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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Cama grande
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Acababa de terminar de cortar el césped cuando Gina, nuestra vecina, pasó trotando. Aminoró la marcha y me saludó con la mano. Sonreí y le hice un gesto para que se acercara. Vino lentamente por el camino de entrada, contemplando mi cuerpo sudoroso, con una ladina sonrisa en su bonita cara.

Era cerca de las once y ya hacía mucho calor, la temperatura seguía subiendo, así que me había puesto unos pantalones cortos y unas sandalias para cortar la hierba. Estaba cubierto de sudor y el vello de mi pecho brillaba al sol, donde se concentraban los ojos de Gina.

Iba vestida con unos pantalones negros de licra para correr, un top deportivo negro ajustado y unas zapatillas. Llevaba el pelo recogido en una coleta. Una pequeña gota de sudor corría por su frente y había una ligera transpiración sobre su labio superior. Estaba tan sexy que mi polla se endureció al verla.

― Hola, guapo ―bromeó mientras miraba mis pantalones― ¿Te alegras de verme?

― Hola Gina, siempre me alegro de verte ―respondí con una sonrisa.

Nos miramos a los ojos y nos sonreímos un momento.

― Te dedicas al diseño de interiores, ¿verdad? ―le pregunté.

― Sí... entre otras cosas ―respondió sonriendo.

― Entra a tomar algo frío y dame tu opinión sobre algo para la casa ―dije, mientras señalaba la puerta.

― ¿Haciendo reformas? ―preguntó.

― Sólo el dormitorio ―respondí con una sonrisa― quizá puedas darme algunas ideas.

Vaciló mirando a su alrededor, antes de dirigirse a la puerta. La abrí y la dejé pasar primero, para ser cortés y mirar su culito prieto. Me miró al ver que la miraba y meneó un poco el culo. Se sentó en una silla en la cocina mientras yo servía unos vasos grandes de refresco helado. Acerqué mi silla a la suya y me coloqué a su lado mientras le daba el vaso. Pasé el brazo por el respaldo de su silla y apreté la pierna contra la suya mientras ella miraba a su alrededor.

― Alguien tiene buen gusto ―comentó.

― Mi mujer tiene muy buen gusto ―bromeé.

Ella soltó una risita ante el juego de palabras― De verdad.... sabe muy bien, ¿menos relleno?

― Sí, pero últimamente me pide más... relleno ―respondí mientras pasaba una mano por su nuca. Froté suavemente hacia arriba y toqué los lóbulos de sus orejas con el pulgar y el meñique, acariciándolos ligeramente, y apreté suavemente.

― Oooh.... qué bien... Me aprieta un poco ―gimió suavemente.

Froté lentamente el cuello mientras mi mano derecha se dirigía a su muslo. Inclinó la cabeza hacia delante mientras le masajeaba el cuello con la mano izquierda. Mi mano derecha se movió lentamente por su muslo y sentí que sus piernas se separaban ligeramente.

Empecé a frotarle los hombros, lo que le permitió echar la cabeza hacia atrás y girarse para mirarme. Me incliné hacia ella y la besé. Nos besamos suavemente, con pequeños besos, y sentí su lengua acariciar mis labios. Abrí ligeramente la boca y dejé que su lengua buscara la mía. Deslicé la mano entre sus muslos y noté cómo separaba más las piernas mientras nuestras lenguas giraban en mi boca.

Aparté la boca y bajé hasta su cuello mientras ella echaba la cabeza hacia atrás. La besé y le pasé la lengua por encima, haciéndola gemir en voz baja mientras movía los dedos sobre su coño cubierto de licra.

La oí jadear cuando pasé el pulgar y el índice por el exterior de los labios hinchados de su coño, apretándolos suavemente y volviendo a deslizar el pulgar entre ellos. Me detuve al llegar a la parte inferior y empujé un poco en su abertura con el pulgar. Ella se movió ligeramente en la silla, empujando su coño contra mi mano mientras yo volvía a acercar mi boca a la suya.

Le sujeté la nuca y la besé mientras movía el dedo corazón entre los labios de su coño, presionando el tejido contra su piel y frotando el pulgar sobre su clítoris. La presión del dedo y el movimiento de mi pulgar la hicieron llegar rápidamente al orgasmo. Gimió mientras se estremecía, mojando mi dedo, y tembló hasta que el orgasmo remitió.

― Vaya... tus dedos son fabulosos ―gimió en voz baja.

― Ella los llama mis dedos mágicos ―dije mientras los movía sobre su sensible coño.

Soltó una risita y me agarró de la muñeca, apartándome la mano y sentándose un poco. Se llevó mi mano a su boca y me chupó el dedo corazón mientras se volvía hacia mí. Su mano izquierda se dirigió a mi muslo, luego subió lentamente por mi vientre hasta llegar a mi pecho, y sus dedos recorrieron el sudoroso vello del pecho.

Me soltó la muñeca, pero mantuvo el dedo en la boca mientras me acariciaba los pezones. Miré el reloj que había en la pared detrás de ella, mi mujer llegaría en cualquier momento, y le saqué el dedo de la boca. Me agaché, agarré la parte inferior de su top y empecé a levantárselo. Levantó los brazos, lo que me permitió pasárselo por encima de la cabeza y dejar al descubierto sus preciosos pechos.

Me incliné y me llevé un pezón a la boca, chupándolo con fuerza, y apreté su otro pecho con la mano. Eran pequeños y firmes. Sentí sus manos en mi cabeza mientras se lo chupaba, sus dedos recorriendo mi pelo gris y la oí gemir de nuevo. La aparté y le tendí la mano. Ella la cogió y se levantó de la silla, abrazándose contra mí y nos besamos.

Puse su sujetador en el respaldo de la silla, bien visible, y enganché mis manos en la cintura de sus medias. Se las quité por los pies y las tiré al suelo junto a la puerta trasera. Le quité el tanga negro de un tirón y lo dejé en el suelo, al lado de donde ella estaba de pie. La levanté y la llevé al dormitorio, besándola todo el tiempo, y la coloqué en la cama. Di un paso atrás y me enganché los pulgares en los bóxer.

― Siéntate en el borde ―le ordené.

Ella se sentó en el borde de la cama observando mientras yo me bajaba lentamente calzoncillos. Mi polla saltó hacia delante, casi golpeándola en la barbilla y se balanceó delante de su bonita cara.

― Es más grande de lo que pensaba ―ronroneó― y muy gruesa.

Me rodeó el pene con las dos manos y lo acarició de arriba abajo. Vi cómo sacaba la lengua y la pasaba por la cabeza grande e hinchada antes de recorrer la parte inferior. Me a besó y volvió a lamer hasta justo debajo de la punta y pasó la lengua. Mi polla se estremeció cuando ella la succionó lentamente dentro de su boca.

Mientras me la chupaba y acariciaba, oí la puerta trasera. Justo cuando soltó las manos e intentó metérsela hasta el fondo en la boca, oí que se cerraba la puerta. Me esforcé por oír las pisadas, que se detuvieron junto a las sillas de la cocina, mientras mi polla se abría paso lentamente en la garganta de Gina. Se echó hacia atrás, tomó una bocanada de aire y volvió a intentarlo justo cuando la cara de mi mujer apareció en la puerta.

Puse la mano en la cabeza de Gina y la empujé hacia mi polla mientras mi mujer contemplaba, hipnotizada, el espectáculo que tenía ante sí. Me llevé el dedo a los labios, haciéndole un gesto para que se callara, mientras Gina hundía la nariz en mi pubis. Gemí mientras se tragaba toda mi polla.

Hice un gesto hacia el otro lado de la puerta, fuera de la vista de Gina, y luego hacia el gran espejo de la cómoda que había detrás de mí. Abandonó la puerta y se perdió de vista mientras Gina soltaba mi polla, con la baba corriéndole por la barbilla, y jadeando.

― Joder... Nunca había mamado una tan grande... es muy gruesa ―dijo entre jadeos.

― ¡Chúpamela otra vez! ―le dije mientras se le acercaba a la boca.

Se la metió despacio, hasta que estuvo lista para tragársela entera otra vez. Pude ver a mi mujer mirando desde un lado de la puerta, con los ojos muy abiertos, mientras Gina seguía chupándomela. Una vez dentro, me aparté un poco y le puse las dos manos en la cabeza. Le follé la boca lentamente. Mi mujer me miraba con los ojos fijos en mi polla, que desaparecía y volvía a aparecer mientras yo gemía.

― Oh sí Gina.... chúpame la polla... eso es... joder, chupas tan bien…

Gina gemía ligeramente con cada empujón mientras yo me movía muy lentamente su boca― Te gusta chupármela ―susurré.

Ella asintió ligeramente y murmuró― Mmmhhhmm…

― ¿Quieres que te folle ahora? ―le pregunté.

Volvió a asentir― Mmmhhhmmm.

Aparté las manos y dejé que me soltara la polla. Me miró con sonrisa sexy. ― Me gusta chuparte la polla ―dijo― y quiero tener esa gran polla dentro de mí.

Me subí a la cama y me tumbé boca arriba, sabiendo que mi mujer tendría una visión clara en el espejo y le dije a Gina que se subiera encima. Ella se colocó y puso su pequeña raja goteante sobre mi polla y empujó hacia abajo, gimiendo, mientras notaba la cabeza de mi polla entrar dentro de ella. Subió y bajó lentamente, moviéndose sobre mi grueso pene, gimiendo sin cesar― ¡Oh, joder... tan grande... es tan grande... oh, Dios!

Empujé con las caderas hacia arriba y enterré mi polla en ella, oyéndola gemir mientras lo hacía, y empujé sus hombros hacia delante. Puso las manos en mi pecho y meció las caderas mientras me follaba. Sabía que mi mujer podía ver su coño moviéndose por mi polla en el reflejo del espejo.

― ¿Te gusta mi polla, Gina? ―pregunté.

― Oh, joder, sí ―gimió.

― Córrete entonces... córrete conmigo, Gina ―insté.

― Oh, Dios, estoy... uuuggghhh ―gimió cuando llegó su orgasmo.

Sentí su apretado coño abrazándome la polla mientras llegaba al clímax. Sentí su jugo corriendo por mi pene y sentí sus manos temblando en mi pecho. De repente se relajó y cayó sobre mi pecho, con la punta de mi polla todavía dentro de ella y gimió― Oh dios... es tan bueno... es tan bueno... ―susurró entre jadeos.

Me miré en el espejo y pude ver a mi esposa en el pasillo, mirándola atentamente con la mano entre las piernas.

Aparté a Gina y la puse de espaldas. Me subí entre sus piernas, agarré sus tobillos, levanté sus piernas y se las separé. Metí mi polla dentro de su pequeño y jugoso agujero y empujé profundamente, haciéndola gemir, y lentamente la follé. Aceleré y empecé a meterle la polla con más fuerza, haciéndola gemir con cada empujón, sabiendo que mi mujer me estaba mirando.

De repente, Gina se paralizó y miró detrás de mí. Me detuve y miré para ver a mi esposa de pie junto a la cama a nuestro lado.

Gina abrió la boca para decir algo, pero la penetré con fuerza, haciéndola gemir. Bajé sus piernas y me incliné hacia delante, sobre su pecho, y aplasté mi boca en la suya. La follé con fuerza y rapidez, decidido a hacerla correrse de nuevo, y fui recompensado con un fuerte gemido y la sensación de su coño apretándose alrededor de mi polla. Empujé con fuerza y mantuve mi polla dentro de ella mientras se estremecía, temblaba y gemía.

Le pasé la mano por la cara y la besé suavemente mientras su orgasmo se apagaba. Me miró, luego a mi mujer y de nuevo a mí.

― Quería verme follar con otra persona ―le expliqué― y esperaba que fueras tú.

― ¿Yo? ―dijo en voz baja.

― Sí ―contestó mi mujer― creo que eres tan guapa, tan sexy, que quería ver...

Mi polla aún dura quería alivio, así que lentamente empecé a moverme dentro del coño mojado de Gina. Me miró como diciendo― ¿Otra vez?

― Voy a follarte más, Gina... mientras ella mira ―le susurré.

Gina miró a mi mujer un momento, con mi polla dentro de ella, y luego volvió a apoyar la cabeza en la cama. Miré a mi mujer y tomé una decisión― ¡Desnúdate! ―le dije.

Me miró con la boca abierta mientras se lo repetía.

― Desvístete, voy a follaros a las dos.

Gina gimió mientras la penetraba y mi mujer se desnudaba. Saqué la polla, me subí a la cama y se la metí en la boca a Gina. Ella la chupó como si fuera su última mamada, gimiendo y babeando mientras yo le apretaba un pecho y le pellizcaba el pezón.

Mi mujer estaba desnuda, mirando, esperando a que la dirigiera. Saqué la polla de la boca Gina, me incliné y la besé, luego le susurré al oído― ¿Has estado antes con una mujer?

Gina asintió con la cabeza― Sí, pero fue en la universidad.

Cogí la mano de mi mujer y la guié hacia la cama. Gina se le acercó mientras le decía a mí que se tumbara y abriera la boca para mí. Tan pronto como lo hizo metí la polla en su boca.

― Chúpame la polla mientras Gina mira.

Ella miró a Gina mientras metía y sacaba mi polla de su boca. Bajé la mano para encontrarme su coño empapado, goteando, estaba muy cachonda. Gina miraba mi mano mientras acariciaba con mi dedo y mi pulgar el coño de mi esposa. Sus caderas empezaron a agitarse y a temblar y me di cuenta de que estaba a punto de correrse.

― Chúpame la polla mientras te corres... sigue chupándome la polla ―gruñí mientras ella empezaba a mover las caderas.

Gina me miró con los ojos muy abiertos mientras se corría, casi ahogándose con mi polla, y levantaba las caderas en el aire.

― Sí, eso es.... córrete con mi polla en la boca... eso es ―la insté.

Gina soltó una risita.

― ¿Te gustaría probarla ahora? ―Le pregunté a Gina.

Sonrió y se puso entre las piernas de mi mujer. Vi como ponía su boca en el coño mojado y empezaba a chupar y a dar lengüetazos mientras mi mujer gemía con mi polla en su boca. Bajé la mirada hacia mi mujer y aparté la mano de su cabeza, dejando que soltara mi polla y la oí gemir― ¡"Oh dios mío... oh dios mío! ―repetía mientras la lengua de Gina le destrozaba el coño.

Me bajé de la cama, me coloqué detrás de Gina y la agarré por las caderas. Levanté su culo hasta que quedó de rodillas y la agarré con fuerza. Separé sus nalgas y miré mi polla mientras empujaba en su sedoso coño, viéndola desaparecer. Amasé sus firmes nalguitas como masa de pan mientras veía mi polla deslizarse dentro y fuera y oía los gemidos de las dos mujeres.

Mi mujer se corrió primero, casi gritando, mientras empujaba su coño en la boca de Gina. Vi que sus manos agarraban la cabeza de Gina y tiraban de ella con fuerza. Gina la siguió, moviendo las caderas y agitándose mientras se corría. En cuanto mi mujer aflojó levanté la mano, agarré la cola de caballo de Gina y tiré de su cabeza hacia atrás. Me la follé duro y rápido, escuchando sus gemidos mientras aguantaba y sentía mi orgasmo crecer.

Tiré con fuerza de su cola de caballo mientras le metía la polla en el coño todo lo que podía y descargaba mis testículos en la vagina de Gina. Mi polla latía mientras un chorro tras otro de semen llenaba sus entrañas, como fuegos artificiales, y me estremecí cuando el clímax recorrió mi cuerpo. Le solté el pelo y vi cómo su cabeza caía hacia delante y se desplomaba entre las piernas de mi mujer.

― Ven aquí ―le dije a mi mujer.

Ella rodó alrededor de Gina y se acercó a donde yo estaba de pie.

― Arrodíllate aquí ―le ordené mientras señalaba a mi lado― y mira.

Hizo lo que le dije y vio cómo sacaba lentamente mi polla aún dura del coño lleno de semen de Gina. El semen brotó en grandes gotas, corriendo por su raja y sobre la cama, y lentamente se convirtió en un goteo. Gina cayó hacia delante y se desplomó sobre la cama.

Me di la vuelta y le ofrecí mi polla cubierta de semen a mi mujer, que se la llevó a la boca. Gemí mientras ella se la metía lentamente hasta el fondo, sintiendo su boca y su garganta en mi polla aun latiendo. Chupó despacio, arriba y abajo, asegurándose de sacar todo lo que podía antes de dejarla salir de su boca.

La ayudé a levantarse y la besé apasionadamente. Fui a la cama y giré suavemente a Gina, le di un beso y separé sus piernas― Tu turno ―dije mientras sonreía a mi mujer.

Me miró sin comprender. Me acerqué, tiré de ella hacia la cama entre las piernas de Gina y puse su cara en el pequeño melocotón lleno de semen de Gina.

― Primero bésalo y luego usa la lengua... como si te comieras un cucurucho de helado ―le ordené.

Ella apretó los labios muy despacio y empezó a dar pequeños y suaves besos. Pronto se volvió más atrevida y vi cómo sacaba y volvía a meter la lengua mientras probaba el sabor del zumo de amor de Gina. Empezó a lamer como un perro en un plato de agua, mientras Gina empezaba a gemir y a mover suavemente las caderas. Vi cómo finalmente introducía la lengua en la cremosa salsa y empezaba a sorber el semen.

Me acerqué y puse mi polla tiesa delante de la boca de Gina. Me miró, como soñando, y separó los labios. Introduje mi polla en su boca abierta y me la follé mientras miraba a mi mujer comerse a Gina hasta el orgasmo. Mantuve mi polla en su boca mientras ella se corría. Ver a mi mujer comerse un coño era salvajemente excitante e hizo que mi polla se convirtiera de nuevo en una barra de hierro.

― Eso es, córrete en su cara, deja que te saboree mientras me chupas la polla ―le dije a Gina.

Gina se estremeció y tembló mientras se corría, con la lengua de mi mujer lamiéndola, sin soltarse nunca de mi polla. Cuando se relajó, saqué la polla, se la restregué por los labios y la cara y me volví hacia mi mujer. Me acerqué, le levanté la cabeza y le metí la polla en la boca. La sujeté por el pelo con una mano mientras le follaba la boca, sintiendo como mi orgasmo crecía y miraba el hermoso rostro de Gina.

Justo cuando estaba a punto de estallar, me aparté de mi mujer y me volví hacia Gina, sacudiéndome la polla y descargando mi semen sobre su preciosa cara. Un chorro fue de la barbilla a la frente, el siguiente por la mejilla y los labios y el último chorreó por sus alegres tetas. Me volví hacia mi mujer y le metí la polla chorreante en la boca. ― Chúpala, chúpala hasta dejarla seca ―gemí.

Se la metió hasta el fondo y unas cinco o seis veces, hasta que por fin me aparté y me senté, exhausto. Miré a Gina, que se pasaba la lengua por los labios, y vi cómo mi mujer se le subía encima. Agachó la cabeza y besó a Gina, luego empezó a lamerle el semen que yo le había rociado en la cara. Las dos se rieron y se besaron mientras compartían el líquido perlado.

Mi mujer se puso al otro lado de Gina y le cubrió el pecho con el brazo. Yo me tumbé e hice lo mismo, los tres abrazados, con mi mujer poniendo su mano sobre la mía.

―Ha sido... fabuloso ―gimió mi mujer en voz baja.

― Oh... sí ―añadió Gina.

― Entonces, ¿quizás necesitemos una cama tamaño especial en vez de esta tamaño matrimonio? ―pregunté.

― ¡Oh, sí! ―respondió mi mujer.

― Creo que sería lo mejor que podrías hacer para esta habitación ―añadió Gina― en mi opinión.

Mi mujer nos miró mientras nos reíamos de la broma.

MJ

Ventas

Todo comienza con la venta de un coche a una hermosa y joven madre cuando su mujer le descubre follándosela. Luego, las cosas cambian.

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