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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Viaje de mi suegro
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Andaba muy dormida, teniendo un sueño muy húmedo con la persona menos esperada, Will, mi suegro. ¿Por qué estaba yo mojando mi tanguita azul a estas horas de la noche pensando en mi suegro, precisamente?

Te lo describo, mi suegro, está por la cuarentena, es alto, de tez morena de color café tostado, ojos oscuros, labios carnosos, un cuerpo atlético muy marcado, con un candado como barba, y empezando a tener canas dándole su porte de señor como bien se lo merece. Es ese mulato con el que fantaseas en tu mente. Sí ese es.

Yo, por si te lo preguntas, tengo unos veintitantos, soy blanquita, de pelo castaño por los hombros, no paso del metro y medio —sí, soy muy bajita— de grandes senos, grandes nalgas, con labios muy rosaditos, y así rellenita, como para morder todita. Añado, traigo lentes, que me dan ese look  inocente  que a muchos les gusta.

Pues ahí estaba yo, con mis ojitos cerrados, mi tanguita azul mojada y él, que llegaba de visita a la casa, que hace mucho tiempo no lo veíamos.

Tocan a la puerta, y adivinen, si ahí estaba él. Muy contento abrazó a su nieto, y luego me abrazó a mí. Al tomarme de sorpresa, solo traía puesto unos shorts, sin bragas, y una pequeña camisilla. Así que le pedí disculpas para salir a cambiarme.

Sonrió un poco avergonzado y asintió.

El día transcurrió normal, él y su hijo compartían y charlaban. Imagínense, llegó su papá. En la tarde, mi esposo recibió una llamada. Debía ir a su trabajo ya que había faltado un compañero suyo y no tenía a quien para cubrir el turno.

—Cuídalos a lo que vengo, lamento tener que irme, los veo en la mañana —Le dijo a su papá.

—Claro tranquilo, yo voy a descansar un rato que el viaje fue cansón.

Aquí anochece temprano en invierno. O sea, que  la noche es muy larga. Bañé al niño y lo acosté temprano,  como de costumbre. Luego, cada uno se duchó.

El vestía una camisilla blanca y un pantalón como los basketbolistas muy holgado, y al parecer sin calzoncillos. Se le notaba el paquete, enorme moviéndose de lado a lado.

Yo acostumbro a dormir en camisón y tanga, es muy cómodo. Pero ya que él estaba me pongo unos pantalones muy grandes de dormir.

Will me preguntó si quería ver alguna película y así podíamos charlar un rato. Él,  muy mendigo escogió una de suspense. Sabrán que pasé toda la película brincando del susto, y él, muy guasón riéndose de mis sobresaltos.

—Tranquila, o  se te saldrá el corazón del pecho —dijo mirando hacia mis senos.

—¿Y para que me haces ver este tipo de película, que me dan cosita? —digo yo con mi carita tierna.

—No seas bobita, es una película, si en la noche no duermes me avisas, yo estoy aquí.

—Okei.

Se acaba la película, y bueno, lo despido porque me voy acostar. Me voy al cuarto y dejo la puerta abierta, que es como suelo dormir, por el niño, ya es costumbre. Me quito el gran pantalón ya que estoy en mi cuarto y me acuesto. Pero no logro  dormirme, por más intentos que hago,  no me duermo. Además, hace un tiempo largo, que no tengo sexo con mi esposo. Así que aprovechando mis ganas y el no poder dormir, decido comenzar a masturbarme. Lo hago lo más silencioso que puedo, pues les recuerdo, mi puerta estaba abierta, y mi suegro dormía en la sala de estar. Estamos hablando de un departamento de dos cuartos, así que no tenía donde más ubicarlo durante su estancia.

Comienzo a pasar las manos por encima de mi tanguita color azulito. ¡Qué rico se siente al notar mi vagina muy calientita. Necesito pensar en algo que me excite aún más. ¡Ah, sí!. El bulto enorme que cargaba mi suegro entre las piernas. ¡Uy! Que rico debe de ser ver esa vergota bien parada. Me mojo de nada más pensar en tenerlo cerca de mi vagina.

Paso los deditos por dentro del tanga, tocando lo mojadita que estoy y comienzo a frotar mi clítoris, poniéndolo muy duro y mojándoseme con la babita de mi conchita. Comienzo a suspirar más profundo. Mis pezones, color café con leche, se ponen muy duros de lo excitada que estoy. Froto circularmente, cada vez  más rápido, mi clítoris, e introduzco mis deditos en lo más profundo en mi vagina; imaginando ser penetrada por ese gran hombre que duerme en mi sala. En medio de un silencio  sepulcral se me escapó un gemido. Tapo mi boca muy rápido pero lo inevitable ya ocurrió. Escucho unos pasos hacia mi cuarto. Mi suegro se había levantado. ¡Oh Dios qué vergüenza!

—¿Estás bien?

—¿Yo? Si perfecta ¿Estás incómodo, necesitas algo? —respondí nerviosa.

—Yo, si muy bien, con algo de frío pero bien. Es que me parece haber escuchado algo, y pues como aún no me duermo bien, quería saber qué era, y si estabas bien.

—El sabe lo que escuchó, no es tonto, pero yo, con mi vergüenza tonta, le seguí el juego.

—Si fui yo, perdóname, necesitaba dormir y bueno recurrí a esto.

—¡Oh” ¿Te estabas tocando?

—Siiiiii, perdón si escuchó algo.

—No, tranquila, fue tu dulce gemido el que me despertó; pero va —se sienta al lado mío, en mi cama— cuéntame ¿estás bien con mi hijo?

—Bueno Will, te seré sincera, escasamente las veces que tenemos relaciones, está distraído, muy cansado o con cosas en la cabeza. Yo soy muy activa, me encanta el sexo, el masturbarme sola ya me cansa. ¡Es frustrante! Y perdona lo indiscreta.

—No, tranquila; sabes que eres muy hermosa, tienes una carita muy angelical y tierna, si fuera diez años más joven, no dudaría ni un segundo en hacerte mía cuántas veces me lo pidas.

Me sonrojé.

—¿Te gusta lo que te dije?, te pusiste muy coloradita, que no te de vergüenza, Y yo soy viejo ya y se reconocer una hembra hermosa cuando la veo; de hecho hace tiempo te observo, y esta tarde cuando me abriste la puerta, que estabas casi sin vestir, por primera vez pensé en ti como mujer ¡Cómo te veías debajo de la poca tela que traías!

—Perdóname por eso.

—Oye —dijo poniendo su mano sobre mi muslo— ¿No quieres que te ayude?. Podrás dormir perfectamente, y será muy rápidamente.

—No señor, no creo que sea correcto.

—Tu cierra los ojos y déjame ayudarte.

Se coloca justo detrás de mí, los dos sentados en la cama, sentía su gran bulto en mis nalgas y espalda, y pasa su mano hacia adelante, y toca mi conchita.

—Cierra los ojos, solo disfruta y relájate —me dice al oído y comienza a frotarme el clítoris por encima del tanguita. Se siente tan rico.

—Necesito un poquito más de lubricación, chiquita — y me mueve la tanguita hacia un lado, e introduce dos de sus dedos dentro de mí —se me escapa un gran suspiro—

—Uy qué rico se siente, estás tan calientita.

—Mmm sii.

—Vamos a seguir frotando aquí. —y mueve sus dedos de manera circular en mi clítoris.

 Me excita mucho y mi cuerpo se empieza a recalentar. Me comienza a besar por el cuello, y su otra mano se mete debajo de mi camisa para alcanzar mis tetas, con los pezones bien paráditos por lo excitada que estoy.

—¿Quieres que siga? — me dice al oído.

—¡Siiii, Will!

—¿Está rico muñeca?

Se me eriza toda la piel —Sii, muy rico.

Ya a este momento siento su pene erectándose entre mis nalgas. No hago más que pensar, cómo se sentiría mi conchita con el adentro. En ese momento Will me tumba sobre la cama, me abre la piernas y comienza a lamerme mi conchita, me la devora con ansías.

—¿Will, espera que haces? — dogo gimiendo de placer.

—No podía esperar a probar toda esa babita que sale de tu gordita chochita muñequita.

Gemidos es lo único que se escucha en el cuarto.

Su lengua penetra mi vagina como si me estuviera cogiendo con su misma boca. Sus manos agarraba mis pechos muy fuerte. Me tapo yo misma la boca, quiero gritar de placer.

—¡Will! me estoy viniendo ¡no pares Will!

Me le corro en toda su cara, todo mi cuerpo tiembla en pequeños ataques de convulsiones

—Así me gusta muñeca, espero que ahora duermas perfectamente bien.

—Sabes tan divino que, con gusto, te comería esa rica chochita todas las noches — dice mientas se chupa los dedos con mis jugos en ellos.—Ay yo me excito más de pensarlo—

—¿Espera, y tú? Mira lo excitado que estas. Déjame ayudarte ¿sí?

—No ya acuéstate, el trato era que yo te ayudaba.

—¡Ah sí! lo sé, pero quiero recompensartelo, anda sí.

Me arrodillo frente a él  y sacó de sus pantalones aquel gran miembro, goteando ese líquido tan rico. Que no dudo más y lo zampo directo a mi boca.

—¡Ay chiquita! que calientita está esa boquita —gime.

Yo lo froto con mi mano, le chupo el glande, le lamo las grandes bolas mientras lo masturbo con la mano.

Y entonces se escucha— No aguanto, quiero sentirte mía.

Me tumba en cuatro hacia la cama, y coloca su miembro entre mis labios vaginales, rozando mi clítoris con su glande —Me excita tanto—

—Por ahí voy mi muñequita, no grites.

Me tapa con su mano la boca, y ¡zas!.

De una, lo siento hasta mis entrañas. ¡Uuff que sensación! de un pequeño dolor, pues no había sentido un pene tan gordo como aquel, que ahora ensanchaba mi chochito.

Le lamía los dedos.

—Estás tan apretadita — decía, mientras se movía suavemente dentro de mí. Mi clítoris se puso muy duro desde que entró semejante padrote.

A las dos docenas de penetrada lo siento con su dedo masajeandome el ano.

—Tu culito me parece que no a visto mucha acción, está tan apretadito —Saca su pene y su lengua me penetra el ano.

style="line-height:normal">—¡No Will eso es sucio salte — Le digo gimiendo.

style="line-height:normal">—Para nada, tate tranquila, que yo te enseñaré lo rico que es.

Su lengua me penetra el ano, y me da varias nalgadas. Me acuesta boca arriba y vuelve a penetrarme, esta vez más impaciente, mirándome lujurioso, me besa. Esos labios carnosos tocaba mi boca por primera vez; y yo me derrito con cada segundo que siento su lengua entrelazada a la mía. Mi vagina quiere explotar. Cada vez su penetración es más rápida, profunda, todo su pene está muy mojado de mi babita.

—¿Donde la quieres? dice mi suegro penetrándome con fuerza.

—¡Déjamela toda adentro! te quiero adentro de mi, Will.

Me alza, y me sienta encima de él, agarrándome por mis caderas, entrando en lo más profundo de mí, hasta que siento su leche calientita, sale de mi embarrando mis muslos con cada metida que me da. Hasta que se viene por completo.

—¡Que rico! Había pensado que esto sería rico pero estás divina, mujer.

—Yo hace mucho no me sentía así. ¡Qué rico suegro! Lo haría muchas veces más.

—Este será nuestro secreto muñequita. ¿Verdad? —dijo con su pene aún dentro de mí.

—Claro que sí, me voy a duchar, ahora dormiré perfectamente, gracias a tí.

—De nada preciosa.

Y me levanté, toda mi tanguita mojada, con mi cuerpo muy caliente, pensando cómo sería el día que mi suegro me hiciera suya.

Tengo una llamada de mi esposo— mi papá vendrá en unas semanas, solo estará unos días, será un visita corta. Te aviso el día.

Inocencia.

 

 

 




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