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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Ayudando a mi vecina a vengarse
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Es viernes por la noche y mi vecina de al lado está despidiéndose de su marido, que se va de fin de semana de pesca con sus amigos. Al pasar la saludo y le digo―  Veo que va a pescar otra vez.

― Más bien se va a follar otra vez, debe pensar que soy una estúpida ―respondió ella.

Abrí  la boca para responderle algo pero no supe que decirle.

― No te atrevas a decirme que no es cierto ―añadió ella.

― En realidad no somos tan amigos, así que no lo sabría ―dije tratando excusarme con ella.

― Bueno, si no sois tan cercanos, entonces tal vez te gustaría ayudarme a vengarme de él.

Gina era una mujer bastante atractiva de unos 50 años, con grandes tetas y un sensual contoneo al caminar, casi nunca había pensado en follar con ella, pero ahora sí.

― ¿Tienes alguna cerveza en el frigorífico? ―Le pregunté.

― Siempre tengo cerveza en la nevera, tonto ―me contestó. Yo ya lo sabía por las veces que había estado   hablando con su marido y ella le traía una cerveza y se unía a la conversación. ― Vuelve dentro de 5 minutos ―me dijo.

Entré en casa y rápidamente me metí en la ducha, me puse unos pantalones  y una camiseta y rápidamente fui a la puerta trasera de Gina.

Ella me dejó entrar, también se había cambiado de ropa de calle y llevaba una bata de seda muy corta, el escote era muy bajo  dándome una excelente vista de sus tetas.

Me llevó hasta la nevera y se agachó delante de mí mostrándome su torneado culo, unas medias y un tanga. Tomó una botella de cerveza, le quitó la tapa y me la pasó.

― ¿Te gustan mis tetas? ― me preguntó, cogiendo mi mano y apoyándola en una de ellas― ¿te gusta lo suaves que son? A mi me encanta lo suaves que son ―dijo mientras  palpaba su otra teta y pellizcaba su pezón. Luego se desabrochó el cinturón de la bata y la abrió mostrándome    sus enormes tetas― Puedes besarlas si quieres, me encanta que me besen las tetas.

No necesité una segunda invitación, las besé, las lamí, las chupé y las mordí.

Gina llevó su mano a mi polla, palpándola a través de la ropa― Esto es bonito y está duro ―dijo, mientras metía su mano dentro de mis calzoncillos y me la cogía, acariciándola suavemente.

― ¿Puedo chuparla? ―preguntó, y yo asentí con una estúpida sonrisa en la cara.

Gina se puso en cuclillas, tirando de mis calzoncillos hacia abajo mientras   ponía   su boca en mi polla.― Hacía demasiado tiempo que no chupaba una polla diferente ―dijo, y volvió a meterse mi polla en la boca. Mientras, su mano   había pasado por debajo de sus bragas y empezaba a meterse los dedos en el coño. Después de unos minutos  de chuparme la polla y tocarse el coño, se levantó y se inclinó sobre la mesa de la cocina.

― ¡Por favor, fóllame! ―

Le quité el tanga, le separé las nalgas y metí mi polla dentro de su coño.

― ¡Oh, joder, qué gusto da! ―dijo mientras metía y sacaba mi polla de su coño, y a medida que iba más rápido,   gritaba― ¡Si! ¡Si! ¡Fóllame! ¡Fóllame el coño! ¡Me voy a correr! ¡Me corro! ¡Me estoy corriendo! ―Grito entrecortadamente entre temblores y se corría con mi polla.

Luego con la voz apagada y entre jadeos me rogó―Cómete mi coño, por favor.

Saqué mi polla de su gavina y empecé a chupar y mordisquearle el coño ― ¡Si! ¡Así! Oooh que gusto me das. Le di una palmada en el culo y exclamó― ¡Oh! Eso me gusta ―dijo lentamente, con una pausa entre "Oh" y el resto de la frase.

La azoté de nuevo, luego lamí y chupé un poco más, su culo estaba ya bien rosado   y después de mucho lamer  empujé un dedo en el interior de su ano.

Gina se levantó― Necesito que me folles en mi cama―dijo tomando mi mano y llevándome arriba. Al llegar,  me empujó a su cama y se puso en posición de 69, y antes de llevarse la polla a la boca  me dijo― Azótame el culo otra vez, me gusta.

Le di unos azotes en el culo mientras me chupaba la polla hasta que las nalgas se le pusieron rojas.

― Es tan tierno ―dijo, bajando por mi cuerpo, y entonces se sentó y empujó mi polla dentro de su coño y empezó a cabalgarme con todo su ímpetu, retorciéndose encima de mi ensartada en mi polla.

― ¡Joder, qué bien sienta! dijo acelerando el ritmo, al tiempo que su coño se estremecía mientras me cabalgaba con fuerza.

― ¡Fóllame! ¡Fóllame! ! ¡Me voy a correr! ¡Me corro! ¡Me estoy corriendo! ―gritó, reduciendo la velocidad hasta que se detuvo Luego, se bajó de mí y se colocó a cuatro patas.

― Fóllame como una perra ―rogó, y me puse detrás de ella y froté mi polla entres sus labios vaginales, clítoris y culo.

― Fóllame por el culo ―dijo, y empujé la polla contra su estrecho ano, y poco a poco la entré. Después de unos minutos, me metí   hasta el fondo de su ano y comencé a follarla.

― Oooh   esto es lindo ―gimió― Nunca antes me habían metido una polla en el culo, y realmente me gusta, fóllame suavemente que todavía me es un poco doloroso.

Follé el ano de Gina lentamente al principio y luego más rápido, finalmente, después de que ella se relajó, me la empecé a follar bastante duro.

―Correte en mi trasero por favor, nunca hice eso antes ―dijo Gina.

― Me voy a correr en cualquier momento ―grité mientras agarraba sus caderas y empujaba contra ellas― ¡Aaarrrggg! ¡Me corro! ―Grité mientras eyaculaba dentro de ella.

―No pares, no pares, me estoy corriendo demasiadooo ¡Joder! ¡Que gusto! ―gritó.

Gina se derrumbó en la cama, conmigo encima de ella, con mi polla todavía dentro de su culo.

― ¿Crees que ya ha cogido algo? ―Pregunté refiriéndome al viaje de pesca de su esposo

― Sí, probablemente algunas ladillas ―se rió ella.

Después de un rato recuperando energías, Gina preguntó― ¿Quieres follarme en su mesa de billar?

AngelBD

Otro relato ...




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