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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Avería
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El monovolumen negro se detuvo frente a la puerta abierta del garaje. Cuando levanté la vista, la ventanilla tintada del conductor se bajó permitiendo ver el rostro de una hermosa morena. Era de mediana edad, con el pelo largo y rizado y una sonrisa radiante. Me quedé intrigado.

― Disculpa ― dijo― ¿Puedes ayudarme un momento?

Dejé la llave inglesa, me limpié las manos con un trapo y me acerqué a la ventana abierta.

― Perdona que te moleste ―dijo con una sonrisa― Se me acaba de encender una luz de aviso en el salpicadero.

Pasé la cabeza por la ventanilla y eché una mirada los indicadores del panel. También le eché un vistazo a ella. Una falda corta negra y medias negras adornaban unas piernas largas y esbeltas. La blusa blanca dejaba ver un amplio escote y el borde de un sujetador negro debajo.

― Es el indicador luminoso de avería.

― ¿Qué hago? ―preguntó.

― Espera aquí ―respondí con una sonrisa― Ahora vuelvo.

Regresé con mi lector de códigos y al acercarme, vi que sus ojos recorrían mi metro ochenta y una leve sonrisa de aprobación aparecía en su rostro. Sus ojos marrones parecían centellear.

― Voy a hacer un escaneo rápido para ver qué me dice el coche ― expliqué.

― De acuerdo ―dijo mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad― ¿Tengo que abrir el capó?

― No, el conector está debajo de la zona del volante, en el salpicadero ―le dije― Sólo ábreme la puerta, puedes quedarte sentada.

Abrió la puerta de par en par y volví a mirarla, contemplando el atractivo espectáculo que tenía ante mí, antes de arrodillarme.

― Si no te importa, necesito meterme entre tus piernas un momento―le dije mientras le mostraba el conector.

― No me importa en absoluto ―respondió con una sonrisa sexy ―Tómate tu tiempo.

Encontré el conector y enchufé el lector de códigos. Mientras escaneaba los sensores, mis ojos se desviaron hacia las pantorrillas que tenía delante. Mi mirada recorrió sus piernas y se detuvo en el borde de la falda. Levanté la vista y la vi observándome atentamente y sus ojos se encontraron con los míos.

― ¿Te gusta la vista? ―soltó con una risita.

― Muy atractiva ―respondí.

Sus manos subieron el borde de la falda y mostraron la parte superior de los muslos. Pude ver bordes de encaje negro entre ellos― ¿Quizá un poco más? ―dijo mientras sus muslos se separaban ligeramente.

― Quizá un poco más ―la animé― ¿Te importa?

― En absoluto ―susurró mientras sus piernas se abrían para mostrar el encaje negro que las cubría.

Mi mano derecha se movió sola y sentí la seda de las medias deslizándose por su pierna. Siguió subiendo por su muslo y mis dedos alcanzaron en el borde del encaje negro. Ella se movió ligeramente hacia abajo en el asiento mientras mis dedos recorrían la parte húmeda del tejido y se deslizaban entre el pliegue.

Se chupó el labio inferior mientras yo apartaba el tejido y deslizaba el dedo entre los pliegues. Lo deslicé suavemente hacia arriba y hacia abajo, deteniéndome finalmente en el sensible bultito de la parte superior. La oí jadear mientras mi dedo la frotaba suavemente.

Retiré la mano y me volví ligeramente hacia ella. Mi mano izquierda sustituyó a la derecha entre sus piernas y los dedos empezaron a recorrer la caliente y húmeda piel. La vi hacer un pequeño mohín con los labios y respirar agitadamente mientras introducía dos dedos en su interior. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras mis dedos la acariciaban lentamente.

Giré la mano para que los dos dedos rozaran las paredes superiores de su coño y acerqué la punta del pulgar a la protuberancia de su clítoris. Mi pulgar lo frotó con un movimiento circular lento mientras mis dedos acariciaban su interior, haciéndola gemir en voz baja a medida que se acercaba al clímax. La noté estremecerse y vi cómo le temblaban los labios mientras le llegaba el orgasmo.

Se relajó y exhaló un profundo suspiro antes de abrir los ojos. Me miró con sonrisa de satisfacción mientras yo retiraba la mano y acariciaba su muslo.

Sin palabras entre nosotros, volví a la tarea y verifiqué el lector de códigos. Era solo un problema relacionado con las emisiones debido a una fuga de vapor de combustible. Borré el código, desconecté la unidad y me puse de pie. Me acerqué a la puerta de llenado de combustible, la abrí y encontré la tapa de la gasolina suelta. Después de asegurarla adecuadamente, volví a su lado.

―Solo el tapón de gasolina flojo, nada de qué preocuparse ― expliqué.

Sus ojos se quedaron en los míos mientras su mano alcanzaba la cremallera de mis pantalones. Me bajó la cremallera y sacó mi polla hinchada.

― Tu turno ―ronroneó mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba mi polla con su boca.

Me sujeté al marco de la puerta mientras ella me llevaba rápidamente al orgasmo. Mantuvo su boca apretada alrededor de mi polla cuando estalló, la enorme eyaculación hinchando sus mejillas mientras mi pene latía vaciándose. Solo unas pocas gotas se quedaron en sus labios mientras tragaba.

Apartó la boca y se limpió la barbilla con la mano mientras mi polla se ablandaba. Volví a meterla en los pantalones y subí la cremallera mientras ella se acomodaba la falda y se recostaba en el asiento. Me sonrió mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

― Gracias por el servicio, creo que volveré otra vez.

― Gracias ―respondí con una sonrisa.

― Nos vemos en casa ―dijo ella con un guiño.

Saludé a mi esposa mientras se alejaba.

MJ

Otro relato ...




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