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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Compartida por mi marido con su amigo
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Aquella noche estaba muy cansada después de un largo día en la oficina, así que cuando mi marido me sugirió que saliéramos a tomar una copa, rechacé la propuesta y dije que me iría a la cama. Entonces mi esposo llamó a un par de amigos y acordaron encontrarse en un bar cercano.

Me fui a la cama antes de que él volviera, esperando que no quisiera tener sexo. Me había tomado un par de cocteles y me dormido pronto. Alrededor de medianoche, mi esposo me despertó, diciendo que quería que bajara. Yo estaba un poco achispada, pero él insistió y bajó delante de mí. Para bajar me puse una bata sobre el cuerpo desnudo y un par de sandalias sin tacón.

Cuando llegaba, le oí hablar con alguien en la sala de estar. Cuando entré por la puerta me di cuenta de que había traído a uno de sus amigos a casa. Le pregunté a mi marido qué estaba pasando allí. Mi marido se puso serio y me pidió que me quitara el camisón. Le pregunté si se había vuelto loco, pero insistió diciendo que a su amigo siempre le había gustado y que le había dicho que podía cogerme.

No podía creer lo que estaba oyendo. Mi marido había traído a casa a un amigo para que me follara, sin contar para nada con mi opinión. Mientras yo protestaba, mi esposo me abrió la bata y luego me rodeó con sus brazos.

Su amigo se levantó del sofá y vino hacia mí. Pude ver la mirada de pura lujuria en sus ojos cuando alargó una mano y empezó a apretarme las tetas desnudas. Me pellizcó los pezones, mientras le comentaba a mi esposo lo maravillosas que eran mis tetas.

Intenté soltarme pero mi marido me sujetaba fuerte y no pude liberarme. Me mordí el labio cuando empecé a sentirme excitada, mientras aquel hombre extraño me lamía los endurecidos pezones. Podía notar su dura polla presionando en mi estómago y parecía grande, más grande que el de mi marido. Su mano libre recorrió mi cuerpo y alcanzó entre mis piernas. El extraño le dijo a mi marido que ya estaba mojada; mientras pasaba su mano por mi raja. Entonces su mano dejó mi cuerpo y fue hacia su cremallera.

Le oí bajarla y pronto noté el calor de su polla desnuda contra mi vientre. Intenté liberarme otra vez más, pero de nuevo fue inútil. Mi esposo le había prometido a su amigo que podía cogerme y no había nada que pudiera hacer al respecto. Su amigo tomó mi mano y la empujó hacia abajo hasta que pude sentir su dura vara contra mi palma. Me pidió que lo acariciara. Apreté mi mano y determiné que no iba a ponérselo fácil a los dos, pero entonces el extraño me mordió un pezón y esto me convenció de que sería mejor para mí aceptar.

No podía creerlo mientras mi esposo pasaba sus manos por mis hombros y me empujaba apara ponerme de rodillas, vi por primera vez la polla dura de su amigo.

Mi primera impresión había sido correcta, era enorme, de unos cinco centímetros. más larga que la de mi marido y mucho más gruesa. Su prepucio ya estaba retraído y su enorme cabeza brillaba con el prepucio que mis dedos untaban.

El amigo de mi marido tomó su verga en la mano y la presionó fuertemente contra mis labios cerrados. No había manera de que yo le chupara la polla. Pero de repente la mano de mi marido alcanzó en mi cara, tapándome la nariz. Si quería respirar tenía que abrir la boca y sabía que cuando lo hiciera, su amigo me metería la polla.

No tenía opción y después de aguantar la respiración tanto como pude, abrí los labios para tomar aire. Pero el aire no fue lo único que entró en mi boca. El amigo de mi marido empujó hacia adelante y la punta de su polla abrió más mis labios. Las manos de mi esposo sujetaban la parte posterior de mi cabeza, impidiendo que me separara. Traté de respirar a través de los dientes apretados pero la presión de la polla del extraño contra ellos era dolorosa y tuve que abrirlos. Y él, aprovechó la oportunidad para empujar y meter la polla en mi boca profundamente. Yo estaba indefensa. Con la cabeza bien sujeta por mi marido, su amigo empezó a empujar sus caderas, metiendo su polla cada vez más dentro de mi garganta.

Involuntariamente me atraganté, luego el extraño se echó para atrás, permitiéndome respirar, pero pronto volvió a cogerme otra vez la boca. Le dijo a mi marido que yo era una buena chupapollas. Para mí alivio, retrocedió y sacó la polla.

Mi marido me levantó bruscamente poniéndome de píe, arrancándome la bata de los hombros. De nuevo la mano de su amigo bajó hasta mi entrepierna y me frotó los labios del coño mientras sonreía. Dijo que mi coño estaba muy mojado y tenía razón.

Jadeé mientras metía profundamente un dedo en mi mojado coño. Como su polla, sus dedos eran más gruesos que los de mi marido. Cuando añadió un segundo, parecía como una enorme polla dentro de mí. Empezó a meterlos más profundamente dentro de mí, tirando hacia atrás y luego empujando con fuerza una y otra vez.

Después de un par de minutos de joderme con los dedos, se retiró y de repente flexionó las rodillas y bajó su polla al mismo nivel que mi coño. Con una mano me sostuvo las caderas mientras la otra guiaba su polla entre los labios de mi coño. Entonces noté que me metía la punta de la polla y la movía con fuerza entre mis húmedos labios vaginales. Comenzó a mover sus caderas hacia atrás y hacia adelante, frotando la polla con fuerza en mi coño cada vez que lo hacía. La fuerte presión sobre mi clítoris me excitó y sentí que mi coño se mojaba aún más. Me avergonzaba responder a lo que me estaba pasando y podía sentir mi coño mojándose a cada segundo.

Él gemía al hacerme aquello mientras mi marido me guiaba hacia el otro lado de la habitación, hacia el sofá. Se sentó allí y me esperó con la polla en la mano. Luego me subió al sofá mientras yo seguía luchando, pero cuando mi marido me levantó sobre el cuerpo de su amigo y noté su polla empujando entre los labios de mi vagina, cerré los ojos y me rendí ante lo inevitable.

Lo siguiente que sucedió fue que estaba completamente empalada en aquella gruesa polla mientras él se empujaba hacia arriba. El afortunado amigo de mi marido gimió, diciendo que yo estaba muy caliente. Empezó a metérmela y mi coño nunca se había sentido tan lleno y pronto se apoderó de toda mi, mientras se impulsaba hacia arriba y hacia abajo dentro y fuera de mi vagina. Gruñó como un oso mientras me follaba.

Yo estaba, contra todo pronóstico, cerca de llegar, cuando el amigo de mi marido me agarró por el cuello y me atrajo a su pecho. Me di cuenta de que mi esposo se había desnudado y estaba justo detrás de mí, acariciándose la polla. Luego se subió al sofá detrás de mí. Entonces el pánico se apoderó de mí. Mi coño estaba lleno con una enorme polla, pero el agujero de mi culo estaba totalmente al descubierto y me di cuenta de las intenciones de mi marido. Quería follarme el culo mientras la polla de su amigo estaba dentro de mi coño.

Entonces realmente empecé a resistirme, pero fue inútil. Su amigo me sujetó fuerte con sus brazos, mientras mi esposo corría su polla de arriba a abajo contra el capullo de mi culo. Tomé un respiro y empujó dentro de mi pobre y apretado trasero. Empezó a moverse hacia atrás y hacia adelante, metiendo un poco cada vez más su dura y gruesa polla en mi ano. A pesar de la lubricación, seguía doliendo y no era algo que quisiera repetir.

Mientras ambos me follaban en mis dos agujeros, me sorprendí al descubrir que mi cuerpo estaba respondiendo y segundos antes de que su amigo explotara dentro de mi coño, el orgasmo más intenso que jamás había experimentado me atravesó el cuerpo, lo que desencadenó la erupción de mi marido.

Mientras ambos penes se vaciaban dentro de mi cuerpo, un orgasmo no buscado parecía no tener fin. Hasta que noté que la polla de mi marido se ablandaba en mi interior y que su amigo la sacaba de mi coño jodido. Mi esposo se levantó del sofá y me ayudó a ponerme de pie. Luego me hizo sentarme en su regazo, mientras su amigo se vestía.

Antes de irse, le dio las gracias a mi marido por dejarle follar a una casada tan caliente. Por supuesto que estaba furiosa; acababa de ser utilizada como un trozo de carne y aquel bruto, le estaba dando las gracias a mi marido. Cuando su amigo se fue, le di una bofetada a mi esposo y me encerré en el baño. Me di una ducha caliente y, cuando fui a nuestro dormitorio, mi marido ya estaba roncando.

Entonces me vestí como una verdadera puta y llamé a mi Maestro para que me recogiera. Todavía estaba muy caliente; pero esta vez disfrutaría de un hombre de verdad, de una gran polla experta.

Esposa adúltera

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