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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Viaje a Bilbao, la primera vez
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Hola, soy Maika una que considero hermosa mujer ya madurita con dos hijos mayores, divorciada, natural de Madrid y actualmente a vivo en Andalucía.

Lo que os voy a contar sucedió cuan andaba por la mitad de la treintena y estaba aún casada con Simón. Nos habíamos casado muy jóvenes y siempre nos habíamos llevado muy bien. Ambos teníamos buenos trabajos lo que nos permitía tener una buena vida con fines de semana y cenas fuera, gimnasio, y caprichos diversos. En aquel entonces trabajaba en una empresa que representaba en mi país una empresa extranjera. Esta representación obligaba a dos veces al año, a la hora de la llegada del representante de esa compañía a hacer visitas a las fábricas con las que negociábamos. Eran todas al norte del país por lo que comenzábamos la semana por las empresas cerca de casa, partiendo hacia Bilbao el martes por la noche, donde nos quedábamos hasta el viernes o el sábado, dado que la mayoría de las empresas eran en esa zona del país. Nos alojábamos siempre en uno de los mejores hoteles de la ciudad.

Aquel año la visita del representante fue programada para la última semana de julio, principios de agosto y este año tendríamos un nuevo representante de la empresa dado que el anterior se había jubilado. Como mi jefe estaba fuera por asuntos con sus padres me tuve que hacer cargo yo y reservé tres habitaciones en el hotel acostumbrado.

La tarde del domingo acudí al aeropuerto a buscar al extranjero y me encontré con un hombre de casi dos metros anchos hombros y figura atlética y tan negro como nunca había visto. Lo llevamos al hotel que le habíamos reservado y acodé con él que en la cena programaríamos las visitas del día siguiente

Fui a casa, tomé una ducha, me vestí y allí fui en taxi, no fuera por el caso de no estar en condiciones de conducir a la vuelta. Al llegar pasé por recepción para pedir que le avisaran. Apareció muy bien vestido e intercambiamos elogios y fuimos al restaurante donde tuvimos una cena muy agradable. Me contó que estaba casado y tenía una hija. Me parición un hombre guapo, bien dispuesto y divertido.

Al día siguiente comenzaron nuestras visitas de trabajo. Normalmente, en la empresa utilizo faldas, no muy cortas para mantener un aire presentable y nunca por debajo de la rodilla. Todo ayuda a cerrar un buen negocio. El día transcurrió muy bien dado que conseguimos algunos acuerdos que no esperábamos conseguir esperando. Al día siguiente sólo visitamos una empresa tras lo que le dejé en el Hotel yendo a casa a hacer la maleta y despedirme de Simón y de los niños. Recogí al representante

Recogí a John en el hotel y salimos hacia el norte, donde cenamos al llegar. Al día siguiente, Carlos, mi jefe, se unió a nosotros y los tres iniciamos el día de visitas, con contactos, acuerdos y contratos. El jueves y viernes siguieron la misma tónica. La semana había resultado muy satisfactoria así que resolvieron quedarse otra noche más para celebrarlo y regresar el sábado.

Era una noche calurosa. De esas que suelen darse en Bilbao esa época del año por lo que decidí ponerme un vestido de verano y unas sandalias finas. Tomamos un taxi y unos fuimos a uno de los restaurantes más famosos y reconocidos de Bilbao donde comimos muy bien y bebimos mejor. Al salir del restaurante animados por la buena cena y alegres por el vino, decidimos dar un paseo y acepté un cigarrillo que John me ofreció y me ayudó a desinhibir aún más.

John que no parecía afectado propuso ir a bailar y mi jefe dijo que no estábamos en buenas condiciones pero conocía un sitio fantástico. Era una discoteca bastante animada pero lamento no recordar el nombre.

Me jefe era un hombre de 50 años y un regordete pero muy simpático pidió las bebidas mientras John me tendió la mano invitándome a bailar. Balamos los dos en la pista riéndonos y pasando un muy buen rato. Mientras tanto el jefe había logrado una mesa donde acudíamos de vez en cuando a dar un trago y volver luego a la pista.

Inesperadamente comenzó a sonar música romántica y me quise retirar pero John tiró de mí hacia él y me abrazó con fuerza, no teniendo ninguna opción para rechazar bailar.

Sin apenas luces y tan cerca el uno del otro sentí su enorme mano bajar por mi espalda hasta mi culo. Se apretó contra mí y me estremecí. Tal vez, por culpa de lo que había bebido y fumado no dije nada y solo solté un pequeño gemido que él entendió como señal de aprobación. Mientras yo me sentía fuera de mí y deseaba que ese momento no terminara nunca. Nunca había sido infiel a mi marido y siquiera había pensado en eso, pero me sentía bien y no me acordé de él o de los niños. Sólo quería sentir esas manos grandes y negras a explorando mi cuerpo.

Unos bailes después cuando regresamos a la mesa a tomar otro trago mi jefe me dijo sin que John se enterara —Me ha encantado el show, espero que no haya terminado.

Sonrió de una forma extraña y pensé que lo que quería era bailar también conmigo. Se lo propuse y nunca lo vi levantarse tan deprisa. Me llevó al centro de la pista y cuando le puse los brazos en el cuello me dijo al oído que tenía un enorme deseo de besarme. No dije nada solo moví mi cara que se apoyaba contra la suya y besé sus labios y él introdujo su lengua en mi boca. Me encantó aquel beso y me mojaba de la excitación de pensar que estaba besando en público a mi jefe después de haber sido manoseada allí mismo por un enorme hombre negro.

Cambió la música y volvimos a la mesa donde nos esperaba John y ya cansados decidimos regresar al hotel.

Tomamos un taxi y los dos se sentaron conmigo detrás, uno a cada lado. La cabeza me daba mil vueltas por el efecto de la bebida y cerré los ojos. Sentí una mano tocando mis piernas y sin pensarlo pero llena de deseo abrí las piernas para mejor facilitar el trabajo de aquella mano. La mano venía de lado donde estaba John, Una serie de pensamientos me llegaron a la cabeza —¿Qué pensaría mi jefe de aquello? Pues que se aguante, que estoy disfrutando y además está casado. Hice acopio de coraje y volví la cabeza hacia la izquierda lo besé de nuevo. También él puso su mano entre mis piernas. A estas alturas de la acción, mi vestido ya se había subido del todo y tenía piernas completamente abiertas. Ahora me imagino el espectáculo que debía haber tenido el conductor mirándonos por el retrovisor.

Llegamos al hotel y en el ascensor John dijo con su particular acento— Me siento como bailando con usted Maika, l usted unió a Carlos.

Mi jefe reaccionó de forma confusa —¿Qué mierda es ésta? no me preguntó si quería bailar, sólo me dijo que quería — señalándome con la cabeza.

—¿Seguimos la fiesta? —acerté a decir balbuceante.

Entramos en la habitación del jefe que pidió champán al servicio de habitaciones mientras John ponía una canción en el hilo musical y me abrazó volviendo a poner sus enormes manos en mi culo justo delante de mi jefe. Pasó las manos por debajo levantándome el vestido y tirando de los laterales de la braguita hacía arriba me la metió entre las nalgas y en el coño. Sin quererlo se me escapó un suspiro y John apartó las manos hacia arriba manteniendo levantado el vestido para que mi jefe pudiera vérmelas bien. Me sentía una puta en las manos de aquel negro pero me encantó lo que él me estaba haciendo.

—Wondeful white ass — dijo.

Se quitó la camisa aproveché para acariciar y besar sus pezones

—Not fair— añadió mientras me abría el vestido que de inmediato me sacó por la cabeza. Me aflojó el sujetador y me lo quitó. Me quedé de bragas y sandalias en aquella habitación de hotel con un enorme negro y mi jefe 15 años mayor que yo.

—Que puta, soy— dije solo para mi

Cuando llamaron a la puerta John indicó a mi jefe que bailara conmigo pero mi jefe estaba palpándome las tetas cuando abrió la puerta y ordenó entrar al camarero con la botella de champán y las copas en una bandeja. Era un chico muy joven que se asustó con el espectáculo y que nerviosamente colocaba el mandado sobre una mesita. John se acercó a mí y me dio un fuerte manotazo en una nalga que sobresalto al muchacho y le hizo girarse hacia mí. Casi tengo un orgasmo en ese momento.

Antes de que el camarero saliera me puso de rodillas delante de él que aflojó los pantalones y tiré de ellos y del calzoncillo. Su polla asomó como un resorte, me pareció enorme, quizás de veintitrés o veinticinco centímetros. Era hermosa, enorme, venosa y negra. Se la cogí con la mano y saqué la lengua bien fuera de la boca para pasársela. Oí como la puerta se cerraba después de que mi jefe diera una propina al empleado del hotel. Aquello era una locura, yo que siempre hacía que mi marido se lavase bien el pene antes de chupárselo estaba de rodillas en medio de la habitación de un hotel chupándosela a un negro.

Noté una mano tirar de mis braguitas y aun dedo tratando de entrar en mi coño. Era mi jefe que se había unido y estaba de rodillas detrás de mí y con la cara en mi hombro mirándome chupar mástil negro. Sin dejar de mirar la polla de John me dio una chupetada de cuello que me encantó. Levanté aquella polla negra y lamí las bolas depiladas de aquel dios negro de una en una. Luego fui de las bolas a la punta y me la metí entrara en la boca empezando a chuparla casi con sofocación.

Mientras sentía la polla de mi jefe en mi raja y sus manos amasarme las tetas.

—Let's go to the bed —dijo mi jefe

Cuando me levanté vi por primera vez el pene de mi jefe, no estaba nada mal el señor Carlos. Fue John el primero en acostarse en la cama y yo puesta a cuatro empecé a chuparlo de nuevo. Estaba impresionada con aquella polla tan grande. Que no es que fuera exageradamente grande pero aquel color me excitaba mucho y traté de tragármela toda. El jefe, aprovechándose de estar en el borde de la cama, se arrodilló y me empezó a lamerme el coño. Que delicia, nunca pensé que pudiera tener tanto placer al mismo tiempo. Sentí las manos de mi jefe separarme las nalgas y luego su lengua penetrar en mi agujero todavía virgen. Qué placer sentía, mientras me chupaba el coño y culo con la lengua amasaba mis tetas y me apretaba los pezones, lo que me provocaba algún dolor pero también un inmenso placer.

—Lick my ass, slut— Oí a John decir al mismo tiempo que levantaba las piernas y se quedaba con aquel agujero negro junto a mi cara.

Enojada pero muy excitada, pensé —Porqué no— y pasé la lengua por aquel culo negro mientras le cogía la polla con la mano y se la masajeaba.

Mi jefe, al ver la escena se levantó y me dio una fuerte palmada en el culo

—No tenía idea de lo puta que eres Maika—dijo.

Luego se colocó detrás de mí y me penetró el coño. Lubricada como estaba me la metió de una sola vez. Empezó a empujar y así estuvimos los tres durante unos maravillosos minutos. Pronto me vino un enorme orgasmo y no tardó mucho para que mi jefe se corriera dentro de mí llenándome con su esperma. Eso no me preocupó porque después del parto de mi segundo hijo me había hecho una ligadura de trompas por lo que no corría riesgo de quedar embarazada. Para mi sorpresa mi jefe se agachó detrás de mí y me dio unos lametones en el coño que casi me hacen correrme nuevamente. —Está resultando interesante este jefe —pensé

—My turn, get on top of me, slut.

Me subí encima de John y me coloqué encima de aquel mástil que me metí con cuidado mientras iba bajando de continuo hasta que empecé a cabalgar. El jefe se puso detrás de mí y me sujetó las tetas que botaban con tanto movimiento. Después las soltó y tiro de mi pelo hacia atrás obligándome a levantar la cara y aprovechó para besarme en la boca con un beso de lengua profundo y largo.

Me baje de la polla de John y me volví a poner en cuatro ofreciéndome a John, esa es mi postura favorita. John se colocó y empezó a metérmela despacio hasta que me la metió entre, hasta las bolas, pero luego empezó a metérmela con más violencia. Mi jefe se había apartado y nos miraba sentado en un sillón mientras se masturbaba pro se acercó para que se la pudiera chupar.

Lo hice todo con mucho gusto, tenía una polla negra enrome en el coño y le chupaba la polla a mi jefe que me sujetaba la cabeza tirando del cabello hacia arriba para no lastimarnos con cada empujón de John que pronto estaba listo para acabar.

—Get here you bitch, suck me. —gimió.

Me volví rápidamente y abrí la boca para meter aquel miembro en mi boca mientras mi jefe nos miraba y se volvía a masturbar.

—Open your mouth —ordenó John.

Lo hice y me llenó la cara y la boca con aquel esperma caliente y salado. Tuve un nuevo orgasmo. Pasó los dedos por mi cara cogiendo todo el semen que no había quedado en los labios o en la boca y con los dedos me lo daba a chupar. No vi acercarse a mi jefe que me levantó la cabeza y me lanza otra corrida en la cara.

— Chupa Maika, te adoro puta —dijo mi jefe mientras descargaba.

Los dos se dejaron caer de espaldas sobre la cama mientras yo permanecía todavía en cuatro limpiándoles las pollas con la lengua.

Fueron muchas las experiencias nuevas, que aún estaban por terminar, pero ahora era tiempo de descansar un poco.

Besos, Maika

 

 

Historia de Maika

Maika es una hermosa madrileña morena de cincuenta y dos años que cuenta, en forma de relato, alguna de sus aventuras sexuales de dos décadas atrás cuando descubrió una parte de su sexualidad que desconocía de la que aún disfruta.

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