Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Adolescente virgen al lado
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.

Había pasado menos de una semana desde que mi vecino, Tomás, y yo le dimos a su esposa Rebeca la experiencia de su vida. No había hablado con Tomás desde esa noche, pero su esposa parecía tener la intención de estar siembre fuera de su casas cuando yo abría el buzón, volvía de correr o limpiaba algo en el patio. Sonreía y me saludaba con la mano, aparentemente tratando de ser sutil. También noté que su hija, Julita, me miraba a través de diferentes ventanas de su casa con regularidad. Parecía un poco extraño recuerdo que pensé, pero me lo quité de la cabeza.

El treinta y uno de diciembre estaba a punto de llegar. Mi esposa y yo estábamos entusiasmados con el año nuevo, pero no teníamos planes decididos para celebrarlo. Habíamos pasado la Nochevieja en casa con algunos amigos o su hermana, pero siempre evitábamos las multitudes.

Un poco después del mediodía, mi esposa recibió una llamada de su trabajo. Estaban cortos de personal después de que unas algunas personas llamaran avisando de estar enfermas y tuvo que ir para cubrir esa noche. Quedamos un poco decepcionados, pero eso no arruinó ningún plan. Alrededor de las siete de la tarde mi esposa se fue al trabajo. Mientras me despedía con la mano desde la puerta principal, miré y noté que Julita me miraba otra vez desde la ventana. Preguntándome por un momento si iba a salir con sus amigos más tarde, cerré la puerta, tomé otro trago y me relajé en el sofá.

Pasó una hora y fue un poco después de las ocho cuando oí que llamaban a la puerta. Estaba bebido y pensé que estaba oyendo cosas, pero fui a comprobarlo. Cuando abrí la puerta, allí estaba Julita con un gran abrigo de invierno pero temblando por el frío.

― Hola Julita, entra, entra, hace mucho frío― dije. Entró y sus mejillas y nariz estaban un poco rojas.

― Gracias ―dijo― Espero no interrumpir nada... Sólo quería traerle algo de su correo que dejaron accidentalmente en nuestra casa.

― No, no interrumpes nada ¡Y gracias por traerlo! Sonia tenía que ir a trabajar, así que sólo estoy yo, relajándome con unos tragos. ¿Cómo estás? ¿Vas a salir más tarde? ―Le respondí. Mientras hacía esas últimas preguntas, eché un vistazo al correo que había traído. Eran sólo dos postales de correo publicitario. Es interesante que ella sintiera la necesidad de traerlas aquí, pensé.

― Es horrible que ella tenga que trabajar ―dijo― En realidad, yo también me he quedado sola. Mis padres se fueron a una fiesta con la gente con la que trabaja mi padre y cogieron una habitación de hotel, así que tengo la casa para mí sola, ¡toda la noche!

Con sus últimas palabras mi mente fue exactamente a donde uno pensaría. En sólo unos segundos pasé por docenas de imágenes nuestras follando en ambas casas, mientras mi polla empezaba a endurecerse. Rápidamente aparté esos pensamientos para mantenerme más tranquilo.

― ¿Quieres pasar un rato aquí? ―Pregunté― Mientras no se lo digas a tus padres, eres más que bienvenida a tomar un trago o dos.

― ¡Eso sería genial! ―exclamó con emoción.

La ayudé a quitarse su gran abrigo de invierno, mostrando un sexy vestido rojo sin tirantes que terminaba a unos centímetros de sus rodillas. Ahora estaba totalmente seguro de que sabía a dónde iba esta noche.

Fuimos a la cocina y nos servimos unas bebidas, y luego fuimos al sofá donde nos situamos medio sentados uno frente al otro. Empezamos con la típica charla. Le pregunté sobre sus planes para el futuro, y ella dijo de no saber realmente lo que quería hacer y cómo sus padres la presionaban para elegir una carrera. También empezó a insinuar que sus padres se peleaban mucho y, en particular, que su padre era incapaz de hacer feliz a su madre. Es decir, hasta la última semana, dijo de repente, que su madre estaba radiante, alegre y demasiado positiva.

Puede que pensara que estaba siendo astuta, pero en ese momento supe que debía saber algo sobre lo que había sucedido la semana anterior. No sabía que nos había visto, pero la forma en que hablaba de su madre indicaba que sabía algo. Le seguí la corriente, haciendo preguntas y escuchando atentamente. Hablamos sobre ese tema durante un tiempo, y cuando el alcohol empezó a hacer efecto, Julita se volvió más atrevida. De repente, ya no pudo contenerse más― Sé por qué está tan feliz ―confesó― Oí a mi madre gritar de placer la semana pasada y os vi a ti y a mi padre follándoosla. Te vi follándote su culo.

Le pregunté qué pensaba de ello, y si estaba de acuerdo con ello. Julita estaba muy excitada y no tenía ninguna inhibición en ese momento.

― Estoy bien con eso ―respondió― Mi mamá está feliz y me da curiosidad saber cómo la hiciste tan feliz ―dijo mirándome a los ojos. Casi me derrito.

En unos segundos estábamos en los brazos del otro besándonos, sintiendo su cuerpo. Sus labios tenían un sabor dulce y su piel era muy suave. Masajeé sus piernas, moviendo mis manos bajo su vestido y agarrándole el culo. Fue entonces cuando descubrí que no llevaba bragas y le agarré el culo desnudo, apretando fuerte mientras seguíamos besándonos. Sus manos rodearon mi entrepierna, agarrando mi polla a través de los pantalones. Teníamos que tenernos el uno al otro.

Me desabrochó los pantalones mientras yo me quitaba la camisa. Aun besándonos apasionadamente, le bajé la cremallera del vestido mientras continuábamos desnudándonos. En un momento estaba desnudo, con aquella preciosa chica de diecinueve años encima de mí y mi polla latiendo contra su piel. La giré, me puse encima y le abrí las piernas.

― Espera, espera―susurró― Lo siento, sólo...

― Está bien ―respondí mientras me detenía y la miraba a los ojos― No tenemos que hacer nada, y lo siento si te presioné.

― No, no, lo siento, no es eso ―respondió Julita― No quiero nada más, es sólo que... bueno... nunca he hecho esto antes. ―Su deliciosa carita estaba de color rojo brillante, aparentemente muy avergonzada.

― ¿Eres virgen? ―Le pregunté.

Ella asintió con la cabeza. Ni en un millón de años esperaba eso. Tenía diecinueve años, es hermosa, sexy, con probablemente cientos de chicos deseando estar con ella.

― Mis padres son muy estrictos con los chicos ―dijo― He tenido novios, por supuesto, pero casi nunca pasamos de besarnos. Siempre me preocupaba quedarme embarazada y mis padres nunca me permitieron tomar anticonceptivos. ¿Y qué pasa si se rompe un condón? De todos modos, la mayoría de los chicos no les gusta usarlos.

Continuó con más detalles, ya había hecho mamadas antes y la habían comido una vez. Describió cómo se ha puesto cada vez más cachonda después de graduarse el verano pasado y el hecho de tener un ahora de regreso a casa tan temprano, con unos padres tan estrictos, hizo que le fuera imposible salir con nadie. Continuó diciendo que se masturba varias veces al día y que necesita más. Finalmente, me dijo que cuando me vio con sus padres, se dio cuenta de que su respuesta estaba al lado. Después de todo, si sus padres se enteraban, ¿qué podían hacer? No es que quisiera que la descubrieran, pero era un as en la manga.

― Quiero follarte más que nada ―continuó― Quiero perder mi virginidad contigo, pero pensé que tenía que decírtelo primero. Lo siento mucho otra vez. Prometo que no me encariñaré ni seré insistentemente pesada, si te preocupa eso... Y no se lo diré a Sonia, ¡lo juro!

No dije ni una palabra más, sólo la empujé y la besé profundamente. Ella me devolvió el beso y empezamos de nuevo donde lo habíamos dejado antes de su confesión. Mi mano se deslizó por sus pechos y su estómago y justo entre sus piernas. Ella estaba mojada y lista. Me agarró la polla dura, tirando de mí hacia ella, rogándome que me la follara. Abrió más sus piernas mientras yo estaba entre ellas y me frotaba la polla alrededor de la entrada de su coño virgen. Me mordió el cuello, luego la oreja, y gimió un ―Por favor ―en mi oreja.

Con mi polla justo a la entrada de su coño, Julita y yo cerramos los ojos mientras empujaba mi polla lentamente dentro de ella. Su coño me dio la bienvenida mientras su garganta dejaba salir un fuerte gemido con nuestros ojos todavía cerrados. Empujé más profundo y más profundo mientras sus uñas se clavaban en mi espalda. En pocos segundos la llené completamente y me besó apasionadamente. Me retiré lentamente, y luego empujé hacia adentro otra vez. Luego otra vez, y otra vez mientras se acostumbraba a mis empujones. Empezó a combinar mis empujes con los suyos, y pronto estuvimos follando como si lo hubiéramos estado haciendo juntos durante años.

Luego me dijo que quería montarme, así que me senté mientras ella se ponía a horcajadas, dirigiendo mi polla dentro de ella. Después la puse a cuatro patas y la tomé por detrás. Follamos por todo el salón, y luego subimos a mi cama. Como amantes experimentados, follamos en la cama que comparto con mi mujer hasta que no pude aguantar más. Le advertí a Julita que estaba a punto de correrme, a lo que ella simplemente reaccionó apretando las piernas a mí alrededor.

― Quiero tu corrida dentro de mí. Por favor, la necesito ―susurró ―Conseguiré una solución, estará bien. Sólo necesito tu semen dentro de mí ahora mismo.

Después de esas palabras, le envié ola tras ola de caliente corrida dentro de su vientre antes virgen. Nuestros impulsos se ralentizaron y pronto me acosté a su lado, exhausto.

Tuvimos una breve charla y ella me preguntó si podíamos hacer esto de nuevo en el futuro, como si fuera algo regular. ¿Quién soy yo para rechazar una oferta como esa? Y ella no estaba bromeando. Desde esa primera vez, Julita y yo follamos al menos una vez a la semana, a menudo más. Hemos follado en nuestras dos casas en casi todas las habitaciones, ya que se ha vuelto más y más insaciable. Sólo el tiempo dirá cuánto tiempo más viviré con esta ninfómana al lado, pero hasta que termine, planeo disfrutar al máximo cada segundo de mi tiempo con ella.

Mateo

Otro relato ...




Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidos

Y si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.

Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí.