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La Página de Bedri
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Fui de vacaciones sola esa vez, tengo 22 añitos, rostro dulce, buen cuerpo (del cual se encarga mayormente la empleada paraguaya de casa, quien por desgracia no me pudo acompañar) con tetas de normales a chicas, cola prominente y superdura por gim y algo dispuesta a seguir el consejo de mi guía sexual domestica de que llegar a tener sexo sea; con alguien hambriento y no caprichosa como yo.

Una mañana de compras advertí una señal de lo que podía darse, estaba comprando leña cuando lo vi, a partir de los muslos se le juntaban las piernas por su gordura y sudaba copiosamente su piel morena, los labios los tenía como dibujados entre las mofletudas mejillas. Lo miré con cierto descaro y él me respondió con asombro en sus ojos.

―Perdón ―dije― ¿Usted entiende de esto de asar?

Sonrió amablemente respondiendo que vivía de ello en vacaciones. Tenía un estomago prominente y de los 1,80 debía de andar por los 160 kgs, cabello crespo y cortito y su cuerpo en masa parecía caer como decorado de torta

―Me alegro ―dije― necesito alguien así para una noche ¿Trabaja solo?

―Depende ¿Para cuantos seria?

―Solo vos y yo.

Me miró entre el fastidio y la sorpresa examinando mi cuerpo con descaro a lo cual respondió ― No hay problema pero avíseme con tiempo, aquí está mi tarjeta igual siempre ando por acá, si pregunta en el local me conocen todos.

Me quede pensando que podía llegar a calentarme de él ¿Un desafío, un capricho, o conocer como decía mi paraguayita el hambre de alguien que jamás soñaría tener una mujer así en sus brazos? ¿Sería casado? Con tanta gordura podría. ¿Y el calor? Lo vi un par de veces en la playa pero no se percató de mi presencia, caminaba por la arena en zapatillas y entangada de celeste que con mi color de piel bronceado llamaba mucho la atención y fue entonces cuando al llegar a la zona de rocas lo cruce.

―Hola ―apuré el saludo.

― ¿Cómo le va? ―Contestó serio.

―Con problemas ¿Me ayudas a pasar por las piedras?.

―Como no.

Y me tomó de la mano. Yo exageré mi torpeza para tomarlo del brazo fingiendo miedo y le pedí que me agarrara por favor. Me tomó de la cintura y la deslizó por la espalda algo atrevido pero guardando la distancia y me ayudó a cruzar mientras le repetía que no me soltara y hasta lo abracé gozando de ver como su bulto parecía agrandarse. Quedamos de frente y le pedí que para dentro de 2 noches lo quería asando en casa y cuanto me costaba el servicio.

―No puedo ―contestó―tengo trabajo esa noche, asado para 30.

―No seas malo ―le dije haciéndome la nena― Te pago el doble.

―Veré que puedo hacer, tal vez mande uno de mis ayudantes.

―Pero yo quiero que vengas vos.

―Imposible al otro día si, pero de día.

―Dale te espero e indicándole donde vivía lo esperé a la tercera mañana de una manera exagerada, había ido a la peluquería, estaba maquillada, con tacones y vestido enterizo negro cortísimo, de gala a la mañana, mas provocativa imposible pero quería desesperarlo como capricho de lo que seguiría. Llegó con todas las cosas y una vez empezando el fuego me preguntó si había venido de una fiesta; le conteste que me vestía así cuando quería que algo sucediera.

―Haaa es cábala me contesto el estúpido.

Decidí ayudarlo en algo para mover y mostrar las piernas y alguito mas. Charlamos de muchas cosas y le conté de que no tenia novio que no me interesaba tenerlo y que nadie se fijaba en mi. Estábamos lavando la verdura y me miró riendo.

―Mira si no te van a mirar nena.

―Fíjate ―le conteste―que me visto así y pensás que es por otra cosa.

Se quedo helado mirándome, yo paré mi tarea y le sostuve la mirada, mojé la comisura de mi labio muy discretamente con la lengua y moví la cabeza aprobando. Me di cuenta de que era lo que más deseaba de mí; antes de meter su lengua en mi boca me tomó de las nalgas y las acaricio con ternura y devoción. Me ahogó en baba y sudor y casi sin aire le pedí que fuéramos a la cama. Camino al dormitorio metió su mano bajo mis faldas y gimió ponderando mi tanga, nos besamos trenzando las lenguas y por un segundo me dio asco aquel gordo inmundo pero me tenía que aguantar el desafío. Me fue y se fue desvistiendo, me sentó en la cama y peló una hermosa y bien erecta verga, negra grande llena de nervios y curvada. Me tomó de la nuca y me inclinó hasta ella; el sostenía su panza hacia arriba mientras yo le devoraba el pedazo, le chupé las bolas y con la lengua limpié el glande. Me hizo acostar y me pegó una chupada de concha que creo hasta superaba a las de mi paraguayita. Mis senos se hicieron roca y le pedí que por favor me cogiera. Se tiró encima y me penetró a lo bruto alzando su panza todo lo que pudo y acostándose sobre mi empezó a bombear. Me dio miedo su copioso sudor, me dio asquete su abundante baba pero me agradó lo caliente de su cuerpo mientras me preguntaba si entre calentura y calor no le afectaría el corazón. Busqué mirarme en el espejo, era imposible, esa masa amorfa morocha se desparramaba por todo mi ser haciéndome desaparecer. A los pocos minutos sacó su lengua de mi boca y mirándome preguntó donde quería la leche.

―En la concha ―gemí.

Empezó a besarme de nuevo y se movió mas rápido inundándome de leche. Jadeamos hasta recuperar aire quedando totalmente mojados en sudor, me ayudó a sacar las sabanas y nos bañamos juntos abrazados acariciándonos, no paraba de tocar mi culo y le prometí que ni loco me lo haría. Solo siguió besándome efusivamente sin sacar sus manos de mi cola; le pedí por favor que no insistiera pero no paro y fuimos al dormitorio, me arrodille sobre la cama pero al borde de la misma y abrí bien las piernas pidiéndole me jurara lo iba a hacer despacio, no me contestó. Avanzó con su hermosa verga dura, me ensalibó con los dedos, levantó su panza y empezó a entrar; y mientras empujaba levantaba su barriga apoyándola en mis nalgas, y yo sentí el ardor y lo insulté y lloré y solo sentí que cae su sudor en mi espalda y la sentencia “cállate puta” y en el increíble ardor. Su leche me inunda de nuevo. Caemos rendidos y a los minutos otra vez la ducha.

Durmió la siesta conmigo, desperté primero y lo observe; amorfo solo carne negra desparramada, excelente verga que acaricio y recuerdo con que afán hizo todo y me recuesto abrazándolo y a la noche se fue a su trabajo, le pregunté si iba a volver, se rascó la bragueta diciendo ―Solo cuando tengas de coger.

ADRO

Otro relato ...




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