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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Asesorando
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Te ha sido duro lidiar con el sexo, tu marido ya no es suficiente para ti. Todavía lo amas y no quieres que termine, pero también tienes necesidades. Necesidades que necesitan ser satisfechas y si él no va a hacerlo, alguien lo tendrá que hacer. También amas tus juguetes, pero tienes ganas y necesidad de sentir piel sobre la piel.

Tampoco ha sido fácil para ti, ya que estos estudiantes tan jóvenes te follan con la mirada todo el tiempo. Pero ellos tienen culos adolescentes a su disposición, pero no pueden quitarte los ojos de encima.

Una cosa te da confianza y es como te mantienes físicamente. No te duele que tengas un cuerpo de pura roca y trabajes duro para mantenerlo, todos pueden verlo. Estos jóvenes de dieciocho a veinte años con sus cuerpos tensos y su insaciable apetito por el sexo. Solo quieren follar. ¿Y quién es mejor para follar que esa sexy mujer que no pueden sacar de sus mentes?

Tu sucia mente últimamente se ha vuelto loca. Ahora que estás trabajando desde casa tienes una casa entera para entretener a estos problemáticos estudiantes. Les ayudas con sus decisiones, los desnudas con tus ojos y te preguntas por lo grandes son sus pollas. Poco sabes que te desnudan con sus ojos y tienen pensamientos mucho más sucios y excitantes que los tuyos.

Un día, este estudiante que tenía algunos problemas te preguntó si podías ayudarlo. Obviamente no pudiste decir que no porque es tu trabajo. Tampoco puedes decir que no porque este estudiante en particular y tú misma os habéis mirado coquetos desde el primer día. Ahora mismo, él es lo suficientemente mayor como para poder hacer algo al respecto.

Era un día tan normal como cualquier otro. Te vestiste de manera profesional pero también llevaste esos zapatos de tacones rojos brillantes que sabías que él vería. Y que luego, con la mirada seguiría por tus sexy piernas y esperanzadamente activaría su imaginación.

Te llamó antes de lo que pensabas y lo confundiste diciéndole que no llame la puerta hasta que las cortinas de una determinada ventana estén abiertas. Sabías lo que estabas haciendo pero él no. Una vez que tu esposo se fue, corriste escaleras arriba con emoción esperando que el día fuera a ir a como tú querías. Solo unos minutos después de que apartaste las cortinas, oíste un golpe en la puerta. Tu adrenalina estaba disparada y tu coño ya se estaba mojando pensando que podría pasar.

Al abrir la puerta te sorprendió ver que no llevaba camisa. Su excusa fue que hacía calor, que era cierto. Podías ver el sudor en su joven cuerpo y no podías evitar pensar en arrancarle los pantalones y follarlo allí mismo, con la puerta abierta para que sus vecinos la vean. Pero la paciencia es una virtud.

Lo invitaste a pasar un poco nerviosa. Y le preguntaste si quería algo de beber. Dijo que no tenía sed, pero te lo agradeció. Luego lo llevaste a la sala de estar, te sentaste en el sofá y le hablaste durante más de una hora sobre sus opciones. Finalmente decidió que debería hacer y eso fue todo.

Tú necesitabas encontrar una manera de hacer que se quedara. Él también tenía la misma intención. Mencionó tu piscina, pero tu esposo simplemente la vació antes de irse y nadie podría nadar en ella hasta dentro de unas horas. Pensaste en algunas posibilidades pero ninguna de ellas tenía sentido. Te estabas quedando sin tiempo antes de que se fuera. Fue entonces cuando el chico te salvó el día.

― ¿Sabes que siempre pensé que eras demasiado caliente para ser asesora? ―te dijo.

Te sonrojaste y no sabías que decir pero una vez más, él vino al rescate.

― ¿Por qué querías que esperara hasta que tu marido se fuera? ―Preguntó con una sonrisa.

Te habías quedado sin respuestas así que fuiste a lo fácil― Es por esto ―Dijiste mientras te desabotonabas la parte superior de tu blusa y le enseñabas las tetas, mientras te recostabas y te levantabas la falda, mostrándote tu coño bien cuidado y sin bragas para cubrirlo.

Sin dudarlo, se puso de pie y se agachó delante de ti y te lamió el coño como un cachorro sediento. Olas y olas de placer vinieron sobre ti. No podías creer que esto te estaba pasando y mucho menos en tu sala de estar. Pasaste tus dedos por su cabello guiándolo una vez más. Esta vez fue donde querías su lengua. Te comió todo el tiempo que pudiste antes de levantarte y decir con una sonrisa― Tu turno.

Te pusiste de rodillas y comenzaste a deshacerte de sus jeans. Podías sentir su palpitante polla dura como piedra a través de sus vaqueros. Cuando finalmente bajaste la cremallera, se cayó y viste su polla. No podías creerte el tamaño para alguien de su edad. La circunferencia era igual de impresionante. No podías contenerte más, agarraste la polla y comenzaste a chupársela como una adolescente, allí mismo en tu sala de estar. Sorbiendo y chupando su polla pensaste por un segundo que tal vez estabas disfrutando aquello más que él. Entonces miraste su cara y viste que estaba en completo éxtasis. Te metiste toda su polla en tu boca y antes de que lo supieras tu nariz estaba tocando su estómago. Jugaste con tu lengua arriba y abajo y todo alrededor. Soltó un par de gemidos como si fuera a correrse y tú te detuviste inmediatamente.

― Acabamos de empezar, no puedo hacer que termines antes de que comencemos― le dijiste y agarrándolo de la mano lo guiaste escaleras arriba. Acababas de empezar de hecho...

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Otro relato ...




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