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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Segunda Prima
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Tengo un fetiche muy fácil de satisfacer, me encanta tocar a mujeres dormidas,  y unos gustos un tanto culposos.

Mi prima, la que me follé cuando yo tenía dieciséis, no es la única con unas tetas de ensueño, mucho menos la única que viviría con mi familia. Tengo la fortuna de que la mayoría de mis primas tienen buenas tetas y buenos culos. Para acabar pronto, la mayoría de ellas me ponen a cien. Sin embargo, la segunda que llegó a vivir con nosotros, era una chica chaparrita, de un metro sesenta y siete centímetros,  pero eso no le impedía cumplir con los estándares de mi familia. Morocha, de pelo negro, cuerpo de reloj de arena, piernas relativamente largas, tomando en cuenta su estatura, tetas como balones, culo paradito y, como  después descubrí, depilación brasileña. Nada más verla, se me ponía dura. Además, nunca fue muy recatadita, nunca le importaba si yo entraba al cuarto mientras ella salía de bañarse con las tetas y el coño al aire— Somos primos, entre familia no pasa nada —Me decía. Pero eso nunca fue impedimento para follármela.

Dos años habían pasado desde que mi otra prima se había ido, cuando llegó la que ocuparía su lugar. Yo ya tenía dieciocho cumplidos y ella los veinte. Llegó a donde vivíamos para estudiar la universidad.

La última vez que la vi, yo tenía doce y ella catorce, era una niña muy flaca, sin indicios de las tetas y el culazo que tendría. La vi y no la reconocí, y mi verga tampoco, porque al momento de verla, mi miembro se puso duro como si estuviera a punto de  follar. A la semana de haber llegado me propuse una meta, ella sería la segunda prima que me follase. Como  anteriormente hice, entraba al cuarto de mi prima y me agasajaba tocándola por todas partes. Para mi fortuna, cuando ella dormía, no había poder humano que la despertara, así que la tocaba por donde yo quisiera. Como ella no se despertaba cuando la penetraba con los dedos decidí follarla de verdad.

Esperé un día que salió de fiesta con sus amigas y regresó un poco pasada de copas. Cuando llegó, todos estaban dormidos así que solo se desnudó y se aventó a la cama.  Entré entonces a su cuarto. Comencé por acariciarle las nalgas, ese culo que  tantas ganas tenía de follar. Después, como estaba boca abajo, le di la vuelta. Primero tomé en mis manos esas tetazas y las estruje, sin hacerle daño pero dándome todo el placer posible. Pasé las yemas de mis dedos por sus morenos pezones hasta que se pusieron duros, ahí fue cuando empecé a pasar mi lengua sobre ellos. Lamía, besaba y  mordisqueaba sus pezones y todas sus tetas. Mientras mi lengua jugaba con uno, mi mano agasajaba al otro. Cuando sus pezones estuvieron como piedras decidí bajar a su coño. Rasuradito como siempre, como me encanta. Primero la besé en la pelvis, luego le di un beso en los labios superiores, regresé a su clítoris y comencé a chuparlo. Escuché como ella dejó escapar pequeños gemidos y suspiros de placer, eso me excitó aun más. Cuando estuvo completamente mojada de sus jugos mezclados con mi saliva, baje mi bóxer, le abrí las piernas y de una sola estocada la penetré. Ella  soltó un gemido más fuerte y le di una almohada para morder mientras la follaba. Estaba en el metesaca viendo sus tetas bailar de arriba a abajo, excitado a más no poder. Hacía ya mucho tiempo que no sentía la adrenalina de que mis padres me atraparan en pleno acostón con otro miembro de la familia. Esa adrenalina es fantástica.

Mientras la follaba salvajemente noté que ella comenzó a escurrir, supe entonces que se había venido. Al poco tiempo de ver y sentir su orgasmo sentí que el mío no tardaba. Me vine tanto y tan fuerte que parecía que no había follado en meses. Noté como empezó a escurrir mi leche fuera de su vagina, pero después comencé a escuchar ruidos, como balbuceos.  Venían de mi prima, comenzó a balbucear más fuerte, hasta que escuche unas palabras.

— ¡Mas!, quiero más.

Si bien no estaba despierta, estaba soñando que la follaban. Y yo iba a cumplirle su sueño. Me paré de la cama y le metí la verga a la boca para que me la limpiara y me la pusiera dura otra vez y esta vez la puse encima de mí, al ser chaparrita y yo alto, no me costó nada moverla. Cuando la acomodé y la penetré, ella, en su sueño, sabía lo que tenía que hacer. Comenzó a mover ese culo tan apetitoso de adelante hacia atrás. Esta vez sus tetas brincaban más, eso me excitó muchísimo más y supe que esta vez no tardaría mucho en correrme de nuevo, así que decidí ponerla en cuatro y follarle ese culo tremendo.

Ella no se quería bajar pero la obligué, la puse dándome la espalda y la incliné. Cuando vi ese culo abierto, deseando ser follado, mi verga se puso aun más dura, hasta sentí que me había crecido. Primero le follé el coño, para lubricar mi miembro. Mientras la follaba, tome la vaselina que estaba en su cajón y se la apliqué en el ano. Le metí un dedo, luego dos y cuando sentí que estaba lista le saque la verga del coño y sin más preámbulos le penetré el culo. Primero despacio, y cuando noté que su ano se había tragado mi polla entera, empecé a moverme más y más rápido.

La almohada que le volví a dar para morder apago su grito. Estuve follándole el culo hasta que mi verga no pudo más y explotó dentro de ella. Le llené la cola de leche y la dejé durmiendo así, llena de mi semen.

A la mañana siguiente entre a su cuarto y la encontré igual, desnuda y con leche seca entre sus piernas. La desperté de una nalgada y le dije

— Ya ni la chingas, vas follas y te vienes a dormir en pelotas toda culeada.

Ella solo me dijo que creyó haber soñado que follaba, pero que como le dolía el culo y estaba toda pegajosa (de mi leche), seguro si había follado. Nunca se enteró que fui yo el que le abrió el culo de esa manera. Y cada vez que ella salía, yo me la follaba.

A.

Las primas de A.

Esa afición fetiche de A le proporcionan inesperados momentos con sus primas.

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