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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Viajando en tren
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Mi método habitual de transporte es el automóvil, pero por una vez decidí tomar un tren desde mi ciudad natal hasta la pequeña estación de la localidad hacia donde me dirigía. Había tantas obras en las carreteras y problemas de circulación que tenía sentido utilizar el tren. Como era un viaje largo, me di el capricho de un pasaje de primera clase.

El viaje debería durar alrededor de seis horas, así que como el tren saldría a eso de las tres de la tarde debería llegar a mi destino a eso de las nueve de la noche. Me subí al tren y encontré mi asiento reservado. El compartimiento estaba totalmente vacío, así que me hundí en el maravilloso sillón y me acomodé para el viaje. Pronto corríamos a toda velocidad por la campiña y me quedé dormido. Me desperté aproximadamente una hora más tarde y me encontré con una impresionante joven de cabello oscuro sentada frente a mí. Pensé que esto era un poco extraño ya que había muchos asientos vacíos en otros lugares. De todos modos me agradó y pronto estuvimos charlando ya que además, ella dijo que odiaba viajar sola y disfrutaba conociendo nueva gente.

Hablamos sobre nosotros y le pregunté si estaba casada o tenía novio. Raquel dijo que se había separado de su novio cuando lo descubrió engañándola con su mejor amiga.

―Eso es terrible ―dije― ¿Cómo podría alguien engañar a una chica tan bonita y sexy y como tú?

―Estaba metido en cosas bastante extrañas, sexualmente ―dijo― y a mí solo me gustan las cosas normales como follar, chupar y ser lamida.

Tan pronto como dijo eso, le pregunté si quería divertirse puesto que estábamos solos en el compartimento y en el vagón.

―Mmmm está bien ―dijo Raquel― Han pasado algunas semanas desde que tuve una polla con la que jugar.

Se sentó junto a mí y se subió la corta falda para mostrar una tanga de encaje blanco donde un parche húmedo resultaba claramente visible. Froté su coño a través del tanga y de inmediato ella reaccionó abriendo más las piernas y comenzó a gemir quedamente. Se humedeció aún más y le aparte el tanga hacia un lado y fácilmente encontré su clítoris ligeramente hinchado. Le di un suave apretón y esto casi la hizo ya tener un orgasmo. Ya estaba muy empapada y empujé mi dedo medio con facilidad dentro de ella. Cuando comencé a masturbarla con los dedos, ella me desabrochó los pantalones y sacó mi polla totalmente enhiesta. Deslizó el prepucio suavemente hacia arriba y hacia abajo sobre la cabeza hinchada. Fue increíble. Ella evidentemente estaba cerca del orgasmo. Mientras yo la follaba con el dedo profunda, rápida y duramente, ella me masturbaba casi con furia. Le cogí la mano para que se detuviera cuando ella se acercó con un violento escalofrío y gritó. Afortunadamente no había nadie cerca para escucharla.

Su elixir de amor ahora había fluido sobre  el asiento y cuando la coloqué sobre mi regazo ella se sentó sobre mi grueso pene que entró en toda su longitud dentro de su vagina sin ninguna resistencia, parecía estar acostumbrada a tener grandes pollas dentro de su coño. Le desabotoné la blusa y liberé sus pechos blancos y lechosos. No eran grandes en absoluto, pero si muy suaves y firmes. Me incliné hacia adelante y tomé su pezón izquierdo con mi boca y chupé con fuerza para ponerlo bien erguido. Lo mordisqueé suavemente mientras ella subía y bajaba por mi dolorida polla. Sus músculos del coño se apretaban alrededor de mi polla mientras ella se acercaba al orgasmo. Luché por moverme dentro de ella porque cada vez estaba más apretada. Mientras me cabalgaba, le llegó otro orgasmo con un violento escalofrío y gritó otra vez. Su coño se inundó con su sedoso jugo del sexo mientras me cabalgaba más profundo y más duro de lo que yo casi podía meter. Su orgasmo duró y duró y enlazó con otro. Me estaba follando furiosamente, con ansia, golpeando en cada embestida, aplastando mis testículos a cada embestida. El leve dolor de eso y su humedad y calidez me hicieron comenzar a correrme. No pude contenerme más y mi polla explotó liberando su carga en lo profundo de su vagina. Podía sentir el semen salir a borbotones en cada golpe hasta que le supliqué que se detuviera. Después de unos momentos, ella se liberó del y se inclinó sobre mi pene aún duro para sorber todo aquel charco de almizcle vaginal y espermático. Ella chupó y mordisqueó el prepucio, enrollándolo arriba y abajo, tragando todo mi jugo restante salado y caliente. El problema era que, cuanto más hacía esto, más tiesa se me volvía a poner la polla y en un abrir y cerrar de ojos ya  volvía a estar a punto de volver a eyacular. Le forcé la cabeza hacia arriba y hacia abajo, por lo que Raquel estaba amordazada y ahogada, pero siguió chupando hasta que finalmente llevé mi carga a su garganta. Ella me chupó hasta secarme y lamió mi polla hasta que desaparecieron todos los rastros de semen.

Se vistió, me besó en la mejilla y volvió a su asiento frente a mí. Guardé mi polla flácida y pronto me quedé dormido. Cuando me desperté, ella ya no estaba. Nunca la volví a ver. Lo único que lamento es no haber probado su suave coño.

Anónimo.

Otro relato ...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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