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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Comer mi propio semen
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Normalmente los sábados por la noche los paso solo en casa, masturbándome con porno casero de mi mujer. Tengo cientos de horas de vídeo con mi mujer haciéndose destrozar el coño en nuestra casa por sus amantes. Pero anoche ella quiso hacer algo diferente. En lugar de salir quiso quedarse en casa y torturarme. Me hizo ducharme y rasurar mi área púbica y luego ir con ella a la habitación.

Cuando llegué, tal y cómo me ordenó, me dijo que pusiera las manos en la espalda y me esposó, luego, se abrió la bata y la dejó caer al suelo. La vista de su atractivo cuerpo desnudo nunca deja de ponerme la polla erecta. Se dio cuenta de que mi pene empezaba a endurecerse y dijo― ¡Vaya! Esta va a ser una noche muy larga y tus pobres pelotas te van a doler antes de que se termine.

Me quedé mirando cómo se ponía un corsé negro que le apretaba el cuerpo hasta darle una silueta diminuta y sexy. Tenía copas llenas pero ella las dobló por debajo para que levantaran sus tetas, como para ofrecer los pezones a chupar. Luego se puso sus medias negras de encaje más largas, que le llegan hasta la parte superior de los muslos y los labios de su coño sin pelo rozan la banda de la parte superior. Se puso unos zapatos negros de tacones y luego me cogió la polla, completamente dura, y me al estudio.

Me dijo que le dijera qué vídeo quería ver primero. Le dije que mi favorito de siempre. Lo puso en el reproductor y le dio a pausa, dijo que iría a por unas bebidas antes de empezar. Volvió y puso mi copa delante de mí, con una pajita. Me dijo que como no iba a usar las manos esta noche, había pensado que eso estaría bien. Tomó un sorbo de la suya, se sentó y le dio al play. El vídeo comenzó y ella comenzó a reírse diciendo― Esa soy yo y Mark, el del trabajo.

― Lo sabía ―dije― Me he masturbado más de cien veces con este vídeo.

Ella se puso seria y me preguntó por qué. Dije que hay una parte en la que el ángulo de la cámara es justo y puedo ver cómo su gruesa polla negra tiene los labios de su coño blanco estirados con fuerza alrededor de ella. Cruzó las piernas y se sentó a mirar.

Yo miraba el vídeo y de vez en cuando echaba una mirada a mi mujer, cuyos ojos estaban fijos en la pantalla del televisor. Pude ver cómo los músculos de sus muslos se tensaban de vez en cuando. Le pregunté si se sentía bien y me dijo que sí, que Mark siempre la hacía llegar al orgasmo con sólo follarla. Le dije que me encantaba que se acostara conmigo después de que Mark le hubiera follado el coño. Ella no quitó los ojos de la pantalla cuando dijo― ¿Por qué? Si apenas disfruto con tu pene.

― Lo sé―dije― Pero hay algo en el hecho de meter mi polla en tu coño estirado y empapado que hace que me corra rápidamente.

Se levantó para ir a por más bebidas y antes de recoger mi copa vacía se fijó en mi pene totalmente erecto y en cómo de la cabeza salía un líquido claro. Lo señaló y dijo― Creo que esta noche te haré comer tu propio semen.

― ¿Eso significa que me voy a comer tu coño?

― No ―respondió ― Tal vez me masturbe en tu boca abierta ―Entonces salió de la habitación.

― ¿Puedo comerte el coño?

― Tal vez ―dijo ella.

Después de dejar mi bebida, se pasó un dedo entre los labios del coño, lo limpió bajo mi nariz y dijo― ¿Puedes oler mi coño? ―Le dije que sí, que olía muy bien. Añadió que no sabía si podía pasar toda la noche viendo el vídeo y le pregunté por qué. Me dijo que su coño estaba ardiendo y que necesitaba una polla gruesa para follarla. Le dije que le iba a traer un consolador y dijo que no podría con las manos esposadas pero alegué que si jugaba con él, iría a buscarlo. Dijo que sí y me levanté de un salto y con el pene balanceándose corrí a buscarlo. Abrí su mesita de noche y cogí lo primero que encontré y fui de vuelta al estudio. Me di la vuelta para dárselo y ella ronroneó al cogerlo, cuando me di la vuelta vi por qué, era su favorito más grueso.

Me puse a un lado para que ella pudiera ver la televisión y yo poder observarla. Subió cada pie en el sofá haciendo que su hermoso coño se abriera. Después de frotar la polla de goma entre los labios del coño varias veces, empezó a introducirla en su húmedo agujero. Jadeó una vez que la cabeza entró y luego lo metió casi todo dentro de ella. Luego bajó los pies al suelo y cruzó las piernas.

― ¿Eso es todo? ―le pregunté. Ella dijo que sí, que sólo quería sentir cómo se le estiraba durante un rato. Me senté y miré el vídeo y sus muslos se tensaron y relajaron.

― ¿Se siente bien? ―susurré. Dijo que sí y balanceó un poco sus caderas.

Al terminar el video se puso de lado en el sofá y abrió las piernas. Me dijo que le sacara el consolador con la boca. Miré y tenía casi toda la gruesa polla de goma dentro de ella. Me incliné y mordí la base. Sus manos me agarraron del pelo.

― Poco a poco ―ordenó.

Empecé a sacarla muy lentamente. Estaba completamente empapada. Cuando la cabeza se soltó pude ver que estaba bastante abierta. La dejé caer y le dije― ¡Oh, nena, el agujero de tu coño está abierto! ―Me dijo que si le gustaba así y le rogué que por favor me dejara follarla. Acepto y dijo que sí, pero que sólo un poco, y que me pusiera de rodillas en el suelo. Me arrodillé, ella giró las piernas, se echó hacia atrás y me dijo que se la metiera. Le metí toda la longitud de mi pene de un solo empujón. Sus piernas se colocaron detrás de mí para mantenerme sujeto.

― ¿Puedes sentir mi coño?

― No ―respondí― ¿Tú puedes sentirme? ―Movió las caderas y dijo que no, luego movió su pie y me empujó. Caí de lado y grité― ¡No, ahora no! ¡No me hagas parar!

― Eso es todo lo que tienes ―dijo.

Me volví a levantar y seguí quejándome. Me dijo que si no me callabas me iba a dar una patada en los huevos. Volví a quejarme y se puso de pie, mi polla sobresalía en línea recta, se quitó el zapato derecho y me dio una patada en los huevos. Caí de rodillas por el dolor. Me agarró del pelo y me obligó a meter la cara entre sus piernas. Se puso parcialmente en cuclillas para que yo alcanzara a su coño. Me metí su clítoris en la boca y con toda la brusquedad que pude chupé el pequeño órgano. Ella me tiró del pelo sujetándome con fuerza mientras le daba caña a su clítoris. Me dijo que le chupara el coño. Le di dos orgasmos intensos, luego me apartó, y dijo― Voy a llamar a Mark para que venga a follarme.

― ¿Puedo mirar? ―supliqué.

― Depende de él ―dijo.

Mark llegó después de la una de la madrugada y follaron hasta que salió el sol. Los estuve viendo toda la noche. Mark tiene la polla del tamaño del brazo de mi mujer y puede follar durante horas sin correrse. Se fue a las ocho de la mañana y pasamos las siguientes cuatro horas en la cama mientras yo le chupaba el coño. Me preguntó cómo sentía las pelotas y le dije que me dolían mucho. Tomó mi polla en su boca y la mantuvo allí, perfectamente inmóvil. Intenté masturbarme una vez, pero ella me dio una palmada y negó con la cabeza. Me quedé quieto y después de varios minutos empecé a correrme en su boca. Después se acercó a besarme y me metió todo mi semen en la boca.

Luego se fue a la ducha y me dijo que las llaves de las esposas estaban en el tocador. Me las arreglé para liberarme y fui a mi baño para ducharme también. Ella salió de su baño con una de mis camisetas sobre un par de bragas de bikini. Me dijo que le dolía el coño y que podía notar los latidos de su corazón en él. Le pregunté si era una mala sensación y dijo que no, que se mojaba el coño de sólo pensarlo.

Pasamos el día dormitando e incluso me masturbé una vez mientras miraba sus piernas bronceadas mientras dormía.

Gogo

Otro relato ...




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