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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Andrea enseña el coño
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Hacía calor y llovía, así que mi mujer decidió que iría de compras. Yo no tenía nada que hacer, así que le pregunté si podía acompañarla. Andrea me preguntó por qué quería ir, porque normalmente odio ir de compras. Le dije que tenía una idea. Ella sabía que sería algo pervertido así que me preguntó qué tenía en mente. Le dije que íbamos a enseñar su coño. Andrea está orgullosa de su cuerpo y mantiene su vello púbico rasurado, así que le encanta mostrarlo.

― ¿Cómo crees que debo hacerlo? ―preguntó.

― Vamos a la habitación y elijamos algo que muestre tu hermoso coño.

Como hacía calor, una minifalda no resultaría extraña y sus piernas están bien bronceadas, así que no había razón para llevar medias. Elegí su minifalda vaquera ajustada y le pedí que se la pusiera. Le quedaba muy bien, pero no podía abrir las piernas sin que se le subiera a las caderas. Tuvo una idea y se puso su falda de tenis. En realidad es tan corta que tiene que llevar pantalones elásticos debajo cuando juega. Se la puso y la bajó hasta la parte superior de las caderas. El borde apenas le cubría las nalgas. No resultaba escandalosa, porque normalmente llevaba un pantalón corto de lycra debajo, pero hoy no...

Normalmente usaría un sujetador deportivo y una camiseta de tirantes, pero como el sujetador deportivo aplastaba sus pequeñas tetas y quería que se notaran, eligió un sujetador push up blanco y una camiseta de cuello en V. Tenía un bonito escote y mientras se miraba en el espejo me preguntó si se le veía el culo por debajo de la falda. Le dije que no, que estaba perfectamente bien. Se inclinó para ponerse los tenis y mostró la mitad inferior de su trasero. Le dije que cuando hiciera eso, sería mejor que mantuviera las piernas juntas para que no se le vieran los labios del coño. Practicó varias veces antes de saber cómo inclinarse de forma que se vieran los labios de su coño suavemente afeitado sin que se notara que lo hacía intencionadamente.

― ¿Es excitante? ―le pregunté.

― ¿Excitante el qué? ―dijo.

― Saber que vas a permitir que extraños vean tu coño ―expliqué.

Ella sonrió y dijo― En realidad no, lo hago más de lo que crees.

― Sé que te gusta exhibirte, pero que no sabía que mostrabas el coño.

― Me encanta hacer que los chicos se pongan cachondos en lugares públicos y luego ver cómo intentan ocultarlo. Y las zapatería son mis lugares  favoritos para hacerlo ―Dijo sonriendo.

Fuimos a un centro comercial cerca de casa y  todo el trayecto Andrea mantuvo su falda levantada para que cualquier camionero pudiera ver su entrepierna desnuda. En el centro comercial la seguí por la escalera mecánica, estaba cuatro pasos detrás de ella y podía ver fácilmente sus nalgas. Cuando nos encontramos, le susurré que si se hubiera parado con los pies ligeramente separados podría haberle visto los labios del coño. Tuvimos un día estupendo, provocando a los hombres en las zapaterías e incluso se probó unos camisones en un atiendo de lencería. Eran transparentes y, como no llevaba bragas, todos pudieron ver su hermoso cuerpo.

Gogo

Otro relato ...




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