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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Sobrina puta
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Querido Bedri:

¡Por fin llegó el día! Ya te había ido contando en cartas precedentes, que mi sobrino, que se va a casar, me había pedido una despedida de soltero especial. También sabes que mi sobrino me había hecho entrega de una lista de peticiones y de instrucciones. Sabes que algunas no las cumplí porque te lo he contado y porque también has colaborado en ello. De las cuatro, dos las he cumplido, la del matojo en el pubis, lo cumplí estrictamente salvo algunos ricitos que se quedó Luchy. Mi matojo llegó a la categoría de impenetrable, parecía la selva invadiendo las ruinas de una ciudad camboyana; y tengo las tetas y el culo más deslumbrantemente blancos que puedas imaginar; y no, no es necesario que te vuelvas a poner tus gafas de soldar.

La última de las peticiones, bueno, eso de estar desde el lunes a la noche sin practicar ningún tipo de sexo, ni con mis pequeños amigos inanimados, para mi es casi como para otros estar sin follar tres meses. Ni siquiera me he rozado el coño con la yema de los dedos. Y eso me generó la necesidad urgente de un orgasmo.

La primera de las peticiones comencé a cumplirla el viernes cuando llegué a casa, a la carrera desde el trabajo, y me comencé a preparar. Me sentía tan extrañamente nerviosa que ya había preparado mi equipaje la noche anterior. Mis nervios los achaqué a que llevaba casi toda la semana sin sexo pero creo que, realmente lo que me sucedía, es que deseaba mucho hacer el amor con mi sobrino. Sabes que es uno de mis amorcitos.

Llegué a casa, me desnudé y me di una ducha tonificante, luego me peiné y puse la ropa que mi sobrino me había pedido. Era una ropa sosita, muy parecida a la que habitualmente llevo en el trabajo, pero que mirándome en el espejo me hacía un poco más joven.

Ya con todo listo y la maleta esperando a la puerta esperando el momento, lo que recibí una llamada telefónica de mi otro sobrino que forma rápida y casi confusa me dice que su primo no puede acompañarme, que lo previsto ha de suspenderse. Me explica algo de la familia de su novia. Finalmente, atropelladamente se refiere a que las peticiones siguen en píe, que habrá ocasión para algo y cuelga. Aunque al final, la colgada he sido yo. Mi gozo en un pozo, estos cuatro días esperando, sin follar ni masturbarme. Sabes que para mí es toda una proeza. Estos iban a ser unos días muy especiales. Puedes imaginarte cómo era mi estado de ánimo en ese momento.

Mi primera reacción fue quitarme toda la ropa, y allí, en medio del pasillo, completamente desnuda, comencé a maquinar. Tenía unos días de vacaciones y unas ganas locas de follar, quedarme en casa no era una opción y aunque podría recurrir a bastantes amantes y folladores ocasionales, no era algo que me atrajese por lo cotidiano. Viajar era la alternativa, pero sin pasajes de avión, el destino tendría que ser obligatoriamente cercano. Pensé en mi primo, su casa tiene un buen jardín y siempre puedo recurrir a Ernesto para que le lleve a la playa si su amo no está. De la misma razón, si mi primo no está, Ernesto puede hacerme el amor por los dos. Lamentablemente ambos salían esa misma noche para un viaje de varios días al extranjero. No me quedó otra alternativa que irme a casa de mi tío, al pueblo. Hacía tiempo que no iba y pese a que no respondió a mis llamadas, siempre me había dicho que no necesitaba avisarle de mi visita, que siempre sería bien recibida. Además, suele recordarme que aunque soy su putita, no necesito de él para pasármelo bien y que solo yo puedo decidir con quién echar un polvo.

Con la decisión tomada, me dirigí a la estación, algo pasaba con los taxis que acabé por ir a las carreras para acabar por perder el tren directo y solo poder tomar otro que hacía mil paradas e iba lleno de gente hasta los topes. Pero los inconvenientes solo acaban de empezar, no encontré transporte para ir a casa de mi tío desde la parada del autobús y hube de hacer el camino a pie y apresuradamente además porque la noche se echaba encima. Me alegré ver luz en la ventana de la cocina de casa de mi tío cuando me acercaba, eso significaba que estaba en casa y podría encenderme el agua caliente para darme la ducha con la que hacía rato pensaba a causa del sudor del viaje, de las caminatas y el polvo del camino, el polvo de suciedad, no del otro, que todo hay que aclarártelo que siempre me malinterpretas.

No llamé a la puerta porque como suele ser habitual, no estaba cerrada, entré y asomé la cabeza por la puerta de la cocina para saludar y advertir a mi tío que me iría a duchar y me encontré que no estaba solo. Le acompañaba otro hombre, de su misma edad que me miró con curiosidad. Mi tío hizo de buen anfitrión y me presentó a su amigo Luis, ya le había oído hablar de él. A mí me presentó como su sobrina especial, así como suena, con todo lo equívoco que puede ser, al menos a mí eso me parece.

—¿Es esta tu sobrina del cuadro? —preguntó Luis con aire de agradable sorpresa dirigiéndose a mi tío.

—Si, lo es, esta es mi sobrina del cuadro.

—¿Qué cuadro? —acabé por preguntar sorprendida por la interesada reacción de Luis.

—Uno que me regaló tu primo—aclaró mi tío y acabé por comprender tanto interés. Aunque nunca lo había visto, suponía que era uno de los varios bocetos que mi primo me había hecho en alguna de mis visitas a su casa.

—Pues ya me lo enseñarás —le dije con un poco de reproche en la voz.

Se produjo un silencio de esos espesos, que nadie se atreve a romper, hasta que acabé por anunciar que estaba sudada y sucia del viaje y que con su permiso, o sin él, me iría a dar una ducha.

Noté la mirada de los dos hombres en mi espalda, mejor en mi culo, mientras subía la escalera. También me pareció oír un comentario al amigo de mi tío. Esas dos cosas me empezaron a poner cachonda.

La ducha fue rápida y salí del baño cubierta solo por una toalla. Oí a los dos hombres hablar en la habitación del tío y pese a mi escaso atuendo allá fui. Me los encontré a un lado de la cama mirando hacia el lado a donde miraría esta, contemplaban y comentaban algo. Mi tío me vio y me indicó que pasará y me tomó por el hombro apretándome fuerte contra él mientras me señalaba hacia la pared y decía—Ese es el cuadro que te hizo tu primo.

Era un cuadro de buenas dimensiones, la mujer que se representaba desnuda estaba a tamaño natural. Y nadie podría negar que aquella mujer fuera yo, aunque confieso que me vi muy favorecida, quizás mi primo me había pintado más como quería verme que como realmente soy. La imagen resulta turbadoramente excitante. Le haré una foto con mi Smartphone y te la enviaré.

—Me gusta —respondí acurrucándome contra mi tío que reaccionó bajando la mano hasta mi culo masajeándome sin disimulo las nalgas.

Mientras, su amigo Luis, permanecía mirando alternativamente el cuadro y a mí, bueno, más bien a la toalla, como si estuviera viendo un partido de tenis.

—¿Quieres verla sin toalla? —apuntó mi tío.

—¿Puede ser? —preguntó sorprendido el amigo de mi tío.

—¿Tu que dices? —me preguntó este mientras con su mano buscaba el borde de la toalla.

—Como quieras —le respondí en el tono más meloso y sumiso que fui capaz porque ya estaba muy cachonda y con muchas ganas de sexo. Tantas que no me importaba nada que mi tío me zorreara y me exhibiera ante su amigo. Al fin y al cabo soy su sobrina puta.

Tengo que confesar que casi me hace reír la cara del amigo de mi tío cuando al quitar este, de un golpe, la toalla que me cubría, quedaron al descubierto mis marcas blancas del bañador y el tupido matojo.

—Que nunca te sorprenda nada de mi sobrina —aclaró mi tío didáctico.

Luis continuó unos segundos con su particular movimiento de cabeza, hasta que carraspeó antes de decir— si no fuera por las marcas y esa increíble cantidad de pelo, estoy convencido que es la misma mujer.

—Es lo que siempre te he dicho —contestó mi tío mientras me apretaba más contra él y me estrujaba una teta.

—¿Y siendo tu sobrina te la follas?

La pregunta de Luis era más interesada de lo que aparentemente pudiera parecer.

—Si, claro que me la follo, hemos acordado que es mi puta—dijo mi tío que continuó— y como esta semana apenas estaré en casa y no podré atenderla como se merece, si mi sobrina no pone inconveniente puedes hacerte cargo de ella.

Una de las cosas que más me gusta de mi tío es lo bien que me comprende sin que tenga necesidad de decirle nada.

Ambos me miraron y claro que dije que si, notaba el enorme bulto bajo el pantalón de ambos y sentía la humedad rezumando de mi coño tan desasistido estos últimos cuatro días.

Luis propuso que nos fuéramos ya pero me opuse—No, ahora no, esta noche la paso con mi tío, hasta mañana no podrá ser.

Eso a mi tío debió gustarle mucho porque me achuchó con más fuerza y apretó aún más mi teta y negoció con su amigo lo que dieron a llamar “condiciones de cesión”. Estipularon que a cambió de un determinado valor, no mencionaré qué pero mi tío hizo negocio con mis favores sexuales, por llamarles así. He de decirte que protesté porque me pareció que me valoraban en poco. Luis, caballerosamente accedió por propia iniciativa a aumentar el valor. Se lo agradecí con un beso en la boca, un poco demasiado largo, tanto que mi tío me hizo volver a su lado.

También acordaron, más bien impuso mi tío, que la cesión sería solo por la noche, que la podríamos pasar donde quisiéramos, en su casa o en la de Luis, pero nunca en su cama. Eso ya me lo había advertido—si quieres pues traerte a tus amantes a esta casa, la tienes a tu entera disposición, pero nunca uses mi cama—me había repetido en más de una ocasión. Sabe que nunca me llevé a nadie aunque sepa con quien estuve, donde y cuando y por supuesto que hice. Estando en su casa, últimamente le cuento todo lo que hago esos días en el pueblo.

El acuerdo quedó en que por determinado valor, considero seguía siendo poco, mi tío me cedía sexualmente a su amigo desde la puesta del sol al amanecer, con todos los derechos y accesos carnales sin limitación de número ni modalidad, eso fue textual. El resto del día sería de mi libre disposición siendo responsabilidad de Luis, autodenominado la parte contratante, mi seguridad y confort, incluso llevarme y traerme. También acordaron que Luis me llevaría un día, o dos, al río, en el tramo que pasa por su finca y que ese día, a efectos contractuales, sería noche, fue una propuesta de Luis y de mi tío la posibilidad de ampliación. También acordaron que, en adelante y mientras estuviera en vigor el acuerdo de cesión, a mi me denominarían sobrina puta o únicamente la puta o solo puta. Confieso que durante aquella extraña negociación, tuve un par de orgasmos que silencié como pude pero que mi tío notó y acrecentó masajeándome las nalgas y achuchándome más. Creo que la parte contratante también los notó.

—Y nunca olvides que todo lo que pase será porque mi sobrina quiere que pase —destacó mi tío.

—Que tu sobrina puta quiere que pase —corrigió Luis.

—Eso… —intentó apostillar mi tío coincidiendo con el inicio de mi tercer orgasmo. Hacía tiempo que no me pasaba esto de tener orgasmos sin ni siquiera tocarme, bueno, me frotaba las rodillas, y es que tanta abstinencia me ha dejado muy sensible. Y no, no será solo abstinencia de cuatro días, es de más porque todo ese tiempo, desde el anuncio de boda y petición de despedida de soltero, había reducido notablemente mi actividad sexual, solo hacía el amor con mis follamigos, Alfonso y Alfonsito, mi vecinito, Luchy que ya es declaradamente bisexual pero solo conmigo, bueno, y mi tío en cuyos brazos me estaba corriendo.

—Os dejo a lo vuestro —dijo Luis en dirección a la puerta— mañana te recojo al ponerse el sol, tu no hace falta que te pongas nada.

Ese final de frase desencadenó un cuarto orgasmo que no quise disimular, al fin y al cabo, la próxima noche, sería él quien me los provocara.

Mientras los pasos de Luis sonaban bajando la escalera y aún antes de cerrar la puerta de la calle, mi tío y yo ya estábamos haciendo el amor.

—Ponte encima de mí, por favor, tío y házmelo muy, muy despacito.

Puede que para muchos, la postura del misionero, no tenga mucho glamur, pero para mí, en muchas ocasiones, cuando quiero de verdad al hombre con el que estoy follando, es la manera más auténtica de hacer el amor.

Fue una de las mejores noches con mi tío, las hemos tenido muy buenas, el primer polvo duro y duró, casi la hora, despacito, con recorridos largos y profundos. Es uno de los hombres que mejor me folla si no es el mejor, tiene ritmo, potencia, profundidad, persistencia y conocimientos. ¿Qué más puedo pedir a quien me hace el amor?

Nos dormimos agotados y al amanecer, mi tío me despertó con besos en las tetas buscando provocar mi excitación aunque ya sabe que no lo necesita, que puede metérmela cuando quiera.

Este polvo duró mucho más que el vespertino, y fue mucho más gratificante, me corrí tantas veces, que mi tío tuvo que cambiar las sábanas. Cuando se fue a sus cosas, se despidió con un beso en los labios dejándome con la vagina llena de su semen y pidiéndome que aprovechara el día para descansar y que no saliera de casa.

Le obedecí y no salí, solo me duché y perfumé como le gusta a mi tío y que quedé en casa, repartiendo mi tiempo entre mi cama y el sofá del salón. Solo salí un momento, y desnuda, para darle comida y agua fresca a “Kiko” el enorme mastín de mi tío que deambula libremente por la finca.

A media tarde regresó mi tío que pronto comenzó a darme instrucciones de cómo comportarme con su amigo. Tanta palabrería me aburría y además, estaba ya muy perra recordando los dos maravillosos polvos que ya habíamos tenido ese día, así que me acerqué a mi tío, me abracé a su cuello y le dije susurrándole—Hazme a amor tonto.

Y me lo hizo, en su cama, conmigo debajo, muy despacito y muy profundo, y mucho más duradero que nunca. Me corrí muchas veces, no sé cuantas, no tengo la costumbre de  contar mis orgasmos, pero hiperventilé. Era la primera vez que me pasaba. Luego, todavía con el último orgasmo en la boca de mi estómago, mi tío me hizo ducharme y perfumarme otra vez mientras él preparaba su equipaje.

Su amigo llegó un poco antes de lo acordado pero no entró hasta la hora oficial del ocaso, la ponen muchos calendarios. Cuando llamó a la puerta yo ya estaba preparada, desnuda como me había pedido mi tío que solo permitió que me pusiera unas sandalias de tiras muy finas.

—Para que pueda comprobar lo que se lleva —alegó mientras me colocaba frente a la puerta.

—Y tú para presumir de sobrina —le respondí riéndome. Parecía que le afectaba un poco que me fuera a acostar con su amigo de correrías. Pero, al fin y al cabo, partió de él y yo voy al pueblo a respirar aire puro y tener sexo. Además, después del sofoco de lo de mi sobrino no me vendría nada mal un poco de acción.

Luis saludó a mi tío y ceremoniosamente le pidió permiso para llevarse—a su sobrina puta.

Mi tío, igualmente ceremonioso le concedió permiso y dándome un sonoro cachete en las nalgas me entregó— Toda tuya, cuídala que te llevas una joya —le dijo a su amigo.

Acepté la sugerencia de los dos hombres y dejé las sandalias para ponerme unos zapatos de tacón y una túnica negra por encima. Ya hecha la entrega por parte de mi tío, me subí al asiento trasero del coche de Luis. Mi tío dejó, a mi lado, sobre el asiento, una maletita con lo imprescindible para una noche. Luis se subió, puso en marcha el coche y nos fuimos.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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