La Página de Bedri
Relatos prohibidos De viuda a puta
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Los días pasaban y la relación entre aquel chico y yo estaba más viva, muchas noches después de clase íbamos a mi casa para tener sexo. Un sábado amanecimos juntos, luego de una larga noche de sexo, al despertar él se sentó en la orilla de la cama, yo seguía acostada boca abajo, pasó sus dedos por toda mi columna vertebral hasta mi espalda baja, sus manos fueron un poco más abajo hasta mis nalgas, frotándolas por todas partes, lo cual hizo que saliera de mi un gemido mientras mi cuerpo se estremeció por el placer que me están otorgando sus manos. Me volteó boca arriba y se lanzó a besarme, su lengua jugaba con la mía con intensidad. Después sus labios besaron mis mejillas y el cuello, sus manos encontraron mis tetas y jugaron con ellas. Siguió bajando y su lengua empezó a chuparme los pezones, mientras sus dedos se introducían en mi vagina ya húmeda. Dejó mis tetas y se ubicó entre mis piernas, sentía su aliento sobre mi vagina y enseguida sus labios, besando mi clítoris y chupándolo con los labios. Una descarga de placer estremeció todo mi cuerpo, haciéndome gemir. Introdujo sus dedos en mi vagina, su lengua recorrió mis labios vaginales, luego tomó mis piernas y las colocó sobre sus hombros, abriéndolas y le dije— ¡Cógeme, te suplico, ya quiero sentirlo adentro! —Empezó a meterme su verga en el coño a un ritmo no muy rápido, me impacienté y moví mis caderas a su encuentro. Mientras me embestía me dice— Al terminar vamos a dar un paseo, te lo has ganado como buena puta —Luego me preguntó — ¿Dónde quieres la leche? —Y le respondí— En mi boca —Terminamos con el mañanero y nos preparamos para el paseo. Me puse ropa playera ligera porque él me lo pidió. Cuando salí de casa el chico me esperaba, me pidió la mochila y la llevó hasta su auto. Salimos y en la vía metió la mano por en medio de mis piernas, comenzando a tocarme el sexo. Nos fuimos besando y acariciando todo el camino, hasta que detuvo su auto, saco la verga y dijo— ¡Chúpala! —Obedecí mientas el gemía. Luego me dijo— ¡Móntate! —Abrí las piernas, me metí su verga y cabalgué. Era la primera vez que me cogían en un auto y en plena calle. Seguimos hasta que llegamos a un hotelito al lado de la playa, entramos, yo iba endiosada con aquel chico, que no dejaba de besarme en la boca y acariciar mi cuerpo, mis senos, mis nalgas. Nos dieron un cuarto en el primer piso y subimos por la escalera, entramos al cuarto y de inmediato me pegó contra la pared y nos volvimos a besar de manera apasionada y descontrolada, como bestias en celo. — Ya no aguanto más ¡Ya métemela por favor! ¡Ya dámela mi amorcito…! ¡Ya dámela por favor…! —Le dije. Mientras se quitaba la ropa me dijo— ¡Desnúdate pues…! Y en un santiamén nos encontrábamos desnudos y nos volvimos a estrechar en un fuerte abrazo. El chico flexionó las rodillas y con cierta facilidad acomodó la verga contra de mi coño, que con todo lo mojada que estaba, tan sólo se abrió para darle la bienvenida gustosa, haciéndome gemir y conforme comenzaba a bombearme con fuerza, comenzaba a decirme— Eres mi puta, la puta más rica que he cogido. Seguía con el mete y saca de su verga estrellándome contra de la pared. Ya no podía aguantarme en mis piernas con aquellos poderosos orgasmos, en repetición, que me estaba brindado; le pedí que parara y fuimos hasta el piso, él cayendo por encima de mí y allí siguió penetrándome. Yo lo sentía delicioso y le empecé a pedir que llegara, que me llenara de su leche. Me levantó las piernas, para meter su verga más profundo, y me hizo disfrutar como una loca, y en ese preciso momento, sentí sus chorros en mi vagina, que se desbordaba hacia afuera, embarrando mis muslos y el piso de la habitación. Descansamos un poco y bajamos a la playa, se veía muy tranquila, había algunas parejas acostadas en sus toallas y otras debajo de sombrillas, algunos hombres acostados en sus toallas, imagino que, viendo a las muchachas. Todos estaban separados, las personas no estaban muy juntas, estaban algo esparcidos, parecía que todos se respetaban. Mi chico colocó la sombrilla, yo tendí las toallas y dejé nuestras cosas, por un lado. Fue cuando me dijo, pues es hora, fuera toda la ropa, estaba sonrojada, estaba en una playa nudista, era lo que me faltaba. Ambos nos empezamos a quitar la ropa hasta quedar sin nada, al principio me sentí incómoda de que me estuvieran viendo desconocidos, pero después me sentí mejor. Mi chico me dijo— Mira por allá —y pude ver a lo lejos a una pareja teniendo sexo sobre la playa y le dije a mi chico— ¿Haremos lo mismo? — Claro que sí, después de bañarnos un rato —Me respondió. Nos metimos al mar y dentro del agua nos abrazamos y besamos. Su verga estaba bien parada, pero no me dijo nada de cogerme, dejándome con las ganas. Después volvimos a la sombrilla y el chico me dijo que quería dormir un poco, entonces decidí ir al mar una vez más a bañarme. Entonces se me acerco un hombre de unos 40 o 45 años, con algunas canas en la cabellera. Era alto y de buen ver y me saludó jovial. Miraba fijamente a mis tetas, yo me quedé inmóvil, y me dijo— ¿Sabes? desde que te vi pude ver que eres una hermosa mujer, cuando caminas eres sexy, no siempre se ven mujeres, así como tú, tu novio es un afortunado —sentí que me sonrojaba. Aun no sé cómo, me resbalé dentro del mar y el señor me tomó en sus brazos. Sentí muy tiernos sus brazos y no sé cómo nos miramos a los ojos y luego nuestros labios se encontraron, creo que ambos lo esperábamos. Nuestras lenguas se revolvieron y retozaron. Sus manos recorrieron mi cintura y luego apretaron mis nalgas dentro del agua. Me dijo al oído que era muy bella, los besos siguieron y yo me dejaba tocar en todos lados por sus rápidas manos. Sentí como sus dedos, que no pude detener, exploraban mi vagina, y su otra mano me acariciaba las tetas, luego empezó a chuparme los pezones. Su verga estaba bien erecta, casi sin vello y colorada. Aun besándonos me levantó y sujetándome a su cuerpo abrí mis piernas y me metió la verga en el coño. Su verga entró sin obstáculos, cuando la sentí, ya me estaba cogiendo, subiéndome y bajándome al ritmo de las olas del mar. Las sensaciones debajo del agua son totalmente diferentes, sentía que algo iba creciendo dentro de mi vientre, como si mil mariposas me recorrieran el estómago, produciendo nuevas oleadas de placer, iniciando un orgasmo interminable. En ese momento noté unos dedos en mi espalda, era mi chico y trató de soltarme de aquel hombre. Mi chico besó mi espalda y me dijo— ¡Disfrutaste! Le pedí que me perdonara, pero no dejó que siguiera hablando, y con un beso en mi boca me calló. Yo correspondí a su beso y me cargó hasta la orilla, me acostó en la toalla y sus labios empezaron a mamar suavemente de mis pezones. Primero uno y luego se pasaba al otro y repetía sus caricias con la boca y la lengua. El señor estaba sentado viendo lo que me hacía. Mi chico se fue subiendo sobre mí, abrí más las piernas para recibirlo y me penetró. Se puso a cogerme, primero lento, porque me besaba los labios, el cuello y las tetas, pero luego de unos minutos, comenzó a moverse más rápido, apretando mis pezones con sus labios, levantó mis piernas hacia arriba y sus arremetidas fueron más fuertes, le ponía más energía a su mete-saca. Pronto sentí un orgasmo, mi chico dijo— Quiero llegar en tu boca —Y se levantó y llevó su verga a mi boca, la chupé y estalló dentro en mi garganta. Al terminar de descargar toda su leche en mi boca, mi chico me dijo— Este señor que te cogió es mi padre y es el dueño del hotel. Quería comprobar todo que yo le he contado de ti. Me quedé muda por unos minutos hasta que le dije— Ahora seré la puta del padre y del hijo. A la noche, el padre de mi chico nos invitó a cenar en su casa, muy cerca del hotel, tomamos licor y después nos desnudamos los tres. Mi chico me ordenó— ¡Chupa la verga de mi padre! —Al comienzo le lamía la cabezota suave y rico, y poco a poco la fui metiendo en la boca, pero lamiéndola a lo largo, y volviéndola a meter en la boca, chupándola con fuerza. Cada vez se ponía más dura y más grande, era un monumento, hasta que me la metí toda en la boca. Mi chico miraba, pero no decía nada, solo se masturbaba. Yo ya estaba tan caliente que me detuve y me puse de 4 en el sofá y se la seguí chupando al padre, dándole la cola a mi chico, invitándolo a que me meta la verga en el coño, mientras yo hacía lo mío con su padre. Mi chico se sentó en el sofá, yo me senté sobre su verga y comencé a cabalgarlo mientras el padre agarró aceite y comenzó a ponérmelo en toda la espalda, la cola y el ano, cómo preparándome —¡Métesela en el culo! —dijo mi chico y su padre me la metió en el culo todo aceitado. me encantó estar cogida por el culo y coño simultáneamente, fue una locura. Mi chico se paró al costado, y me puso la verga en la boca, y se la chupé con fuerza. La tenía rica y dura, y al sentir sus chorros de leche me los tragué todos. El padre se masturbaba y también se acercó para que se la chupara; y también se vació en mi boca, y también me tragué su leche. El padre dijo— Vamos al dormitorio para seguir cogiendo a esta puta. Subimos y al llegar, se acostó boca arriba y lo monté como una loca. Al rato sentí como mi chico se ponía detrás y me la metía en el culo. Otra vez doble penetración, casi me vuelvo loca. Gritaba de place y acabé tres veces así. Estuvimos cogiendo en esa posición 15 minutos más o menos. Gritaba y gritaba como nunca, me sentí la puta más dichosa del mundo. Feliz, me sentía una diosa del sexo. Luego el padre le dijo a su hijo— Vamos a vaciarnos en su cara —Eso me gustó y me di la vuelta para recibir el lechero en mi cara y en mis tetas. El padre se arrodilló entre mis piernas y me chupó rico, con mucha fuerza, metiendo casi toda la lengua en mi vagina, yo toda mojada, estaba toda llena de mis fluidos. En unos minutos acabé como loca, y grité— ¡Soy la puta de los dos! Hicimos un descanso para tomarnos un trago para luego seguir. Después entró mi chico, pero yo ya estaba dormida, con el padre en cucharita y la verga en mi culo. Antes de dormirme, les había dicho— Después quiero que me cojan los dos de nuevo. El despertar trajo nuevas fuerzas, y unas nuevas cogidas gloriosas. Nuevo despertar al sexoKasandra es una viuda, profesora universitaria, que conoce a un joven estudiante y con él, disfruta de un nuevo despertar al sexo. Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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