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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Asumiendo roles
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Contentos con los logros obtenidos, luego de la primera experiencia con Rosa y Luis, no paramos de conectarnos con parejas liberales que buscaban expresarse sexualmente sin tabúes.

Claudio y yo, luego de chatear con Sandra y Leo por espacio de dos semanas, acordamos un encuentro. Ellos pretendían conocer una pareja heterosexual a fin de tener sexo entre cuatro.

Pensamos en invitar a Belu para unirse a Claudio.  Ella se excusó quedando yo junto a Clau. Sin otra opción.

El encuentro con esta parejita se llevó a cabo en una casa de la zona norte de la ciudad. Nos recibieron amablemente, un chico y una chica muy jóvenes.

Luego de un brindis. Leo propuso que pasáramos al living, totalmente alfombrado con sillones amplios y mullidos.

― Pónganse cómodos y tengan sexo frente a nosotros ―Pidió Leo.

Sandra, de contextura mediana, con buenos pechos, caderas y culo nada prominentes, movía su cabeza nerviosamente agitando su cabello corto renegrido.

Nos quitamos la ropa ante sus atentos ojos que nos observaban desde un sillón enfrentado al nuestro.

Hicimos nuestras caricias previas al sexo tal cual una obra de teatro hasta que nos dejamos caer al piso. Nuestros cuerpos se enredaron y rodamos hasta los pies de la parejita.

Pude ver que ella tenía las tetas ya sueltas sin sostén.  Y una mano sobre su vulva que humedecía su minúscula prenda interior de color rojo. Leo se frotaba la verga ya crecida aun cubierta por el pantalón

Se besaron en la boca al tiempo que lo hacíamos Clau y yo. Apagaron las luces y en plena oscuridad se sumaron desnudos a nosotros.

Un pecho con el pezón duro rozo mi cara y estiré mi lengua para tocarlo. Leo me tomaba por la cintura. Su verga se apoyaba en mi espalda. La sentí babosa y caliente. No gigante pero si de buen porte

Con la espalda apoyada en la alfombra estire una mano llegando a tocar las nalgas de un culo suave y depilado. Luego palpe la vulva levemente abierta de Sandra que estaba ocupada en tragar el grueso falo de Claudio.  Junto a mi mano apareció una de Leo que aproximaba la cara para lamer el ano de ella. Con ese movimiento quedó su miembro casi sobre mis labios. Su pene rígido, caliente y mojado estaba a punto de estallar cuando lo saque de mi boca. Leo continuo moviéndose mientras intentaba llegar al falo de Claudio. Su ano expuesto a mi boca recibió lengüetazos que lo hizo retorcer de gozo.

Un suspiro profundo y el quejarse suavemente de Sandra me sugería que estaba siendo penetrada por. Clau. El discreto y suave quejido se transformó en gritos de placer cuando se próximo a su primer orgasmo.

Leo se desesperaba por lamerle la vulva y la verga de Clau, cuando entraba y salía de su compañera. En esa posición, Leo quedó con su culo expuesto. Pegando mi cara a sus glúteos semiabiertos lamí y llené de saliva su ano, le introduje el dedo mayor de mi mano derecha. Se quejaba a la par de Sandra. Entonces sumé otro dedo a la penetración.

― ¡No, no lo soporto! ―Exclamó Leo.

Y lo deje respirar. Se puso de pie y fue a encender las luces.

Los cuatro estábamos con la piel sudorosa y enrojecida. Ella sonreía de rodillas entre las piernas abiertas de Clau. Leo traía en sus manos dos pomos de lubricante íntimo. Le alcanzó uno a Clau diciéndole― Quiero ver cómo le haces el culo a tu pareja.

Ella sonreía y afirmaba haciendo un movimiento de cabeceo. Clau, se dirigió al baño a higienizarse y regresó presto para una nueva ronda.

Sentado en un sillón con las piernas semiabiertas, me permitía estar de rodillas entre ellas y comenzar a chupársela hasta ponerla rígida.

Leo nos miraba desde otro sillón. A su lado, ella con las piernas recogidas junto a su pecho.  Cada vez que volteaba mi cabeza para mirarlos, me brindaba la vista de su vagina, pequeña, rosada brillante y su fruncido ano color té.

Sandra fue al baño y regreso rápidamente. Luego Leo y al regreso lo imito a Clau, sentándote con las piernas semiabiertas. Ella intentaba tragar una verga que no cabía en su boca y además, crecía en tamaño y dureza. Con una mano se masajeaba el ano y lo llenaba con lubricante. Cuando Claudio estuvo listo lo monté de frente. Me aplicó la crema y luego apoyó la cabeza con forma de sombrero en mi puertita marrón.

Sandra hizo lo propio con Leo sentándote a horcajadas sobre él y bajando su cola hasta apoyarla en la verga lubricada de Leo.

Claudio me besó fuertemente cuándo comenzó a ensartarme con suavidad.

Leo succionaba una teta de Sandra al tiempo que presionaba con el glande rojo el esfínter de su parejita. Ella se quejó por el dolor que sentía y yo simulé que también me dolía. Claudio le indicó a Leo que se estuvieran un momento antes de continuar metiéndole su verga a Sandra.

Leves movimientos, besitos profundos y la distensión necesaria consiguieron que Sandra disfrutará, aunque con lágrimas rodando por sus mejillas. Subía y bajaba sobre la blanca y gruesa verga de Leo. En pocos minutos logró sentarse totalmente sobre el pene duro de su pareja. También lo hacía yo con Clau.

Cuándo la sacó de mi les enseñe la cola para que vieran mi ano totalmente abierto. Leo, también salió de Sandra y la giró para ver su ano. Creo que esa visión lo motivó a penetrarla con más fuerza

Clau me acostó sobre la alfombra mirando el techo. Colocándose de rodillas frente a mí dejó apoyar mis piernas en sus hombros. Su falo buscó y encontró mi ano aún dilatado. Comenzó dando estocadas lentas y cortas que luego se volvieron rápidas, profundas con cierta violencia propia del macho en celo. Leo seguía sus movimientos y hacia lo mismo con Sandra.

Ella y yo minutos después estábamos manando semen por el culo y con el gozo de asumir y disfrutar nuestros roles

Rober 

Otro relato ...




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