yo le digo― cualquier cosa, lo que sea.

Orlando se queda mirándome y me dice― bueno, está por salirme un contrato grande y voy a necesitar ayuda.

― Sí, quiero aprender y ganar plata.

Me quedé  ansioso esperando la respuesta de Orlando y pasaron varios días

En mi casa también vivían dos tías mías, Amelia y Luz. Además, yo tenía tres primas Alejandra que tenía veinticinco años y un hijo de trece y que es hija de mi tía Amelia. Mis otras dos primas son de mi tía Luz y se llaman Luz y Ligia. Luz tenía dieciocho años y era muy amargada. Ligia es de quince años y muy amiga mía.

Mi mama y mis tías salían todas las noches y regresaban por las mañanas mientras nosotros permanecíamos solos. Luz también salía mucho y los demás Ricardo el hijo de Alejandra, Ligia y yo nos quedábamos solos.

En mi cuarto había un aparato de televisión y los tres la veíamos juntos. Una noche Ricardo aparece con una revista, me la muestra y dice―que revista tan rara.

Se la quito, la abro y ¡oh sorpresa! Es una revista porno.

―Ricardo ―le pregunto― ¿De dónde la sacaste?

―La la tenia mi mama en su bolso de saco ―dice Ricardo.

―Ricardo tu mama te va a castigar.

―No, no creo, la veo y la guardo.

En la revista se mostraba parejas desnudas acariciándose y Ricardo me dice― me gusta los penes, se ven bonitos ¿Tú lo tiene así?

―No, como ellos no ―le contesto.

De sorpresa entra Ligia al cuarto y pregunta― ¿Qué hacen?

―Viendo esta revista ― y se la paso mientras Ricardo y yo nos miramos.

Ligia la coge y se queda observándola detalladamente, nos mira y pregunta― ¿De quién es?

―De mi mamá ―dice Ricardo.

―Yo he visto muchas revista así ―nos dice Ligia―una compañera del colegio la lleva y me las muestra. Verdad les digo, que es mi mejor amiga, nos pasamos todo el tiempo juntas y cuando trae una revista me lo dice y pregunta si la quiero ver. Yo le digo que siiiiiiii. Ana es como se llama mi compañera.

― ¿Qué edad tiene Ana? ―le pregunto.

―Ana tienen diecisiete años y es es muy buena amiga ¿Por qué lo preguntas?

―Por nada, por cómo consigue las revistas ―respondo.

―Me dice que su hermano se las presta, él es mayor ―dice Ligia― bueno, pareces envidioso.

― ¿Por qué tendría que estar envidioso?

― ¡Qué se yo! ―dijo Ligia― las revistas diferentes pero solo una en especial me gusto y mucho.

― ¿Qué tenia de rara esa revista? ― pregunté.

―Una mujer toma a unos hombres y los lleva a un salón grande donde los desnuda ―Ligia se calla y me mira.

―¿Qué pasa? ―pregunto.

― Ricardo esta acá, es muy chico y todo lo cuenta. ―dice Ligia.

―Yo quiero saber y no digo nada, de verdad, Jaime , cuéntale Jaime nosotros tenemos secretos verdad ―dice Ricardo.

―¿Qué secretos? cuenten tortilitos.

―Ningún secreto ―digo y miro a Ricardo.

Ricardo me mira y dice― pero usted me dijo que no dijera nada.

―Ufffff ―resopla Ligia.

―A mi me gustó ―dice Ricardo.

―Era un trato entre los dos ―digo .

―Ligia está con nosotros, no dirá nada ―añade Ricardo.

―Yo no contaré nada ―digo seco.

―Siiiiiiiii, cuenten ―dice Ligia.

―Solo que una noche nos dimos un beso.

―¿Eso fue todo? ―dice Ligia―pensé que era algo más. Yo con Ana, cada vez que vemos una revista, nos desnudamos y nos acariciamos rico.

―¡Que envidia! ―digo― ¿Qué fue lo que te gustó de esa revista?

―Ricardo, si cuentas algo te corto la lengua ―dice Ligia.

―No, no, no digo nada ―contesta Ricardo.

―En la revista, cuando los hombres están desnudos, la mujer los hace acostar y comienza a orinarlos y ella ríe mientras lo hace. Luego para de orinar y se coloca encima de la cara de uno de los hombres y pone su vagina en la boca de uno de los hombres y lo obliga a que se lo chupe ―Ligia dice― ¡Qué rico se ve! Me gustaría hacérselo a alguien.

― ¡Yo! A mí me gustaría ―le digo emocionado.

― ¿De verdad? ―dice Ligia

―¡Claro!

―¿Seguro? ―vuelve a decir Ligia.

―Siiiiiii ―digo caliente.

Lia emocionada también pregunta― ¿Y Ricardo?

―Ricardo vigila ―digo.

―De acuerdo ―acepta Ricardo.

―¿Dónde lo hacemos? ―pregunta Ligia.

―En el patio ―dice Ricardo ― vigilo y miro.

Ricardo se coloca encima de la puerta desde hay observa y vigila.

―Desnúdate ―dice Ligia.

Obedezco y me quito todo.

―Guaooooooo ―suelta Ligia.

― ¿Qué te pasa Ligia?

―Que tu pene esta grande.

―Es verdad, es pura mano pero no descansa.

Se ríe y le digo―muestra que quiero verte desnuda.

Se desnuda y deja ver todo.

―¡Qué tetas!

―Acuéstate que tengo ganas de orinarte ―dice Ligia.

―Dáleeee ―le digo.

Se pone encima mío y suelta su liquido de a poco, siento su calor, su aroma ¡Qué rica sensación! Me arrodillo, la tomo por la cadera y coloco mi boca en su vagina ¡Que delicia de sabor! Me tomo todo el liquido y me produce un placer que me hace derramar ¡Que ricooo!.

 Y así comienza mi gusto por uno de los fluidos humanos la oina.

Jaime M.

Otro relato ...




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