La Página de Bedri
Relatos prohibidos Descubrimiento, sorpresa y satisfacción
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No había sospechado nada en absoluto. Lydia y yo éramos muy felices disfrutamos mucho del sexo y nos contábamos nuestras fantasías más oscuras. Cuando puse mis manos en las bragas de Lydia por primera vez no pude dejar de notar lo grandes que eran los labios de su coño. Eran fantásticos, deben haber colgado cinco centímetros, y estaban constantemente mojados. Se sienta al lado de en el sofá y tira y estira de ellos mientras ambos tomamos vino. Puede estirarlos fácilmente hasta casi los 10 centímetros Una vez que nuestra relación se hizo más seria, tiré todas sus bragas, para que no hubiera nada que impidiera que sus hermosos labios colgaran libres. Ella respondió poniendo sus faldas más cortas y asegurándose de que sus piernas siempre estuvieran parcialmente abiertas para que sus labios pudieran tener la suficiente ventilación, Poco después empecé a afeitarle el coño. Al principio intenté todas las formas que me venían a la imaginación, corazones, flechas, etc., pero normalmente lo tenía de un ancho de poco más de un centímetro. Toda una pista de aterrizaje que llegaba hasta un par de centímetro por encima de su rajita, el resto es muy suave. Es fantástico y le gusta tanto que se afeita ella misma. Mi esposa es una mujer muy especial, muy sexy y muy sociable. No había nada que esa mujer no hiciera si se lo pidiera. Lo que no sabía es que no había nada que ella no haría, incluso si yo no se lo había pedido. Mientras estamos en casa, Lydia sólo se ponía una camisa amplia de hombre, con un par de botones abrochados. Eso me dio un montón de oportunidades para verle de sus grandes tetas y su coño afeitado. Cuando se sienta en el sofá, generalmente tiene una pierna levantada para que estar bien abierta y poder tirar y acariciarse los labios del coño labios mientras ve la tele. Un día, me retrasé para salir del trabajo y cuando ella estaba en la cocina, observé con asombro como se arrodillaba y se abría ampliamente de piernas. Pude verle el coño, sus labios son enormes y rojos, e incluso pude ver que su coño estaba abierto de par en par. Ella puso la mano entre las piernas y le dijo al perro― ¡Vamos, rápido! Perro travieso, ahora mira lo que me has hecho ―El perro había hecho aquello antes porque simplemente se acercó por detrás y ella agarró su gran polla en su pequeña mano y la introdujo en su coño. Pude oír sus murmullos de placer mientras se aseguraba de tener toda la polla del perro en su coño antes de dejar caer los hombros al suelo y empujando su culo hacia arriba para darle al perro el mejor modo para follarla. Nunca he visto un polvo tan rápido. Pude ver que estaba enrojecida por el deseo y la excitación. El perro no dejó de follar su coño hasta que eyaculó todo su semen dentro de ella. Pude oírla decirle― ¡Oh no, no lo hagas! No te voy a tener atado dentro de mí esta mañana, perro malo ―Se apartó del perro que acabó de irse y se apoyó contra la pared. Yo tampoco estaba preparado para lo que pasó después. En vez de estar de pie se puso de rodillas y luego se agachó con la espalda contra la pared de la cocina, con las piernas bien separadas, el culo prácticamente sobre el azulejo y empezó a sacarse el semen del coño con los dedos y la mano, y chuparlo ellos. Ella estuvo haciendo eso mientras se decía a sí misma lo sucia que era. ¡Y tenía razón! Salí silenciosamente de la casa, esperé 5 minutos y volví a entrar haciendo mucho ruido, jurando en voz alta por haber olvidado mi teléfono. Lydia estaba de espaldas a mí, inclinada sobre el mostrador de la cocina con su taza de café en las manos. Cuando entré en la cocina, ella se volvió hacia mí y me sonrió. Pude ver su desnudo trasero por la parte de abajo de su camisa. No había signo visible del sexo desenfrenado que había visto hacía 5 minutos. Agarré el teléfono, le besó el cuello, y le di palmaditas en el culo. Durante los siguientes días no pude pensar en otra cosa más que en ver a mi esposa siendo follada por nuestro perro. Me preguntaba con qué frecuencia lo hacían y qué más podrían hacer. Tenía que saberlo y decidí averiguar todo sobre las aventuras bestiales de mi esposa. Se me ocurrió un plan, no particularmente ingenioso pero necesario antes de decidir si intervenir o no. Primero, me aseguré de salir exactamente a la misma hora cada día. Esto era 15 minutos antes de la hora en que me iba. Mi hora de entrada al trabajo es muy flexible, por lo que tuve entre 45 minutos y una hora para observar los hábitos de mi esposa. Había quitado la cerradura de la puerta lateral. No había razón para que ella fuera por allí, así que yo no estaba preocupado de que se diera cuenta de que faltaba. Cada día me iba, conducía hasta dar la vuelta de la esquina, aparcar el coche y volver a nuestra calle desde el al otro lado para poder llegar a la puerta lateral sin ser visto. El primer día que lo hice estaba temblando. En parte era preocupación de que me viera, parte era la preocupación de lo que yo vería, y parte de ello era sólo la excitación de andar por ahí y ser un voyeur. Una mañana en particular tenía prisa. Lydia estaba vestida de blanco, camisa azul con rayas finas con un botón abrochado arriba, de pie apoyándose en el mostrador tomando café cuando salí de casa. Ni siquiera había llegado al coche cuando me di cuenta de que había dejado mi teléfono en la mesa en la cocina. Volví corriendo a buscarlo. Dejé la puerta abierta y fui hacia la cocina. Vi su reflejo en la ventana y me detuve aturdido. Estaba recostada contra el mostrador. Tenía los picos de la camisa en sus manos, abriéndola desde abajo. Sus dedos pulgar e índice, separaban los labios de su coño mientras nuestro perro se lo lamía. Sus labios estaban tan abiertos que la lengua del perro se entraba fácilmente entre ellos. Me quedé parado mirando con incredulidad. Podía oír sus murmullos― ¡Oh, perro malo, no deberías hacer esto ahora! ―Poco después la vi bajar un poco el cuerpo y abrir un poco más las piernas para darle al perro más acceso a su coño― ¡Oh! Soy una sucia perra ¿no es así? ―le preguntó al perro. Pude ver sus rodillas temblando, cuando echó la cabeza hacia atrás y empezó a jadear― ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ya voy! ¡Joder! ¡Estoy viniendo! ¡Oh! ¡Oh, ¡Oh ¡Ooooh! ―ya que no podía soportarlo más y apretó las piernas cerrándolas sobre el perro, todavía ocupado con su lengua. No me vieron, ella estaba demasiado ocupada. Sólo había estado fuera de la casa durante poco más de 6 minutos y ya estaba tumbada en el suelo con las piernas abiertas, con la camisa desabrochada. Estaba apretándose los pezones y dándose masajes a sus grandes tetas mientras el perro le lamía el coño con gusto. Miré y después de que unos minutos pude ver los síntomas de su inminente orgasmo. Puso las manos en sus muslos y agarró los labios de su coño y tiró de ellos lo más ancho que pudo para que la lengua del perro llegara a su clítoris. Ella tenía los labios completamente extendidos, a unos 10 centímetros, así que formaron un guía desde el culo hasta su clítoris para la lengua del perro. Ella se apretaba las tetas con la parte superior de sus brazos y pude ver su cara que se puso roja cuando empezó a alcanzar el pico de su clímax. Cuando lo hizo, la oí gritar cerrando las piernas con la fuerza del orgasmo. Luego las dejó caer al suelo y volvió a apretarse los pezones que estaban duros como una roca y sobresalían más de un centímetro, debía de estar muy cachonda. El perro estaba entre sus piernas, como esperando. Pude verle el gran miembro moviéndose y goteando sobre las baldosas de la cocina. De repente Lydia se dio la vuelta sobre su barriga, abrió sus piernas y comenzó a levantar el culo. Pude ver al perro excitándose mientras su hembra le preparaba su coño por él. Lydia estaba tocándose el coño, abriendo los labios de su coño y metiendo un dedo en su agujero para después frotarse los jugos alrededor de sus labios del coño. El perro se estaba muy excitado y empujaba su nariz contra su mano, apresurándola. Mi esposa abrió la mano y le hizo una señal al perro que se acercó por detrás a ella. Expertamente, ella tomó su enorme polla y se la metió en su agujero del coño. Lydia tenía su cara y sus tetas en el suelo, así que no pude verle la cara, pero si pude ver al perro metiendo su polla en su coño dispuesto. Incluso después de haberlo visto antes, me sorprendió cómo podía follar tan rápido. Le estaba sacando la polla del coño casi 15 centímetros y luego se la volvía a meter por lo que sus testículos les golpeaban el clítoris y yo sabía que ella tendría otro orgasmo antes de que él llegara. Aunque no pude oír sus gritos, podía ver sus manitas apretando y golpeando el suelo como si un orgasmo tomara el control de su cuerpo. El perro se la cogió cada vez más fuerte. Entonces él pareció detenerse, con la polla en lo más profundo de ella, y me pregunté si el orgasmo de ella le había hecho correrse. No lo había hecho, pude verlo empujando y moviéndose su gran polla de lado a lado y tirando y empujando. Me costó un poco de tiempo antes de que me diera cuenta de que estaba haciendo su nudo dentro de ella que relajó los músculos de su coño y dejó que se lo metiera. Una vez que estaba dentro, volvió a empujar contra su coño. Por el tamaño del perro, supuse que el final de su polla estaría rozando el útero de ella mientras empujaba su gran polla en su interior. Pude ver que Lydia había vuelto a tener otro orgasmo, mientras el perro eyaculaba dentro de ella. Pude observar los diferentes movimientos que hizo mientras llenaba el coño de su perra con su semen. Su nudo actuó como tapón para mantener toda su eyaculación dentro de ella. La Madre Naturaleza es maravillosa. El perro quiso sacar la polla del coño de mi mujer, pero con ella, con su coño muy apretado todavía en pleno orgasmo, y el gran nudo aún dentro, no podía hacerlo. Lo que hizo fue moverse y se quedaron culo con culo. Allí se quedó, tirando de su polla hasta que su nudo se hubo reducido lo suficiente para salirse. Tan pronto como la polla de perro salió, la siguió un gran chorro que empezó a correr por la cara interna de los muslos de Lydia. Ella lo cogió con su dedo y se lo lamió. Luego se limpió el coño, agachándose y tomando una copiosa cantidad del esperma que manaba de su coño y llevándoselo a la boca. Aturdido por lo que veía, me escapé y fui a la oficina. Ese mismo día decidí volver a casa para almorzar. Tenía la esperanza de encontrar Lydia caliente y no encontrar semen en su coño. Aquella mañana la había visto limpiarse diligentemente el coño como parte de su ritual y me preguntaba por qué lo hizo. Cuando llegué a casa aparqué en calle de al lado y me fui por el lateral. No esperaba ver nada como lo que ya la había visto hacía unas pocas horas, mi mujer siendo follada por nuestro perro. Pude ver a Lydia de pie en el fregadero, haciendo la colada. Tenía la camisa abotonada porque no se le veían sus grandes tetas. Entonces vi al perro entrar en la habitación, caminó directo detrás de ella y le metió la nariz bajo la camisa, levantándosela por encima del culo. Puedo jurar que la pinchó entre las piernas con la nariz para que separara los muslos. Me quedé estupefacto cuando ella abrió las piernas, sacó su culo hacia afuera y siguió lavando mientras el perro le lamía el coño por detrás. Desde mi lugar, vista que podía ver la polla del perro creciendo mientras lamía. Debían haber sido unos 22 centímetros de polla de perro rígida. La lengua del perro lengua estaba haciendo su magia también cuando vi que Lydia había dejado de lavar y había inclinado la cabeza, con las manos en la parte delantera del fregadero para que su espalda estuviera plana y su coño quedara más accesible para la lengua de nuestra mascota. No podía creer que estuviera teniendo otro orgasmo por las lamidas del perro en el clítoris. Había sido hace unas horas que se la había follado y le había llenado el coño con semen. Vi su culo empezar a levantarse, y a moverse hacia arriba y hacia abajo a medida que se acercaba al orgasmo y podía ver que su la cara se ponía roja cuando llegó al punto de no retorno y gritó en voz con la fuerza del orgasmo. Esta vez no perdió el tiempo en absoluto. Se tiró al suelo y el perro se fue hacia ella que tomó la polla con la mano y se la introdujo a codiciosamente en su hambriento coño. Follaron tan frenéticamente como los había visto antes. Pude ver que Lydia tuvo varios orgasmos dejando que el perro se anudara dentro de su apretado coño. Continué observando hasta que vi que el perro se había girado y que estarían anudados unos 10 minutos. Fui hasta la puerta principal y entré ruidosamente en la cerradura. Nada más abrir la puerta grité― ¡Cariño! Hace un día tan bonito que pensé que podríamos almorzar fuera ―mientras entraba en la cocina y la encontraba atada al perro. Se cubría los ojos con las manos mientras lloriqueaba ―No..., no... ―una y otra vez, seguido de― Lo siento, lo siento mucho... ―Me acerqué a ella y la levanté la cabeza con la mano. Le aparté las manos de los ojos y le dije― ¡Ábrelos! ―Lo hizo y vio que mi polla estaba rígida a milímetros de su boca. La abrió y yo metí mi pene y me chupó la polla hasta lo más profundo de su boca, luego enroscó la lengua alrededor del glande, moviéndose hacia arriba y hacia abajo antes de tragársela. Yo estaba en éxtasis, su boca estaba haciendo maravillas a mi polla y yo sabía que ella estaba tratando de y pensar en lo que me iba a decir cuando terminara corriéndome en su boca. El perro intentabas sacar su polla del coño. Estaban culo con culo y podía sentir los tirones del el perro intentaba para sacarle su gran polla. Salió con un “plop” justo cuando le inundaba su boca con mi corrida. La vi tragar mi semen y entonces metió su mano entre las piernas y entendí que estaba a punto de empezar su ritual de limpieza, porque el semen corría por sus muslos. De repente recordó que yo estaba allí y se detuvo. Su mano tapaba el coño, impidiendo que el semen del perro gotease en las baldosas del suelo. Saque la polla de su boca pero quería que ella supiera que la había estado espiando, ni tampoco quería dejar de ver cómo ella se sacaba el semen del coño y con los dedos, y se los lamía. En un momento de sensatez le dije que se pusiera de pie, y se puso de pie todavía manteniendo el semen dentro de su coño con la palma de su mano. Sus magníficos pechos se elevaban y caían con sus jadeos. Le dije que volviera a agacharse con las piernas abiertas hasta que su culo tocara los azulejos. Entonces le dije que se sacara el semen del coño y se lo lamiera de los dedos. Lo hizo sorprendida de que le hubiera dicho que hiciera exactamente lo que ella hubiera hecho. Tan pronto como estuvo "limpia" le dije que se pusiera de pie y le dije que se duchara y se vistiera para salir a almorzar y poder hablar. Me senté en la cocina, viendo al perro lamer la polla y las pelotas, hasta que Lydia regresó. Su pelo todavía estaba húmedo pero se veía fantástica. Llevaba un vestido de seda lo suficientemente ajustado como para resaltar su magnífico tetas pero lo suficientemente sueltas para que puedan moverse. Los pezones erectos no me dejaron ninguna duda de que estaba cachonda. Yo también sabía que no llevaba bragas porque no tiene ninguna. Dio una vuelta para mostrarme cómo su vestido se elevaría y mostraría el desnudo coño afeitado con la más mínima brisa. Me levanté, la cogí entre mis brazos y la besé para que supiera que no estaba enfadado con ella. Luego fuimos a la puerta, me di la vuelta y vi al perro mirándome fijamente, lo llamé y salimos de la casa. Tuvimos que caminar la esquina del coche pero Lydia no me preguntó por qué no había aparcado más cerca. Sujeté la correa del perro en una mano y la mano de Lydia con la otra mientras caminábamos. En el recorrido hasta el coche, por tres veces algunos conductores pudieron admirar el trasero desnudo de Lydia cuando su falda se levantó por el viento. Fue hace mucho tiempo que le prohibí sujetar el vestido, o la falda, cuando el viento la levantaba. Al principio lo sujetaba por mero reflejo pero poco a poco lo había asimilado y ahora podía ignorarlo por completo. Además, le encanta la sensación del viento entre sus muslos mientras el vestido sube hasta la cintura cintura, o más arriba, incluso si alguien viene caminando hacia y no puede evitar ver su coño desnudo. Fuimos a un pequeño y agradable restaurante de techos bajos y cabina para las mesas. Nos pusimos en la esquina más alejada para un almuerzo ligero. El perro se metió debajo de la mesa entre nuestras piernas mientras comíamos en silencio, mirándonos el uno al otro hasta que abordé, el tema que ambos teníamos en mente. ― ¿Por qué? ―Le dije― ¿Por qué dejaste que el perro te cogiera? ―Bueno, fue por tu culpa, de verdad ―dijo. ― ¿Y cómo es eso? ―Le pregunté. Entonces me contó la historia― Bueno, ya sabes que no uso bragas, y sólo llevo una camisa, o parecido, mientras estoy en casa. Como sabes, los labios de mi coño siempre están mojados, y la mayoría de las veces se puede oler mi excitación. Sabes que siempre estoy excitada. Sabes que no puedo quitarme las manos de mi coño, y eso lo hace peor porque se quedan mojados y yo me quedo caliente. Bueno, un día, estaba en la cocina limpiando la encimera y se me cayó una cuchara y se metió bajo el banco. En lugar de apártalo, como debería haber hecho, me puse sobre manos y rodillas y estiré el brazo para alcanzar la cuchara. Estaba justo al fondo, junto al rodapié y me costaba alcanzarla. Bajé un poco la espalda y abrí las piernas un poco más para debajo, apoyé la cabeza y estiré completamente mi brazo izquierdo para llegar a la cuchara. La miré expectante, esperando a que continuara mientras tomaba un sorbo de su vino. ― Bueno, la posición en la que estaba dejó mi coño completamente abierto porque antes de que me diera cuenta la polla del perro estaba dentro y me estaba cogiendo duro antes de que pudiera moverme. Intenté huir, pero no pude, estaba atascada contra el banco y con la polla del perro dentro de mi coño; y tampoco podía moverme por el peso del perro. Me follaba tan fuerte y tan rápido que me corrí todo el tiempo. No puedo ni empezar a decirte lo buena que fue esa primera cogida, aunque fue una total y absoluta sorpresa y nunca habría dejado que pasara si hubiera tenido la oportunidad de pararlo, sinceramente, tienes que creerme. ― ¿Qué pasó después? ―Le pregunté. ―Me sentí muy culpable de lo que había pasado, y de lo que había hecho, aunque lo disfruté mucho. Me aterrorizaba que te enteraras y que me encontraras llena de semen del perro. Así que me agachada, como me indicaste hoy, y saque todo el semen que pude de mi coño. ― ¿Y te lo lamiste de los dedos? ―Le pregunté. ― Sí, no sé por qué, pero cuando lo olí y le metí la lengua, sabía tan bien que lo he hecho desde entonces. ― ¿Cuánto tiempo hace que tú y el perro estás follando? ―Le pregunté aunque no estaba preparado para la respuesta. ― Debe ser como un año, creo ―dijo. Decir que me sorprendió sería un gran eufemismo. Ni siquiera lo había intuido. No había sospechado nunca nada, ni había notado nada extraño en su coño, a pesar de que la polla del perro es más larga y gorda que la mía. ― ¿Cuántas veces dejas que te folle? ―Le pregunté. ― Tantas veces como quiera, es muy exigente. Desde la primera vez que me trata como a su perra. Cuando quiere follar, simplemente mete su nariz entre mis muslos para darme un mensaje. A veces él me lamerá el coño hasta que me vengo y luego me folla, o a veces lo que quiere es follar de inmediato. ― Entonces, ¿cuántas veces se coge a su perra? ¿Todos los días? ― ¡Oh, no! dijo ella― Probablemente 4 o 5 veces al día. ― ¿Pero qué pasa los fines de semana cuando estoy en casa? ―Le pregunté, confundido. ― Bueno, cuando vas los sábados con tus amigos, me folla dos o tres veces. Parece que sabe que no se le permito cuando estás, así que lo aprovecha al máximo cuando tú no estás. Normalmente encuentro el tiempo suficiente para hacerle una o dos mamadas, y a veces me arriesgo y dejo que me folle mientras tú estás en el estudio. Por eso la limpieza es tan importante, para que no me veas corriendo al baño para limpiarme el semen mientras corre por mis muslos. Imagínate si salieras del estudio mientras paso y preguntaras "¿Qué es eso que corre por tu pierna? ―y se rió. Estaba aturdido. Mi esposa me decía que no sólo se acuesta con nuestro perro, sino que también le chupa la polla. Ella continuó― Los domingos son un poco más complicados. Siempre me folla dos veces mientras vas fuera a buscar papeles, y mientras preparo el almuerzo. Normalmente me lame hasta el orgasmo y dejo que me folle rápido o se la chupo. Por lo general, prefiero la mamada en la habitación porque es más fácil escapar si apareces. ― Así que ― dije― el perro, te folla o se la chupas, 4 o 5 veces al día, todos los días ¿Y estás lo suficientemente caliente para follarme de vez por la noche? Excepto cuando tienes el período. Entonces, ¿cómo se las arregla el perro cuando tienes la regla? ― ¡Oh, eso es fácil! Me pongo un tampón cuando me levanto y me ves hacerlo. Cuando te vas lo saco y el perro se encarga con su lengua. Incluso cuando me folla, me lame la sangre de los muslos y de su propia polla. Luego, cuando llegas a casa, "cambio" el tampón, lo que significa que me pongo uno. Miré a mi esposa que me sonreía mientras me contaba su historia. Pude ver que su mano izquierda estaba bajo la mesa. Agaché la cabeza y pude ver que tenía las piernas bien abiertas y su vestido levantado mientras se estiraba y acariciaba suavemente labios de su coño. ¡Qué mujer! Le pedí que usara ambas manos para estirarse los labios y abrirse el coño y dejar que algo de su olor saliera. Entonces le di con el pie al perro que empezó para levantarse. No podía pararse apropiadamente debajo de la mesa pero si lo suficiente para meter la cabeza, y lo más importante la lengua, entre los muslos de mi esposa para que pudiera lamerle el clítoris. Me puse a mirar cómo se ponía cada vez más roja mientras la mágica lengua del perro trabajaba en su clítoris. Empezó a temblar y a gemir. Luego pidió que parase porque estaba a punto de acabar. Le sonreí y le dije que sólo podía parar después de correrse. Cada vez temblaba más y me suplicaba que la dejara parar en caso de que gritara al llegar. Me dijo que a menudo gritaba cuando el perro le lamia porque su lengua era muy áspera y el orgasmo es más intenso. Sonreí y me senté a observar como ella se acercaba cada vez más hasta que finalmente echó la cabeza hacia atrás, apretó los dientes como si fuera un orgasmo, y llegó. Gimió lo suficientemente fuerte como para que en la cabina de al lado la oyeran y un hombre fuera a ver lo que estaba pasando. Cuando el tipo miró, la vio sentada, con las piernas muy separadas y las manos todavía estirando los labios del coño desnudo, afortunadamente el perro ya se había acostado en el suelo. El desconocido se dio la vuelta rápidamente y pudimos oír su sorpresa mientras susurraba lo que ha visto. Si tan sólo hubiera mirado 20 segundos antes, vería la lengua del perro haciendo el trabajo. Alguien de enfrente se inclinó fuera de la cabina para mirar, pero sólo pudo ver una rodilla y yo sonriéndole. Estaba disfrutando inmensamente con mi nueva experiencia. Nunca me había dado cuenta de que Lydia estaba siendo jodida hasta 7 veces al día, entre nuestro perro y yo; y cuanto más lo hacía, más quería. Terminamos el almuerzo y regresamos al auto, con a la brisa levantando la falda de mi esposa que iba mostrando sus encantos. Abrí la puerta para ella que sonrió y se sentó. Le pedí que se subiera el vestido hasta la cintura, lo que hizo voluntariamente, incluso abriendo las piernas para mostrarme los labios hinchados de su coño; estaba un bastante excitada cuando puse al perro delante de ella, entre sus piernas, al lado de sus brillantes muslos. Mientras íbamos por la carretera, miré por el rabillo del ojo a Lydia que mantenía la cabeza del perro entre sus muslos para poder sentir el calor de su aliento en el coño. Le dije que reclinara el asiento, pusiera los pies en el salpicadero, los brazos detrás del cuello, y cerrara los ojos. Observé al perro que de vez en cuando metía la lengua y le lamía el coño, pero no hizo ningún intento coherente para lamérselo de nuevo de modo continuo. Aún así, era una imagen muy extinta. Yo también podía olerla la excitación. Entramos en una carretera de doble calzada y Lydia no estaba prestando atención porque tenía los ojos cerrados y se concentraba en las sensaciones en su coño del cálido el aliento del perro y las caricias de su lengua. Le dije que se separara más los labios de su coño y lo hizo sin abrir los ojos. El aumento en el olor almizclado de su sexo fue magnificado en el reducido espacio del coche. El perro no podía ignorarlo y empezó a usa su larga lengua para acariciar entre el culo y el clítoris, en el espacio entre los labios que Lydia separó y estiró. Pasamos junto a un camión y reduje la velocidad hasta que nos pusimos a su altura. El conductor tenía la ventana abierta y nos quedamos a su lado mientras circulaba junto a nosotros observando febrilmente a nuestro perro lamer el coño de Lydia. Me las arreglé para repetirlo con otros dos camiones sin que ella se enterara. Hasta que uno de los conductores tocó la bocina y Lydia saltó, abrió los ojos y apartó al perro. Le dije que mirara y que saludase al conductor antes de tomar el desvío para llegar a casa. Mi mente estaba llena de ideas de lo que iba a hacer con mi cachonda esposa y nuestro perro salido. Cuando entramos en la casa, le dije a Lydia que se quitara la ropa. Quiso ponerse una camisa una vez que estuvo desnuda, pero le dije que no podía ponérsela, y que fuera a la sala de estar. Hice que me contara todo lo que había hecho con el perro. Extrañamente me dijo que una vez que tuvo un trío con nuestro perro y otro encontrado perdido en el parque. El perro había metido su nariz bajo su falda de ella mientras caminaba por el parque. Ella había tratado de evitarlo, pero le siguió metiendo la nariz entre sus piernas hasta que dejó de caminar y abrió las piernas. El perro le empezó a lamer el coño, lo suficiente para que ella entendiera que iba en serio, pero luego fue por detrás de ella y le metió la nariz entre las nalgas. Ella sabía eso significaba que tenía que arrodillarse para ser follada. Estaba bastante nerviosa, pero muy excitada mientras ella se arrodillaba y le dejaba follarla en el parque. Entonces se acercó otro perro y ella se preocupó de que el dueño apareciera detrás. Estaban anudados y no había forma de irse y el otro perro les ladraba. Se las arregló para tranquilizar al perro de que se detuviera, lo puso delante de ella y le lamió la polla. Dijo que realmente no quería pero tenía miedo de ser descubierta por alguien atraído por los ladridos. Pero no pensó en impedir que su perro se la cogiera a ella. Me dijo que el perro se había corrido en su boca antes que el nuestro y se lo había tragado todo. Cuando nuestro perro se corrió, hizo su ritual de limpieza en el coño para comerse el semen de su vagina. Le pregunté a Lydia cómo se las había arre galgo para tragarse todo el semen de otro perro y para demostrármelo, sonrió brevemente y se dejó caer de rodillas y llamó a nuestro perro. Tenía las piernas muy abiertas y le estaba señalando el coño y ofreciéndole los dedos al perro. El perro se lo lamió y empezó a empujar la cabeza entre sus muslos. Lydia buscó bajo y agarró la polla en y cuando estuvo lo suficientemente erecta, hizo ponerse al perro sobre la espalda. Me sorprendió verla llevar su boca a la polla y parecía que se la tragaba toda. Esto fue tan excitante como era la vista que tenía de la vagina de mi esposa mientras chupaba la polla del perro. Rápidamente me quité la ropa, me acaricié el pene unas cuantas veces antes de arrodillarme detrás de ella y meter mi polla en su mojada vagina. ¡Dios, era bueno! Ella no estaba preparada para eso y pude sentir sus músculos tensándose mientras mi polla se desliza a través de ellos. Mantuve un ritmo constante hasta que vi al perro tensarse y supuse que estaba corriéndose en la boca de Lydia. Le dije que mantuviera el semen en su boca y que esperara hasta que yo le dijera que lo tragara. Entonces empecé a cogérmela muy fuerte. Mis testículos golpeaban contra su hinchado clítoris y sabía que era probable que tuviera otro orgasmo antes de que pudiera llenar su coño con mi semen. Su orgasmo llegó mucho más rápido que el mío y a pesar de que me apretó con fuerza me las arreglé para mantener el control y continúe llevando mi polla dentro y fuera de su coño magníficamente jugoso. Ella tenía la cabeza en el suelo y se estaba pellizcando los pezones. Tenía la boca cerrada, todavía llena de semen de perro y eso me hizo pensar. Cuando estaba listo para dejar mi semen en su coño, la saqué rápidamente y le hice abrir la boca y sacar la lengua. Pude ver el semen del perro bajo su lengua y solté en mío propio por su lengua, donde se mezcló con el que ya está allí. Nos tumbamos en el suelo, Lydia con las piernas abiertas se quejaba de que no tenía semen en el coño para limpiarse y le dije que esperara un rato y nos quedamos dormidos. Estaba casi dormido cuando sentí un ligero movimiento. Lydia tenía la mano izquierda entre los muslos. Sabía que se estaba abriendo los labios del coño, intentando que su sexual despertara al perro. Habían pasado poco más de 40 minutos desde que se la había chupado al perro mientras yo la follaba pero estaba cachonda otra vez. El perro vino, se paró entre sus muslos y comenzó a lamerla y pensé que debía ser el hombre más afortunado del mundo por tener una esposa tan cachonda. No tardó mucho, y después de otro monstruoso orgasmo, Lydia se puso de rodillas y guió al pene del perro a su necesitado coño. Entonces me sonrió y me agarró la polla y se la metió en la boca. Mi esposa me hizo una experta mamada y no tardé mucho en correrme en su boca. Luego, para mi sorpresa, se dio la vuelta y empezó a chuparle la polla al perro con la boca aún llena de mi semen. Se la chupó expertamente al perro hasta que lo hizo correrse, y luego mostró el semen en su boca antes de tragarlo. ¡Qué mujer! No podía creer el voraz apetito por el sexo que tiene esta mujer. Ahora ya no necesita ocultarme sus deseos de ser follada; probablemente de ocho a diez veces al día por el perro y varias veces al día por mí, o todo lo que pueda hacer de otros modos. No puedo esperar para verla actuar con el perro mientras está menstruando y yo estoy mantener los ojos abiertos para ver si hay otros perros, y tal vez dueños, que puedan ayudarme mantenerla con sus necesidades cubiertas al día. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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