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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Amado por mi esposa
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El miércoles por la noche, mi esposa y yo, cenábamos en la cocina cuando me preguntó qué quería hacer el fin de semana. Le pregunté qué le apetecía hacer a ella y me dijo que Eduardo la había llamado al trabajo y que quería quedar el sábado por la noche. Le pregunté si conocía a Eduardo pero me dijo que no, que ella lo conocía a través de Marco. Le pregunté si también era negro y respondió afirmativamente. Hacía poco que había empezado a follarse a Marco y que había sido su primer negro en follarse.

Le dije que me gustaría ver cómo se cogía a un tío con gran polla negra el fin de semana, si eso era posible. Ella sonrió y dijo que sí, que era completamente posible, de hecho estaba pensando en invitar a Marco y Eduardo a nuestra casa.

― Te los vas a follar a los dos ―Le pregunté.

― Bueno, sí, ese es mi plan ―respondió ella― ¿Quieres que lo haga?

― Si, si es lo que quieres.

― Bueno, lo intentaré si te pones una jaula de castidad.

― ¿Tengo otra opción? ―Le pregunté.

― Si, si lo que quieres es ver dos pollas negras y gruesas dentro de mí a la vez.

Después de la cena empezamos a recoger la mesa y Andrea dijo ― Lo haré yo, tú vete a ducharte y afeitarte los trastos.

Entré en nuestra habitación para vestirme y encontré a Andrea en la cama ― ¡Ven aquí! ―Me dijo y cuando me acerqué, me quitó la toalla de la cintura, y luego sacó su jaula de castidad favorita de detrás de su espalda. Le gusta esta jaula porque tiene un tubo para la uretra incorporado. Le gusta ponérmelo, así que me paré con el pene a la altura de su cara y las manos detrás de la espalda. Después de colocar el anillo de la base, lamió el tubo de la uretra y lo metió en el orificio mi pene. Lo empujó hasta el anillo y lo alineó, insertó la barra de bloqueo y cerró con llave.

Me dio un cachete en una nalga y dijo― Siempre me moja hacerte eso.

― ¿Cuánto tiempo tengo que usar esto? ―Le pregunté.

― Hasta el domingo por la noche ―Dijo.

Me puse una camiseta y empecé a vestirme unos pantalones cortos pero Andrea me dijo que mantuviera la jaula destapada para poder verla. Me sentía incómodo caminando con mi pene enjaulado expuesto a todos, pero Andrea lo deseaba así y le gustaba. Me dijo que verme así, indefenso, así la ponía caliente y que casi no podía esperar a tener aquellos gruesos penes el sábado.

Para el sábado, ella y yo estábamos muy excitados. Andrea se duchó y se puso un liguero y unas medias de encaje negro, y sus zapatos negros mis tacones, eso era todo. Justo después del mediodía, un auto nuevo llegó a nuestra entrada y dos hombres se bajaron. Eran Eduardo y Marco. Andrea los recibió en la puerta e inmediatamente comenzaron a besarla y a tocarla. Ella les explicó que yo estaría observando y les preguntó si eso sería un problema. A ninguno de los dos se lo pareció, así que los llevó a nuestra habitación. Yo los seguí, unos pasos detrás.

Marco se acostó de espaldas en la cama y Andrea se inclinó y empezó a chuparle la polla. Eso dejó su coño y su culo abiertos para que Eduardo empezara a trabajar. En poco tiempo ya estaba empapada, así que se subió a la cama, poniendo una pierna a cada lado de Marco. Se echó hacia atrás y le guió la cabeza de la polla dentro de su suave coño sin vello. Le tomó unos cuantos ajustes antes de ponerse sobre él con toda aquella gruesa polla estirando los labios de su coño. Ella arqueó su espalda y le dijo a Eduardo que se acercara. Le chupó la polla mientras se tenía dentro la polla de Marco.

Luego, se agachó sobre Marco y le dijo a Eduardo que le cogiera el culo. Le acerqué a Eduardo el lubricante y ella le echó un poco en su pequeño agujero marrón. Eduardo le metió un dedo en el agujero del culo para aflojarlo y luego metió su gruesa polla dentro de ella. Ella manejó aquellas dos grandes pollas como una experimentada estrella porno.

Miré hacia abajo a mi propio pene enjaulado, el anillo de la base estaba siendo levantado por la erección. Vi a aquellos hombres follando brutalmente a mi mujercita toda la tarde. Para cuando se fueron, tenía un largo chorro de líquido transparente colgando de mi jaula de castidad. Andrea dijo que necesitaba un baño en el jacuzzi para relajar su jodida entrepierna. Me senté y hablé con ella mientras se recostaba en la bañera. Le rogué que me quitara la jaula para poder follarla, pero ella dijo que ya no serviría de nada.

El domingo por la noche, abrió la jaula de castidad y se llevó a mi dolorido pene a la boca, y empezó a tocarme el culo. Luego se metió mis pelotas en la boca. En cuando me corrí, me dejó ducharme y nos sentamos en el sofá a ver la televisión el resto del día.

Gogo

Otro relato ...




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