La Página de Bedri
Relatos prohibidos Atascado en la nieve con Yesica
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser
considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para
adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta
advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y
exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que
aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el
contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.
Cuando estaba en la universidad, tenía un buen amigo llamado Benito, que tenía una novia morena y muy sexy llamada Yesica. Los tres solíamos salir juntos, cuando no teníamos clase. Unas semanas antes de Navidad, Ben recibió la triste noticia de que su abuelo había muerto y regresó a casa inmediatamente. Esto se convirtió en un problema para Yesica, porque iba a regresar a su casa en coche con Ben, y ahora no podía hacerlo de ese modo. ― Puedo llevarte ― le dije tratando de ser útil. ― ¿No te importa? ―preguntó ella. ― No, por supuesto que no ―respondí alegremente. Así que cuando llegaron las vacaciones, metimos todas nuestras cosas en la parte trasera de mi coche, y nos preparamos para un viaje de tres horas, de vuelta a nuestra ciudad natal para pasar las Navidades. Conmigo al volante, dejé que Yesica navegara con su teléfono, porque yo no tenía navegador, y necesitaba su guía en la carretera de camino a casa. Después, de más o menos, una hora de viaje comenzó a nevar muy intensamente y de forma incesante. Fuimos reduciendo la velocidad, al igual que los demás coches a nuestro alrededor. ― Esto va a ser eterno ―se quejó con tristeza, mientras nos circulábamos por la carretera llena de nieve. ― ¿Hay algún atajo que podamos tomar? ―le pregunté. Ella miró su teléfono, y después de consultar en el mapa durante un momento, respondió― Sí, toma el siguiente cruce y luego gira a la izquierda. Podemos llegar a casa en una hora más o menos. Así lo hice y después de desviarnos de la carretera principal, condujimos unos cientos de metros, hasta que encontramos el desvío a la izquierda, y después sólo había que seguir la carretera hasta llegar a casa. Por desgracia para nosotros, también era una carretera bastante estrecha y sinuosa en muchos lugares. Además, estaba cubriéndose de nieve tan rápido como la carretera principal. Luego para empeorar las cosas, al dar una curva, debí pisar hielo o algo así, porque la parte trasera del coche, de repente se movió y acabamos en una pequeña zanja al lado de la carretera. ― ¡Joder! ― exclamé con rabia, después de detenernos con un ruido sordo. ― ¿Qué ha pasado? ―preguntó Yesica con cara de preocupación. ― No lo sé, perdí el control ―respondí. Entonces traté de arrancar el motor de nuevo, pero no pude, sólo chirrió y tosió por un momento, pero no arrancó. ― ¿En serio? ―Preguntó Yesica, con cara de pocos amigos. ― Sí. El motor no va y estamos atrapados. A menos que sepas cómo poner en marcha el coche ―respondí sarcásticamente. Yesica suspiró infelizmente, y luego sosteniendo su teléfono comenzó a llamar a alguien. ― ¿A quién llamas? ―pregunté. ― A Ben, tal vez él pueda venir a buscarnos ―respondió. Oí a Ben contestar al teléfono y, tras un rato de conversación, se decidió que tanto él como su padre vendrían a buscarnos, pero que probablemente tardarían una hora o más en llegar hasta nosotros. Así que lo único que podíamos que hacer era quedarnos allí esperarando ayuda. Eso es algo que parecía fácil, pero mientras esperábamos, la nieve seguía cayendo, y como el motor no estaba encendido, el coche empezó a perder calor, y empezamos a tener frío. Mientras me apretaba la chaqueta y me frotaba las manos, noté que Yesica empezaba a temblar mientras se abrazaba a sí misma, y entendí que teníamos que hacer pronto para mantenernos calientes. ― Quizás deberíamos ir atrás― sugerí. ― ¿Por qué? ―preguntó confundida. ― Porque hay una manta vieja que podemos usar para cubrirnos, y hay más espacio en la parte de atrás, para acurrucarnos debajo de ella ―respondí. Después de un momento, y temblando fuertemente, respondió―De acuerdo―y rápidamente pasamos al asiento trasero, Cogí la manta y la abrí y la extendiéndola alrededor de nosotros. Entonces nos sentamos viendo como la nieve seguía cayendo, antes de que ambos volviéramos a temblar. ― Esto no está funcionando ―dijo ella con disgusto. ― Necesitamos estar más cerca, para compartir nuestro calor corporal ―dijo entonces. ― ¿De verdad? ―pregunté un poco sorprendido. ―Sí. ¿No has visto ningún documental sobre cómo sobrevivir en condiciones invernales? ―preguntó. ― No―respondí, y Yesica suspiró con desazón. Entonces dijo― Bueno, en ellos sugieren que para mantenerse caliente en condiciones de frío, nos metamos debajo de todas las capas que podamos, y luego... ― ¿Y luego? ―pregunté con curiosidad. ― Nos acurrucamos juntos compartiendo nuestro calor corporal ―dijo. ― De acuerdo ―respondí, un poco sorprendido de que quisiera hacer esto. Pero hacía frío, y no iba a discutir con una linda morena si quería abrazarme, en la parte trasera de mi coche. Me acerqué a ella y abrí los brazos para abrazarla, pero ella me detuvo al instante y me contestó― ¿No estabas escuchando? Dije que necesitamos tantas capas como podamos a nuestro alrededor, antes de compartir el calor del cuerpo. ― ¿Y qué?" ―le pregunté. ― Quítate la ropa ― respondió ella― Y ponla sobre la manta, para hacer una manta más gruesa. ― ¿De verdad? ―pregunté sorprendido de nuevo. ― ¡Sí! ―dijo ella con firmeza. Luego empezó a quitarse su jersey de punto, y luego a desabrochar su camisa de cuadros azules, y ansiosamente empecé a hacer lo mismo, y rápidamente nos quitamos los dos la ropa, incluidos los vaqueros, hasta que quedamos en ropa interior. ― Ahora pon eso sobre la manta y luego túmbate encima de mí ―dijo. ― ¿Hacer qué? ―pregunté un poco aturdido. ― ¡Haz lo que te he dicho! ―me respondió con firmeza. Coloqué toda la ropa sobre la manta, y al instante sentí un poco menos de frío, antes de que, muy nervioso, me acercara a Yesica, y mientras ella se recostaba en el asiento trasero, sólo con su ropa interior, un bonito sujetador y bragas azul claro a juego, y me acosté encima de ella, con mis bóxer grises. Nuestros suaves y cálidos cuerpos se aplastaron, y coloqué mi cabeza nerviosamente al lado de la suya, antes de preguntar― Entonces, ¿nos quedamos así ahora? ― ¿Eh? ¡Sí! ―respondió nerviosa. Entonces, después de un momento, me rodeó con los brazos y comenzó a abrazarme, e hicimos todo lo posible para mantenernos calientes bajo la ropa. Pero no pasó mucho tiempo antes de que ambos empezáramos a temblar nuevamente, y Yesica dijo― Creo que tenemos que movernos un poco, para mantener la sangre fluyendo por nuestros cuerpos. Nos ayudará a mantenernos calientes. ― ¿Movernos cómo? ―pregunté. ― ¡Así! ― respondió, y al instante Yesica empezó a frotar su suave y delgado cuerpo por el mío. ― ¡Sólo tenemos que seguir moviéndonos un poco, para mantener nuestro ritmo cardíaco alto! Eso nos mantendrá calientes ―dijo, ¿y sabéis qué? Lo hizo. En el momento en que Yesica comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo contra mi cuerpo, su suave piel rozando la mía, noté que mi ritmo cardíaco aumentaba rápidamente durante los pocos minutos que permanecimos así tratando de mantener el calor. Entonces, después de un rato, Yesica me miró con una mirada confusa, y preguntó ― René. ¿Qué es eso? ― ¿Qué es qué? ―le pregunté. Entonces sentí que Yesica rozaba con fuerza mi cuerpo, y al hacerlo, empujó mis bóxer, y mi desafortunado pene completamente erecto que tenía dentro de ellos. ― ¡Esto! ―dijo de nuevo con firmeza. ― ¡Oh! ―jadeé, dándome cuenta de lo que quería decir, y de que ella se había dado cuenta. ― ¡Oh! ―jadeó ella entonces dándose cuenta de lo que estaba tocando. ― ¡Oh, mierda! ¡Mierda! Lo siento mucho, realmente lo siento. Es sólo que estás muy caliente, y medio desnudo, y frotándote contra mí, y yo sólo... no pude evitarlo, ya sabes... ―respondí nerviosamente, esperando que se volviera loca conmigo en cualquier momento. Sin embargo, ella se limitó a responder nerviosamente― Vale. Vale ― que sonó bastante comprensivo ― Sólo trata de relajarte y no pienses en mí de esa manera ―dijo entonces. ― Lo intentaré ― respondí nervioso, antes de que ella comenzara a frotarse suavemente contra mí de nuevo. Durante los siguientes minutos estuvimos tumbados juntos, medio desnudos en ropa interior, abrazados con fuerza y frotándonos suavemente con nuestros cuerpos para entrar en calor, pero no importaba lo que intentara hacer, no se iba, y tampoco ayudaba que Yesica respirara un poco fuerte en mi oído. ― René ¿Cuánto tiempo ha pasado? ―preguntó. ― Solo unos minutos ―respondí― Pero podría pasar otra hora, o más, antes de que Ben y su padre lleguen ―añadí. ― De acuerdo ―respondió Yesica, antes de continuar frotándose contra mí. Mientras continuábamos moviéndonos el uno contra el otro, tumbados en el asiento trasero de mi coche, bajo toda la ropa y la manta, Yesica se movió ligeramente, y levantó sus delgadas piernas desnudas y las pasó alrededor de las mías― Se me estaban enfriando las piernas―dijo explicando por qué acababa de hacer aquello. Pero no me importaba porque me abrazaba más fuerte y ambos nos sentíamos más calientes por ello, pero al hacerlo, mi desafortunado bulto quedó encajado entre nuestros cuerpos, y mientras su suave y cálida entrepierna cubierta de bragas se movía de un lado a otro debajo de mí, se frotaba más fuerte contra mi bóxer. Entonces dejé escapar un suave gemido, disfrutando de la sensación de su suave pubis rozando mi atrapado pene, antes de intentar reprimir otro, y Yesica preguntó― ¿Qué pasa? ― ¡Nada! ―respondí con voz aguda, tratando de reprimir otro gemido de placer. ― ¿Está... de vuelta? ―preguntó con curiosidad. ― Para ser sincero, nunca se fue. Y ahora te frotas con más fuerza ―le contesté tratando de evitar un nuevo gemido. ― Bueno, tenemos que mantenernos calientes ―respondió continuando con su roce contra mí. ― ¡Ya lo sé! Es que... esto es... bueno, ya sabes ―le respondí. ― ¡Oh, Dios! ―murmuró en mi oído. Luego, después de un momento, dijo― Bueno, sólo hay una manera de evitar esto. Para ayudarte y mantenernos calientes, vas a tener que... ― ¿Hacer qué? ―pregunté. ― Vas a tener que... ¡metérmela! ―dijo entonces. ― ¿Qué? ¿De verdad? ―pregunté, deteniéndome y levantando la cabeza para mirarla, con expresión de asombro en mi rostro. ― Sí, es la única manera, para tu mantenerte cómodo, y los dos calientes. Así que... ¡sácala, y haz lo que tengas que hacer! ―dijo con firmeza. No es la forma más romántica en que una mujer ha dicho que quería sexo conmigo, pero no iba a discutir con ella por eso. Así que, ansioso y un poco nervioso, me agaché y empujé mis calzoncillos hacia abajo, hasta que mi dura polla salió y golpeó contra el estómago de ella, haciéndola jadear al tocarla. Entonces vi que Yesica se agachaba, y empujaba y se retorcía un poco, hasta que sus bragas salieron por los tobillos, antes de volver a tumbarme encima de ella, posicioné mi polla contra los suaves y húmedos labios de su coño, y suavemente se la introduje dentro de ella. La oí gemir suavemente, mientras mi polla se deslizaba unos centímetros dentro de ella. Entonces ella me rodeó de nuevo con sus brazos, y suavemente y con constancia, empezamos a balancearnos hacia adelante y hacia atrás el uno contra el otro. ― ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ―gimió suavemente mientras lo hacíamos. Mi polla, con solo unos pocos centímetros dentro de ella, se movía de un lado a otro entre los labios de su rosado y húmedo coño, y ahora no sólo nos estábamos frotando para darnos calor, sino que también estábamos follando. Durante los siguientes minutos, continuamos moviéndonos constantemente hacia adelante y hacia atrás uno contra el otro, mientras mi duro palo se deslizaba dentro y fuera de su cálido y húmedo agujero, y ansiosamente Yesica me abrazaba fuertemente mientras respiraba con fuerza en mi oído. ― ¡Oh, Dios! Oh Dios! ―la oí murmurar, mientras seguíamos follando sin parar. Entonces giró su cabeza hacia la mía y me dijo― ¡Más rápido! ― ¿Más rápido? ―le pregunté. ― ¡Más rápido! ¡Y más fuerte! ―respondió con firmeza. ― ¡Necesito sentirme más caliente!", dijo entonces, antes de acercar su cara a la mía y besarme. Al principio me sorprendió un poco que me besara, pero le devolví el beso. Entonces comencé a empujarla con entusiasmo, un poco más rápido y más fuerte, y al hacerlo, mi polla se hundió más en ella que comenzó a gemir más fuerte. ― ¡Sí! ¡Sí! Más rápido. Más fuerte ―gimió con fuerza mientras se aferraba a mi cuerpo con excitación. Mi culo se puso a la del reto, y empezó a levantarse y a bajar rápido y con fuerza, introduciendo más rápidamente mi polla dentro de ella. Yesica gimió fuerte mientras lo hacía. ― ¡Si! ¡Sí! ¡Sí! ¡Fóllame así! ¡Fóllame así! Te noto caliente y profundo dentro de mí― gimió excitada. Así que continué, metiéndosela y fijando su pequeño culo desnudo a mi asiento del coche, mientras metía mi polla más y más profundo en su cálido y húmedo coño mientras ella me animaba y me pedía más. Ahora podía ver por qué Ben le gustaba, ella era una salvaje amante del sexo caliente y conseguí follar como ella quería. Durante los siguientes minutos el coche se balanceó y crujió, mientras yo machacaba aquel coño caliente y húmedo debajo de mí, pero con ella gimiendo una y otra vez en mi oído, y su suave y cálido cuerpo aplastado contra el mío; y sabiendo que se trataba de la chica de mi mejor amigo, y disfrutando la forma en que estaba gritando exigiendo más de mí, mi excitación comenzó a crecer, y pronto no pude controlarlo― ¡Oh, Dios! Oh Dios! ―gemí, mientras mi polla continuaba entrando y saliendo del pequeño coño de Yesica, una y otra vez― ¡Voy a correrme! ― No. ¡No lo hagas! ―respondió ella. ― ¡Lo siento, no puedo evitarlo! Necesito correrme ―volví a gemir. ― ¡Oh, Dios! ―gimió sin ganas. ― No llevas protección, pero si te corres en cualquier parte del coche, y Ben lo ve, querrá saber qué ha pasado... ―gimió infelizmente. ― ¿Entonces, qué hago? ―pregunté todavía bombeando dentro de ella, y tratando desesperadamente de aguantar. ― Err... ―respondió tratando de pensar en algo―Err... ―Dijo de nuevo tratando de pensar en algo. ― ¡Deprisa! Estoy casi a punto de reventar ―exclamé con urgencia. ― ¡Está bien! De acuerdo ―gritó ella― ¡Córrete dentro de mí! ― ¿De verdad? ―pregunté. ― ¡Sí! ¡Pero no se lo digas a Ben! ―dijo― Nunca le he dejado hacerlo ―añadió un poco avergonzada. ― Está bien, lo prometo ―respondí, y luego continué entrando y saliendo de ella y ella volvió a gemir en voz alta. Durante un minuto más, me las arreglé para aguantar y continué follando a aquella pequeña morena caliente tan duro y tan rápido como pude, pero finalmente mis testículos se apretaron y mi excitación alcanzó el punto álgido, y entonces noté que mi semen comenzaba a escaparse ― ¡Oh mierda, aquí viene! ―gemí en voz alta antes de introducir mi polla profundamente en la vagina de Yesica. Mientras me hundía hasta las pelotas dentro de ella, mi polla explotó y empezó a chorrear ríos de viscosa sustancia blanca dentro de ella, y Yesica gimió en voz alta mientras se aferraba a mí, y continuaba meciéndose hacia adelante y hacia atrás contra mi polla que empujaba en su interior. Gruñí una y otra vez, mientras descargaba lo que parecía una enorme cantidad de semen en el interior desprotegido del útero de Yesica, y durante varios segundos gloriosos, me corrí dentro de la novia de mi mejor amigo, haciendo algo que él nunca había hecho. Luego, después de un momento, suspiré y me relajé, y dejé de correrme, y luego me detuve por completo, y me acosté encima de ella, tratando de recuperar el aliento. Después de un momento, noté que Yesica se apretaba contra mí, antes de que me mirara y dijera― ¡No pares! Nos vamos a enfriar. ― Pero si ya me he corrido ―le contesté. ― ¡No me importa! Sólo sigue moviéndote ―dijo ella frotándose más fuerte contra mí, y así, después de respirar profundamente, comencé a moverme contra ella de nuevo, y muy pronto mi polla comenzó a crecer de nuevo hasta alcanzar su máxima dureza, dentro de su coño lleno de semen. Entonces me miró y dijo― No me importa cuántas veces te corras, solo sigue, tenemos que mantenernos calientes, hasta que llegue Ben. Yesica volvió a acercar su cabeza a la mía y nos besamos de nuevo, antes de que yo empezara a moverme dentro y fuera de nuevo. ― ¡Si! ¡Sí! Sí, sí. ¡Fóllame caliente! ¡Fóllame caliente! ―gimió entonces, todavía aferrada a mí, ¿Y sabéis qué? Que lo hice. Durante casi la siguiente hora, me follé a aquella universitaria morena tan fuerte como ella quería, y una y otra vez, sólo para mantenernos calientes los dos, y entre tú y yo, creo que me corrí dentro de ella cuatro veces. De hecho, para cuando Ben y su padre llegaron, su coño debía estar tan lleno de mis corridas, que cuando se subió las bragas, se convirtieron inmediatamente en la cosa más húmeda, y pegajosa que Yesica había llevado nunca. Sin embargo, como soy fiel a mi palabra, nunca volví a mencionar lo que había sucedido ese día en mi coche, pero un día, Ben fue sorprendido con otra chica de su clase, y llorando y muy infeliz, Yesica llegó arrastrando los pies a mi habitación, me miró con sus grandes ojos húmedos llenos de lágrimas, y dijo antes de tomar mi mano y llevarme a mi cama.― René, hazme entrar en calor de nuevo. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
|