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La Página de Bedri
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Arreglo bisexual
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Mi ex marido, Manel, había venido a buscar a nuestro hijo de nueve años para pasar con él la mitad del período de las vacaciones escolares. Seguimos siendo buenos amigos después del divorcio.

Manel ha apoyado mi relación con Lola ya que todos nos conocemos desde la universidad. Manel estaba encantado de seguir follando conmigo de vez en cuando, en plan follamigos, pero Lola y yo estábamos enamoradas. Siempre me habían fascinado sus tetas enormes que la convertían en la criatura más sexy con la que nadie se negaría a follar, y ella me eligió a pesar de que sabe que me gusta follar fuerte con una polla de vez en cuando.

Mi ex marido le dijo a nuestro hijo que dejara su equipaje en el automóvil y que fuera a despedirse de sus amigos, y que estuviera preparado para salir en una hora. Una vez que nuestro hijo salió, Manel me preguntó si necesitaba un polvete antes de irse. Miré el bulto en sus pantalones y me prometió que sería rápido. Acepté, sacó su polla y comencé a chupársela con fuerza. Le lamí la base de la cabeza de la polla, algo que generalmente lo enloquece. Él me subió la camiseta y me apretó con fuerza las tetas y me tiró de los pezones levantándolos. Me levantó del suelo, agachó la cabeza que enterró en mis pechos comiéndolos a besos mientras deslizaba su mano entre mis piernas buscándome el coño que folló con sus dedos.

Me apoyé en el respaldo del sofá levantando una de las piernas para ponerme en una mejor postura y para que pudiera metermela más profundo y más duro. Agarré su dura polla, que es gruesa y larga y la apoyé sobre mi coño mojado para que él empujara duro por detrás. Mis pechos desnudos botaban con cada empuje y mientras con una de sus manos se me sujetaba para mantenerme en mi lugar, la otra mano frotaba mi clítoris. Cuando el orgasmo venía, me incliné sobre el sofá para recibir todo su empuje, que era duro y profundo, en mi coño y finalmente descargó todo su semen dentro de mi coño. Caí al suelo exhausta por la intensa follada y pasé mi dedo en mi coño para sacar su semen. Nos lavamos rápidamente y nos vestimos. Después Manel corrió el coche donde esperaba nuestro hijo y se fue.

Me sentía mal engañar a Lola otra vez, pero sé que ha tenido algunos aventones con sus colegas y que ella sabe que también me gusta una buena polla.

Cuando Lola llegó, menos de un cuarto de hora después, ya fuera por culpa o simplemente por estar cachonda, la esperé en la puerta y planté un largo beso en los labios. Ella se puso contenta con eso e hizo un comentario sobre mis pezones todavía largos y que sobresalían a través de la camiseta de punto. Entonces me di cuenta de que había olvidado ponerme el sostén después del polvo con Manel. Ella pellizcó uno de mis pezones y me preguntó si teníamos tiempo para uno rápido antes de ir al pueblo de sus padres durante el fin de semana.

Le dije que debíamos esperar para llegar a la casita y que podíamos tener tantas sesiones de chupar y meter, de follar, todo lo que quisiéramos. La verdad es que quería chuparla y besarla por todas partes, especialmente en esas tetas grandes, pero la verdadera razón es que temía que todavía quedara el aroma y el semen de Manel y mi coño delataría que había sido follada por una polla.

Lola dijo que me imitaría en lo de no usar sostén para que pudiéramos tener libres nuestros pezones. Esto fue muy duro para mí, ya que todo lo que quería era chuparle los pezones a Lola y ella lo sabía.

Preparamos el automóvil y luego Lola dijo que tenía un regalo para mí. Me lo entregó y al abrirlo vi que era un huevo vibrador. Me pidió que le dejara colocarlo dentro de mi coño. Cuando deslizó sus dedos por mi coño, notó que lo tenía húmedo e insertó los dedos de una mano en mi coño y los de la otra en el suyo después de lamerlos. Luego presionó el control remoto de mi huevo vibrador que palpitó en el interior de mi coño. Decidimos que lo tendríamos conectado en modo intermitente durante el viaje. Cuando estábamos a solo un par de kilómetros de la casita nos detuvimos en una estación de servicios para repostar y hacer unas compras.

El trabajador de la gasolinera vio que debajo del coche comenzaba a extenderse una pequeña mancha de algún líquido, así que nos fuimos al pequeño taller para repararlo. Levantaron el coche sobre el elevador y la cosa no parecía sencilla. Nos lo explicaba el dueño cuando Lola presionó el control remoto de mi vibrado, me puse roja y mis pezones comenzaron a desplegarse. Juan, el dueño del garaje notó mis pezones y vio lo incómoda que me estaba poniendo. Se acercó a mí y me preguntó si podía ayudarnos en algo y Lola le preguntó si podía prestarnos un vehículo para seguir nuestro recorrido hasta la casita hasta que el nuestro estuviera arreglado. El mecánico se disculpó por no haberlo ofrecido antes, ya que conocía a la familia de Lola. Así que nos dió las llaves de un utilitario y pusimos nuestras cosas en la parte de atrás. Cuando vino a enseñarme las luces y los botones del limpiaparabrisas ―como si fuera necesario para los dos kilómetros que restaban― dejó que su brazo rozara mis piernas y su la cara quedara a la altura de mis largos pezones.

Lola se rió una vez que ya habiamos salido y dijo que se dio cuenta de cómo él hablaba con nuestras tetas. Me acerqué a sus tetas y les di un largo apretón y le dije que no lo culpaba porque que su polla debía estar a punto de estallar con tan grandes pezones marcándose debajo de las camisetas.

Llegamos a la casita y recogimos las pocas cosas que llevábamos. Una vez dentro soltamos dejando caer las bolsas y comenzamos a besarnos ardientemente. Lola me sujetó por la espalda y comenzó a besarme y chuparme los pezones. Yo alcancé como pude sus enormes tetas y comencé a apretarle sus pezones que tanto deseaba. Ella accionó nuevamente el control remoto de mi huevo vibrador y yo hice lo mismo con el suyo. Nos desnudamos y nos frotamos los pechos antes de acostarnos sobre la alfombra y cruzar nuestras piernas una contra el coño de la otra. Nos movimos con frenesí y apretábamos compulsivamente nuestros mandos de los huevos vibradores hasta que nos corrimos con nuestro coños goteando los efluvios de nuestros orgasmos.

Un par de horas después, aparecieron Juan y su hijo así que nos envolvimos en toallas, quizás algo diminutas, y recogimos nuestro coche devolviéndoles el suyo y pagando la reparación ―una simple junta de goma aflojada―

Lola los vio mirando fijamente a nuestro estado de semi desnudez y sorpresivamente les dijo que habíamos estado jodiendo, pero ahora necesitamos una polla, o quizás dos. Parecieron paralizarse así que Lola insistió preguntándoles si querían echarnos una mano.

El hijo, que era un poco más alto que su padre, ya había entrado y había comenzado por quitarse los zapatos. Juan estuvo de acuerdo y nos presentó a su hijo, Juancho. Ambos se desnudaron mostrando unas considerablemente grandes pollas.

Vi como el padre metía su polla en el coño de Lola empujando profundo y como el hijo tenía su polla en su boca. Me moví entre ellos y me coloqué para chupar las tetas de Lola. Luego fui a lamer su coño y las bolas que lo golpeaban. Cuando Juan descargó su semen por toda la entrada de su coño, me dijo que dejara que su hijo me follara. Lola se deslizó debajo de mí para ver mi coño lleno por la polla del inexperto joven que resultó ser salvaje e incontrolable. Lamí el coño de Lola y pude oler el aroma de la polla de Juan y sus jugos. Juan introdujo  sus dos dedos gordos en Lola y yo lamí el fluido que resbalaba de sus dedos. Tuve que parar cuando el hijo empujaba más duro y más rápido y finalmente descargó su semen dentro de mi coño. Antes de que pudiera sacarlo con mi dedo, su padre ya estaba sobre mí metiendo su polla dura en mi mojado coño que aún contenía el semen de su hijo mientrs le decía a su hijo que terminara en el coño de Lola.

La polla de Juan era más gruesa que la de Juancho y Lola me dijo que levantara las piernas hasta los hombros para asegurarme de que no escapase nada del semen. Juan era mucho más experto y sabía cómo utilizar su larga y gruesa polla que metía y sacaba de mi coño, una y otra vez, profundamente y con fuerza. Follamos hasta que Juan descargó su cálido semen empujándolo profundamente dentro de mi coño. Lola confesó que disfrutaba viendo cómo me follan el coño y que no debería preocuparme porque ella pasaría la noche lamiendo todo el semen. Juan y Juancho finalmente se fueron y Lola me besó y dijo que le encantaba verme jodida más de lo que a ella le gusta que la follen. Más tarde le confesé que Manel y yo follamos antes y ella sonrió diciendo que ya lo sabía.

Bailarina

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