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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Animando a mi esposa
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Desde que conocí a Andrea la he animado a hacer alarde de su sensual cuerpo. Le compraba constantemente ropa sexy para que la pusiera cuando salíamos, como faldas muy cortas, pantalones transparentes y tacones muy altos y sexy. Una de las primeras cosas que nos gustaba hacer era ir a comprar zapatos cuando ella llevaba una falda corta. Así le mostraba el coño al vendedor a través de sus bragas transparentes. Intentaba hacer que los pobres hombres mostraran el bulto de una polla erecta a bajo los pantalones. Mientras íbamos hacia la siguiente zapatería le pedía que mostrara aún más. Una vez le dio al vendedor un minuto completo para verle el coño sin pelo a través de unas bragas completamente transparentes. Abrió las piernas mientras miraba un estante de zapatos detrás de ella, dándole al hombre una vista perfecta. Se notó que se le puso dura cuando se puso de pie. Pillé a Andrea lamiéndose los labios mientras miraba la erección.

Esa noche, mientras íbamos hacia el coche, le pregunté― ―Has visto la polla del último dependiente.

―Si ―dijo ella― ¿y viste lo grande que era?

― No creo que quepa en tu coño ―le dije.

― La haría caber ―respondió ella sonriente.

Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de dejarla follar por allí.

Después de casarnos la convencí de que se cogiera a uno de mis amigos. Aprovechó la oportunidad una ocasión en que Carlos pasó por nuestra casa a buscarme. Yo no debía llegar a casa en varias horas, así que Andrea lo invitó a entrar y follaron en nuestra cama durante más de dos horas. Esa noche, cuando llegué a casa, noté que parecía muy alegre y coqueta. Llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca de algodón sin sujetador.

― ¿Tienes frío? ―le pregunté.

― ¡No! ¿Por qué? ―dijo.

― Tus pezones están duros desde que llegué a casa ―le dije.

Los cubrió con las manos y dijo― Y mi coño también está mojado.

Le bajé los pantalones y le metí fácilmente tres dedos en el coño normalmente bastante apretado. Le observé la cara mientras le metía los dedos, con sus ojos medio cerrados y su boca entreabierta muy sexy.

― ¿Quién te ha abierto tanto el coño? ―le pregunté.

― Carlos ―susurró.

No la creí al principio y le pregunté― ¿La metió dentro de ti?

― Si, dos veces ―volvió a susurrar.

La empujé hacia atrás y la puse en el sofá. Inmediatamente me arrodillé y le metí la cara en la entrepierna. Pude oler el olor de un hombre en el cuerpo de mi esposa y cuando puse mis labios sobre su vagina sentí los músculos de su estómago apretarse forzando la carga de Carlos en mi boca. Me tragué todo lo que ella forzó a salir y luego aspiré su clítoris dentro de mi boca. Hizo todo lo posible para que dejara de chuparlo tirándome del pelo y gritando para que dejara de hacerlo. Yo mantenía un agarre perfecto en sus caderas y chupé su pobre clítoris hinchado hasta que se rindió y se relajó. Sus piernas se abrieron y ella me soltó el pelo. Tuvo un orgasmo extremadamente intenso.

Después de que ella se carrera en mi boca, saqué mi polla dura y se la metí. Le follé el coño como si estuviera tratando de meter todo mi cuerpo dentro de ella. Se quedó allí, casi sin vida y recibió mi brutal follada en el coño. Eyaculé todo mi semen dentro de ella e inmediatamente puse mi boca sobre ella y la besé.

Godo

Otro relato ...




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