La Página de Bedri
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Marga suspiró mientras oía la puerta principal de la casa cerrarse al salir su marido. Levantándose del borde de la cama donde estaba sentada, caminó desnuda hasta el baño. Totalmente inconsciente de los ojos que la seguían en cada movimiento. Notó que sus pechos se movían suavemente al andar y cómo el aire fresco sólo hacía que le dolieran más los pezones. Mientras esta esposa y madre, de cuarenta y dos años, estaba en el baño ajustando la temperatura del agua de la ducha, reflexionaba preocupada hasta dónde habían llegado las cosas y dónde acabarían finalmente. No era infeliz —reflexionó Marga—No, no era infeliz, sólo... estaba aburrida—pensó entrando en la ducha bajo el agua caliente— Todos estos años de aburrimiento a sus espaldas. Tenía que haber más que hacer. Había leído libros, visto algunas películas, escuchado a amigas, y estaba interesada en varias posiciones sexuales y cosas que había visto pero nunca había hecho. Sin embargo, no se había rendido y había tratado de condimentar las cosas del sexo con su marido. Pero su reacción, aunque no fue una sorpresa, había sido más que decepcionante. Él se había burlado de la lencería sexy que ella se había comprado. Los intentos que ella hizo por tener sexo en lugares diferentes al dormitorio, él simplemente los ignoró. Incluso cuando ella se sentó casi desnuda en su regazo en la sala de estar, su marido simplemente siguió mirando a la televisión. En una ocasión, una mañana de sábado, antes de que su marido fuera a jugar al golf, ella incluso se esposó al cabecero de la cama y le rogó que la violara. La única reacción de su marido fue decirle que necesitaba una cita con el médico para controlar sus "hormonas furiosas". Él no podía entender por qué ella quería algo así. — ¿No te gusta cómo hacemos el amor, Marga? —Casi le había gritado su marido — Ha funcionado bien durante muchos años. Marga recordaba sus propias palabras con un temblor en el cuerpo— No quiero hacer el amor —Le había dicho salvajemente a su aturdido marido— ¡Quiero joder! Mientras sus manos se movían lentamente sobre su piel, Marga sentía un cosquilleo ante la idea de ser simplemente tomada. Sus dedos pellizcaron sus duros pezones salpicados por el agua caliente. La idea de ser montada por detrás, como una perra en celo, le generaba escalofríos que corrían a través de ella — ¡Oh Dios, sí! —Gemía suavemente mientras pellizcaba los pezones duros. Mientras la imagen de sí misma, apoyada sus manos y rodillas y siendo embestida por una gran polla muy gruesa iba tomando forma en su mente, no vio la sombra que se deslizaba por delante de la puerta del baño. Una forma alta se movía por su dormitorio, como preparándose. El pequeño objeto de metal que había dejado tirado junto a su almohada fue movido, uno de sus extremos se encajó en la cabecera. Una gran toalla, suave y esponjosa fue extendida para cubrir la sábana. Las cortinas fueron corridas suavemente y se encendieron dos pequeñas velas para dar a la habitación sólo un leve resplandor. De vez en cuando, el extraño se detenía en la puerta del baño entreabierta para asegurarse de que ella todavía seguía en la ducha. Y unos ojos hambrientos escrutaban sus formas a través de la puerta de la ducha cubierta de vapor. Entonces, el extraño a aquella mujer madura deslizando lentamente dos dedos entre sus muslos abiertos y hundiéndolos profundamente en el hueco humeante de entre sus piernas. Mientras Marga temblaba bajo sus propias caricias, las imágenes se formaban ante sus ojos cerrados. Sólo que esta vez, no luchó contra ellas. Sabía por qué había estado detrás de su marido para hacer algo diferente. Mientras su vientre se flexionaba y sus jugos se unían al agua tibia que caía por su cuerpo, Marga volvió a tener visiones. Inclinada sobre una silla en el comedor, una enorme polla la follaba por detrás. A medida que el nudo crecía en su vientre, las visiones se aclaraban. Sólo que no era su marido el que se llevaba su cuerpo. No— ¡Tom! —Gimió con un deseo gratuito. Tom, su vecino de dieciocho años. De un metro ochenta y tres y un robusto jugador de balonmano. Tom se parecía mucho a su padre hace veinte años cuando Marga lo conoció, excepto en una cosa, la enorme y gruesa polla. La que se le grabó en la mente hace casi dos meses cuando le vio a través de su ventana a altas horas de la noche. El enorme trozo de carne que había mirado fijamente con la boca abierta, viendo cómo se la acariciaba. Aunque no la tenía pequeña, su marido no podía ni siquiera sostener acercarse a competir con aquel enorme pedazo de carne humana. Y mientras permanecía en silencio en el pasillo observando al hijo de su vecino, se preguntó cómo sería tener esa polla metido en su hambriento coño. Había intentado de todo para borrar ese recuerdo de su mente pero había resultado un fracaso total. Seguía esperando que su marido le pusiera más picante a las cosas. Pero ahora, mientras sus dedos entraban y salían de su coño, dejaba que las imágenes vinieran otra vez. — ¡Oh Dios... Tom! —Gimió sintiendo que las olas del orgasmo comenzaban a formarse en lo profundo de su vientre— ¡Hazme venir, amor mío! —Gimió nuevamente— ¡Haz que mami se corra! Al otro lado de la puerta, la forma comenzó a desnudarse lentamente, contemplando el auto-placer de Marga con embelesada atención. Luego se alejó de la puerta y se acercó a la mesita de noche para deliberadamente hacer ruido moviendo unos objetos, después salió del dormitorio. Sorprendida por el ruido, Marga se sacó los dedos del coño. Al salir de la ducha, se cubría con una toalla y entró en el dormitorio. Lo que vio la tomó totalmente por sorpresa, la cama lista, las velas— ¡Oh Dios mío! incluso las esposas —pensó. Vio la pequeña tira de tela que estaba sobre la cama, una venda para los ojos. En su mente nublada por el deseo, Marga pensó que su marido finalmente había cedido y regresado a su dormitorio. La realidad de que su marido nunca habría cambiado de opinión, o incluso considerado renunciar a su partido de golf del sábado. El hambre que se extendía desde sus entrañas lo consumía todo. Antes de que su marido pudiera cambiar de opinión, Marga se deslizó cama con su cuerpo aún medio húmedo, sintiendo la suave toalla en su piel de la espalda. Se cubrió los ojos con la venda y mientras se ponía las esposas en las muñecas, levantando las manos por encima de la cabeza, temblaba al pensar en lo que estaba a punto de suceder. Marga notó la presencia de alguien en la habitación, y se esforzó concentrándose en su oído. El sonido de una respiración suave llenaba sus oídos. Luego, un peso en la cama junto a su cuerpo extendido. Después, sin previo aviso, sintió que unos dedos suaves empezaban a explorar su tembloroso cuerpo. Se deslizaban lo largo de sus suaves piernas, provocando hormigueos en sus muslos mientras se deslizaban hacia arriba. Cuando se deslizaron más allá de su ahora apretado sexo, para acariciar ligeramente su vientre, la mente de Marga casi se quebró del deseo. — ¡Ooohhh...diioosss! —Gimió Marga al tiempo que su cuerpo se arqueaba hacia las manos que la exploraban. Luego, mientras los dedos se enraban en sus rígidos pezones, sin apenas tocarlos, su deseo cedió— ¡Por favor... oh Dios, por favor! —Balbuceó. Entonces, las fuertes manos apartaron lentamente sus muslos exponiendo su empapada feminidad. " — ¿Ya? —Pensó Marga— ¡Dios, quiero más! —Casi gritando. Pero entonces gritó mientras una boca caliente se cerraba sobre su ardoroso sexo— ¡Aaaggghhh! —Gritó Marga, mientras todo su cuerpo se arqueaba sobre la cama. Su mente trató de razonar entre la neblina sexual. A su marido no le gustaba comer coños ¿Entonces quién? Pero su mente se cortocircuitó cuando una lengua caliente se deslizó profundamente en su vagina. Marga volvió a gritar mientras todo su cuerpo se convulsionaba— ¡Me voy a correr! ¡Oh dios, me corro...! El orgasmo que había comenzado en el baño la atravesó con una intensidad que nunca había conocido, todo su cuerpo temblaba y se estremecía en la cama. Luego, el rugido se convirtió en un suave maullido y Marga convulsionó con el orgasmo más fuerte que podía recordar. Cuando finalmente cesó, con su cuerpo aún temblando, bajó su trasero a la toalla que tenía debajo y notó la tela empapada contra su piel. Al darse cuenta de que literalmente debía haberla regado con sus jugos consecuencia del poder de su orgasmo, Marga trató desesperadamente de poner en orden sus pensamientos. Su cuerpo aún se estremecía por las réplicas de su orgasmo cuando notó un gran cuerpo deslizándose sobre su indefenso cuerpo. Una cara húmeda besó su cuello mientras se asentaba sobre ella entre la capa de sus propios jugos que cubría sus muslos. Todo el cuerpo le dolía pero anhelaba, incluso exigía lo que estaba a punto de suceder. Aún así trató de formar palabras— Por favor... que... —Fueron las únicas palabras que salieron de su boca. — ¡Oh diosss! —Gimió nuevamente mientras notaba la cabeza hinchada de una polla presionando contra la abertura de su hinchado coño. Luego, unos dedos comenzaron a levantar lentamente la venda de sus ojos. Con la luz tenue, los ojos de Marga se abrieron de golpe. Estaba acostada aquí, desnuda... goteando crema para el coño; mirando fijamente los ojos llenos de lujuria del hijo de su vecino. — ¡Marga! —Gimió el joven gemía sobre ella. Ella podía notar el deseo en su voz, el hambre y la necesidad. Pero era el joven hijo de su vecino, por el amor de Dios. Abrió la boca para decirle lo equivocado que estaba pero esas palabras nunca salieron de su boca. — Tooommm —Era todo lo que Marga podía decir, mientras sentía todo su peso sobre ella, y su gruesa y prodigiosa polla, la que ella había visto acariciar aquella noche, se deslizaba más y más profundamente dentro de ella. — ¡Jódemeee…! —Gritó Marga gritó mientras sentía que las paredes de su vagina se estiraban más allá de lo increíble. Había estrellas explotando en su cerebro mientras se sentía llena como ningún otro hombre lo había hecho. Y mientras su polla tocaba fondo, ella lo escuchó gemir— ¡Margaaa! Los ojos de Marga se pusieron en blanco cuando sintió que la cabeza de la hinchada verga presionaba firmemente contra la esponjosa abertura de su cérvix. Los brazos del hijo de su vecino la envolvieron y la sostuvieron mientras su cuerpo se estremecía bajo él. Con el sonido de un tren de carga atronando en los oídos, Marga explotó en un inconmensurable orgasmo. Tom la miró con asombro al sentir a su vecina salpicar su vientre con la fuerza de su orgasmo. Echando sus jugos alrededor de su polla para cubrirla con ellos. Sus testículos apretados golpeaban contra sus nalgas mientras ella convulsionaba en su segundo orgasmo en sólo segundos. Tom se levantó en sus brazos y miró a su Marga mientras el orgasmo la consumía. Sus caderas, empezaron a moverse, metiendo y sacando su gruesa polla dentro y fuera de ella. Marga sintió que la polla de Tom empezaba a entrar y salir de ella. Cada golpe, más fuerte y más duro empujaba su culo contra la cama. — ¡Oh Dios... oh mierda... oh mierda! —Balbuceaba ella con cada golpe. Todo resto de razón había abandonado su pensamiento y todo lo que le interesaba era el enorme poste que llenaba su húmedo agujero. Mientras el sonido de la piel húmeda golpeando la piel mojada llenaba la habitación, las fosas nasales de Marga se excitaban con el olor del sexo crudo en el aire. Algo que nunca había olido con su marido. — ¡Fóllame... ¡ ¡Fóllame, hijo de puta! — Le gritó Marga al hijo de su vecino. Mientras Tom follaba a su vecina, se maravillaba de lo bien que se habían desarrollado las cosas. Allí estaba, con la polla metida en el coño más caliente que había conocido, y en vez de luchar contra él, como él pensaba, en vez de eso estaba arqueando las caderas para recibir cada embestida. — ¡Mía! — Le gruñó el joven— Ahora... tú eres mía. La idea de que el joven hijo de su vecino la reclamara como suya entró en su mente al sentir que sus caderas trabajaban más rápido. La idea de que ella le pertenecía ahora a él se grabó en su excitada mente. — Tus tetas son mías —Le gruñó Tom en la cara—Tu coño es mío —Añadió— Todo es mío, todo tu cuerpo me pertenece —Reclamaba mientras Marga lo sentía meter su pene de acero profundamente en su cuerpo. — Tuyo... todo es tuyo —Lloraba Marga— Todo tuyo pero no dejes de jodermeee… Casi gritó de decepción cuando notó que le sacaba el enorme trozo de carne. Entonces, sus muñecas se soltaron, y sus poderosos brazos literalmente la levantaron como a una muñeca de trapo y la hicieron rodar hasta ponerse sobre sus manos y rodillas. El hecho de que pudiera levantar su cuerpo sin esfuerzo envió una oleada de excitación a través de su mente. Ella ya sabía, ahora, que nunca sería capaz de negarle nada a Tom. Tom se deslizó por detrás de Marga apuntando con su polla a su abierta vagina y de un solo golpe se la metió. — ¡Oh dios mío! —Gimió Marga mientras su cabeza se echaba hacia atrás. Montada, rellena con la enorme polla del hijo del vecino, sintió que su cuerpo estallaba por tercera vez. — Tommmmmmmmmmmmmmmm —Grito nuevamente Marga mientras su cuerpo se convulsionaba incontrolado, rociando con sus jugos sus muslos temblorosos. Empapando la toalla que había sobre la cama. Tom, consumido por la lujuria total, se estrelló contra su vecina madura una y otra vez. Viendo su trasero temblar con cada golpe de sus caderas. Su gruesa polla se estrellaba contra ella sintiendo que sus músculos vaginales se agarraban a su polla mientras ella se retorcía en su orgasmo. Sintiendo la tensión y la corrida hirviendo en sus testículos, Tom trató de retirarse, no estaba seguro de dónde debía correrse. Sabía que no podría aguantar mucho más tiempo. Marga lo sintió palpitar entre las paredes de su vagina. Luego, la reveladora hinchazón en lo profundo de su vientre. ¡Oh, Dios, sí! —Pensó, se va a correr. Cuando noto que empezaba a retirarse, sus manos retrocedieron clavándose en su cadera, tratando de tirar de él hacia ella. — No te atrevas —Jadeó. — Marga —Oyó a Tom gemir detrás de ella— ¡Voy a corrermeee…! — ¡Hazlo! —Le ordenó Marga le gruñó— ¡Córrete en mí, hijo de puta! Tom, sabiendo que tenía la bendición de su vecina, le clavó su enorme polla tan profundamente como pudo dentro de ella. Sintiendo como se empujaba contra su cérvix y contra su mismo útero. — ¡Maaarrrgggaaa…! —Rugió Tom detrás de ella. Entonces, Marga sintió la polla estremecerse, en lo profundo de su vientre mientras el primer rocío de semilla bañaba sus paredes y su vientre. — ¡Maaarrrgggaaa…! —Rugió Tom nuevamente. — ¡Fóollaaammmeee…! —Gritó a su vez ella mientras sus ojos volvían a ponerse en blanco y golpeando su trasero contra él, su cuerpo disfrutó un cuarto orgasmo desgarrándose a través de su cuerpo. — ¡Cuatro! —Pensó aún aturdida mientras sentía los gruesos chorros de sus jugos mezclado salir de su coño y caer en la toalla debajo de ella. — ¡Dios mío, me ha hecho correr cuatro veces! Mientras Tom dejaba que el cuerpo empapado de sudor de su vecina se moviera, podía sentir su coño apretado deslizándose a lo largo de él. Hasta que, con un chasquido obsceno, su cuerpo se liberó del suyo para caer sobre la toalla empapada de semen que tenía debajo de ella. Marga se quedó jadeando en la cama, por primera vez en sus cuarenta y dos años, se sintió totalmente jodida. Acostada entre la humedad del placer compartido, sintió que la cama se movía mientras el hijo de su vecino se colocaba para estar a su lado. A la tenue luz de las velas, ella escuchó su voz— El próximo sábado... ni siquiera preguntes —Con esas últimas palabras, Tom salió por la puerta del dormitorio. Marga se preguntaba si todo había sido una especie de sueño pero, la sensación del semen caliente goteando de su coño follado, le decía lo contrario. Y mientras su corazón trataba de bajar lentamente el ritmo descontrolo dado de los latidos, se preguntaba si podría llegar al sábado. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. 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