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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Comprando con Carol
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Me quedé en la acera, delante de mi casa, hasta que llegó el auto plateado. Abrí la puerta y me metí en el pequeño oyendo las risitas de Carol mientras me acomodaba en el asiento.

― Abróchate el cinturón, grandullón ―me advirtió mientras se alejaba a toda velocidad― ¿Disfrutaste de la cena con Andrea el viernes por la noche?

― Mucho, menudo piso tiene.

― Sí, es un sitio precioso ―coincidió― Sospecho que pasarás bastante tiempo allí.

― Me parece bien ―dije con una sonrisa― Disfruto de su compañía.

― Seguro que sí ―dijo con una gran sonrisa― Ya hemos llegado ―Se detuvo y señaló la sastrería― Ahí es donde tienes que entrar ahora.

Salimos del coche y esperé para que me guiara. Su pelo rubio ondulaba ligeramente con la brisa mientras sus tacones chasqueaban en la acera. Tacones de aguja rojos. Iban a juego con la chaqueta roja que llevaba y la ajustada falda roja abrazando perfectamente sus caderas y terminando por encima de la rodilla. Bajo la chaqueta llevaba una blusa blanca con los tres botones de arriba desabrochados, dejando a la vista su sujetador rojo y su amplio escote.

Joder, está buena para ser una tía mayor.

Entramos en la tienda y nos recibió un hombre alto, de unos sesenta años, Carol y él hablaron un momento antes de centrar su atención en mí. Me tomó las medidas y me hizo probarme numerosos trajes y chaquetas mientras Carol se sentaba y daba su aprobación. Finalmente, me dijo que habíamos terminado y que podía volver a ponerme mi ropa. Entré en el vestuario y estaba a punto de cerrar la puerta cuando entró Carol.

― Hmmm, creo que tenemos unos minutos ―ronroneó mientras se abrazaba contra mí.

La agarré por la cintura y tiré de ella con fuerza mientras nos besábamos. Rápidamente me quedé sin camiseta y mis bóxer cayeron al suelo mientras sus manos viajaban de mis hombros a mi culo, acariciando mis nalgas. La agarré por el culo, la levanté y la puse contra la pared. Le subí la falda, separé sus muslos con mis piernas y aparté sus bragas. Mi polla dura se introdujo en su húmeda abertura y, tras unas pocas caricias, se la enterré profundamente.

― ¡Oh, sí, fóllame! ―me susurró al oído.

Se agarró con fuerza mientras yo la follaba furiosamente, empujándola contra la pared una y otra vez con cada embestida.

― ¡Oh, joder, sí... oh, sí! ―gimió cuando sentí que su coño apretaba mi pene al llegar al clímax.

Con un gruñido eyaculé dentro de ella, incapaz de contenerme por más tiempo. Empujé hasta el fondo y me mantuve allí mientras llenaba su sedoso y caliente coño. Nuestros labios se entrelazaron mientras nos estremecíamos por los efectos del orgasmo. Poco a poco nos relajamos y separamos los labios.

― Me encantan los hombres grandes y fuertes ―ronroneó mientras sus manos recorrían mis hombros y bajaban por mis brazos.

Se la saqué y la bajé, se enderezó mientras me vestía, observándome todo el tiempo. Con una gran sonrisa, abrí la puerta y dejé que me acompañara a la entrada. Nos dijeron que volviéramos en dos días para una última prueba y subimos de nuevo al auto.

― Volvemos al trabajo ―me dijo― Se acabó el tiempo de juego.

Mientras íbamos se me ocurrió una idea, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Dave, diciéndole que reuniera a algunos de los chicos y estuviera en el vestuario a la hora del almuerzo para conocer a una de las mujeres de la oficina. Me contestó con un pulgar hacia arriba.

― ¡Eh! aparca en la parte trasera, junto a los muelles de carga. Necesito coger algo ―dije mientras nos acercábamos al complejo.

― De acuerdo ―respondió.

Aparcamos en el aparcamiento para visitantes.

― Vamos, quiero enseñarte algo ―le dije mientras bajaba.

Puso los ojos en blanco y suspiró antes de apagar el coche y salir. La cogí de la mano y la guié a través hasta la zona de fábrica. Miró a su alrededor mientras caminábamos y pareció impresionada por el tamaño y la actividad― Nunca había estado aquí ―dijo― Es enorme y muy ruidoso.

La llevé por la escalera hasta la planta baja y entramos en los vestuarios. Pasamos por delante de unas cuantas hileras de taquillas antes de doblar la esquina y llegar a la zona de taquillas principal. Había filas de taquillas alineadas en las paredes y en el centro había una hilera de bancos. La conduje hasta el final y le pedí que se sentara en el extremo del banco. Lo hizo y me miró extrañada― ¿Qué he venido a ver? ―preguntó cuándo me puse delante de ella.

Me desabroché el cinturón y el botón antes de bajarme lentamente la bragueta. Me miró mientras sacaba la polla y la acariciaba a pocos centímetros de su cara. Me miró y sonrió― ¡Oh, qué animado eres! dijo mientras su mano rodeaba mi polla y la acariciaba lentamente.

La miré y le puse la mano en la nuca. Tiré suavemente de ella hacia delante y vi cómo su boca se abría y envolvía la gorda y palpitante cabeza de mi polla. Moví su cabeza lentamente mientras me chupaba y observé la puerta abierta. Pronto apareció Dave, seguido de Chris, Billy, John y Justin. Les hice un gesto para que se callaran. Se acercaron despacio y se detuvieron, mirando fijamente a la impresionante rubia que me chupaba la polla.

― Así que te gustan los tíos grandes y fuertes, ¿verdad? ―le pregunté.

― Hmm hmmm… ―murmuró sin dejar de chupar mi polla.

― ¿Alguna vez has estado con más de uno a la vez? ―le pregunté.

Ella dejó mi polla y me miró, tomando una bocanada de aire antes de hablar― ¿Qué quieres decir? ―preguntó― ¿Como un trío?

― Sí, ¿o quizá más?

Se rió y sus ojos azules brillaron― Algunos tríos, sí. ¿Por qué lo preguntas?

― Tengo un regalo para ti ―respondí señalando detrás de ella.

Se dio la vuelta y se quedó boquiabierta al ver a aquellos tíos sin camiseta y con la polla fuera, acariciándosela mientras ella me miraba.

― ¿Qué es esto?

― Es una de las ventajas de conocer a los chicos de la fábrica ―dije con una sonrisa― Serás la única chica de la oficina con esta experiencia, así que disfrútala.

Se levantó y se quedó mirando a mis amigos mientras se acercaban, observando la pared de músculos y pollas tiesas que tenía delante. Pronto se vio manoseada y su chaqueta, blusa y sujetador cayeron al suelo cuando los chicos la rodearon. Pronto estaba de espaldas en el banco con la falda por la cintura, pollas en ambas manos la su boca mientras Dave le quitaba las bragas.

Era una mujer poseída, gimiendo y chupando pollas tan rápido como aparecían delante de ella. Dave la folló primero, sacándola y rociando su estómago con semen caliente y perlado mientras ella se atragantaba con la primera eyaculación de Billy. Numerosas manos manoseaban y apretaban sus grandes tetas. El semen corría por su boca y su barbilla mientras la polla de Billy era sustituida por otra. Chris metió la polla dentro de su coño y se la folló furiosamente, añadiendo su semen al de Dave y salpicando sus pechos.

― Joder, es una zorra muy caliente ―proclamó Justin mientras le metía la polla en el coño.

Carol seguía gimiendo y chupando pollas mientras se la follaban por turnos. John la sacó de la boca y le roció los pechos con su leche antes de volver a metérsela hasta la garganta. Esperé mi turno hasta que todos se hubieron vaciado, dejándola cubierta de semen desde el coño hasta la frente.

― ¿Te gusta la fábrica? ―le pregunté mientras metía mi polla en su coño babeante e hinchado.

― ¡Oh, joder! ―fue todo lo que respondió― ¡Oh, joder...!

Le levanté las piernas y se las separé mientras la follaba rápido y fuerte. Tenía un aspecto increíble con semen corriéndole por la cara y aquella mirada de lujuria en los ojos. Chilló al llegar al clímax y su coño se apretó alrededor de mi polla.

Se la saqué, me puse a horcajadas sobre su pecho y coloqué mi polla entre sus grandes tetas. Las apreté y la deslicé por el resbaladizo charco de semen. Lo hice hasta que no pude contenerme más y mi polla entró en erupción. El semen voló hasta la cara y entró en su boca abierta. Se esforzaba por tragar y su barbilla cubierta de semen estaba pegajosa y goteaba sobre su pecho. Le metí la polla en la boca, dejando que me vaciara las últimas gotas antes de apartarme.

Dejó caer la cabeza sobre el banco y se desplomó de cansancio. Los chicos se vistieron, le dieron las gracias y salieron mientras yo cogía una toalla y la ayudaba a limpiarse. La toalla quedó empapada de semen cuando pudo levantarse. La llevé al lavabo y recogí su ropa mientras se lavaba. La miré mientras se vestía, se peinaba y se alisaba la falda.

― ¿Qué te ha parecido la visita? ―le pregunté con una sonrisa.

― Dios mío, no me puedo creer que lo haya hecho ―dijo en voz baja.

 ―Pero, ¿lo disfrutaste?

Me lanzó una enorme sonrisa y sus ojos brillaron mientras me ponía las manos en los hombros― ¡Joder, sí! me ha encantado ―contestó mientras me daba un beso― Ha sido una gran sorpresa.

Tiré de ella y le rodeé el culo con las manos― Quizá algún día te traiga de vuelta para otra gira ¿Te gustaría?

― Creo que sí ―respondió mientras sus dedos recorrían mi pecho.

Hizo un pequeño mohín y me miró a los ojos― Sabes, podríamos hacer más... compras... hoy si quieres.

― ¿En tu casa o en la mía? ―pregunté con una sonrisa.

MJ

 

 

Sexo en el trabajo

Todo comienza con un error en la nómina, le ingresan una cantidad muy superior a la habitual y le ofrecen una excitante oportunidad que no puede dejar pasar.

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