Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
La Página de Bedri
Relatos prohibidos
De rodillas
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.

Había tenido un día realmente estresante en la oficina y, cuando intentaba irme, mi jefe apareció en la puerta y me sonrió. Se sentó en un sofá y se abrió la cremallera de la bragueta. Entonces me mostró su dura polla, sabiendo que no iba a resistir la tentación de dejarme follar con su magnífica pieza.

Dejé mi bolso, los papeles que llevaba conmigo y mi abrigo, y caí de rodillas. Me arrastré hacia él que volvió a sonreír y me agarró del pelo. Me ordenó que abriera la boca; pero no era necesario, él ya sabía que deseaba su polla dura.

Entonces saque la lengua, se la mostré, y comencé a lamerle la polla a todo lo largo. Mi jefe cerró los ojos y se rindió al placer de mis habilidades orales. Lamí durante un buen rato y después engullí su polla entre mis labios rojos recién pintados. Algunos minutos después, me llenó la boca con su cálido semen.

Me levanté sonriendo, sin dejar de mirar la enorme y dura vara. Quería cabalgar aquella polla monstruosa entonces mismo. Me subí la falda y aparté mi diminuto tanga negro. Pero entonces mi jefe se puso en pie y me dijo que él también estaba estresado y necesitaba descansar. Dijo que lo sentía y añadió que otro día me follaría y me prendería fuego el coño.

Me puse de nuevo la ropa, me lavé la boca en el baño y me fui a mi casa. Estaba segura de que mi marido me iba a follar de forma salvaje esa noche. Como siempre antes de marcharse a un viaje de negocios por una semana. Sólo pensar en su polla hacía que mi coño se humedeciera.

Abrí la puerta y hallé la casa en completo silencio. Sólo vi una luz en nuestro dormitorio. Subí tranquilamente las escaleras, tratando de sorprender a mi esposo. Empujé la puerta y supuse que mi marido estaba dentro del baño. Había un papel sobre nuestra cama “De rodillas, perra..." Lo leí y obedecí.

Me desnudé y tiré mi ropa fuera, al pasillo. Me puse sólo mis zapatos de tacón de aguja. Luego me puse de rodillas sobre la alfombra. Noté mi propio olor a sudor, sabiendo que a mi esposo le encanta.

Estaba de cara a la puerta, cuando oí que se abría la puerta del baño. Cerré los ojos y esperé. Sonaron pasos en la alfombra. Entonces un pañuelo negro y sedoso me cubrió los ojos y un par de manos suaves me ataron las muñecas a la espalda con otro trozo de tela. Esas manos me tocaron los hombros y el simple contacto me hizo temblar.

Me di cuenta de que estaba arrodillado frente a mí. Volvió a empujar mis hombros y entonces reconocí sus intenciones. Separé mis labios rojos y él introdujo muy suavemente la cabeza de su dura polla en mi boca. Le hice una agradable lamida y chupada en toda su dura polla. Me pareció que estaba mucho más dura y gruesa que de costumbre. Sus gemidos y gritos también me sonaban diferentes.

Mientras le chupaba la polla, noté sus dedos tocándome el culo apretado y más tarde entrando entre los húmedos labios de mi coño. Casi me hizo correrme en un par de minutos. Tuve que quitarme su polla de la boca para gemir y gruñir de forma salvaje, mientras sentía que mis jugos salían a raudales de mi coño.

De repente, su magnífica polla salió de mi boca y entonces supuse que se ponía detrás de mí. Sus manos agarraron mis redondas caderas y con su dura polla empezó a invadir mi hambriento coño. Me folló sin piedad alguna; bombeando de forma salvaje. No hacía caso de mis gritos y ruegos para que fuera suave. No paró durante un rato y siguió bombeando mi coño con furia haciéndome llorar de dolor y de placer. Pronto me corrí en un intenso orgasmo, lloré como una perra en celo al sentir como mis propios jugos salían de mi cuerpo. Caí hacia adelante, absolutamente agotada y exhausta. Apenas unos segundos después, su polla vació una enorme cantidad de semen caliente dentro de mi follado y húmedo coño. Me hizo temblar de placer y experimenté un nuevo orgasmo. Estaba realmente sorprendida por la enorme cantidad de semen que mi marido había descargado en lo más profundo de mi vientre. Parecía estar más caliente que nunca.

Sacó su polla de dentro de mi coño y pensé que me quitaría la venda de los ojos. Pero de repente sus manos volvieron a agarrar mi cintura y pude sentir la gruesa cabeza de su polla empujando contra mi apretada entrada trasera. Estaba intentando sodomizarme.

Le rogué que no me cogiera por el culo, su polla era inusualmente gruesa y me iba a hacer mucho daño. Hacía tiempo que no me sodomizaba y notaba que mi ano estaba muy, muy apretado. Pero no hizo caso de mis ruegos. Siguió empujando su polla hasta que consiguió atravesar mi apretado esfínter. Grité de dolor cuando lo hizo. Entonces oí unos gruñidos y empezó a bombear mi culo de forma brutal. Sin ningún tipo de piedad, aunque lloré como una loca.

Primero me dolió su polla, pero luego empecé a disfrutar mientras me follaba de lo lindo. No pude correrme mientras me follaba el ano; pero me sentí feliz por él, al notar que descargaba su semen en lo más profundo de mi recto.

La sacó de mi pobre culo y sentí su fuerte mano abofeteándome las nalgas varias veces. Entonces se levantó y salió del dormitorio, dejándome allí, exhausta y consumida, tumbada en la alfombra; notando cómo me salían chorros de semen por ambos orificios.

Apenas cinco segundos después, oí sonar mi teléfono móvil. Me arrastré hasta el pasillo, buscando mi bolso. Era una llamada perdida de mi esposo que me había enviado un mensaje, diciéndome que lo sentía por no poder esperarme en casa. Su vuelo lo habían adelantado para dos horas antes de lo previsto y estaba en el aeropuerto, esperando para embarcar al avión.

Me quedé en shock, mientras me tocaba los labios vaginales, notándolos cubiertos por semen pegajoso. Volví corriendo al dormitorio y busqué aquel trozo de papel que estaba sobre la almohada. Volví a leerlo con horror. No era la letra de mi esposo.

Luciérnaga

Otro relato ...




Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidos

Y si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.

Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí.