Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Sexo con la mujer de otro
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.

Llego a la puerta de la entrada de la casa de Judit, donde su esposo Manuel me saluda. Intercambiamos un firme apretón de manos antes de que me murmure― Adelante.

Él parece estar nervioso, tal vez tan nervioso como estoy yo. Es de más edad, mayor que yo, su cabello comienza a blanquear y parece que empieza a quedarse calvo. Físicamente su cuerpo es más ancho que el mío que tengo una complexión que puede resultar algo escuálida. Estoy allí para hacer mi trabajo que es supuestamente arreglar su fallido matrimonio y darle a su esposa un hijo que él no ha podido proporcionarle. Ya os imagináis qué tipo de trabajo he de realizar.

Sigo a Manuel hasta la sala de estar donde su esposa Judit está sentada en el sofá con una copa de vino en la mano, tranquila y concentrada. Tiene una voluptuosa figura que exhibía sin recato, lo único que tenía puesto era un conjunto de ropa interior de lencería negra, del mismo color que su delicioso cabello largo. Ambos oscuros colores contrastan contra su piel pálida.

Con una maliciosa sonrisa me saluda― Hola Charly.

―Judit ―respondo tratando de dirigir mis miradas a su rostro en lugar de a sus grandes pechos. Es cierto que son hermosos y firmes, especialmente para una mujer cerca de la treintena. Los pezones, rodeados de unas enormes areolas, eran visibles a través de la ropa interior. Las había observado antes muchas veces, cuando ella era mi gerente en anterior mi trabajo, pero ahora finalmente le veré desnudas las tetas y las tocaré con mis manos. Ese momento parece que tarda llegar y que para mí nunca será lo suficientemente pronto.

―Por favor, siéntese a mi lado ―dice palmeando el espacio vacío del sofá a su derecha. Miro a su marido esperando su aprobación, pero todo lo que recibo como respuesta es su inexpresiva cara. Me acerqué torpemente al sofá de cuero antes de sentarme al lado de Judit. Ella pasa su brazo alrededor de mi hombro antes de decirme― ¿Entonces, cómo estás, Charly?

―Un poco nervioso para ser honesto.

―No tienes nada de qué preocuparte, todos hemos estado de acuerdo con esto ―afirma Judit sin atisbo de la ansiedad que sentimos tanto su marido como yo.

― ¿Entonces, vamos ya a la cama? ―dije al verla mordiéndose sensualmente el labio.

― ¡Oh, vaya! yendo directo a eso ―rió Judit.

― ¿No está bien eso?

―No hay nada malo en un hombre que sabe lo que quiere ―respondió Judit mientras colocaba su otra mano sobre mi muslo.

―No hay forma de que te pueda decir que no ―contesté redundante mientras ella comenzaba a masajearme el muslo.

―Mmm, buen chico, preferiría de quedarme aquí en la sala de estar ¿No te parece mejor así, cariño?

―Sí ―murmuró nuevamente Manuel mientras asentía con la cabeza como si asumiría su derrota.

―¡Oh! Está bien entonces.

― ¿Quieres algo para beber Charly?

―Estoy bien así, pero gracias por preguntar.

―Bien entonces ―respondió Judit mientras yo comenzaba a acariciar su suave y sedoso muslo.

―Me depilé anoche solo para ti. ―confesó.

Miré a sus ojos ambarinos que ardían de deseo mientras pensaba que en ese mismo instante estaba con la esposa de otro hombre. No había vuelta atrás ahora, así que sellé mi destino besando sus tiernos labios. Nos abrazamos, antes de que Judit me quitase la camisa, revelando mi velloso pecho. Comencé a besar su cuello, haciendo que Judit sugiera― Déjame una marca de amor, quiero un recuerdo. La obedecí chupando su cuello mientras sus manos recorren mi torso. Cuando terminé, Judit tenía una marca roja en el cuello, un recuerdo de lo que estábamos a punto de hacer.

Sus manos finalmente llegan a la hebilla de mi cinturón. Ella pasa una mano sobre el revelador bulto que mi erección causa presionando contra mis pantalones tal que parece que mi polla está pidiendo ser liberada. Aprovecho la ocasión para quitarle el sujetador y aspirar el caro perfume que usa. Ella se quita el sujetador y lo arroja lejos antes de volver a fijar su atención en mis pantalones. Sus amplios y generosos pechos ahora están al alcance de mi vista. Definitivamente hoy es mi día de la suerte.

Judit me baja los pantalones hasta las rodillas antes de alcanzar mi ropa interior que finalmente me baja, permitiendo que mi gruesa polla se mantenga levantada con sus más de veintidós centímetros. Los ojos de Judit se iluminan mientras grita― Wow, mi secretaria no bromeaba sobre ti.

― ¿Así que Asun te habló de mí? ―comento mientras agarra de mi polla por la base.

Judit asiente con la cabeza y dice ―has venido muy recomendado.

Miro al esposo de Judit, que muestra expresión de preocupación en el rostro. Tal vez está tenga dudas. Parte de mí espera que no. No quiero que esto termine. He soñado con este momento durante años.

Los ardientes ojos de Judit todavía están clavados a mi polla que va acariciando lentamente. Alargo mis manos hacía sus pechos y amaso sus suaves tetas usando el pulgar para frotar sus tiernas areolas y también a los pezones erectos que rodean. Intercambiamos otro beso, y luchamos con nuestras lenguas mientras jugamos el uno con el otro. Una vez que rompemos el beso, Judit me susurra al oído― Quiero que me comas el coño.

Haría cualquier cosa por complacer a Judit, así que me bajé del sofá y me puse de rodillas. En respuesta, Judit levantó sus piernas y lanzó sus bragas al aire. Luego se inclinó y extendió sus piernas, dándome una vista completa de su jugosa rajita.

Una vez que coloqué mi cabeza en la adecuada posición, comencé a lamer lentamente su clítoris con mi lengua.

―Es perfecto Charly ―ronronea Judit como respuesta.

Le masajeo los muslos mientras continúo lamiéndola. Su respiración se vuelve más profunda y más desigual. Entre gemidos, con su marido enfrente, me iba diciendo cuánto la estoy satisfaciendo

Decidí insertar un dedo dentro de su coño que encontré empapado en sus jugos. Hice que mi dedo se moviera hacia adelante y hacia atrás. Bajo el dulce sonido de sus gemidos escuché como sus manos se aferraban apretándose al el cojín de cuero en el que estaba sentada.

― ¡Oh, Dios mío! ―gritó Judit mientras su cuerpo comenzaba a temblar.

Ella comenzó a gritar de placer, seguramente dejando que sus vecinos supieran lo bien que lo estaba pasando. Una vez que se calmó miré hacia su rostro para ver su blanca y nacarada sonrisa

― Estoy lista Charly, fóllame.

Esas eran palabras que había estado esperando oír desde la primera vez que me entrevisté a Judit hace años atrás. Ahora es el momento de echarle el mejor polvo que nunca pueda tener. Me levanté y presioné mi polla en su empapado coño. Judit se quedó boquiabierta y dejó escapar un grito mientras empujaba la punta de mi polla dentro de ella. Luego la metí más y me agarré a sus caderas. Las paredes del canal vaginal se aprietan en torno a mi polla. A medida que continúo penetrándola más profundamente, Judit ella gimotea―Sí Charly, así.

Entonces es cuando veo que Manuel comienza a acercarse a nosotros sobre mí y me mira follándome a su esposa. Le oigo lanzar una diatriba de gritos apasionados. Pero no nos está golpeando, así que no puede estar demasiado molesto.

Judit grita―te amo Charly, amo tu polla.

Si Manuel me va a matar ahora, esto fue suficiente, pero afortunadamente Manuel sigue solo mirando. Su esposa continúa su teatro erótico. No me importa si es solo un acto para su esposo. Sé que ella lo está disfrutando, así que contribuyo gruñéndole―Tú amas mi verga, ¿verdad, Judit?

―Sí, maldita sea ―grita ella.

Sonreí sabiendo que ahora estoy realmente rompiendo todos los límites. Aunque una parte de mí quiere ir a por sus pechos saltones, decido no llevar mi suerte más allá, sin saber cómo respondería ella o él. De repente, noto que estoy cerca de eyacular, como el semen estaba listo para salir. Mis soldaditos están listos para ser liberados y se lo digo― Me voy a correr.

―Lléname Charly ―me dice Judit mientras llora entre respiraciones fatigosas.

Mi cuerpo se tensa y doy el empujón final, duro, empujando mi polla lo más que puedo ir antes de entrar en erupción dentro de Judit.

Una vez dejada mi semilla me retiré lentamente de dentro de su apretado coño antes de que Manuel preguntase ― ¿Fue bueno para hacer un bebé?

―Fue perfecto ―respondió Judit.

Manuel se movió a nuestro alrededor. Ahora estaba desnudo de pie mientras Judit mira su polla de tamaño mediano, ni grande ni pequeña, y suspira― Solo dame un segundo, cariño.

Manuel espera pacientemente a su esposa, acariciándose la polla mientras yo me subo los pantalones. Antes de que Judit se dedique a dar placer a su marido, decido preguntar no sin cierta timidez― ¿Bueno, hemos terminado?

―Por hoy si, pero quiero reunirme a la misma hora mañana, tenemos que estar seguros ― responde Judit mientras su mano se enrosca alrededor de la polla de Manuel Luego ella rodea con esos deliciosos labios alrededor de la cabeza de la polla. Me excito mientras veo a Judit chupar y sorber la verga de su marido. Ahora sé lo que es, como antes Manuel, ver a esta increíble mujer complacer a un hombre. No le lleva mucho tiempo a Manuel llegar al orgasmo dentro de la boca de Judit que se traga cada gota y le premia con una sonrisa a su esposo que todavía tiene esa mirada de duda en su rostro. Tal vez yo no era la solución que necesitaban para el matrimonio, aunque supongo que eso no es asunto mío. Judit me mira antes de decirme― gracias, Charly.

―De nada Judit, a tu disposición ―respondí.

― ¿Quieres quedarte a tomar algo?

―No gracias, mejor me voy a casa.

―De acuerdo, te veo mañana ―dice Judit antes de dedicarme una sonrisa.

―Sí, de acuerdo, mañana entonces ―agrega Manuel con otro murmullo.

Le di una palmada en la espalda antes de coger mi camisa y dirigirme hacia la puerta principal. No sé si realmente soy la solución a sus problemas matrimoniales, pero no me importa, prefiero aprovechar esta situación de cualquier manera.

B.R.

Otro relato ...




Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidos

Y si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.

Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí.