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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Dulce Luciana
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Querido Bedri:

Ya sabes quién es mi querida amiga Luciana, desde ahora la dulce Luchy. Es mi primer amor de mujer. La primera de las mujeres con las que compartí orgasmos, cuerpo a cuerpo. Incluso con otras parejas, también hombres. Es con quien he descubierto una bisexualidad mal disimulada. Tan mal disimulada como la de la propia dulce Luchy.

Después del suceso que ya conoces, durante aquellas vacaciones en el Caribe, Luciana parecía rehuirme, lo venía haciendo más o menos claramente desde que le conté nuestro polvo bisexual en presencia de aquellos dos horribles hermanos norteamericanos. El viaje de regreso lo hizo extraordinariamente preocupada por la mamada de tetas que me había realizado. Incrédula lo rechazaba una y otra vez repitiendo en voz baja ―Absolutamente imposible, es absolutamente imposible.

Durante algunos días ni me llamó ni respondió mis llamados. Así que la busqué y le pedí una cita “para hablar”. Tengo un concepto bastante elevado de la amistad. Luciana es mi amiga y por nada del mundo quería perderla. Ningún polvo tiene más valor que una buena amistad. Eso lo aprendí de ti.

Empecé por pedirle disculpas y lo achaqué al alcohol, aunque yo apenas había tomado una copa, pero mi amiga vale más que esa verdad. Luego hice una cronológica de cómo fueron sucediendo las cosas. Hice hincapié en el martirio de teta al que me había sometido el gañán que me había tocado en suerte. Le expliqué cómo había sido la frotada de coños, cómo la comida de tetas, cómo los besos. Le narré como había el primer beso entre ambas. Le confesé que había sido el primero con otra mujer. Le reconocí que me había gustado, que me gustaron sus besos, que sin ser lesbiana me había sentido atraída por su boca y la dulzura de sus besos. Le hablé de su ternura. No le dije nada de su lengua hasta mi garganta. Luciana pareció conforme e incluso un poco vanidosa.

― Entonces te he desvirgado lésbicamente― Acabó por decir vanagloriándose.

―¿Y yo a ti, verdad?

―No cielo, yo ya había tenido otras como esa.

― ¿Eres lesbiana?― Susurré bajando la vista. Ella pensó que por timidez aunque lo hice para mirarle la entrepierna marcada en unos ajustadísimos leguis. Yo ya los tendría empapados.

―No cielo, pero me interesa el placer― Dijo mientras alargaba su mano para, tomándome por la barbilla, elevarme la cara y cruzar nuestras miradas. La vi hermosamente dulce y tierna. Creo que me enamoré de ella entonces.

Como movidas por un resorte nos levantamos de nuestros asientos al unísono. Nos quedamos frente a frente, quietas, solo mirándonos sin decirnos nada, para abalanzarnos una hacia la otra y abrazarnos con fuerza e intensidad. Luchy buscó mi boca y me dejó un beso dulce y tierno mientras bajaba sus manos hacía mi culo que ya vibraba, como todo mi cuerpo. Cuando dejó que su mano buscara mi entrepierna le pedí irnos a la cama. Me tomó de la mano y me condujo. Se lo agradecí porque me estaba sintiendo demasiado torpe.

Me desnudó despacio, colocando doblada la ropa que me iba quitando sobre una silla. Me quitaba una prenda y me acariciaba y besaba. Al liberarme del sostén mis pezones saltaron al aire, poderosos y duros como pocas veces hasta entonces. Solo recordar la humedad de su boca en mis tetas duras y ansiosas hacen que mi entrepierna se humedezca y note ese hormigueo tan delicioso que comienza desde mi coño para ir subiendo invadiéndome todo el cuerpo.

Pero mucho más me excita recodar como me besó la vulva, el vulgo coño, como me besuqueó el clítoris, como pasó sus dedos por el vello de mi pubis. Ahora me lo arreglo por recomendación suya. He tenido rayita, felpudo, nada de nada, un triángulo. Estos días tengo un corazón y ya que contaré porqué aunque creo que ya te lo imaginas.

Me colocó sobre la cama y me hizo la más maravillosa comida de coño, hasta entonces, que desde aquel día han mejorado mucho las cosas. No la vi desnudarse, en parte porque cerré los ojos para dejarme hacer. Cuando me di cuenta, Luchy estaba sobre mí, desnuda, besándome tiernamente los labios. Acariciándome el vientre, el pecho y la cara con unos pezones que ponen la guinda a unas tetas deliciosas. Los tiene más duros que los míos. Y largos y gruesos, poderosos. Quise comerle el coño a ella pero me pidió una frotada como la de aquella noche.

Nos colocamos en la mejor postura para esa acción y comenzamos a frotarnos, no tan fuerte como la primera vez, pero mucho más grata. En pocos minutos Luciana pasó de entrecortados jadeos y susurros a una carcajada explosiva.

― Disculpa― Me dijo medio ahogada. ― Imaginaba al americano martirizándote la teta―

―Qué poca seriedad en un momento como este― Le recriminé jocosamente.

Pero seguimos hasta el orgasmo, aunque mejor decir orgasmos, Luciana tuvo uno muy hermoso, yo tres, el tercero al unísono que el de ella.

― ¿Chica, me has dejado completamente empapada― Dijo mientras pasaba la mano por su coño y alternativamente por el mío.

― ¿Eres siempre así? ― Continuó.

― Me temo que si. ― Respondí con un mohín y encogiéndome de hombros mientras dejaba que su boca buscara mis labios.

Pasamos el resto de la tarde sobre la cama, besándonos, acariciándonos, frotándonos, comiéndonos. Le comí el coño, mi primer coño. Me enseñó a hacerlo porque una cosa es que se lo hagan a una y otra muy diferente hacerlo a otra. Le sorprendió muy gratamente mi facilidad para el orgasmo, la intensidad de las corridas y lo mucho que disfrutaba.

Al despedirnos me propuso repetir aquella noche, buscaríamos dos tíos que nos follasen a cuatro patas con nosotras frente a frente besándonos. Y por supuesto la frotada, con sus pijas en nuestras bocas. Luchy me eximió de la tortura de la teta.

Y la repetimos, aunque no tiene mucha historia, fue muy similar a la primera aunque a ninguna de las dos le importó, hasta la tortura fue la misma, aunque esta vez para ambas, el suyo no era zurdo como el otro. La diferencia fue que esta vez Luciana no estaba tan borracha y nos corrimos ambas mirándonos a los ojos. Disfrutamos mucho así.

Luego tuvimos más encuentros, más polvos, lésbicos y bisexuales. Incluso compartimos amante una temporada. incluso con trío. Hicimos más viajes de vacaciones juntas. Nos frotamos mucho.

Confieso que me sorprende que sea tan discreta. Ante las amigas comunes sigue calificándome de sosita, medio monja y diciéndome que lo que necesito es follar. Puede que mi dulce Luciana sepa más de lo que aparente y de lo que yo me imagino. Digo esto porque en una ocasión me pidió, de forma bastante directa que me acostara con su jefe. Bueno, realmente dijo. ―Necesito que te folles a mi jefe para que me ascienda.

Desde entonces, todas las navidades nos hacemos regalos. Alguno de los piercing que adornan su cuerpo los he elegido en alguno de mis viajes a imitación de alguna o alguno de mis amantes. Alguno de mis pequeños amigos inanimados ha salido de la tienda donde ella misma se surte. Especialmente uno rosa clarito al que llamo Dulce Luchy.

Me encanta mi amiga. La dulce Luchy. Me encanta su suave cabello, sus ojos luminosos, sus labios tiernos, su delicada piel, sus tetas sabrosas, duras y excitantes, su vientre cálido, su entrepierna insaciable, su culo duro. ¡Ay señor si ya parece que soy un tío!.

Mi dulce Luchy fue mi primera mujer, pero no la única, solo la primera. Son varias ya y me gustaría conocer otras, de otros lugares, otras culturas. No soy exigente, solo pido que sean sinceras, honestas y que gocen con el sexo.

Por cierto, ¿Tú también te follas a la dulce Luchy, verdad?

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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