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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Cuidadora de perros
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Sara es una chica de 20 años con cabello rojo oscuro que todavía vive con sus padres. Cerca de ellos vive un hombre, de unos 40 años llamado Paul que tocaba la batería en una banda de heavy metal. Tiene un labrador negro llamado Satán y ella aceptó cuidarlo al perro mientras él estaba en su luna de miel con su segunda esposa. A diferencia de la primera esposa, esta también era aficionada al heavy metal. Sara y sus padres fueron invitados, Sara llevaba un vestido rojo con dibujos negros, medias negras y zapatos abiertos de tacón rojo. Paul mintió acerca de la edad que ella tenía cuando sus amigos solteros chicos preguntaron por ella para que no la acosaran. Además, Kathy y su madre alejarían a los hombres que quisieran acostarse con ella, especialmente a los hombres mayores. El único en el que confiaban era Rafael, hermano de 30 años de Paul, que tenía casi la misma edad que Sara. Los padres de Sara se fueron temprano, confiando en Paul y Kathy para que la cuidaran. Cuando llegó el momento de irse al aeropuerto, Paul le pidió a Rafael que la llevara a su casa.

Rafael condujo hasta la casa de Paul y luego acompañó a Sara hasta su puerta. Ella le dio las gracias con un beso en la mejilla, que tomó por el camino equivocado. Él la agarró y la besó en los labios. Rápidamente ella le dio una bofetada y él se disculpó y luego le pidió que no se lo dijera a nadie. Con el alcohol y la adrenalina por lo que pasó con Rafael, Sara se sentía mareada.

Satán estaba ladrando en la puerta de atrás, así que fue a dejarlo entrar. Satán entró corriendo, golpeándola haciendo que Sara cayera al suelo. La puerta se cerró y ella se sentó en el suelo. El perro se acercó y comenzó a lamerle la cara. Sara trató de detenerlo sin lograrlo y terminó acariciándolo. Luego sintió un mareo y se desmayó en el piso. Treinta minutos más tarde se despertó con una sensación que nunca antes había sentido. Sara bajó la mirada y vio su vestido hasta la cintura, las piernas abiertas y Satán lamiéndole el coño cubierto por el panty. Todavía borracha y débil, no podía apartarse, sin embargo, terminó tirando de sus bragas hacia un lado y le entonces tuvo sensación más intensa. Rápidamente Sara tuvo su primer orgasmo y luego se desmayó nuevamente. Otros treinta minutos más tarde se despertó en el suelo. Todavía estaba débil pero capaz de moverse esta vez. Con su vestido alrededor de su cintura y trató de levantarse. Tan pronto como se puso de rodillas, Satán salió de la nada y saltó sobre su espalda. Con las bragas de Sara todavía a un lado, la polla del perro encontró su coño y entró. No solo gritó por esto sino que también porque era virgen. Nunca había imaginado que su primera vez sería con un perro.

Justo cuando comenzó a acostumbrarse a la sensación comenzó a doler nuevamente. Mirando entre sus piernas, Sara vio el nudo de Satán tratando de pasar entre los labios de su coño tan fuerte que no podía escapar. Cuando sintió que entraba, gritó de nuevo con un orgasmo y luego se desmayó. Horas después, Sara se despertó en el suelo. Sus bragas estaban mojadas con su semen. Pensó que podría limpiarse un poco con su vestido y aunque ella tiró las bragas y las medias. En la ducha, Sara se dio cuenta de que olvidó sacar al perro, se envolvió una toalla y salió. En el recorrido a la puerta, el perro metió la nariz en la toalla y le lamió el trasero. Eso la hizo saltar y caminar más rápido. Luego de sacar al perro, regresó a la ducha.

Al día siguiente, Rafael apareció para disculparse otra vez por lo de la noche anterior. Sara le dijo que se olvidara, que ambos estaban borrachos. Rafael decidió dejar entrar a Satán. Cuando lo hizo, el perro corrió directamente hacia Sara, saltó sobre ella y comenzó a intentar montarla. Mientras gritaba y pedía ayuda, Rafael se estaba riendo. Finalmente él le quitó el perro y le dijo― ¿Puedes culparlo? Yo también te follaría. Lo siento, no quise decir eso.

― Creo que deberías irte ― dijo― Pero primero saca al perro afuera.

De nuevo, Rafael sintió que se había excedido con sus palabras.

Durante un par de días todo en lo que Sara podía pensar era en lo que había sucedido con Satán hasta que ella lo quiso de nuevo. Nuevamente por razones que ella no estaba segura de comprender.

La noche del sábado sus padres salieron. Cuando se quedó sola, se puso su camisón rojo y medias rojas y se sirvió una copa de vino tinto. Después de la segunda copa y notando los efectos del alcohol, dejó que Satán entrara en la casa. Mientras bailaba con el perro, Sara no podía creer que estaba usando una camisola y medias, sin sujetador ni bragas, solo para el perro. Iba a dejar que el perro la follara de nuevo. Después de meter la nariz hasta la altura de su muslo un par de veces, Satán comenzó a saltar sobre ella. Sara se sentó en el sofá con las piernas abiertas y el perro comenzó a lamer su coño. Satán no tardó en enfroscar su lengua entre los labios de su coño mientras ella gemía movía sus caderas. Cuando finalmente llegó, empujó al perro y se fue al suelo para poder ponerse sobre sus manos y rodillas. Allí, Sara se dio una palmada en el culo para invitar a Satán a la monta. A diferencia de la anterior vez que tuvo dificultades para encontrarle el coño, Sara lo ayudó. Tan pronto como él entró dentro de ella, gritó.

Mientras todo esto sucedía, Rafael estaba en una pizzería con unos amigos. Cuando se fue, decidió llevarle una pizza a Sara como una ofrenda de reconciliación. En el camino, esperaba que aún no hubiera cenado. Desde la puerta, Rafael podía oír a Sara dentro. Su primer pensamiento fue que sonaba como si la estuvieran follando. Luego pensó qué pasaría si la violaban. Sin querer ser el héroe que la salvara, Rafael fue a por las llaves a la casa de su hermano mayor.

Lo siguiente que Sara notó fue el sonido de alguien que parecía sorprendido por lo que estaba viendo. Su primer pensamiento fue que era uno de sus padres o ambos. Mirando hacia atrás y hacia Satán, vio a Rafael con la boca abierta. Para entonces, el perro tenía el nudo dentro de ella por lo que no podía correr y esconderse.

― Así que esta es la razón por la cual el perro te ama tanto ―dijo él mientras sacaba su teléfono con cámara. Ella le suplicó que se fuera mientras él le tomaba un par de fotos. Entonces Rafael se bajó los pantalones y los calzoncillos y se sentó en el sofá. Luego le exigió una mamada. Sara no tuvo con Satán todavía en su coño. Hace un par de días jodió por primera vez y ahora iba a chupar a su primera polla.

Rafael se rió― Caperucita roja siendo follada por el lobo mientras se la chupa al cazador.

Ella hizo todo lo posible hasta que él llegó, lo que sorprendió a Sara y la hizo vomitar. Poco después de que Satán se soltara, ella se retiró, con piernas débiles, hasta el baño para limpiarse. El perro lo siguió mientras le lamía el culo. Al día siguiente, temía una llamada telefónica de Rafael que nunca se produjo.

Al día siguiente la llamó por la tarde. Sara no respondió el primero ni el segundo, pero respondió la tercera llamada― Me preguntaba si tenía que aparecer ―dijo. Luego le preguntó cómo estaba y mencionó que al día siguiente regresarían su hermano y su cuñada.

― Ese atuendo rojo y las medias que llevabas ayer ―continuó― ¿Lo tienes más en otros colores? ―Sin pensar, Sara dijo blanco, luego azul y la detuvo― Esta noche ponte el azul pero antes ponte un buen vestido porque te llevaré a cenar ―colgó después de anunciarle a qué hora llegaría a buscarla. Apareció en una camisa de cuello y pantalones kaki. Sara llevaba un vestido blanco con diseños azules, medias azules y zapatos azules. Tienen una mesa en la esquina del comedor restaurante y se sentaron en el mismo lado.

Durante la cena él le estuvo acariciando la rodilla y el muslo. Después de la cena, el viaje de regreso, fue tan silencioso como la cena. Una vez en casa de Paul, le pidió que se cambiara y luego se le uniera en el sofá. Sara mantuvo las medias azules puestas y agregó una camisola azul, sin sujetador ni bragas, como la otra vez.

Rafael la hizo sentarse en su regazo y la besó. Sabían que Satán estaba mirando desde la puerta de atrás. Pronto la hizo bajarse para poder sacar su polla. Mientras Sara le chupaba la polla, los dedos de Rafael se frotaban el coño y luego el agujero del culo, y de un lado a otro. Justo cuando comenzó a excitarse, la hizo detenerse porque esta vez no quería correrse en su boca. Se levantó y se desnudó mientras ella miraba. Luego la puso sobre sus manos y rodillas y se colocó detrás de ella en el sofá. El pene de Rafael no era tan largo como el del perro, pero si lo suficiente para satisfacer el coño de Sara. Cuando se la metió, ella gimió en vez de gritar como con Satán. Luego él la agarró su cabello rojo mientras la follaba y a ella le gustó.

Poco después la llevó a la habitación para follar en una cama. Rafael empujó la camisola sobre sus tetas para lamérselas y chupárselas. Eso solo hizo que Sara gimiera más de lo que lo hizo en el sofá. No tardó mucho que ella envolvió sus brazos y piernas alrededor de él para un orgasmo. Sintiendo que ella venia, Rafael estalló en su coño. Pareció como una eternidad hasta que Rafael rodó y se acostó a su lado. Se quedaron en silencio mirando el techo. Minutos después se levantó para vestirse. Cuando regresó, Sara todavía estaba en la cama con su camisón azul y sus medias― De ahora en adelante vas a ser mi novia ―dijo― les diremos a los demás que sucedió después de la boda.

Ella le preguntó si podía dejar entrar a Satán. Por primera vez, el perro gruñó a Rafael y no se detuvo hasta que el hombre salió de la casa. Luego el perro corrió a la habitación, saltó a la cama y comenzó a lamer el coño de Sara. Cuando terminó, Satán se sentó junto a ella mientras ella se acurrucaba con él para dormir bien. Todos aceptaron la relación sin saber que ella había sido forzada a ello.

Un par de semanas más tarde, Rafael consiguió un golden retriever, al que llamó Bestia y le lo entregó a Sara como regalo de cumpleaños. Un par de meses más tarde, le pidió que se casara con él. En la luna de miel, ella llevaba una bata blanca transparente y medias blancas.

Heavy

Otro relato ...




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