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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Con Andrea y Arturo
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Andrea y yo intimábamos cada vez más y en cada encuentro nuestros juegos eran cada vez más excitantes. Un fin de semana que Simón se fue con los niños de acampada, cosas de hombres dijeron, y que Lucas, el marido de mi amiga se fue de pesca; como nos quedábamos solas Andrea me invitó a pasar el fin de semana en su casa.

Fui allá el sábado por la tarde y apenas entré me besó apasionadamente y subimos al cuarto donde me desnudó, me hizo acostar en la cama y me hizo un masaje que sentó divinamente. Empezó por los hombros, luego por la espalda, y fue bajando hacia mis piernas. No tardó en meter sus manos entre los muslos y tampoco tardó en empezar a toquetearme el clítoris con aquellos deditos preciosos. Me dio la vuelta, comenzó a comerme el coño y me corrí por primera vez en su boca.

Sin perder tiempo se puso encima de mí para que tuviera la oportunidad de comerle su coñito mientras ella seguía comiéndome el mío en un 69 apasionado.

Ambas queríamos más y los dedos de cada una empezaron a entrar en el coño de la otra. No sé cómo lo hizo Andrea pero ante mi propio asombro consiguió meter toda su mano en mí coño. Me quedé quieta mientras aquella mano entraba y salía de dentro de mí con una facilidad que me dejó sorprendida. Completamente seducida por aquella nueva sensación que me llenaba por completo ni me di cuenta del vibrador que me metía en el ano. Sólo cuando ella sacó la mano y conectando el vibrador mientras lo hacía entrar y salir de entro de mí, sentí unos espasmos y un nuevo orgasmo este más intenso. No solo me corrí sino que era la sensación me había provocado. Estaba cansada pero Andrea no estaba satisfecha porque no había podido correrse ni una sola vez. Así que se sentó encima de mi boca y apartó los labios del coño para permitirme meterle la lengua lo más profundo que podía. Hicimos una buena cabalgada y se corrió dos en tres veces seguidas llenándome la boca de sus ricos jugos.

Descansamos un rato y después de la cena nos sentamos con unas copas en las manos y nos empezamos a contar algunas de nuestras aventuras. Me contó que Arturo y ella se habían enrollado con el conocimiento y consentimiento de Lucas que no se molestó. Eso me sorprendió absolutamente y sentí un comezón de envidia que mi marido no hiciera lo mismo. Luego Andrea me preguntó si me apetecía ir al cine, a lo que respondí luego que sí.

―Bueno, voy a ver si Arturo quiere ir con nosotros ― dijo ella que casi de inmediato lo dejó todo acordado.

Sin embargo el trayecto hasta el centro duró más de lo razonablemente previsto y llegábamos con retraso y con la película ya recién empezada. La noche estaba un poco fría pero decidimos dar un paseo a píe. Andrea estaba un poco enfadada porque quería ir al cine así que Arturo propuso ir a uno de sesión continua situado muy cerca. A pesar de no tener otra cosa mejor que hace me resistí, se trataba de un viejo local descuidado. Andrea insistió tanto que acabamos por entrar.

La película ya había comenzado y la sala estaba a oscuras, no vi el aspecto pero el olor no era precisamente agradable. Nos sentamos en el centro de la sala y en cuanto mis ojos se acostumbraron a la oscuridad pude ver que con nosotros había en la sala otra media docena de personas. , entre ellas una pareja.

Arturo se sentó entre nosotras y no tardó en pasar sus brazos sobre nuestros hombros y comenzar a toquetearnos las teas sin ningún disimulo. Como estaba oscuro pensé que nadie nos vería y no me preocupé, además Andrea estaba tranquila. Sin embargo yo estaba excitada, después de nuestro inicio de tarde me apetecía comerme una polla. No tardé en abrirle la bragueta a Arturo liberando su pene que de inmediato me metí en mi boca. Al agacharme para hacerlo levanté el culo y no tardó en sentir una mano tocándomelo. Como solo llevaba pantis noté perfectamente las caricias y abrí un poco las piernas lo que llevó al desconocido a pasar la mano por mi coño y gemí. Eso hizo que Arturo se diera cuenta de la presencia del extraño.

―Las putas son mías, vete de aquí ―dijo al desconocido apartándole la mano.

Seguí mamándole aquella polla que extrañamente, pese a estar dura como una piedra tenía una anómala curvatura que no le permitía quedar completamente derecho. Pero ni me importó ni me molestó y golosa seguí comiéndomela toda.

Cuando levanté la mirada pude ver la cara de disgusto de Andrea, parecía molesta conmigo.

―Vámonos de aquí ―dijo mi amiga.

Salimos y tómanos un taxi para ir a su casa. Arturo se sentó entre nosotras y no perdió el tiempo tocándonos y dejándonos con las tetas al aire las dos. El conductor no perdió ni un segundo del espectáculo y por causa de su continua atención al retrovisor interior dio al menos tres volantazos para evitar otros coches u otros obstáculos.

Nada más llegar a casa de Andrea nos fuimos al enorme sofá del salón. Arturo tan poco dado a perder el tiempo nos desnudó a ambas y luego lo hizo él. Su polla volvía a estar dura aunque igualmente curvada. Mientras ella se la chupaba, me puse detrás de él y le golpeé las bolas con la punta de la lengua. Él sujetó la cabeza de Andrea y se la metió más profundo dentro de la boca de ella lo que me hizo apartar un poco porque no tenía espacio para seguir mordisqueándole las bolas. Así que decidí dedicarme al coño de Andrea y me acosté en el suelo con ella casi sentada en mi boca mientras seguía siendo mamándosela a Arturo.

Poco después ella se volvió y se puso encima de mí y empezó a lamerme el clítoris, haciéndome un 69 y comiéndome el coño mientras Arturo se la metía por el coño que ya estaba bien lubricado y conmigo comiéndole las bolas a él. Andrea sólo gemía de placer porque Arturo y yo nos aplicábamos en dar todo el placer y en repartirlo entre los tres.

―Quiero follar el coño de Maika ―le dijo él.

La ayudó a levantarse y se acostó de espaldas con la polla hacía arriba bien dura. Me metí aquella polla torcida e inicié los movimientos para cabalgarlo. Andrea me empujó la espalda hacia delante para acostarme sobre él y poco después sentí algo tratando de entrar en mí coño. Era a Andrea intentado meterme también el vibrador en el coño junto con la polla de Arturo. Me hizo algo de daño así que me relajé y al cabo de poco tiempo ya sentía el placer de tener dos pollas dentro de mi vagina, el verdadero de Arturo y el artificial de plástico que manejaba mi querida amiga. Me vino un maravilloso orgasmo con aquellos dos penes dentro y me dejé caer hacia un lado agotada. Andrea aprovechó para para saltar encima de Arturo pero él prefirió acostarla de lado y se la metió mientras le levantaba la pierna. Me pareció una postura perfecta para lamerlos a ambos especialmente el depilado y sabroso coñito de ella. De vez en cuando Arturo sacaba su polla del coño de Andrea y me lo metía en la boca mientras le apretaba las tetas a mi amiga. Pronto noté que Andrea alcanzaba un nuevo orgasmo.

―Andrea, casi estoy ―dijo a Arturo.

―Quiero todo en mi boca ―jadeó ella.

Apenas él la sacó se corrió en la cara de mi amiga dejándola llena de esperma.

―Ven aquí, que yo no soy egoísta como tú ―me dijo y eso que me gustó pero me hizo sentir mal conmigo por mi actitud egoísta en el cine. Nos besamos y le lamí la cara no dejando una gota de esperma que no acabara en mi boca.

Arturo se puso de pie entre las dos colocando la polla entre nuestras bocas y continuamos nuestros besos mientras se la limpiábamos.

Satisfechos nos fuimos a la cama acostándose Arturo entre las dos y no tardamos en dormirnos.

Besos Maika.

 

 

Historia de Maika

Maika es una hermosa madrileña morena de cincuenta y dos años que cuenta, en forma de relato, alguna de sus aventuras sexuales de dos décadas atrás cuando descubrió una parte de su sexualidad que desconocía de la que aún disfruta.

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