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La Página de Bedri
Cuentos, relatos y monólogos
Las cosas de Bedri
La página de Bedri

LA VIDA SEXUAL DE BEDRI
PARTE IV
De los sitios que se usan para estas cosas, segunda parte de la tercera parte o parte de la playa.

Es que esto de los sitios para estas cosas da para mucho. Y es que un capítulo solo es muy poca cosa para tantos sitios.

Os he mencionado que soy de campo, como las margaritas, pues bueno, también soy de costa, como las mareas negras, digo como las gaviotas ... ¿no? ... juer ... si, mejor que escoja otro animalejo marino, que este lo tiene muy negro...Pues eso, que además de prados teníamos playas.

Las playas son muy similares a los prados en muchos aspectos. En los funcionales son iguales, en eso no hay diferencias que esas hay que buscarlas en otras cosas. Un aspecto diferenciador entre la playa y el campo es que para poder ir a la playa es necesario un medio de transporte. Para llegara a un prado solo teníamos que caminar un ratito y enseguida salíamos del pueblo y teníamos a nuestra disposición un montón de discretos lugares llenos de hierba, piedrecitas, barro y animales de distintos tamaños y aviesas intenciones. En la playa, además hay arena.

La propia disponibilidad de un medio de transporte hacía de la playa un lugar poco frecuentado, el coche cumplía perfectamente. Además, la amplitud de la playa, la escasez de lugares resguardados de la vista de los viandantes hacía de este un lugar no muy cotizado para determinadas prácticas. Las sexuales se entiende. Además la arena...en cuanto te dabas un revolcón te estabas sacando arena una semana de los lugares más inverosímiles del cuerpo. Incluso de ese que, fíjate tú que ese mismo en concreto no se utilizó para nada de eso, por lo menos el tuyo, el de ella puede que alguna vez...pero solo por probar ¿eh?. Te ibas con tu chica a la playa y al día siguiente tu madre que te espetaba: "¿tú que hacías anoche en la playa?" y tu que te quedabas a cuadros ¿yo, en la playa...anoche...cómo te has enterado?" Y ella que te contestaba: "pues mira, además de que ha quedado en la almohada has dejado en la bañera arena suficiente para regenerar una playa entera ... lo que no entiendo es lo del alga" Yo que oigo lo del alga y me doy cuenta de que coño era lo mojado que había dentro del zapato. Otra opción era irse a los pedreros, entre las rocas, más discreto eso si pero bastante más incomodo y además, algunas piedras resbalaban y otras rascaban... además siempre estaba el riesgo que quedarse atrapado por la marea al subir. Y luego los pescadores que nunca los veías venir. Aunque eso no era mala cosa al fin y al cabo. Eso si, solo si ibas bien "preparado".

La playa es un lugar así como que muy romántico. A algunas chicas solía gustarles quedarse mirando la luna reflejada en el mar. A otras lo que les gustaba era el sonido de las olas rompiendo en la orilla. A otras les encantaba sentir la brisa marina envolviéndoles el cuerpo, eso me lo dijo una mientras se arropaba con mi camisa y yo tiritaba a su lado. A otras era el olor del mar lo que les atraía. A una en concreto le gustaba quedarse observando las evoluciones aéreas de las gaviotas. Y digo yo ¿para eso había que venir hasta aquí?. Si eso ya lo conozco ¿Porqué no investigar un poco buscando conocernos mejor?. ¿Porqué no interaccionar nuestras realidades físicas en la búsqueda de la compenetración del karma o algo así?. Pues no, nada, ni caso. Estoy de Juan Salvador Gaviota hasta el mismísimo moño. He visto a la luna en todas sus fases reflejándose en el mar a todas horas. El mar huele bien solo a veces, otras como ahora huele a fuel. La jodida brisa marina es un aire cargado de salitre que corroe la carrocería de los coches y las gaviotas son unos bichos ruidosos y cagones. Especialmente esto último. Tienen una pavorosa puntería a la hora de dejar sus excrementos sobre el coche recién limpio o sobre tu hombros o espalda cuando menos necesitas que te interrumpa nadie o cuando estrenas algo. En fin, no es que sea poco romántico o que carezca de sensibilidad para poder apreciar las cosas hermosas, es que ... bueno... alguien seguro que me entenderá.

En las playas que yo frecuentaba también había vigilantes de la playa. Antes se llamaban socorristas. Eran tíos bastante normalitos, muy morenos y con bañador rojo. Solían sentarse en una silla muy alta para que se les viese mejor. Tenían bastante éxito entre las chicas. No solía haber tías socorristas y si las había no se parecían en nada a las de la tele y por supuesto ni por asomo a la Pamela Anderson esa. Yo siempre me imaginé que eso de la respiración artificial era otra cosa. Que te estás apunto de ahogar y aparece una tía con los flotadores incorporados que se rescata y para reanimarte te da un repaso de campeonato en todos los morros. O que yo era el salvavidas y sacaba del agua a una rubia despampanante medio inconsciente y le reanimaba con un oportuno masaje cardio-respiratorio después de haberle liberado del bañador que la oprima. Por cierto, le oprimía todo pero una barbaridad ¿sabéis?. Una vez vi hacer la respiración artificial a un amigo que llevó un susto en el agua. Yo desde entonces y por si acaso prefería bañarme en la orillita del todo. Y es que sustos en la playa puedes tenerlos con cualquier cosa.

En una ocasión un amigo mío se fue a la playa de Rodiles en Vespa, con una amiga suya. Hacía una buena noche y después de un intenso, apasionado y tórrido encuentro sexual a ambos les apeteció darse un baño. Pare evitar sustos decidieron enterrar la ropa en la arena. De esa manera nadie podría robársela o escondérsela para gastarles una broma. Se dieron un buen baño aunque no fueron las artes natatorias lo que más practicaron, de hecho no pasaron del primer chapuzón pero por decirlo rápido ambos se dieron un buen homenaje. Vamos, que se quedaron muy a gustito. Tan absortos estaban en lo suyo que cuando quisieron darse cuenta se habían desplazado bastante del lugar por donde habían entrado en el agua. En la oscuridad de la noche no eran capaces de localizar el sitio donde habían escondido la ropa y comenzaban a desesperarse. Estaban completamente desnudos y en una hora o menos comenzaría a amanecer. Además era fin de semana y la playa no tardaría en poblarse de domingueros. Si hubiesen ido en coche no habría mayor problema, pero claro... en Vespa... y solo tenían el casco. Como la necesidad obliga dieron con una solución de emergencia. Se subieron en la moto y discretamente se dirigieron hacia el monte Rodiles. Ella se escondió detrás de unos matorrales cerca de la entrada. El se puso un casco en la cabeza y el otro se los colocó sobre la... sobre el.... sobre los... eso ... ahí mismo. De esa guisa enfiló carretera adelante entre el asombro de algún automovilista madrugador. Llegó hasta el pueblo y como pudo llegó hasta la calle donde vivía un amigo. Usando el efectivo y conocido método de las piedrecitas por la ventana logró despertar al "Cj" que es como se llama ese otro amigo. Bueno, no exactamente a "Cj", a quien despertó fue a su padre que se asomó a la ventana y luego se dirigió a despertar a su hijo mayor. Le zarandeó sin muchos miramientos y le espetó "eh tú, que ahí abajo está uno de tus amigos" "¿quién es?" preguntó "Cj", "no lo sé pero solo puede ser amigo tuyo" respondió el padre "¿y que quiere?" le contestó "Cj" medio dormido aún "tampoco lo sé pero seguro que quiere ropa" le dijo el padre "¿ropa?" "si, ropa está desnudo y usa dos cascos". "Cj" dio un salto y se precipitó a la ventana. Allí estaba Chirri, se había quitado el casco de la cabeza y se lo había puesto en el culo, unos portales más allá una familia preparaba el coche para un día de asueto. El otro casco ocultaba la aparte opuesta a la del culo. "Cj" salió corriendo a la calle pero una vez que llegó a donde Chirri tuvo que regresar a su casa a todo correr, estaba en calzoncillos, eso si, llevaba consigo las llaves del coche, algo se imaginaba. Una vez que "Cj" estuvo vestido y toda su familia en la ventana se dirigieron hacia la playa. Llevaban consigo algo de ropa que habían encontrado. Tampoco había mucho tiempo, la claridad ya comenzaba a hacerse notar. Llegaron donde la chica se había quedado escondida y la llamaron. Costó un poco de trabajo que saliera, no se fiaba, tenía frío y estaba de bastante mal humor. Chirri pasó detrás del matorral llevándole ropa. Fue verle vestido de aquella guisa y pasarle toda la mala leche. Le dio tal ataque de risa del que los otros dos pensaban que le pasaba algo malo. De la risa pasó a la ira, la ropa que le había tocado era un mono de trabajo de tela azul y talla extragrande. Chirri salió corriendo como pudo de detrás del matorral perseguido por dos botas de agua voladoras, del 45 y color amarillo. Estuvieron sin hablarse diez minutos. "Cj" la llevó a casa, antes que se despertasen los padres de ella. Chirri, con una pala que había cogido en casa de "Cj" se dedicó a llenar la playa de pozos. Luego aparecimos algunos más advertidos por "CJ". Yo llevaba una pala de playa y un cubo que le había cogido a mi sobrina. Ayudamos a Chirri a hacer más pozos en la playa, la ropa no aparecía. Otra mucha gente que llegó a la playa más tarde también hacía pozos. Tuvimos que dejarlo cuando una señora se molestó porque le enterramos el caniche con la arena y llamó a la Guardia Civil. Aprovechamos para irnos mientras uno de los agentes multaban a la señora por tener un perro en la playa. El otro miraba alucinado la playa llena de pozos. Una semana más tarde y de casualidad, al intentar clavar una sombrilla salió a la superficie un zapato. Intrigados, excavaron un poco y apareció todo lo demás. Menos mal que el padre de "Cj" se lo había comentado al padre de Oli que era el cuñado de quien había encontrado la ropa perdida y se lo pudieron devolver a Chirri y a la chica de forma discreta. Y eso que aún no había Internet. La ropa nunca pudo volver a ser utilizada, olía un poco a humedad. Uno de los zapatos tenía un agujerito, se supone que del intento con la sombrilla.

En la playa lo normal era ir en grupo, de orgía, aunque no lo pareciera o no se consiguiera que casi es lo mismo. Varios coches llenos de chicos y chicas en muy diversa proporción pero siempre más chicos. Algunas parejas y casi todos salidos. El alcohol en diversos grados y graduaciones estaba presente en cada uno de los participantes dando lugar a las más curiosas situaciones. Como la de aquel que se puso a mear al pie de un pino y en lugar de cogerse el pito se cogió el cabo del cinturón y claro, pasó lo que pasó. Y luego decía, "jo .. pues yo estiraba para no salpicarme los zapatos" y os puedo garantizar que no eran precisamente los zapatos lo que estaba precisamente salpicado. Pero bueno, no estamos aquí para hablar precisamente de esa función de ese órgano masculino.

Recuerdo ahora una ocasión, una noche de verano, a eso de las cuatro de la madrugada. El Grillu había cerrado y para seguir la fiesta nos habíamos desplazado hasta la playa de Rodiles convenientemente pertrechados de varias botellas de cubatas. Éramos bastantes, en media docena de coches que acabaron aparcados en circulo en el lado más cercano a la desembocadura de la ría, entre los pinos. Con las puertas abiertas para oír la música que salía de cada coche, ya os podéis imaginar el jaleo que había. Las pocas parejas "estables" se comportaban bastante decentemente, el resto de los emparejados comenzaba a ocupar los asientos traseros de los coches más alejados o a perderse entre las sombras. Los demás competíamos por acabar las botellas. De repente un grito: "¡¡¡todos al agua!!! seguido del clásico: "mariquita el último" contestado por el "¿Y nosotras qué?" al que se le decía .... pues... no me acuerdo que se decía porque ya había echado a correr. Saltamos la duna y nos dejamos caer hasta la arena de la playa. Corríamos mientras nos íbamos quitando la ropa en plan peli de tiburón, esto es, sobre la marcha y dejándola caer en cualquier sitio. Con este método hay que tener cuidado, es bastante frecuente que luego no la encuentres toda y otra cosa también, hay que procurar quitarse rápido la ropa para evitar que luego la alcancen las olas. Es preferible empezar por los zapatos. Se camina bastante incomodo con ellos encharcados. Yo tuve algún problema con los calzoncillos con tan mala suerte que salí trastabillado. Entré en el agua completamente desequilibrado y la primera ola me golpeó en las rodillas. Me caí e inmediatamente la segunda ola me envolvió y me hizo rodar. Intenté levantarme pero la tercera ola me volvió a envolver arrastrándome mar adentro. Así una tras otra. No podía ponerme en pie, en parte por la fuerza de las olas y en parte por mi propio estado. Apenas podía respirar. No hacía más que tragar agua y arena. Como pude hice acopio de fuerzas y a rastras logré llegar hasta la orilla lleno de algas y de arena. Logré salir unos pocos metros fuera del agua y me dejé caer, estaba exhausto, acojonado y evidentemente borracho. Intenté gritar para pedir auxilio pero no fui capaz. Me resigné, alguien me encontraría, esperaba que vivo y entero. Mientras intentaba recuperar fuerzas y aliento sentí una presencia junto a mi. Moví la cabeza y entre un alga y toses varias vi unos pies. Aparté el trozo de alga que colgaba ante mis ojos y girando lentamente la cabeza fui siguiendo hacía arriba las piernas que eran continuación de aquellos pies. Rebasé las rodillas y continué por los muslos de aquella chica. Si era una chica, que desde aquella perspectiva vi clara y perfectamente que se trataba de una chica. Pese a mis condiciones físicas y a la oscuridad de la noche lo pude ver clara y nítidamente. Indudablemente se trataba de una chica. Y también puedo garantizaros que todos mis males desaparecieron milagrosamente. Me pasó todo, el cansancio, el susto y la borrachera. Todo e incluso podría deciros que "reaccioné" perfectamente y que recuperé todas mis funciones "vitales". Era Mónica, que buscaba a su novio, lo había perdido al entrar en el agua. Menos mal que me encontró a mi y la pude rescatar. Como estaba sola, tenía frío, se aburría y no tenía coche la llevé a su casa en el mío. Tardamos un poco en llegar a su casa, ya era casi mediodía cuando lo logramos. Los dos llenos también de arena, yo nunca encontré los calzoncillos y a Mónica le faltaba un zapato. A ella se le notaba más que a mi. Sobre todo porque era de tacón interminable.

Las playas es lo que tienen, un cierto componente de riesgo y no es por nada, pero la arena si bien no es tan agresiva como las hormigas si que es un coñazo. Imagínate que te estás poniendo el preservativo y se te cae, algo por otro lado bastante probable. Se te llena de arena ¿qué haces? ... pues nada, lo tiras y coges otro. ¿Y si es el último? ... pues nada, lo limpias bien, con mucho cuidado, soplando... juer ... un condón en la mano ¡¡¡y lo soplas!!! Y eso si, mucho cuidadito no quede un granito de arena que luego escuece un montón y no estamos hablando de lugares en los que te puedas fácilmente echar mercromina o poner una tirita. Eso si, a lo de la pomadita seguro que hay quien se apunta. Y eso en el mejor de los casos, que pudiera ser que el jodido granito de arena produjera consecuencias irreparables.