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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
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Aquella noche, mi esposa dijo que tenía ganas de ser una puta en el bar. Así que, después de la cena, subió a prepararse, mientras yo terminaba el papeleo de facturas.

Una vez en el estacionamiento, mi esposa me dijo que entraría primero. Le di un par de minutos y luego entré yo en el bar.

El lugar estaba oscuro y lleno de humo pero pude ver que mi esposa ya estaba encaramada en un taburete de bar. Me senté cerca de ella, con un par de clientes entre nosotros.

Muy pronto, un tipo alto y negro se le acercó e iniciaron una conversación. Mi mujer se giró para mirarlo y abrió un poco los muslos. Estaba seguro de que el desconocido podía ver los labios de su vagina desnudos bajo su corta y ajustada falda de tejido elástico. Después de unas cuantas frases, se levantaron y atravesaron el bar camino de la pista de baile y hacia las mesas más oscuras situadas en la esquina más alejada.

Aquel hombre tenía su mano en el trasero de mi esposa y la dirigía con orgullo. Recogí mi bebida y me acerqué para ver de cerca.  El desconocido pasó un brazo alrededor de la cintura de mi esposa y empezaron a besarse. La mano de ella estaba en su ingle y estoy seguro de que se la estaba acariciando.

Era muy fácilmente accesible porque se había dejado la tanga en casa. Así que supuse que los dedos de aquel afortunado desconocido negro estaban explorando su mojado coño. Vi que abrió sus labios para gemir, así que estaba respondiendo a sus caricias.

Mi esposa se dio cuenta de que yo estaba allí observando, así que me señaló a su nuevo amigo y me dirigí hacia al taburete de la barra, para esperar allí hasta que estuvieran listos para regresar.

Un rato después, mi esposa se me acercó, guiando a su nuevo amante. Me lo presentó como Phil y le invitamos a nuestra casa. Aceptó y ella guio la salida del bar y el camino estacionamiento, balanceando sus bonitas caderas redondas como una perra en celo.

Una vez en el coche, los dos se subieron juntos detrás. Durante el viaje a casa, no podía saber lo que estaban haciendo, porque ella estaba muy callada, excepto por algunos ruidos fuertes e intermitentes de sorbidos. El afortunado desconocido sólo gruñía y jadeaba fuerte, así que supuse que había lanzado algo de semen en la húmeda boca de mi esposa.

Una vez en casa, serví un trago a Phil y mi esposa lo hizo sentarse en el sofá y se sentó en su regazo, besándole el cuello. De repente se levantó y llevó a Phil al dormitorio.

Ella se sentó al borde de la cama y me ordenó que desnudara a su nuevo amante. Lo hice, mientras él sonreía. Vi su reluciente polla dura, todavía cubierta con la saliva de mi esposa que me dijo que se la chupara y le hiciera fácil a su diminuto coño disfrutar de aquella polla tan grande.

Phil se puso erecto muy rápido al sentir mis labios en su polla. Era muy gruesa y pensé que le dolería en el coño apretado de mi mujer.

Oí a mi esposa riéndose, mientras decía que la polla ya estaba lo suficientemente dura como para follarse cualquiera de sus orificios. Él la miró, mientras mi esposa le preguntaba cuál prefería primero, su coño mojado o su sucio culo. Ella se rio de nuevo, diciendo que se pondría a horcajadas en mi cara, para que yo pudiera lamerle el coño hinchado mientras él se la follaba por el culo.

Empecé a lamer el coño de mi esposa, mientras miraba a aquella gruesa polla follando el apretado agujero del culo de mi esposa, a sólo centímetros de mi boca. Ella habló de nuevo, diciendo que debería meterle a Phil un dedo en el culo mientras la follaba.

Me mojé el dedo con los jugos del coño de ella e hice lo que me dijeron. Empecé a meterle el dedo en el culo a aquel desconocido que estaba sodomizando a mi esposa. Su apretado esfínter anal no ofrecía ninguna resistencia a mi dedo y pronto pude disfrutar de meterlo y sacarlo a paso rápido.

Phil se excitó aún más y pronto disparó su carga en el ano de mi esposa. Entonces le saqué el dedo del culo y ella me ordenó que le lamiera la polla negra con la lengua. Él sonrió y disfrutó metiendo su turgente polla en mi boca para una buena limpieza. Cuando terminé con él, ella se sentó a horcajadas en mi cara y me puso su bonito orificio anal en la boca. Separó las nalgas del culo y se sacó toda la esperma que él le había dejado en el ano. Me tragué todo lo mejor que pude mientras ella se reía de mí.

Cuando quedó satisfecha, mi esposa dijo que todavía quería más. Así que me senté a un lado y vi Phil hacerle a mi esposa la más dura de las cogidas en su empapado coño mojado. Le dio una bofetada en las nalgas, diciendo que era una pequeña zorra blanca infiel y luego le dio varios azotes más en las nalgas.

― ¡Más fuerte! ―le gritó ella y él empezó a follarla muy fuerte y rápido.

Mi esposa tuvo un orgasmo espectacular y le echó sus jugos por toda la polla. Empujó sus caderas hacia arriba para encontrarse con la polla y gruñó y gritó fuerte, mientras su orgasmo masivo parecía durar eternamente. Cuando Phil finalmente eyaculó en lo profundo de su coño, mi mujer arqueó la espalda en un último y estremecedor orgasmo vocal. Luego se acostó en nuestra cama matrimonial, exhausta, mientras él se bajaba de ella.

Phil se vistió y le dijo a mi esposa que si quería más, podría venir la semana que viene a follarla. Incluso le ofreció a cachonda esposa compartirla con algunos de sus amigos, para tener un salvaje gangbang. Ella le dijo que lo pensaría.

Tan pronto como se fue, mi esposa me arrastró a la cama otra vez. Tomó mi polla en su boca y me metió uno de sus largos dedos en mi apretado culo. Me hizo una mamada muy salvaje. Exploté y disparé una gran cantidad de semen directamente en su boca.

Mientras descansábamos, le pregunté si aceptaría la oferta de Phil de ser follada en grupo. Ella se rio y me lanzó una sonrisa lasciva, diciendo que por supuesto aceptaría el desafío. Pero que entonces debería esperar fuera de la habitación, sólo escuchando sus gritos.

Esposo complaciente

Otro relato ...




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